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"Me alegro de que muriera": las heridas profundas que deja la relación tóxica entre madre e hija

"Me alegro de que mi mamá muriera", es una frase impactante y demoledora, pero también sorprendente cuando la misma persona que la dice también manifiesta haber amado a su madre. Se trata de la actriz Jennette McCurdy, la divertida y ruda Sam de iCarly, quien en una entrevista para la revista People reveló que fue abusada física y emocionalmente por su madre y que ahora es cuando comprende cuánto daño le hizo la relación que sostenían.

Aunque ya en 2017 la joven actriz había manifestado su intención de dejar el mundo del espectáculo, es bajo esta frase que presentará un unipersonal de comedia negra inspirado en su propia vida, de la que ha hablado a profundidad en la publicación.

En la entrevista, McCurdy reveló que la obsesión de su madre porque ella fuese famosa y se mantuviese en el show business generaba una relación muy tóxica que podemos ilustrar con hechos como que la introdujo en el mundo de las dietas y el conteo de las calorías con apenas 11 años de edad, y ya contaba con un año en tratamientos de blanqueamiento dental.

Aunque la niña, frecuente testigo de las peleas entre sus padres, era intensamente tímida, trabajaba con constancia porque sentía que así mantenía la paz en su hogar y hacía feliz a su mamá. Pero pronto toda esta situación desencadenó en trastornos de conducta alimentaria, como atracones y anorexia que sufría justo en sus años de fama con iCarly.

Además, la inestabilidad emocional de la señora, quien falleció en la lucha contra el cáncer en 2013, era tan intensa que la chica define su infancia como caótica. “Las emociones de mi madre eran tan erráticas que era como caminar sobre la cuerda floja todos los días. Las fluctuaciones del estado de ánimo eran diarias".

Y es que, en algunos casos, la relación con nuestra madre puede afectarnos tan profundamente que podemos desarrollar complejos, traumas, heridas que son muy difíciles de sanar. De hecho, la actriz que se sometió a terapias intensas en 2018 para superar incluso la adicción al alcohol, dijo a People que si su madre siguiera viva, ella aún sufriría de trastornos de conducta alimentaria. “Fue muy difícil llegar aquí. Pero ahora, estoy en un lugar en mi vida que nunca hubiera pensado que fuera posible. Y finalmente me siento libre”.

Jennette McCurdy. (Photo by Axelle/Bauer-Griffin/FilmMagic)
Jennette McCurdy. (Photo by Axelle/Bauer-Griffin/FilmMagic)

Es una historia dolorosa, conmovedora y lamentablemente muy común. El afán por ser queridas y aceptadas por mamás que no han sabido expresar y dar su amor puede dejar huellas muy profundas, relaciones irreconciliables, resentimiento y cuando nos damos cuenta de que esa es la razón por la cual sufrimos, no sabemos cómo lidiar con eso ni por qué nos ocurrió o por qué nuestra madre no nos quiso. No sabemos cómo sanar, cómo reconciliarnos y cómo perdonarlas.

Nermary Yibirín, life coach quien explora este tema en su programa 'Descubre tu grandeza', explica que no se trata de que existan malas madres de la nada, sino que su comportamiento y acciones están sujetas a las experiencias vividas en la infancia.

Nuestra niñez influye directamente en nuestro presente. Generalmente, si no sabemos gestionar los procesos que vivimos en la infancia, pueden quedarse como traumas o frustraciones dentro de nuestro cerebro y conllevar a que, en la adultez, no seamos personas 100% operativas en distintas áreas de la vida. Presentas problemas para relacionarte, para expresar tus sentimientos, para sentirte querida, porque todas esas bases se forman en la niñez”.

Yibirin ilustra esta espiral de sentimientos con un ejemplo sencillo. "Imaginemos una mujer que emigra para trabajar y ayudar a su familia, deja a su hijo con la abuela durante un año. El niño no tiene capacidad de comprender que su mamá emigró para brindarle una mejor calidad de vida, simplemente el percibe que su mamá se marchó, que lo abandonó. Puede sentir incluso que él dijo o hizo algo mal y por eso su mamá se fue, o puede percibir que su mamá no lo quiere. Cuando somos niños no tenemos discernimiento y muchas veces no tenemos capacidad de manejar las situaciones que vivimos sin resultar heridos, sin sentirnos menoscabados o poco queridos. La tristeza se enquista desde la niñez y es cuando nuestro niño interno o niña interna permanece herido dentro de nuestra adultez".

De esta manera, una madre que critica o juzga a sus hijos, que manipula para sus fines, o que es agresiva, que silencia o castra, probablemente se expresa a través de su niña interna herida, abandonada y no querida.

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"No cualquiera puede criar operativamente a un niño, porque no cualquiera ha sanado todos sus procesos afectivos. La idea es que cuando seas adulto puedas reconocer si necesitas sanar esa niñez y actuar en consecuencia. Generalmente todo se engloba en lo mismo: la falta de amor. Un niño pudo no sentirse amado, aún habiéndolo sido. Una mamá o un papá ausentes no necesariamente quiere decir que no estaban en casa. Hay mamás que están en casa, pero metidas en el teléfono. Hay papás en casa, pero que no se involucran en las tareas de sus hijos. O hay padres alcohólicos, o drogadictos. Eso los hace ausentes, aunque estén presentes".

Para Yibirin, estas ausencias las percibimos en la niñez como que no somos suficientes para merecer la atención y el amor de mamá o papá. "Es por esto que es muy importante sanar estas heridas para que, al momento de ser padres, podamos criar niños sin inculcarles nuestros miedos y traumas. Tus carencias, tus heridas, tus problemas en la infancia, van a determinar tu personalidad, y tus creencias sobre lo que significa amar, ser amado, amar tu cuerpo, manipular o no…"

Estas son madres que al percibir en su niñez la falta de amor no saben darlo. "Es allí cuando vemos madres que constantemente le dicen a sus hijas ‘estás gorda’, ‘tienes el cabello feo, péinatelo de esta forma’; ‘tienes que adelgazar para que te amen’. No es que sean malas personas, sino que no sanaron sus heridas emocionales y cada juicio que emiten habla más de ellas mismas que de la persona a quien están juzgando. Si una madre ataca o hiere a su hijo, es porque hay una persona herida dentro de ella".

"Como hijos que recibimos estas críticas, nos cuesta entender que realmente sea el niño interno de nuestros padres el que se está manifestando a través de sus heridas. Nos cuesta comprender que son seres humanos que necesitan y requieren amor, cariño, atención. Idealizamos a nuestros padres, creemos que tienen todas las respuestas, y no nos damos cuenta de que son seres humanos que también necesitan sentirse contenidos y amados. Tienen sus caídas, tienen sus tristezas, sus dudas, cometen errores".

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Nermary Yibirin expone que una crítica de nuestra madre tiene un peso enorme en nuestras vidas porque queremos complacerla y ser de su agrado. De manera que si nos critican, nos afecta. En lugar de pelear o esperar a que nos den lo que no nos pueden dar tenemos que ponernos en su lugar, preguntarnos qué ocurrió en su pasado, en su infancia, cómo era su día a día. Como son en el presente, pues ese es el resultado de lo que hicieron y vivieron en el pasado.

La mejor forma de lidiar con esto es comprenderlo. Una vez que eres empática, que comprendes que tiene heridas, que pudieron tener frustraciones, que quizás fueron criadas con la anulación del placer, que necesita ser amada, que tuvo sueños que quizás no se pudieron hacer realidad, te ubicas en una posición en la que no tenemos que batallar. Muchas veces solo comprenderlo en tu interior y dejar de juzgarla es suficiente para reconciliar esa relación.

"Reconciliarte con ella te reconcilia con la vida en general, porque la figura materna es la que te conecta con la prosperidad e incluso, como percibes a tu madre, es también como percibes la economía y las circunstancias que tienen que ver con el dinero".

"Cuando comprendes todo esto, eres más libre y puedes darte tú misma lo que consideres que te faltó, desde tu interior, no buscarlo en un tercero… Otra alternativa es ir a terapia, hablar con ella y si ella está abierta a escucharte es una gran bendición, porque no todas van a aceptar que pueden llegar a ser tóxicas o dañinas".

En el caso de que esté incapacitada o no puedas interactuar con ella, Yibirin recomienda escribir una carta diciéndole todo lo que sientes, perdonándola, diciendo que la comprendes, que si hubieses estado en su lugar hubieses hecho exactamente lo mismo.

"Hay que honrarla, que no quiere decir estar 24/7 con ella, o limitarte a lo que ella quiera o no, o desvivirte por complacerla en todo. Honrarla significa amarla, respetarla, aceptarla y no juzgarla. Si su presencia es tóxica en tu vida, pon límites y establece una distancia sana para preservar tu bienestar".

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