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Relic: Herencia maldita es una pequeña y fascinante historia que recurre al terror con inteligencia

Relic: Herencia maldita es una pequeña y fascinante historia que recurre al terror con inteligencia
Relic: Herencia maldita es una pequeña y fascinante historia que recurre al terror con inteligencia

Relic: Herencia maldita (Relic, Australia/Estados Unidos, 2020). Dirección: Natalie Erika James. Guion: Natalie Erika James, Cristian White. Fotografía: Charlie Sarroff. Montaje: Denise Haratzis, Sean Lahiff. Elenco: Emily Mortimer, Robyn Nevin, Bela Heathcote, Steve Rodgers, Chris Bunton. Duración: 89 minutos. Disponible en: Flow, DirecTV Go, Movistar Play. Nuestra opinión: muy buena.

La australiana Natalie Erika James expande con soltura los límites del terror, sobre todo aquel que emana tanto del linaje familiar como del hogar que lo contiene. Y lo hace sin perder las referencias al género, sin ceder cautivada por la metáfora, sino que asume el más frondoso imaginario en los límites de su pequeña y fascinante historia.

Todo comienza cuando Kay (Emily Mortimer) y su hija Sam (Bella Heathcote) viajan desde Melbourne hasta la casa familiar en Victoria para saber qué ha pasado con Edna (Robyn Nevin), desaparecida desde hace unos días. Edna no es solo la madre de Kay y la abuela de Sam sino el último eslabón vivo de un antiguo linaje que se conserva intacto en las paredes de la casa, en sus vidrios con historia, en los recuerdos familiares que no necesitan fotos ni memoria para persistir en el tiempo. El regreso imprevisto de Edna, envuelta en la niebla de su incipiente demencia y en los vapores de ese misterioso extravío, instala a la película en el territorio en el que se siente más cómoda, más allá de los consabidos sustos y golpes de efecto, en ese fangoso abismo que ofrece la corrosiva enfermedad.

James toma elementos de las narrativas de casas embrujadas, de novelas como The Haunting of Hill House de Shirley Jackson y The House Next Door de Anne Rivers Siddons, en sintonía con la culpa adherida a la experiencia de una enfermedad que nos expone vulnerables. Más que pendular entre dos géneros, el terror y el drama familiar, lo que hace Relic es explorar sus difusas fronteras, la transformación del espacio según los recovecos de la mente, del cuerpo en la materia expuesta al deterioro, de los seres queridos en aquellos monstruos que resultan inadmisibles.

Relic: Herencia maldita
Relic: Herencia maldita


Relic: Herencia maldita

Con apenas tres personajes y un entorno que se despliega hacia sus mismas profundidades, la puesta en escena encuentra en su calculado minimalismo la fuerza de su impacto: un progresivo aislamiento que convierte cualquier atisbo del exterior en caos –la experiencia de Kay en la visita al geriátrico-, la fragmentación de los encuadres que contribuye a la conversión de la casa en un espacio mental- algo que había hecho La casa embrujada (1963), adaptación de Robert Wise del libro de Jackson-, y sobre todo, el compromiso de los vínculos entre las tres mujeres, deudor no solo de la sangre sino también de la culpa y la conciencia inevitable de pérdida.

Lo inteligente de Relic está en ese aire genuino que respira, que nunca menosprecia al terror como artilugio para trascenderlo, pero tampoco lo reduce al manual de efectos y sustos al que muchas veces parecen querer confinarlo en nombre de su pureza.