“Mis súbditos son como niños, lloran cuando se les lava”

El rey Carlos III pasó a la historia con el apelativo de “el mejor alcalde de Madrid”. Sin embargo, los madrileños del siglo XVIII no aplaudieron todos sus proyectos. Ni mucho menos. De hecho, la gran iniciativa de Carlos III para limpiar las calles de Madrid y modernizar su calzada, fue imperiosamente criticada por los ciudadanos de entonces. El rey quería evitar las evacuaciones de aguas en mitad de la calle y obligar a la construcción de canalizaciones que permitieran unas calzadas más limpias. Además el monarca y buscaba que todas las calles estuvieran bien adoquinadas. Pero, los madrileños se quejaban de esta iniciativa de limpieza del monarca, se quejaban y mucho. Los ciudadanos se lamentaban tanto que así surgió la irónica, e histórica, respuesta del rey Carlos III: “Mis súbditos son como niños, lloran cuando se les lava” Pero, ¿por qué les molestaba tanto a los madrileños los planes de limpieza de su ciudad?

An Italian restorer cleans the oilpainting frame called
An Italian restorer cleans the oilpainting frame called "Carlo III portrait," by Spanish artist Goya on show at Palazzo Barberini in Rome, March 15. Tomorrow King Juan Carlos and Queen Sofia of Spain attend the opening of the Goya exhibition. ML

El Madrid de 1761 era un Madrid muy sucio. Por sus calles se mezclaban los olores de los desechos podridos y las aguas sucias. El desigual empedrado de las calzadas permitía que se crearan huecos y socavones donde la basura quedaba atrapada y putrefacta. El aspecto de Madrid era insalubre. El rey Carlos III quiso mejorar ostensiblemente la higiene de la ciudad. El proyecto era muy ambicioso. El monarca ordenó la llamada: Instrucción para el nuevo Empedrado y Limpieza de las calles de Madrid. Carlos III quería modernizar Madrid, porque la ciudad estaba muy retrasada respecto a los adelantos de otras ciudades europeas. El proyecto se encargó al famoso arquitecto italiano Francisco de Sabatini.

The enlightened Charles III (Carlos III) 1716 – 1788) King of Spain rides through the Botanical Gardens in Madrid. He was the fifth son of Philip V of Spain. (Photo by: Universal History Archive/Universal Images Group via Getty Images)
The enlightened Charles III (Carlos III) 1716 – 1788) King of Spain rides through the Botanical Gardens in Madrid. He was the fifth son of Philip V of Spain. (Photo by: Universal History Archive/Universal Images Group via Getty Images)

La ordenanza del 14 de mayo de 1761 contaba de ocho páginas en las que se dejaba claro que todas las viviendas, escuelas, iglesias, parroquias y conventos deberían adoquinar con piedras sus entradas, costados y traseras. Era de obligado cumplimiento. También debía cumplirse con la instalación de conductos para las canalizaciones de las aguas y así limpiar las calles madrileñas de los residuos. Había que desterrar la porquería de las calles de la ciudad y el mal olor del ambiente. Pero, ¿por qué tan saludable iniciativa pudo molestar tanto a los madrileños del siglo XVIII?

Charles III (Carlos III) (Madrid, 1716-1788). King of Spain (1795-1788), Duke of Parma and Plasencia (1731-1735), King of Naples and Sicily (1734-1759). Statue in the Botanic Garden, built by him. Madrid, Spain. (Photo by: PHAS/Universal Images Group via Getty Images)
Charles III (Carlos III) (Madrid, 1716-1788). King of Spain (1795-1788), Duke of Parma and Plasencia (1731-1735), King of Naples and Sicily (1734-1759). Statue in the Botanic Garden, built by him. Madrid, Spain. (Photo by: PHAS/Universal Images Group via Getty Images)

El motivo de las quejas de los ciudadanos estaba en las obras. En lo molesto de las obras. Resulta que durante interminables meses Madrid estuvo rodeado por las obras y sus desquiciantes ruidos e inconvenientes. De ahí que los cerca de 150.000 habitantes, que tenía entonces la ciudad, se quejaran “como niños” de las obras. De ahí “el llanto de los madrileños”. Pero, también de ahí que una vez terminadas las obras y viendo el gran progreso que el monarca había traído a la ciudad de Madrid, se bautizara posteriormente a Carlos III como “el mejor alcalde de Madrid”, insisto.