El Rey Felipe "sacrifica" a su padre como el Rey Juan Carlos "sacrificó" a don Juan de Borbón
La vida nos ofrece paralelismos históricos que ni el mejor guionista de cine podría imaginar. La realidad supera a la ficción, que dicen. Y, en este caso, es cierto. Quién iba a decirle al joven Juan Carlos que aquel momento tan amargo de su vida en el que tuvo que sacrificar políticamente a su propio padre, don Juan Borbón, para poder llegar a reinar, ahora, y salvando las distancias y los motivos, se iba a repetir. Se iba a repetir, pero al revés. Ahora es el propio Juan Carlos quien ha de ser sacrificado políticamente para favorecer la continuidad del reinado de su hijo. El hijo que “sacrificó” políticamente al padre, acaba siendo “sacrificado” políticamente por su hijo. Ni el mejor guionista de ficción remata un guión tan redondo, insisto.
Porque un todavía joven Juan Carlos de 38 años dejó a un lado a su propio padre para acceder al trono de España. No hubo otra posibilidad. Franco era quién elegía quién se sentaría en el trono de España. Y Franco no permitiría que don Juan de Borbón reinase bajo ningún concepto. Si España podía tener rey, debería ser Juan Carlos. Así lo dejó marcado Franco para que, a su muerte, Juan Carlos obtuviera la Corona. Era la única opción. Juan Carlos se convirtió en el Rey Juan Carlos I de España y su padre, que había querido llegar a ser rey, quedó fuera del trono para siempre. Era por el bien de la Corona de España y por el bien de su hijo. Ahora quien queda fuera es el propio Rey emérito. Ahora el que ha tenido que irse es Juan Carlos. Y ahora sigue siendo por el bien de la Corona de España y por el bien del hijo. La historia se repite, insisto. Y los sentimientos del padre y del hijo también deben estar repitiéndose, seguro.
Si don Juan de Borbón debió de sufrir al tener que traspasar la posibilidad de ser rey a su hijo, el propio Juan Carlos se coronó rey con el pesar de haber tenido que apartar a su padre para lograrlo. Y ahora debe estar ocurriendo lo mismo entre el Rey emérito Juan Carlos y el Rey Felipe VI. Y también debe estar ocurriendo lo mismo entre el padre Juan Carlos y el hijo Felipe. Porque la línea entre rey y rey, y entre padre e hijo, no son fáciles de subrayar o de delimitar. Así leemos en la carta que el Rey emérito escribe a su hijo que se va para “contribuir a facilitar el ejercicio de tus funciones desde la tranquilidad y el sosiego que requiere tu alta responsabilidad”. El Rey Juan Carlos deja claro que, además de hacer lo que considera mejor para España, hace lo que considera mejor para su hijo. Pero lo curioso, lo importante, es que en ambos casos históricos se pueden leer los hechos de dos maneras distintas. Dos maneras que son a su vez una misma historia. Veamos. El Rey Juan Carlos “sacrificó” políticamente a su padre para ser rey él mismo, y ahora el Rey Felipe VI “sacrifica” políticamente a su padre por el bien de su propio reinado. Los hijos sacrifican a sus padres. Pero, es así ¿o realmente fueron los padres quienes renunciaron en favor de sus hijos?.
El resultado es el mismo, pero la historia es otra. Y los sentimientos pueden resultar distintos. La carta que el Rey Juan Carlos dirige al Rey Felipe acaba de escribir un nuevo y trascendental renglón en la historia de la monarquía española, en la historia de España. Pero, la carta no es sólo un importantísimo asunto histórico, la misiva es también una verdadera carta de un padre a un hijo. Porque si nos detenemos en el encabezamiento de la carta: “Majestad, querido Felipe”, vemos que la epístola arranca con el saludo a un rey. Pero, si nos fijamos en el final de la misiva el tono cambia: “Con el cariño y afecto de siempre, tu padre”. El final de la carta es realmente la despedida de un padre a su hijo. La historia se repite, irónicamente.