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'Rompan todo' celebra la energía de confrontación en el rock latino

(Photo by Leonel Martinez/Jam Media/LatinContent via Getty Images)
(Photo by Leonel Martinez/Jam Media/LatinContent via Getty Images)

Latinoamérica asumió el rock con seriedad. Con suficiente seriedad como para que los gobiernos lo reprimieran. El movimiento es tan serio que las bandas cantan sobre temas políticos, problemas sociales y el espíritu de rebelión. Ha sido lo suficientemente serio como para que los aficionados se arriesguen a ser arrestados y golpeados por asistir a un concierto. Aunque el rock latino puede ser muy entretenido —pegajoso, alegre, bullicioso y desbordante— rara vez se conforma con ser un mero entretenimiento. Siempre hay algo más detrás de la melodía, el ritmo y el ruido.

Rompan todo”, la serie documental de seis partes de Netflix y que lleva el nombre de una canción de Los Shakers, recorre la historia del rock en Latinoamérica, desde la década de 1950 —cuando Ritchie Valens, un mexicano-estadounidense nacido en California, convirtió la canción mexicana tradicional “La bamba” en una piedra angular del rock estadounidense— hasta el siglo XXI.

“El rock ’n’ roll es una forma de comunicación”, asegura en el documental Álex Lora, vocalista de El Tri, la contundente y bulliciosa banda mexicana de hard rock. “Y sería ilógico, dado que hay millones de personas que hablan la lengua de Cervantes, si no tuviéramos nuestro propio rock ’n’ roll”.

El documental es narrado por los artistas, que hablan tanto de su música como de los tiempos que les tocó vivir. Hay destellos, y a menudo considerablemente más, de casi todas las figuras importantes del rock latino del último medio siglo. Los nombres de las bandas y los intérpretes aparecen rápidamente, muchos de ellos probablemente desconocidos para los oyentes en Estados Unidos. Para aquellos que quieran una segunda escucha, los realizadores del documental compilaron una lista complementaria de canciones en Spotify con el mismo nombre de la serie.

Un motor principal y productor ejecutivo de “Rompan todo”, así como también uno de los músicos-historiadores entrevistados, es Gustavo Santaolalla, quien ha ganado dos Premios Óscar por sus bandas sonoras y ha producido álbumes para roqueros en toda América Latina, por lo que ha ganado una docena de Premios Grammy Latinos. Su banda, Bajofondo —que mezcla tango, rock, arreglos orquestales, electrónica e incluso un poco de disco— está nominada para el Grammy este año en la categoría de álbum alternativo o rock latino.

A medida que “Rompan Todo” repasa las décadas, yuxtapone canciones y conciertos exuberantes con imágenes contemporáneas de dictaduras, golpes de Estado, insurrecciones y crisis. Todos los músicos definen al rock como “libertad”.

“Tuve esta idea desde siempre”, Santaolalla aseguró en una entrevista, por medio de una videollamada, desde su casa en Los Ángeles. “Quería contar esta historia en el contexto del ambiente sociopolítico de la época. Incluso los músicos que forman parte de la historia no se percatan fácilmente de esta conexión. Pero cuando empiezas a profundizar y a observar todo el panorama, te das cuenta de lo similares que eran las situaciones, de cómo sucedieron las mismas cosas en muchos países”.

Durante su juventud como un roquero de larga cabellera, Santaolalla fue detenido y encarcelado muchas veces en Buenos Aires; aunque nunca, según recuerda, por más de tres días. “El rock no está asociado con ningún partido político”, explicó. “No tiene ninguna bandera política. Sin embargo, éramos enemigos del Estado”.

El rock latino, también conocido como rock en español o alterlatino, evolucionó con la mirada y los oídos puestos en el rock en inglés. Existe el blues rock latino, la psicodelia latina, el metal latino y el new wave latino; en el transcurso de la serie, los roqueros latinos citan a sus contrapartes estadounidenses y británicas. Así que, de alguna forma, “Rompan todo” muestra un universo paralelo, donde se habla español, de la historia del rock en Estados Unidos e Inglaterra, particularmente en sus primeros años.

En la década de 1950, bandas como Los Locos del Ritmo y Los Teen Tops tradujeron canciones de rock ’n’ roll estadounidense al argot mexicano; en los años 60, bandas como Los Shakers competían por sonar como los Beatles.

“Rompan todo” va de país en país, más o menos cronológicamente, pero se concentra en México y Argentina. “Hay buena música en toda la región, pero me gusta pensar que esos dos países son una batería”, explicó Santaolalla. “Un polo es México y el otro es Argentina, el norte y el sur. México está cerca de Estados Unidos y Argentina está cerca del Reino Unido en términos de sonido y perspectiva”.

El documental traza ciclos de expansión, represión y rebote, de ambiciones crecientes y conexiones cada vez mayores. Bajo las dictaduras, en ocasiones, el rock fue empujado a la clandestinidad. En Argentina, después que el cantante Billy Boyd incitó a la multitud en un estadio a “romperlo todo” y la audiencia rompió las butacas, el rock desapareció de la televisión y la radio; y los proyectos de grabación tenían que ser presentados a comités gubernamentales. En México, los roqueros de ese país fueron vilipendiados durante más de una década y excluidos de los tradicionales espacios de presentación después de un festival de 1971 inspirado en Woodstock, Avándaro, en el que la banda Peace and Love interpretó canciones como “Marihuana” y “We Got the Power” y usó obscenidades durante una transmisión radial en directo que fue cortada inmediatamente.

Pero los músicos persistieron y las audiencias los apoyaron. El rock mexicano comenzó a resurgir cuando las emisoras de radio transmitían rock en español de otros países y las disqueras mexicanas quisieron su parte de ese mercado. El rock argentino recibió un impulso inesperado cuando, después de que el Reino Unidos ganó la guerra de las Malvinas en 1982, el rock en inglés fue prohibido en las ondas radiales de ese país.

En 1993, la llegada de MTV Latinoamérica trajo consigo una nueva solidaridad, que traspasó las fronteras, para el rock latino. Los músicos se volvieron más conscientes de los espíritus afines en el extranjero; se dieron cuenta de que no estaban luchando solos. Las misiones individuales o nacionales comenzaron a sentirse como un movimiento. Y tenían suficientes objetivos: gobiernos autoritarios, crisis económicas. La música continuó enriqueciéndose —con música electrónica y hiphop— y comenzó, aunque tardíamente, a reconocer las ideas y voces de las mujeres.

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El rock latino nunca rompió la barrera del idioma para alcanzar a las audiencias anglohablantes de Estados Unidos; ese actual avance comercial le pertenece al reguetón y al vago género latino conocido como urbano, ambos basados principalmente en el hiphop y el reggae.

“En mis cincuenta años dentro de este mundo, he escuchado la expresión ‘el rock está muerto, el rock está acabado’ tantas veces”, dijo Santaolalla. “Cuando comenzamos a realizar la serie hace tres años, dije que el rock estaba en hibernación. Pero ahora el rock está en cuarentena. Creo que el futuro del rock reside en las mujeres y en el tercer mundo, ellos van a ser los pilares del rock. Ellos van a traernos la vacuna”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company

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