La estela de daños a la salud que causa la rigidez mental

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“La dificultad no radica en desarrollar nuevas ideas, sino en escapar de las viejas” - John Maynard Keynes [Foto: Getty Images]

La dificultad no radica en desarrollar nuevas ideas, sino en escapar de las viejas, que se ramifican en todos los rincones de nuestras mentes”, dijo el economista inglés John Maynard Keynes. No andaba desacertado. La rigidez cognitiva está por todas partes.

La rigidez mental se manifiesta cada vez que te resistes a probar algo nuevo. Cada vez que te apegas a la misma forma de hacer las cosas. Cuando te cierras a nuevas ideas porque entran en contradicción con tu manera de ver el mundo. Cuando, en definitiva, rechazas lo nuevo solo porque es diferente.

Sin duda, la familiaridad de lo conocido genera consuelo, seguridad y tranquilidad. Pero si te quedas atascado en la rigidez te perderás muchas experiencias, afectará tu salud y probablemente dañará tus relaciones. Y lo que es aún peor, impedirá que sigas descubriendo, aprendiendo y creciendo como persona.

La estela de daños que causa la rigidez cognitiva

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Las personas con rigidez cognitiva suelen desarrollar actitudes, creencias e identidades más extremas. [Foto: Getty Images]

Tener las ideas claras no es lo mismo que ser inflexible, aunque muchas personas confunden ambos conceptos, hasta el punto de alardear de su rigidez mental. Puedes tener las ideas claras en un proyecto o sobre algún asunto, pero aun así mantenerte abierto a nuevas perspectivas.

En cambio, la rigidez cognitiva evs incluso ante las pruebas de que te estás equivocando. Es el rechazo a todo aquello que no coincida con los puntos de vista propios.

Esa rigidez está determinada, en gran medida, por la tendencia natural del cerebro a desarrollar heurísticos simples para ser más eficiente. Los heurísticos son reglas generales que funcionan como “atajos” mentales para resolver problemas, de manera que demandan menos recursos cognitivos.

No obstante, aunque los heurísticos pueden evitar la sobrecarga cognitiva, si recurres a ellos a menudo es probable que termines convirtiéndote en una persona rígida. Esos patrones de pensamiento te conducirán a generalizaciones absolutistas en las que no hay cabida para la diversidad del mundo.

De hecho, la ciencia ha comprobado que las personas más rígidas tienen más probabilidades de desarrollar actitudes, creencias e identidades extremas, tanto en el ámbito político como en otras áreas de su vida.

Esas posturas extremas a menudo se sustentan en estereotipos y juicios morales que bloquean la capacidad de aceptación de la realidad y de las personas. La rigidez cognitiva convierte a las personas en jueces severos de los demás, lo cual termina afectando sus relaciones interpersonales. La incapacidad para entender los puntos de vista y decisiones de los demás, así como la tendencia a “evangelizar” con la “verdad” en la mano, suele dar pie a discusiones acaloradas que, a la larga, construirán un muro de incomprensión.

Esa rigidez suele desembocar en una sobreidentificación con las ideas, comportamientos, eventos y situaciones. Si eres una persona inflexible, es probable que te tomes muy a pecho todo aquello que no encaje en tu marco mental. Eso terminará generando una gran tensión y angustia emocional, por lo que no es extraño que la rigidez cognitiva se haya vinculado a problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión.

En estos trastornos, las rumiaciones son las principales responsables del malestar. Te quedarás atrapado en un bucle rígido de pensamientos pesimistas en el caso de la depresión o en una angustia aprensiva en el caso de la ansiedad. De hecho, los estudios revelan que un patrón de pensamiento rígido agrava los problemas de salud mental.

La buena noticia es que la rigidez cognitiva no es una condena de por vida. Es posible desarrollar una mentalidad más abierta y flexible.

Cinco cambios que te ayudarán a desarrollar una mentalidad más abierta

No dejes que la experiencia anterior te “ciegue” hasta el punto de pasar por alto la realidad. [Foto: Getty Images]
No dejes que la experiencia anterior te “ciegue” hasta el punto de pasar por alto la realidad. [Foto: Getty Images]

1. Vive más en el aquí y ahora

En 2012, un grupo de psicólogos de la Universidad Ben-Gurión del Néguev realizó un experimento muy interesante con profundas implicaciones para la vida cotidiana. Pidió a los participantes que resolvieran una serie de problemas en los que debían medir cierta cantidad de líquido usando tres jarras de agua de diferentes medidas.

Los problemas iniciales se resolvían con una fórmula compleja, pero los problemas posteriores tenían soluciones más sencillas. Sin embargo, las personas rígidas recurrían una y otra vez a las soluciones que conocían y se negaban a explorar nuevas alternativas. En cambio, quienes practicaban mindfulness encontraron rápidamente las nuevas soluciones.

La atención plena es un entrenamiento que te ayudará a estar plenamente presente en el aquí y ahora. El mindfulness impide que la experiencia anterior te “ciegue”, hasta el punto de pasar por alto la realidad. Te permitirá tomar conciencia de la situación y responder de manera más adaptativa a las circunstancias, en vez de apegarte a patrones de pensamiento preestablecidos.

2. Asume que tus pensamientos no son la realidad

Los pensamientos que dan vueltas por tu mente a menudo terminan convirtiéndose en un velo - o un muro – a través del cual ves el mundo. Las personas rígidas se identifican demasiado con sus pensamientos, hasta el punto de que cualquier idea contraria es percibida como un ataque personal. Por eso se ponen rápidamente a la defensiva, lo cual termina acrecentando su rigidez.

Para salir de ese bucle debes comenzar a desapegarte de tus pensamientos. ¿Cómo? Entendiendo que son tan solo una narrativa entre muchas otras posibles. Tus pensamientos, creencias e ideas son fruto de tus experiencias, un marco mental que ha creado tu cerebro para dar sentido al mundo. Sin embargo, existen muchos otros marcos mentales. Ninguno es mejor que el otro.

Obviamente, ese marco mental genera expectativas sobre cómo debe ir el mundo. Cuanto más rígido seas, más estrictas serán esas expectativas y más probabilidades habrá de que no se cumplan. Entonces te sentirás frustrado o incluso enfadado con el mundo. Comenzar a ver tus pensamientos como meras probabilidades o interpretaciones, en vez de asumir que son la realidad, te ayudará a dejar de sobreidentificarte con ellos y dejar entrar otras ideas que puedan ampliar tu visión del mundo.

3. Presta más atención a las palabras que usas

El lenguaje no es una expresión lineal del pensamiento, también termina dando forma a tus marcos mentales. Por eso, si quieres desarrollar una mentalidad más abierta, es importante que prestes atención a las palabras que usas cada día.

Comienza a usar un lenguaje más flexible. Por ejemplo, en vez de usar tantos “debe ser así” o “tiene que ser así”, puedes relativizar usando frases como “sería mejor si…”, “me gustaría que…” o “es probable que…”. Ese cambio sutil en la manera de expresarte irá potenciando una mentalidad más abierta y allanará el camino para la aceptación.

Por ejemplo, afirmaciones como “la gente tiene que ser paciente” son declaraciones cerradas que no reflejan la realidad pues siempre habrá impacientes o personas pacientes que se impacientan. En su lugar, puedes reformular la frase: “sería mejor si todos fuésemos pacientes”. Las declaraciones matizadas dejan espacio a la diversidad y te ayudarán a ser más flexible y objetivo cuando tengas que lidiar con situaciones que defraudan tus expectativas.

4. Dinamiza tu vida con cambios en tus rutinas

La flexibilidad cognitiva también se desarrolla aplicando cambios en las rutinas. Cuando determinadas conductas se automatizan, la conciencia deja de ser un requisito para realizar un acto. La repetición puede llevarte a actuar sin que exista un pensamiento consciente que te guíe y controle el comportamiento.

Obviamente, los hábitos y las rutinas ahorran energía mental, pero el problema es que cuando tu comportamiento entra en piloto automático, es probable que tu pensamiento también lo haga. Eso te conducirá por caminos trillados, impidiendo que seas sensible al aquí y ahora, para que puedas decidir conscientemente cómo actuar.

Para revertir esa situación, la clave consiste en dar pequeños pasos que no te resulten demasiado amenazantes, pero con una actitud receptiva y curiosa. Puedes comenzar eligiendo un libro de un escritor novel. Probar platos exóticos. Escuchar un nuevo género musical. Elegir una película completamente diferente a las que sueles ver. Ir al trabajo por un trayecto distinto. Frecuentar sitios diferentes. Leer artículos que sostengan posturas diferentes a la tuya…

Al inicio, es probable que te sientas un poco incómodo. Quizá tu primera reacción sea rechazar la novedad. Es normal. Solo tienes que aprender a lidiar con esas emociones.

5. Acepta las emociones negativas como parte del cambio

Cada persona tiene sus propios marcos mentales. Cuando algo no encaja en ese patrón produce una disonancia cognitiva, que suele generar una sensación de malestar. El primer impulso suele ser aliviar ese malestar negando la novedad. Sin duda, que pongan en duda tus valores, ideas o creencias más arraigadas no es agradable. Sin embargo, para desarrollar una mayor flexibilidad cognitiva debes ser más receptivo a esas emociones.

Si no eres capaz de aceptar la frustración y las experiencias negativas, tu capacidad de atención y decisión se reducen. Una persona preocupada por evitar las experiencias negativas no está psicológicamente disponible y no podrá adaptarse a la situación. Eso significa que te replegarás, volviéndote más extremista. De hecho, se ha demostrado que los intentos de evitar, alterar o eliminar las experiencias internas solo sirven para acercar más a la persona a ellas.

Por esa razón, la capacidad para tolerar la angustia y la frustración es vital para desarrollar una mentalidad más abierta. Comprender que esas emociones son normales en una persona que está aprendiendo y creciendo constantemente, que pone en entredicho sus roles, valores, objetivos e incluso su identidad, te permitirá lidiar mejor con ellas porque no las percibirás como enemigos sino como una parte insoslayable del proceso de cambio interior.

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