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‘Real con cojones’: Bad Bunny, el Artista del Año de 2022, se sincera sin pretensiones en portada de Billboard

En el primero de sus dos conciertos en el Estadio Vélez Sarsfield en Buenos Aires, Bad Bunny perdió la voz.

Ahí estaba él, parado en el medio de ese gigantesco escenario frente a más de 40.000 personas que gritaban tan fuerte que apenas podía escucharse a sí mismo, cuando de pronto se le fue la voz.

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“Fue un clic”, dice Bunny, chasqueando los dedos. “Fue de momento, como que el cambio de temperatura. Yo digo, ‘No puede ser que esta gente me está dando la energía más cabrona […] ¿y yo me voy a quedar sin voz?’”

Pero mantuvo la calma. Se tomó un breve receso, y un té caliente, e hizo ejercicios vocales hasta que le volvió la voz. Entonces salió nuevamente al escenario y terminó su show de casi tres horas, como si nada, y sin que nadie se percatara de lo sucedido. Después de dos días de descanso vocal total, me cuenta, por primera vez, lo que pasó.

Es nuestro segundo encuentro desde que comenzó su gira World’s Hottest Tour por estadios en todo el continente americano, empezando en agosto por Orlando, Florida. Hoy nos encontramos en Uptown, un bar de moda en Buenos Aires, donde un galardonado sommelier nos sirve copas de vino tinto del Valle de Uco. La distintiva voz profunda de Bad Bunny suena perfectamente normal, y se ve tranquilo y relajado mientras se apoya contra el bar, copa en mano, en un traje negro que lo hace ver aún más alto y atlético.

Conocí a Bad Bunny en 2017, tras su debut en los charts de Billboard. Desde entonces, y pese al crescendo de su fama y reconocimiento, su actitud en entrevistas ha sido la misma. Esa calma y elegancia bajo presión definen a Benito Antonio Ocasio Martínez y su año extraordinario, que culminará con dos conciertos totalmente vendidos en el Estadio Azteca en Ciudad de México el 9 y 10 de diciembre, y con el título de Artista del Año de Billboard (clasificado según su actividad en el Billboard 200, el Billboard Hot 100 y el Billboard Boxscore entre el 20 de noviembre de 2021 y el 12 de noviembre de 2022).

Su álbum Un Verano Sin Ti es el primero en un idioma diferente al inglés que termina el año en el puesto No. 1 de la lista Billboard 200. El álbum se mantuvo 13 semanas en el primer lugar, empatando con Views de Drake y la banda sonora de la película Frozen para el récord de más semanas en el No. 1 en la última década.

En conciertos, Bad Bunny fue el artista que generó los mayores ingresos en el año, recaudando 373,5 millones de dólares en venta de boletos, según Boxscore, una cifra que no incluye las ventas de sus últimos 20 estadios en América Latina.

World’s Hottest Tour rompió récords de ventas en 12 de las 15 ciudades estadounidense donde se presentó, incluyendo Nueva York, Chicago y Washington, D.C. El promedio de ingreso por show fue de 11,1 millones de dólares, el más alto para cualquier artista de cualquier género en la historia de Boxscore, remontándose a fines de los años 80.

Además, Bad Bunny es el primer artista en montar dos giras separadas con ingresos superiores a 100 millones de dólares en un mismo año. Antes de iniciar su World’s Hottest Tour, tocó 35 fechas en 25 ciudades de Estados unidos con El Último Tour del Mundo entre febrero y mayo.

Bad Bunny
Vestido Kidill, camisa Acne Studios.

“Es algo que nadie había hecho, o se había atrevido a hacer, antes”, dice Henry Cárdenas, CEO de Cárdenas Marketing Network (CMN), el promotor de la gira de Bad Bunny en Estados Unidos junto con Live Nation (CMN también promovió siete fechas en Latinoamérica).

“Es sin duda histórico”, dice Jbeau Lewis, uno de los agentes de Bad Bunny en UTA, al hablar de las giras consecutivas en un mismo año. “Pero nosotros podíamos sentir su impulso, veíamos cómo crecía su carrera y la rapidez con la que se convertía en una figura omnipresente en la cultura pop. Y sabíamos cuántas personas querían comprar entradas para verlo. Vimos arenas individuales con 200.000, 300.000 personas en fila virtual”.

Y cuando la gente hace fila para comprar un boleto para ver a Bad Bunny, no lo hace para ver una mega producción.

“Es él, con un micrófono, frente a 60.000 personas”, dice Cárdenas, cuya lista de artistas en sus 45 años de promotor incluye a grandes como Marc Anthony y Vicente Fernández. “Todos los otros artistas tienen una banda o bailarines. Este hombre está solo, con un DJ, por 70% del show”.

Este enfoque más minimalista en el escenario —hay largos tramos del concierto donde Bad Bunny canta solo desde su silla de playa, rodeado de palmeras—va acorde con su filosofía como un artista con un punto de vista inquebrantable e iconoclasta que, además, ha explorado otros campos creativos con éxito. En el 2024, Bad Bunny se convertirá en el primer actor latino en protagonizar una película de Marvel, en el papel de El Muerto.

Noah Assad, mánager de Bad Bunny, lo firmó en el 2016 cautivado por su nombre y por su voz, un profundo bajo dúctil que contrastaba con el más tradicional tenor del reggaetón, rapeando sobre beats escuetos de trap. En ese entonces, Bad Bunny se ganaba la vida trabajando en un supermercado mientras experimentaba en el estudio.

Assad había lanzado Rimas en el 2014 como una compañía de música que ofrecía todos los servicios —producción, distribución y promoción— bajo un mismo techo. Desarrolló una combinación de análisis metódico de data, marketing disruptivo y un enfoque en streaming que, junto a la visión musical distintiva de Bad Bunny, resultó ser explosiva.

“Me enorgullece aprender todos los días de Bunny”, dice Assad. “Escuchar su proceso creativo y ver todo lo que está dispuesto a hacer para darle vida a sus ideas, y después trabajar con él para que sucedan”.

Bad Bunny
Bad Bunny fotografiado el 8 de noviembre de 2022 en Uptown, en Buenos Aires.

Por ejemplo, ese momento ya casi mítico en el concierto en el que Bunny se para sobre una pequeña isla con una palma y vuela por encima del público. La idea se remonta a un show de Bunny del 2018 en Madison Square Garden. Dos semanas antes, Assad le dijo a Roly Garbalosa, el director de producción, que Bunny quería volar. Conseguir el permiso en Nueva York sería costoso, pero “Noah no parpadeó”, recuerda Garbalosa.

Sin embargo, agrega Garbalosa, “Bunny no depende de aspectos técnicos para que su show sea un éxito. Es un show de feeling. Y el 90% del éxito es él. El resto es su gente”.

Desde que logró sus primeros éxitos, Bad Bunny ha mantenido su equipo casi intacto, incluyendo a su mánager, publicista y promotor de conciertos, gente “que le recuerda quién es y de dónde viene”, dice Assad. “Él aprendió muy rápido que su felicidad y ser honesto consigo mismo eran los factores más importantes para su bienestar, más allá de cómo cambian las cosas”.

En América Latina, Assad sigue haciendo negocios con los mismos promotores locales que lo apoyaron en sus comienzos, como Westwood Entertainment en México y Bizarro en Chile.

“Me enorgullece aprender todos los días de Bunny”.
-Noah Assad

“Noah tiene código”, dice Fede Lauria, quien hizo los primeros conciertos de Bad Bunny en Argentina hace varios años y este noviembre presentó sus dos shows en Buenos Aires, donde los 90.000 boletos se agotaron en media hora.

“Pude haber vendido 900.000”, dice Lauria. “Había más de un millón de personas en fila virtual”.

Pero, para su gira de estadios, Bad Bunny insistió en dos cosas: No tocar más de dos shows por ciudad, para no dar la sensación de preferencia, y presentar el mismo show exacto en cada recinto.

Eso es más fácil decirlo que ejecutarlo. Los shows en Estados Unidos generan mucho más dinero porque el precio de los boletos es más alto. Y el costo de viajar de un sitio a otro en avión por América Latina (pues las distancias son demasiado largas como para hacerlo por tierra) eleva aún más los costos. Además, es difícil replicar una puesta en escena tan compleja en recintos que no siempre tienen la misma tecnología.

Bad Bunny viajó con un jet de cargo 747 para llevar más de 100 toneladas de equipo; un jet charter para su equipo de más de 130 personas; y un jet privado para él y su séquito personal de cinco a seis personas.

“No conozco otro artista que invierta tanto en su carrera”, dice Cárdenas. “Esos tres aviones, él los está pagando”.

Hoy, mientras cata su vino, Bad Bunny está consciente de que su inversión ha dado retornos.

“Yo diría que en este punto de mi vida y carrera es donde más centrado me siento”, dice. “Me siento más claro de lo que soy, de quién soy en cuestión de la industria musical”.

Eso se vio en el torbellino de su gira, donde Billboard se reunió dos veces con él: Después de tocar en el Yankee Stadium en el restaurante The Modern, y al comienzo de su gira por Suramérica, tras su presentación en el Estadio Vélez-Sarsfield en Buenos Aires, en el club Uptown.

Nueva York, agosto 29

Anoche tocaste dos llenos totales en el Yankee Stadium. ¿Cómo te sentiste?

Hay cosas importantes que hago que se me borran un poquito. Pero yo creo que anoche es de los momentos de mi carrera entera que más he sentido quizás algo grande. No sé si fue el hecho de recibir ese premio tan importante [el VMA de MTV al artista del año], y recibirlo en un show mío. Nunca había recibido un premio en un show mío. El lugar era uno de los lugares más gringos que puedan existir: el Yankee Stadium. Se sentía grande el momento, y son bien pocos los momentos que, aunque yo sé que son grandes, no se sienten así de grandes. Y ahí sí se sintió. Bien. Grande.

Es que Nueva York es Nueva York…

Nueva York es Nueva York. Es una ciudad mágica. Siempre lo digo, es la ciudad donde más he cantado, porque mis primeros dos años cuando yo estaba pegado en la calle que empecé, yo venía a cada rato a Nueva York a cantar en discotecas y eran tres, cuatro discotecas en una noche y eso era cada dos meses.

Nueva York a mí me inspira demasiado en lo que es mi carrera musical. La primera vez que vine fue con mi familia como a los 12 años. La segunda vez, tenía 22 años y yo lo cogí para reflexionar. Cuando yo llegué a Puerto Rico fui para el estudio, y lo primero que hice fue grabar “Diles”. Y de ahí, desde que grabé esa canción, mi vida no fue la misma.

El Yankee Stadium es tan enorme, debe sentirse como tocar cinco arenas al tiempo. ¿Cómo te concentras?

Ya lo hago automático. Llega un momento como que ajá, no pienso, estoy en lo mío. No puedo hacer dos cosas al mismo tiempo. No tengo teleprompter. Me desenfoca. La primera y última vez que lo usé fue en Puerto Rico, porque llevaba dos años sin cantar, y fue una navaja de doble filo. El primer día me ayudó. Por los nervios, la inactividad, lo necesité muchas veces. Pero ya el segundo día es como una vagancia cabrona. Y como que te crea una inseguridad y una dependencia que… Papi, yo me la sé. ¿Para qué voy a estar mirando ahí si yo me la sé?

Ayer rompiste otro récord. Empataste con la banda sonora de Encanto como el álbum con más semanas en el No. 1 en el Billboard 200 la última década. ¿Qué piensas de eso?

En verdad, eso me sorprende mucho. Me parece brutal que Encanto, una película que pa’ colmo es una película inspirada en la cultura latina, sea lo que rompió cabrón. Y que eso lo hizo Lin-Manuel [Miranda]. Como que a veces uno está tan envuelto en esto de la industria musical, y de momento llega una película de Disney, con música pa’ niños, y está rompiendo. Es sorprendente e interesante y me agrada mucho, porque da otra visión a la gente de [cómo] triunfar en la música. Que no todo el tiempo es reggaetón ni música pop. Tú puedes brillar de otra forma.

Bad Bunny
Bad Bunny el 8 de noviembre de 2022 en Uptown, en Buenos Aires. Traje de Ernest W. Baker, bolso Hermes, joyas Takahiromiyashita Thesoloist.

Me emocionó ver a Romeo Santos cantar contigo en tu show, especialmente porque fue el primer solista latino en llenar el Yankee Stadium.

Yo lo sentía así. Papi, hay otro tipo que hizo dos Yankee Stadiums y de la misma manera que yo:  cantando su género, su cultura, su bachata. No fue un dominicano cantando música en inglés. Lo veía como algo cabrón. Además que yo soy fanático de Romeo de siempre, desde Aventura, y me llevo bien con él. Él es cool con cojones.

¿Recuerdas la primera vez que viniste a Nueva York a los 12 años?

Con mis papás. Fue mi primer viaje fuera de Puerto Rico y lloré mucho cuando me dijeron que venía para acá. Yo había hecho un juramento a mí mismo que yo nunca iba a salir de Puerto Rico. Real, esto no es un chiste. A los 12 años, mami me dice —con una cara de felicidad, porque Mami siempre soñó con venir pa’ acá de visita—que este verano vamos a Estados Unidos de vacaciones. Y cuando me dicen esa noticia, mi hermano empieza a brincar y yo empiezo a llorar. Fue la primera vez que volé, y la semana del vuelo mi mamá nos llevó a una farmacia del pueblo a comprar comics pa’ leer en el avión, muñequitos de lucha libre. Entonces yo me fui pa’l avión con mis comics, y recuerdo poner la mesita que está enfrente con mis muñequitos de lucha libre, los cómics, y con todo eso. Cuando el avión despegó, me puse a llorar.

“Hay otro tipo [Romeo Santos] que hizo dos Yankee Stadiums y de la misma manera que yo:  cantando su género, su cultura, su bachata. No fue un dominicano cantando música en inglés”.

¿Tu mamá te aconseja?

No, no, no. Yo le doy gracias siempre que mis papás son igual que yo, se mantienen humildes. Cero faranduleros. Mi mamá siempre orgullosa, me felicita — “qué bonito te quedó, de verdad, increíble”. Ella siempre está contenta.

Uno siempre quiere que los papas estén orgullosos, ¿verdad?

Eso es lo primero. Cuando ya tus papás están orgullosos de ti está claro. A ti sin cojones te importa lo que dicen los demás — que no debería ser así, porque no todo el mundo tiene la bendición de tener unos padres buenos.

Buenos Aires, noviembre 7

Cuando primero te entrevisté, estábamos en Nueva York y acababas de tocar en el Yankee Stadium. Ahora estamos aquí en Argentina, en la mitad de la gira. ¿Ha cambiado algo?

No creo que haya cambiado mucho, pero estamos en Latinoamérica, que llevaba mucho que no venía; específicamente a Argentina, que no venía desde el 2018. Y Argentina ha sido una locura, la verdad. Mi concierto favorito de mi vida fue el sábado pasado [5 de noviembre en el Estadio Vélez Sarsfield]. Sacando, claro, lo que es Puerto Rico, que siempre es algo aparte; Puerto Rico es un sentimiento que no se compara.

¿Por qué fue tu favorito?

Argentina siempre ha sido cabrón, pero como que se me había olvidado. Yo tengo, no es como un ritual, pero cuando yo entro a la tarima yo entro sin mirar al público. Yo entro caminando derecho con la neverita, papapapapa, mirando el piso que no me vaya a caer. Pongo la neverita [Bad Bunny lo demuestra, dando la espalda], me siento, cojo un respiro, y pop. Ahí es que miro la multitud. Y siempre es como que no importa donde sea, es como un puño. Puedo hacerlo más de 100 veces, y me va a impactar. Entonces cuando llego aquí a Argentina y veo ese mar de gente y se para la música y esa gente empieza a hacer coro, yo no me escuchaba porque la gente estaba cantando demasiado alto.

Me impresiona que tu show es tan largo: más de 40 canciones. ¿Por qué no hacerlo más corto?

O más largo. Hay muchas canciones que no canto, como las canciones de El Último Tour. Pero sí, yo canto todas las canciones. Obviamente los bailarines me ayudan muchísimo. Se complementan bien cabrón conmigo en el show y aportan demasiado. Pero en cuestión de la voz, pues sí, soy yo solo porque no ando con corista. Yo voy a disfrutármelo y si el público viene en la misma onda que yo, yo puedo estar toda la noche. Real.

“En este punto de mi vida y de mi carrera es donde más centrado me siento. Me siento más claro de lo que soy, de quién soy en cuestión de la industria musical”.

Me aterra verte volar por el estadio. ¿Te dio susto la primera vez? 

A mí me da susto eso. Mucho. Yo soy un miedoso con cojones. Pero por alguna razón, a lo mejor por ser parte del show, si tengo que hacer lo que sea, lo hago. Entonces me trepo – ya le cogí confianza y yo me lo disfruto — veo a los fans abajo, la gente atrás. La emoción es súper genuina y yo me emociono igual. Ves mucha gente que tú no logras ver desde allá; de momento te ven toda la noche ya bien lejos y de pronto están cerca. Entonces como que toda esa reacción, esa energía y la canción cantándola como que te embriaga. Se me olvida que estoy por ahí volando.

Volviendo al comienzo de la gira, ¿fue estresante hacer la transición de arenas a estadios en literalmente dos meses?

Mi expectativa era que iba a ser un poco complicado, pero me la he disfrutado muchísimo. Yo creo que El Último Tour del Mundo fue muy, muy, muy, muy especial, por el hecho de que era la primera gira después de pandemia, era la primera gira después de un flip. Mi carrera ha dado muchos flips. Ha habido muchos puntos [de inflexión] que de momento estamos aquí, ¡y puf!, estamos allá. Esa gira fue bien cabrona, bien especial. Cuando voy pa’ los estadios, la única referencia que tengo en un estadio fue cuando hice Puerto Rico que fue literalmente la primera presentación después de la pandemia. Esa primera función en PR me costó un montón y me quitó como tres años de vida, te lo juro. Al final me lo disfruté, pero no como hubiera querido, porque fue mucha presión. Yo dije que los estadios van a ser así, pero nada que ver. Desde el primer concierto en Orlando ha sido una chulería. Por lo general yo no salgo para ningún lado. En esta gira, tanto en los Estados Unidos como Latinoamérica, me la he compartido con el crew, con los bailarines, he salido, me he divertido.

¿Cómo manejas la presión?

Me siento en control. Coño, llevo seis, cinco años, uno va cogiendo experiencia también. Sí, seis años no es nada, [pero] ahora mismo estamos en la época digital, todo el mundo tiene acceso a subir su música y de momento si explotaste, explotaste. Estás pegao con la canción del momento, pero no tienes la experiencia, no has chocado con nada. Yo he ido adquiriendo esa experiencia poco a poco. He superado muchas cosas, también he sanado muchas cosas de mi vida. Yo diría que en este punto de mi vida y de mi carrera es donde más centrado me siento. Me siento más claro de lo que soy, de quién soy en cuestión de la industria musical.

¿Y quién eres?

Benito Martínez, el más hijueputa. Ja, ja, ja, ja, ja. A eso me refiero, que al principio sucedía que no sabía ni tan siquiera cómo manejarme, cómo actuar. Como que, espérate cabrón, soy famoso, soy fulano de tal, tengo que ser así, tengo que encubrirme. Y no. Soy yo y ya. A veces veo la gente que comenta, “ah, hizo esto por algo”. No. Yo hago todo porque lo quiero hacer.

Bad Bunny
Chaqueta Bode, pantalón Kapital, botas Ernest W. Baker.

¿Crees que el tener lazos familiares fuertes te ayuda a mantenerte humilde y con los pies en la tierra?

Al final del día, el que es de corazón y es bueno y tiene valores y tiene empatía por la gente, no importa si viene de una familia humilde o si viene de gente de dinero. Porque eso está en uno. Pero yo diría que quizás sí influye el hecho de que vengo de un barrio de Puerto Rico, de una familia trabajadora, que no fue que nací en un ambiente rico ni nada. Y que tuve mi trabajo al mínimo salario.

¿Qué planes tienes para el 2023?

El 2023 es para mí, para mi salud física, para mi salud emocional, para respirar, para disfrutar de los logros. Vamos a celebrarlo. Vámonos para aquí, vamos para allá. Vamos al bote. Vamos pa’l agua. El 2023 es para mí. Se va para estudio, se graba, pero nada de presión. Acuérdate de ti cabrón, le has dado duro con cojones.

Has hecho tanto. ¿Qué te queda por hacer?

Ahora mismo estoy en un punto que no estoy buscando que pase algo. Por ejemplo, cuando se dio esa colaboración con Drake no es que yo lo estuviera buscando. Fue como que todo así, espontáneo. Ahora es diferente. Ahora, el artista más grande que tú te imagines quiere colaborar.

Yo creo que el artista más grande eres tú…

Y yo colaboro conmigo. Yo las colaboraciones las veo muy distintas. Para mí una colaboración es casi, no quiero ser mamón, pero una colaboración es casi como tener sexo con alguien. Hacer una canción es algo serio. Tú estas diciendo cosas y estás con alguien que no se va a borrar, va a estar ahí para siempre. Por eso para mí la colaboración con Drake al final del día es igual de especial que con Buscabulla, e igual de especial que la de Chencho, con Bomba [Estéreo], con Rauw, con Jhayco. Todas para mí son igual de especiales en su ámbito, en su área, en su sentimiento específico.

Me encanta que entre más grande te has vuelto, más colaboras con los que quieres y no con los que te van a dar más hits en el algoritmo. 

Mano, la industria musical se volvió eso. Vamos a colaborar con fulano de tal porque está haciendo un montón de números, se suman con los míos y puf. Estamos flojos en Brasil, pues déjame hacerle un remix al artista más cabrón de Brasil para que mis números crezcan. Pum. A mí eso no me interesa. No estoy forzando ni haciendo inventos pa’ sonar. Si a mí me escuchan 300 personas en la India, me escuchan porque les gusta el reggaetón que hago, y el trap que hago y la música que hago hablando lo que hago. No fue que hice una canción con un hindú pa’ sonar en India.

Cuando recién empezaste, ¿qué tan grande querías ser? 

A lo mejor pueden decir, “ah, este cabrón ya está hablando mierda, no está siendo sincero”. En mi mente no hubo esto de que quiero ser el más grande, o quiero ser el número uno. Yo simplemente quería llegar y ya. Porque amo lo que hago. Yo invertí tiempo de mi vida y de mi juventud desde mi pubertad. Desde los 13 anos, yo pasaba la mayoría del día haciendo ritmos, escribiendo, cantando letras en mi mente. Yo lo hacía porque lo amaba y mi único sueño era, “espero poder ganarme la vida haciéndolo”. La primera vez que canté delante de 50, 60, 90 personas, ya yo me sentía grande. Entonces yo estos estadios me los disfruto de la misma manera que disfruté haber cantado en Mayagüez, allí con 100 personas, y en Vega Baja con 70 personas. Si me hubiera tocado con 100 personas cantando todos los fines de semana, con eso hubiera estado feliz. Real.

Bad Bunny
Bad Bunny

Esta historia aparecerá en inglés en la edición impresa del 10 de diciembre de 2022 de Billboard.

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