“No puedo aceptar que mi hijo esté muerto”: Lloran a los cubanos desaparecidos en el mar

La última vez que Lázaro Artiles habló con su esposa, se encontraba en el océano frente a la costa norte de Cuba en una pequeña embarcación.

Él y sus amigos pretendían llegar a la Florida. Pero el barco se estaba hundiendo.

Artiles — cuyos familiares no tenían idea de que había partido hacia Estados Unidos — pidió ayuda aquel domingo de agosto junto con su amiga Yuliet Hernández. A bordo estaban seis cubanos, amigos desde hacía años, de la pequeña ciudad de Sagua La Grande, a quienes les encantaba pescar e ir a la playa juntos.

El agua entraba en la embarcación, dijeron a través de un teléfono al que le quedaba poca batería. Creían estar cerca de Cayo Esquivel, un pequeño cayo cubano, e izaban una bandera para hacerse más visibles a los rescatadores.

“Gordi, no te preocupes, estoy bien...”, le dijo Artiles a su esposa, Bárbara, usando su apodo cariñoso.

Las autoridades cubanas dijeron más tarde que habían recibido una llamada de una embarcación en apuros y que enviaron un helicóptero y barcos. Días después, un pescador encontró el cuerpo de una mujer flotando en el océano. Era Hernández.

Fue lo último que se supo de Artiles o de sus amigos.

“Quiero pensar que está vivo, que un día va a tocar esa puerta”, dijo Tamara Morales, la madre de Artiles, quien vive en Cuba. “Yo no puedo aceptar que mi hijo esté muerto. Aunque sea verdad. Yo tengo que seguir esperando”.

A medida que se deterioran las condiciones políticas y económicas en Cuba, miles de habitantes de la isla han arriesgado sus vidas en peligrosos viajes por mar hacia Estados Unidos, donde esperan rehacer sus vidas. Pasan meses construyendo barcos desvencijados en secreto, a menudo en manglares cercanos a las costas, reuniendo el dinero necesario para comprar motores, zinc y madera para las embarcaciones que esperan que los lleven lejos de Cuba.

Homestead, FL- 26 de enero de 2023 - Luisa Yanes Pérez, una mujer cubana recién llegada que llegó en barco hace 3 meses sostiene su teléfono celular con una foto de su hermana desaparecida Edelmira y su esposo Yurisnel. A fines de diciembre, Edelmira y Yurisnel junto con otros intentaron cruzar el estrecho de Florida de la misma manera que lo había hecho Luisa, pero desde entonces no se ha vuelto a saber de ellos.

Las costas de los Cayos de la Florida están sembradas de restos de embarcaciones que transportaron a los que consiguieron llegar, pero es imposible decir cuántos cubanos han desaparecido en las traicioneras profundidades del Caribe y el Estrecho de la Florida desde que partió la primera gran oleada de migrantes por mar en 1980, cuando Fidel Castro abrió el Puerto de Mariel para todos los que quisieran marcharse.

El Proyecto de Migrantes Desaparecidos de las Naciones Unidas calcula que 305 cubanos y 380 haitianos han desaparecido o muerto en la región del Caribe desde 2014, cuando esa oficina comenzó a rastrearlos. El proyector usa una combinación de fuentes oficiales, entrevistas con familiares y noticias para elaborar su base de datos.

‘Invisible shipwrecks’: How a boat with U.S.-bound Haitian migrants disappeared at sea

El año pasado, hubo al menos 321 personas desaparecidas que huían de sus países en el área del Caribe, según datos de la ONU. De ellos, se confirmaron 97 muertes, en su mayoría por ahogamiento. Es el número más alto de cualquier año de aquellos desaparecidos en el mar desde que comenzó el proyecto, pero el Proyecto Migrantes Desaparecidos describe los números como “estimaciones mínimas”.

“En el Caribe a veces suceden incidentes a los que nosotros llamamos naufragios fantasma”, dijo Edwin Viales, asistente de datos e investigación del proyecto de la ONU. “En estos casos nadie — ni la prensa, ni las familias de las de las personas migrantes, ni las autoridades oficiales — tienen conocimiento de que les pasó”. En esos casos, el proyecto informa de la cifra más conservadora de desaparecidos.

Más difícil de medir es la devastación y el dolor entre los familiares y amigos que se quedan atrás, preguntándose si sus seres queridos desaparecidos están vivos o muertos.

“Cuando Lazarito se montó en ese bote, nos montó a todos con él”, dijo Linney Palmero, prima de Artiles, quien vive en Miami.

El Miami Herald habló con más de 20 personas en Estados Unidos y Cuba que dijeron que sus familiares abandonaron la isla en tres barcos diferentes entre agosto de 2022 y este mes. Al igual que la madre de Artiles y su esposa, muchos de ellos no sabían de los planes de sus seres queridos de abandonar el país en viajes clandestinos en botes. Muchos empezaron a preocuparse cuando se enteraron poco después de la salida de los botes.

Algunos de los familiares dijeron que, de haberlo sabido, les habrían rogado que no se fueran. Algunos familiares se habían embarcado en el mismo viaje y comprendían los riesgos y la necesidad de huir a Estados Unidos.

“Yo le dije a mi hermana que no viniera”, dijo Luisa Yanes Pérez, de 44 años, quien vive en el sur de la Florida y cuyos ocho familiares, entre ellos un hermano y una hermana, abandonaron Cuba en una embarcación barco a finales de diciembre desde la comunidad rural de Palma Sola, en la provincia de Villa Clara. “’Ya tienes 50 y pico de años. El mar es peligroso’”, recuerda haberle dicho a su hermana.

Homestead, FL- 26 de enero de 2023 - Luisa Yanes Pérez, una mujer cubana recién llegada que llegó en barco hace 3 meses sostiene su teléfono celular con una foto de su hermana desaparecida Edelmira y su esposo Yurisnel. A fines de diciembre, Edelmira y Yurisnel junto con otros intentaron cruzar el estrecho de Florida de la misma manera que lo había hecho Luisa, pero desde entonces no se ha vuelto a saber de ellos.

No ha vuelto a saber de ellos. Los familiares de los otros 20 pasajeros de la misma embarcación tampoco has sabido de sus seres queridos.

Hace tres meses, la propia Yanes llegó a Maratón en una embarcación desvencijada, y ahora se enfrenta a la posible pérdida de la mayor parte de su familia, solo unos meses después de que dos de sus sobrinos murieran en una extraña explosión en Cuba. Daimiri Yanes Pérez, su sobrina, dejó a su hijo de ocho años en la isla con su hija mayor.

“El niño me llama y me dice es mi mamá, ¿Por qué mi mamá no me llama? Yo no puedo responderle porque no sé qué le voy a responder”, dijo Yanes.

Los familiares de los desaparecidos suelen hacer una búsqueda desesperada con todas las pistas que encuentran, a menudo en vano.

A medida que se han intensificado los viajes desde las navidades, también lo han hecho los mensajes en un ecosistema informal en línea construido en torno a grupos de Facebook, cuentas de Instagram y chats de WhatsApp. Cientos de personas publican mensajes y oraciones, tratando de averiguar dónde podrían estar sus padres, hijos, hermanos, primos, sobrinos y amigos.

En público y en privado, luchan por saber si sus seres queridos se ahogaron o si aún podrían estar vivos, en barcos de la Guardia Costera estadounidense a la espera de ser repatriados, en centros de detención en Estados Unidos o las Bahamas o abandonados en algún cayo deshabitado.

“Tenemos esperanza. Mientras no aparezcan, uno siempre piensa que van a regresar”, dijo Adys Menéndez, madre de Cristian Kadir Peraza Menéndez, de 22 años, un amigo de Artiles que también partió en el barco en agosto.

Capturas de pantalla de WhatsApp traducidas de miembros de la familia que están buscando a sus seres queridos después de que desaparecieron durante los viajes en barco de migrantes de Cuba a los Estados Unidos. raquel mango
Capturas de pantalla de WhatsApp traducidas de miembros de la familia que están buscando a sus seres queridos después de que desaparecieron durante los viajes en barco de migrantes de Cuba a los Estados Unidos. raquel mango

“El alma vacía”

A la familia de Lázaro Artiles le encantaba pasar las vacaciones y los cumpleaños juntos. Artiles y su esposa, Bárbara Mondeja, quien sigue en Cuba, llevaban juntos desde la adolescencia y tuvieron una hija de cuatro años y un hijo de dos, dijo Mondeja.

“El siempre estaba presente en cada momento de sus vida. Un súper esposo, muy cariñoso y detallista”, dijo Mondeja, de 27 años, a través de una cadena de mensajes de WhatsApp. “Estoy destruida. Me he quedado con el alma vacía”.

Artiles, de 29 años, administraba un negocio de pizzas con su hermano mayor, Daniel, desde su casa. Su madre repartía porciones calientes y refrescos fríos a los clientes. A veces, Artiles, al que le encantaba la música mexicana, dejaba a su madre boquiabierta.

“Había una música linda y me ponía a bailar. Nunca me hizo sentir que mamá está vieja,” dijo Morales, de 52 años.

Muchos de los recuerdos de la familia se crearon en su pintoresca casa de madera de Playa Uvero, no lejos de Sagua La Grande, y no era raro que Artiles y sus amigos pasaran días nadando en sus aguas.

Artiles iba a pescar con amigos como Peraza, quien estudiaba electricidad; José Harold Marrero, un trabajador de almacén de 23 años,y Carlos Linares, guardia de seguridad de 29 años en una fábrica de productos lácteos.

Desde arriba a la izquierda, hacia la derecha: Lázaro Artiles Morales, José Harold Marrero, Carlos Linares y Cristian Kadir Peraza Menéndez. Todos los amigos que desaparecieron en un barco migrante de 6 pasajeros con destino a los Estados Unidos desde Cuba el 28 de agosto de 2022
Desde arriba a la izquierda, hacia la derecha: Lázaro Artiles Morales, José Harold Marrero, Carlos Linares y Cristian Kadir Peraza Menéndez. Todos los amigos que desaparecieron en un barco migrante de 6 pasajeros con destino a los Estados Unidos desde Cuba el 28 de agosto de 2022

Por eso, cuando dijeron a sus familias que se dirigían a Playa Uvero para pasar unos días junto al agua, nadie sospechó que tenían otros planes. En la madrugada del 27 de agosto Peraza le dijo a su esposa que se iba a pescar para hacer arroz con pescado, dijo su madre. Ese mismo día, le envió un mensaje de texto diciendo que los peces no mordían y que él y sus amigos volverían al día siguiente.

Al día siguiente por la tarde pidieron ayuda desde algún lugar de las aguas cercanas a Cuba.

Desde entonces, las familias intentan averiguar qué ocurrió y cómo sus seres queridos pudieron planear el viaje sin que nadie se enterara. Tatiana Morales, la madre de Carlos Linares, dijo que su nieto de 10 años había visto a su tío desenterrar un bote de madera y zinc de las orillas de Playa Uvero durante un viaje familiar en julio, semanas antes de que despegaran.

“Nosotros no teníamos para que se fuera legalmente. Si llego a saber que se va, no lo dejo cometer esa locura”, dijo Tatiana Morales.

Las familias de los desaparecidos se aferran a la esperanza, basándose en varios relatos de cubanos recientemente repatriados, que respondieron a los mensajes de las familias diciendo que habían visto a los hombres en barcos de la Guardia Costera estadounidense y que algunos estaban solicitando asilo.

Un cubano dijo que estaba seguro de haber visto a Carlos después de ver a un hombre con un nombre tatuado en el lado izquierdo del pecho, igual al que tenía Linares; otro dijo que un hombre que se parecía a Harold le había dicho que lo habían rescatado después de 16 horas a la deriva en el agua; y un tercer migrante repatriado alrededor de Año Nuevo dijo que había visto a Lázaro en un barco de la Guardia Costera, cerca de Marathon, con aspecto más delgado y desaliñado, así como a Cristian y Harold.

“La única esperanza que nos queda es que estén ahí”, dijo José Marrero, el padre de José Harold Marrero, el trabajador del almacén.

Capturas de pantalla de WhatsApp de familiares que están buscando a sus seres queridos después de que desaparecieron durante los viajes en barco de migrantes de Cuba a los Estados Unidos. Rachel Handley
Capturas de pantalla de WhatsApp de familiares que están buscando a sus seres queridos después de que desaparecieron durante los viajes en barco de migrantes de Cuba a los Estados Unidos. Rachel Handley

Pero la Guardia Costera le dijo al Herald que los migrantes interceptados por la agencia “rara vez están en nuestros barcos más de unos pocos días”.

“Como práctica, tratamos de devolver a estos individuos lo más rápidamente posible”, dijo un portavoz de la agencia, señalando que hay excepciones ocasionales.

“Lo hago por ti”

Antes de que Yoel García Prado abandonara Cuba en una embarcación improvisada a finales de diciembre desde la localidad rural de Palma Sola, se despidió de su único hijo, Emmanuel, de 13 años. El carpintero de muebles, quien lo pasó mal en su juventud dentro del servicio militar obligatorio en la isla, esperaba que su hijo se reuniera con él en Estados Unidos dentro de unos años.

Yailen Malagón Valdés, la madre de Emmanuel, quien se encuentra en Cuba, describió a García como un padre cariñoso que siempre se implicaba en la vida de su hijo.

Yoel García Prado, quien desapareció tras montarse en un bote de Cuba a Estados Unidos en diciembre de 2022.
Yoel García Prado, quien desapareció tras montarse en un bote de Cuba a Estados Unidos en diciembre de 2022.

“Le dijo ‘Mi vida, esto lo hago por ti’”, dijo Malagón Valdés. “Mi hijo no hace más nada que pensar en eso, que a la hora de irse lo que le dijo fue que se tiraba al mar para ayudarlo”.

Pero ningún familiar ha tenido noticias de García y tampoco lo han hecho los familiares de los otros 27 pasajeros que también iban en ese barco. Después de la desaparición, están recopilando lo que saben acerca del viaje y quién iba en él, para intentar localizar a sus seres queridos.

El esposo de Malagón vive en Nueva Jersey y es buen amigo de García. Su esposo llama con frecuencia a los centros de detención de inmigrantes de Estados Unidos para ver si puede estar en alguno de ellos.

Los familiares creen que la embarcación zarpó en Palma Sola, entre las provincias de Villa Clara y Matanzas — ambos puntos claves de partida de los viajes de los cubanos que salen de la isla — la noche del 23 de diciembre, pero la embarcación tuvo problemas mecánicos y pasaron dos días en un cayo cubano reparándola antes de comunicar a sus familiares que estaban de nuevo de camino a Estados Unidos.

En la embarcación viajaban Ledia Rodríguez Estrada y Maikol Herriman Estrada, quienes dejaron seis hijos en Cuba. Marioluis y Luismario Hernández Berrio, gemelos, también eran pasajeros; asimismo viajaba Yandry González López, soldador y padre de tres hijos.

“Quiso siempre irse para ayudar a su familia”, dijo Odalys Aguilar Virola de su pareja de muchos años, Yoan Valenzuela Rivera, quien iba en el barco, “Esto nunca te pasa por la mente, la gravedad de este asunto, hasta que no pasas por ese caso.”

Desde arriba a la izquierda, hacia la derecha: los hermanos Ledia Rodríguez Estrada y Maikol Herriman Estrada; Adrián Ruiz Socarrás, Yoan Valenzuela Rivera
Desde arriba a la izquierda, hacia la derecha: los hermanos Ledia Rodríguez Estrada y Maikol Herriman Estrada; Adrián Ruiz Socarrás, Yoan Valenzuela Rivera

Valenzuela había trabajado varios años como chofer, llevando y trayendo pacientes de diálisis en el municipio de Esperanza, en Villa Clara. Mantener el auto en marcha resultaba caro y las piezas necesarias para las reparaciones eran difíciles de encontrar, dijo su familia.

Antes de partir, Valenzuela compró una cuna y un colchón de bebé para el primogénito de su hija de 22 años. Quería asegurarse de dejar las cosas lo más preparadas posible en su ausencia, dijo su prima, Yanelys Llopiz, quien vive en Cuba, aunque la mayoría de sus parientes no sabían que intentaría el arriesgado viaje a la Florida. Dijo que los pacientes llaman a la familia para ver si saben algo sobre su paradero.

Hace un mes que nadie sabe nada de los pasajeros. Familiares afligidos y ansiosos recopilaron una lista de pasajeros y se encontraron a través de grupos de Facebook. Formaron un grupo de WhatsApp, donde comparten fotos de interceptaciones de la Guardia Costera y de barcos que han desembarcado en los Cayos de la Florida. Los familiares las comparan con un video del barco sin terminar en Cuba, su casco despojado hasta las vigas de madera y las planchas de zinc, enclavado en un paisaje de madera.

“¿Vamos a pasear?” dijo el narrador del video, que filmaron mientras construían la embarcación, dijeron los familiares.

Marioluis y Luismario Hernandez Berrio, gemelos idénticos que desaparecieron durante un viaje en barco desde Cuba a los Estados Unidos a finales de diciembre. Miembro de la familia
Marioluis y Luismario Hernandez Berrio, gemelos idénticos que desaparecieron durante un viaje en barco desde Cuba a los Estados Unidos a finales de diciembre. Miembro de la familia

Los familiares en Estados Unidos se pusieron en contacto con la oficina del senador de la Florida, Marco Rubio. Una vocera de Rubio, quien recientemente se reunió en el condado de Monroe con funcionarios estatales y federales sobre los desembarcos recientes, dijo que su oficina “ha visto un aumento en el número de residentes de Florida que solicitan información a la Guardia Costera de Estados Unidos sobre familiares desaparecidos en el mar”. (la Guardia Costera le dice los familiares de los migrantes desaparecidos que contacten a su representante local en Estados Unidos, quien puede averiguar si están bajo custodia de una agencia gubernamental). Los familiares llamaron a los centros de detención y buscaron sus nombres y fechas de nacimiento en bases de datos de detención de migrantes.

Ninguna pista ha dado resultado todavía.

Han oído rumores de que sus familiares podrían estar en un centro de detención en Luisiana o Texas, pero probablemente habrían recibido una llamada de ellos si estuvieran bajo custodia de Inmigración una vez procesados por las autoridades.

Un hombre de Miami, Dayan García, cuyo primo de 26 años, Maykel González Ruiz, viajaba en el barco de diciembre, está redactando una carta al gobierno de las Bahamas. Algunos familiares de los desaparecidos esperan que puedan estar detenidos en Nassau, adonde a veces son conducidos los cubanos encontrados en cayos o aguas bahameñas.

Maykel Gonzalez Ruiz, a 26-year-old from Cuba who departed the island on a migrant boat in late December. His family has not heard from him since
Maykel Gonzalez Ruiz, a 26-year-old from Cuba who departed the island on a migrant boat in late December. His family has not heard from him since

En un video de dos minutos de duración publicado en Facebook, Malagón Valdés y su hijo suplicaban ayuda para encontrar al padre del adolescente.

“Que alguien encuentre a mi papá por favor”, dijo Emmanuel, con una mirada solemne a la cámara.

“Se iba a ir”

La pintoresca ciudad de Trinidad, en el sur de Cuba, antaño centro del comercio azucarero de la isla, se encuentra lejos de los puntos de partida habituales que la gente usa para botar sus embarcaciones.

Pero los trinitarios siguen encontrando la forma de abandonar el país a través del Estrecho de la Florida. Una embarcación con unos 25 pasajeros, entre ellos varios trinitarios, desapareció luego de haber zarpado del municipio de Martí, en la provincia de Matanzas, a principios de enero.

Capturas de pantalla de WhatsApp traducidas de miembros de la familia que están buscando a sus seres queridos después de que desaparecieron durante los viajes en barco de migrantes de Cuba a los Estados Unidos. raquel mango
Capturas de pantalla de WhatsApp traducidas de miembros de la familia que están buscando a sus seres queridos después de que desaparecieron durante los viajes en barco de migrantes de Cuba a los Estados Unidos. raquel mango

A uno de los desaparecidos, padre de dos hijos, le encantaba mostrar su ciudad a los viajeros durante los recorridos en carreta con caballos por el centro histórico de la ciudad; otro, Renier Socarras Rubia, taxista de 33 años y padre de dos niños pequeños, había comprado una casa recientemente, y un tercero, Jasniel Varela Cabriales, de 27 años, trabajaba en una cooperativa.

Como todos los demás, las familias de los migrantes desaparecidos están desesperadas por tener noticias de sus seres queridos.

Arriba a la izquierda, hacia la derecha: Renier Socarras Rubia, Dayana Pileta Calmell, Gilbert Pena Méndez y Mainer Pileta Calmell, hermano de Dayana. Todos desaparecieron después de que su barco partiera de Cuba a Estados Unidos en enero de 2023.
Arriba a la izquierda, hacia la derecha: Renier Socarras Rubia, Dayana Pileta Calmell, Gilbert Pena Méndez y Mainer Pileta Calmell, hermano de Dayana. Todos desaparecieron después de que su barco partiera de Cuba a Estados Unidos en enero de 2023.

“Muchas falsas ilusiones; mucha personas que nos dan noticias falsas: nos alegramos, entonces nos volvemos a angustiarnos. Al final no sabemos nada”, dijo Aranay Ponce Pupo, quien vive en Cuba y cuyo esposo desde hace seis años, Gilbert Peña, también iba en el barco. Lo describió como humilde y discreto.

Peña, quien fabricaba depósitos de cemento para agua en el municipio matancero de Los Arabos, ya había intentado salir en barco antes, pero las autoridades cubanas siempre lo devolvían. El día que partió de su casa, su esposo se despidió de su hijo de tres años con un beso. Estaba emocionado y alegre. Solo el mar se interponía entre él y una nueva vida en Estados Unidos.

“Aunque nosotros le dijéramos que no, el se iba a ir”, dijo Ponce. “Al final, estaba buscando una vida mejor para nosotros”.