Reminiscencia: buen intento de noir futurista que se sostiene por la solvencia de sus actores y el laberinto que traza su trama

Reminiscencia: buen intento de noir futurista que se sostiene en la solvencia de sus actores y en el laberinto que traza su trama
Reminiscencia: buen intento de noir futurista que se sostiene en la solvencia de sus actores y en el laberinto que traza su trama

Reminiscencia (Reminiscence, Estados Unidos, 2021). Guion y dirección: Lisa Joy. Fotografía: Paul Cameron. Montaje: Mark Yoshikawa. Elenco: Hugh Jackman, Rebecca Ferguson, Thandiwe Newton, Natalie Martinez, Brett Cullen, Angela Sarafyan, Cliff Curtis. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 116 minutos. Calificación: apta para mayores de 13 años con reservas. Nuestra opinión: buena.

“Cherchez la femme” se convirtió en la expresión en clave para intentar desentrañar un enigma. Hallar a la mujer para revelar el misterio. Si bien su origen se rastrea hasta la literatura de Alejandro Dumas, fue la serie negra y su versión cinematográfica las que la pusieron de moda. Y Lisa Joy se apropia de esa contraseña en el diseño de su neonoir futurista, teñido del aroma embriagante de los amores perdidos.

Nick Bannister (Hugh Jackman) no es un detective pero podría serlo, con esa aura melancólica que lo acompaña en el tiempo después del apocalipsis. Nos cuenta su historia en primera persona, mascullando el desencanto de una Miami inundada, corroída por la codicia de los terratenientes que se alojaron en las zonas altas dejando a los pobres y desahuciados en las aguas turbias. Apenas sobrevive con su sabiduría de la guerra, con una compañera incondicional de batallas pasadas (Thandiwe Newton) y con un dispositivo que le permite rastrear los recuerdos felices en las memorias de los sobrevivientes. Sobrevive hasta que Mae (Rebecca Ferguson) aparece en su vida, como Mary Astor había aparecido en la de Bogart en El halcón maltés, con un encargo bajo la manga y un sensual vestido al tono.

Reminiscencia podría haber sido un melodrama rabioso, amalgamando los tópicos de la ciencia ficción (que recuerdan tanto a Fringe de J. J. Abrams como a la Westworld de la propia Joy) con la negrura moral del noir, pero se queda a mitad de camino, sostenida en la solvencia de sus actores, en el goce del laberinto de la trama. Si bien resuena a un estilo de cine perdido, ese intento de capturar un romanticismo larvado se enreda en la espectacularidad de sus escenas de revelación, menos importantes a fin de cuentas que ese inevitable deseo de que todo permanezca oculto.