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RESEÑA | Top Gun Maverick: el límite es el cielo para la adrenalina y la acción

RESEÑA | Top Gun Maverick: el límite es el cielo para la adrenalina y la acción
RESEÑA | Top Gun Maverick: el límite es el cielo para la adrenalina y la acción

El género de acción es uno que no recibe el reconocimiento que merece. Muchas veces desestimado como entretenimiento “chatarra”, existen pocas películas que logran recordar, tanto al público como a la crítica, lo maravilloso que es el lenguaje audiovisual como fuente de adrenalina. Afortunadamente, entre ese puñado de títulos ahora podemos contar a Top Gun: Maverick (98%), del director Joseph Kosinski y protagonizada por Tom Cruise.

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Ambientada décadas después de la original, Top Gun: Pasión y Gloria (54%), esta nueva entrega ve al capitán Mitchell (Tom Cruise) encargado de entrenar a la más reciente generación de pilotos de élite para destruir una planta de materiales radiactivos en territorio enemigo. Entre sus alumnos, se encuentra Rooster (Miles Teller), el hijo de Goose, el mejor amigo del protagonista que murió durante un accidente en el primer filme. De conseguir realizar la peligrosa tarea y conciliarse con el joven huérfano es de lo que trata Top Gun Maverick.

Si bien el clásico de 1986 no es recordado por la profundidad de sus personajes sino como por las escenas de aviación, la secuela hizo bien en abandonar el más melodramático tono de su predecesora sin dejar de lado la búsqueda por volver memorables a sus protagonista, el humor y, por supuesto, cuidando superar lo impresionante de las secuencias en el aire. En este último punto es donde mejor resultados da.

Será aparente a cualquier espectador que la vea, pero no hay desperdicio en enfatizar lo difícil que es conseguir que escenas de acción de pilotaje aéreo resulten emocionantes. Con frecuencia, estos momentos se hacen con ayuda de pantallas azules o LED que se usan de fondo en sets. Ese no es el caso de Top Gun: Maverick (98%), la cual filmó a los actores volando en verdaderos jets de pelea y a las naves desde aire y tierra. Lo que consigue es un sentido de verosimilitud que, tanto en la fotografía como en las interpretaciones del elenco, hace toda la diferencia en su capacidad de transmitir al público la tensión de cada momento y la euforia por igual.

Regresando a la idea del principio, está búsqueda por asemejarse a la realidad ha definido, cada vez más, al más excepcional cine de acción de aquel que se esfuerza cada vez menos gracias a la tecnología digital. Ya sea lo abrumador que resulta el desierto en Mad Max: Furia En El Camino (97%) o el vértigo de ir junto a Cruise en la persecución en helicópteros de la más reciente Misión: Imposible - Repercusión (98%), el legado de este género será siempre su esfuerzo por sorprender y llevar a la audiencia los riesgos de sus extremos escenarios. Cabe hacer particular énfasis en que, de menos, ese parece el objetivo de la carrera de Cruise, eterno adicto a la adrenalina que lleva décadas persiguiendo este efecto tal cual lo hacía el icónico y legendario Buster Keaton cuando el cine apenas comenzaba.

A esto hay que sumar la dirección de Kosinski y el trabajo con el que él y su editor realizaron quizá el montaje más claro para secuencias en jets. No hay un sólo momento en Top Gun Maverick en el que el público desconozca qué maniobra, qué objetivo persigue o que riesgo está evitando cualquiera de sus aviones. La edición entre acercamientos a los actores y los planos de las naves en movimiento es la razón por la que la tensión acaba siendo tan efectiva. Un realizador menos hábil se habría perdido entre tanto metraje.

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Ahora, si bien hay un mayor interés en profundizar en los personajes unos salen mejor librados que otros. Teller lleva casi todo el drama, junto a Cruise, pero es cuando todos los pilotos están juntos que el equipo se vuelve más entrañable como grupo. El más destacado en lo individual sin duda es Glen Powell como el más pícaro y provocativo bravucón. Lo mismo decir de Jennifer Connelly, quien pese a tener un rol bastante limitado como interés romántico le imprime una personalidad con mayor relieve.

Temáticamente, como ya han expresado otros críticos y vale la pena recordar aquí, una observación para apuntar es que la película no nombra a su enemigo, simplemente se refiere a quienes tienen ese material radiactivo como tal. Es decir, no se identifica ninguna organización o nación en específico. Pese a que podría parecer que esto tiene la intención de alejarse de los conflictos políticos con los regímenes favoritos que el cine estadounidense, el fallar en si quiera darle importancia a la identidad del otro, y de etiquetarlo meramente como "el enemigo" puede ser contraproducente.

El filme convence con la actuación de sus personajes, y aspira a hacer lo mismo con el público, aunque no tanto con una intención propagandística y militar sino más como auto realización, de que el límite es el cielo, literalmente, cuando se trata de lo que sus pilotos son capaces de conseguir con sus misiones. Esa noción de honor en el sacrificio propio entre miembros del ejército es una el filme se toma casi completamente en serio, pero que más tarde se vuelve un buen chiste en sus últimos minutos durante un intercambio entre Maverick y Rooser sobre lo irreflexivo del actuar de ambos.

Top Gun: Maverick (98%) supera a la original en tanto que hay un cuidado mucho mayor en la realización de sus secuencias de aviación, las cuales recuerdan que uno de los muchos poderes del cine es ofrecer sensaciones. Y una que seguro no querrán perderse es la vertiginosa adrenalina del estruendo de los jets deslizándose en el aire. La película ya está en cartelera.

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