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El renacimiento triunfal de Channing Tatum tras perder momentáneamente el rumbo

Quién lo iba a decir, pero en estos momentos, Channing Tatum es uno de los reyes indiscutibles de la taquilla. El actor de Magic Mike ha regresado tras una temporada parcialmente alejado del cine, y lo ha hecho por todo lo alto, con dos de las películas de mayor recaudación en Estados Unidos en 2022 hasta el momento, La ciudad perdida y Dog. Un viaje salvaje, que acaban de llegar a las salas españolas en semanas consecutivas.

La trayectoria de Tatum es impresionante. De galán romántico juvenil e icono sexual a héroe de acción y estandarte inesperado de la comedia USA. Su carrera atravesó un bache hace unos años, pero ahora ha vuelto con fuerzas renovadas y el público no solo no se ha olvidado de él, sino que lo ha encumbrado a la cima de la taquilla, ¡dos veces seguidas! Entramos oficialmente en la era del Renacimiento Tatum, y se aconseja no resistirse.

Channing Tatum en 'Dog. Un viaje salvaje' (Diamond Films España; ph. Hilary Bronwyn Gayle/SMPSP)
Channing Tatum en 'Dog. Un viaje salvaje' (Diamond Films España; ph. Hilary Bronwyn Gayle/SMPSP)

La de Channing Tatum es una inspiradora historia de ascenso a la fama. De orígenes humildes, el actor nacido en Alabama en 1980, lidió desde muy joven con trastorno por déficit de atención y dislexia, lo que le llevó a centrarse en los deportes. Su futuro parecía estar en el fútbol americano, de hecho empezó a asistir a la universidad con una beca deportiva, pero acabó dejándolo para intentar salir a flote económicamente aceptando toda clase de empleos. Fue entonces cuando empezó a trabajar como stripper, bajo el pseudónimo de Chan Crawford, experiencia que más tarde utilizaría para crear Magic Mike. Poco después en Miami, un cazatalentos lo descubrió y le dio su primera gran oportunidad.

En el año 2000, Tatum apareció como bailarín en el videoclip She Bangs de Ricky Martin (trabajo por el que cobró 400 dólares) y comenzó una breve pero exitosa carrera en el mundo de la moda, que lo llevó a posar y desfilar para Armani, Dolce & Gabbana o Abercrombie & Fitch, como también a aparecer en varios anuncios de marcas importantes a nivel nacional. Su perfil como modelo empezó a subir, pero no tardaría en dejar atrás aquella fase para saltar a lo que de verdad quería hacer: ser una estrella de Hollywood.

En los años posteriores, Tatum se empezó a hacer hueco en el cine y se labró un nombre como rompecorazones juvenil gracias a Ella es el chico, uno de sus primeros trabajos destacados. También exhibió su inmenso talento para el baile en Bailando (Step Up), la película musical que lo lanzó a la fama, donde además conoció a su futura exmujer, Jenna Dewan. Desde ahí, su presencia en la gran pantalla no hizo más que crecer, virando su carrera hacia la acción (Fighting: Puños de asfalto, G.I. Joe) y el romance (Querido John, Todos los días de mi vida), afianzándose poco a poco en la industria.

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El mayor punto de inflexión en su carrera llegó en 2012 con el estreno de Infiltrados en clase, remake de la serie clásica 21 Jump Street dirigido por Phil Lord y Chris Miller. En esta comedia policíaca de acción, Tatum compartía cartel con Jonah Hill, interpretando a una tronchante pareja de policías que se hacían pasar por adolescentes para trabajar en un caso. La divertidísima película fue un gran éxito y dio lugar a una secuela, Infiltrados en la universidad, pero más allá del triunfo económico, significó un cambio de paradigma importante para Tatum, que a partir de entonces explotaría mucho más su vis cómica, convirtiéndose en un rostro habitual de la comedia en Estados Unidos, gracias a un talento para hacer reír que muchos no sabían que poseía.

Por aquel entonces, mientras alternaba papeles en comedias y cintas de acción y era nombrado el Hombre Vivo Más Sexy por la revista People, también inició una colaboración artística que marcaría su carrera con Steven Soderbergh, que lo dirigió por primera vez en Indomable, y con quien ha repetido en múltiples ocasiones (Efectos secundarios, La suerte de los Logan). Precisamente con una película suya, Tatum dio con otro de sus pelotazos clave: Magic Mike. La dramedia centrada en el mundo de los bailarines exóticos masculinos en Florida provocó una auténtica avalancha de público -en su mayoría femenino, a quien se dirigía principalmente el film- deseoso de ver al actor en paños menores contoneándose en el escenario, sin duda su principal gancho comercial.

Su éxito también generó una secuela, Magic Mike XXL, con una tercera parte en camino, Magic Mike’s Last Dance, que cerrará la trilogía en HBO Max con el regreso de Soderbergh a la dirección tras saltarse la segunda. Además, Tatum y su amigo, socio y productor de confianza, Reid Carolin, han creado un pequeño imperio a partir de Magic Mike con espectáculos en directo en Las Vegas o Londres entre otras localizaciones, además de un concurso reality para elegir al próximo bailarín del espectáculo, Buscando a Magic Mike, disponible en HBO Max.

Y es que Tatum no tiene problemas para explotar sus principales armas. Nunca ha destacado por su talento dramático, así que de forma muy inteligente, ha sabido usar sus cualidades más potentes para su beneficio: su físico (a menudo ligero de ropa), su talento para moverse (ya sea en coreografías de baile o de acción) y su encanto natural. Esto lo ha convertido en un estrella improbable que se saca partido como pocos. Sin ser un gran actor, ha sabido diseñar muy bien su carrera, conociendo perfectamente cuáles son sus fortalezas y sus limitaciones, encontrando los proyectos a su medida para lucirse y conservar a su público, y (muy importante) sin miedo a reírse de sí mismo.

Es verdad que ocasionalmente ha intentado que se lo tomen más en serio como actor en proyectos dramáticos y de prestigio como Foxcatcher, donde recibió buenas críticas por su actuación, o trabajando con directores de renombre como los hermanos Coen en ¡Ave César!, donde protagonizó un número musical marinero que acabó siendo uno de los más destacados por la crítica y el público, que no quedó muy impresionado por el resto; o con Quentin Tarantino en Los odiosos ocho, donde tenía un papel muy breve. Pero más allá de eso, el actor ha aceptado su destino en la comedia y la acción sin pretensiones, y es donde mejor le va. Seguramente nunca ganará un Óscar, pero parece que ya no le preocupa intentarlo.

Por otro lado, Tatum también se ha especializado en cameos memorables. Aunque él no sea la estrella principal, siempre se las arregla para llamar la atención como robaescenas, como en Juerga hasta el fin, donde sorprendía a la audiencia apareciendo como perro sumiso, o más recientemente Free Guy, pequeña participación que marcó el año pasado su regreso físico a la pantalla después de un descanso extendido.

Porque los últimos años no han sido los mejores para Tatum en lo personal y en lo profesional. Tras romper su matrimonio con Jenna Dewan, el actor perdió el rumbo. Sus últimas películas, La suerte de los Logan y Kingsman: El círculo de oro, no habían funcionado tan bien como esperaba, y su carrera parecía estancarse. Todas sus esperanzas estaban depositadas en Gambito, la película de la saga X-Men en la que iba a interpretar al famoso mutante de los cómics de Marvel. El proyecto estuvo en desarrollo varios años y Tatum estaba completamente volcado, seguramente confiando en que haría por él lo mismo que Deadpool hizo por Ryan Reynolds. Sin embargo, problemas creativos y finalmente la compra de 20th Century Fox por parte de Disney, desembocaron en la cancelación del proyecto antes de rodarse.

La cancelación de Gambito supuso un duro golpe para Tatum. Hace poco, el actor lo expresaba así en una reveladora entrevista con Variety: “Me quedé muy traumatizado. Cerré mi maquinaria Marvel. No he sido capaz de ver las películas. Amaba a ese personaje. Fue muy triste. Fue como perder a un amigo porque estaba tan listo para interpretarlo”. Tras aquello, Tatum prácticamente desapareció de la vida pública y solo se dejó ver esporádicamente en redes sociales, que también empezó a usar menos. Su objetivo era reencontrarse espiritual y creativamente para volver con más fuerzas. En ese tiempo, con la pandemia de por medio complicando aun más las cosas, se dedicó a su familia y publicó un libro infantil, The One and Only Sparkella, creado para su hija de 7 años y para “la niña pequeña que hay en mí”, y prestó su voz en algunos proyectos animados.

El público no parecía muy preocupado por la ausencia de Tatum, pero su regreso este año nos ha recordado que es una estrella mucho mayor de lo que quizá pensábamos, aunque muchos aun no se lo tomen muy en serio como actor. Es un tipo que cae bien y su tirón sigue siendo indudable, como demuestran los éxitos comerciales de La ciudad perdida y Dog. Un viaje salvaje. En la primera, interpreta a un modelo de buen corazón que se embarca con una autora de novela romántica (Sandra Bullock) en una aventura por la selva en homenaje a Tras el corazón verde y otras comedias románticas de acción. En la segunda debuta como director junto a su compañero habitual Reid Carolin, en una entrañable road movie inspirada en su relación real con su perrita Lulu, que murió en 2018.

Sandra Bullock y Channing Tatum en 'La ciudad perdida' (Kimberley French;© 2022 Paramount Pictures. All rights reserved.)
Sandra Bullock y Channing Tatum en 'La ciudad perdida' (Kimberley French;© 2022 Paramount Pictures. All rights reserved.)

Que ambas películas hayan funcionado tan bien en taquilla es muy buena noticia entre tantas teorías agoreras sobre la muerte del cine, indicando que aun hay hueco para las historias originales no vinculadas a populares propiedades preexistentes. Pero personalmente, para Tatum significa algo más importante: que no necesita a Marvel para sobrevivir en Hollywood y recuperar el brillo que había perdido. Es oficial: Channing Tatum ha vuelto, y aunque no te lo creas, lo ha hecho cuando más lo necesitábamos.

La ciudad perdida aterrizó a los cines españoles el pasado 15 de abril, mientras Dog. Un viaje salvaje lo hizo el 22 de abril.

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