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Los rusos se las rebuscan con tácticas del pasado para ver estrenos cancelados tras la invasión

Se suponía que ver The Batman, No mires arriba o lo último de Pixar, Red, era imposible en Rusia desde finales de febrero cuando los grandes estudios de Hollywood como Disney, Paramount y Warner Bros. retiraron sus estrenos en protesta a la invasión del Kremlin sobre Ucrania. Mientras Netflix hizo lo mismo quitando del mercado todo su servicio.

Sin embargo, la realidad está siendo completamente distinta dado que los rusos se las han ingeniado para verlas en pantalla grande, recurriendo a tácticas que ya pusieron en práctica durante la era soviética.

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Men walk past film posters in a hallway of the Oktyabr cinema in Moscow on March 29, 2022. - Five Hollywood giants -- Disney, Universal, Sony Pictures, Warner Bros and Paramount -- have all stopped releasing new films in Russia since the start of the Russian military action in Ukraine, leaving theatres in Moscow without access to the latest blockbusters. Russia's film industry has been thrown into turmoil by the fighting in Ukraine, just as it was beginning to recover from the pandemic. And like in many sectors of Russia hit by Western sanctions, the film industry is turning away from the West, looking inward to productions from home, or east to Asia. (Photo by Natalia KOLESNIKOVA / AFP) (Photo by NATALIA KOLESNIKOVA/AFP via Getty Images)

¿Cómo están accediendo a ellas? Pues a través de descargas piratas proyectadas en salas de cine. Lo mismo que hicieron en la etapa de la transición de la vieja URSS a la Federación de Rusia para batallar la censura del Kremlin. Sin embargo, hoy en día, los cines lo tienen más fácil a través de VPN’s y descargas en la red en cuestión de minutos.

Según publica The New York Times, varias salas de cine están proyectando copias piratas de los títulos mencionados, mientras otras tienen más cuidado y sencillamente alquilan sus espacios para que individuos anónimos las usen para hacer proyecciones gratis o pagando entrada. Por ejemplo, un grupo alquiló varias salas de un cine en Ekaterimburgo, una ciudad en el centro-oeste del país, para proyectar una versión pirateada de The Batman, promocionando la venta de entradas a través de redes sociales. La misma película, que actualmente mantiene el título de ser la más taquillera de 2022, también se puede ver en un cine de Ivanovo, a cinco horas de Moscú; mientras el gran éxito de Netflix No mires arriba se proyecta en otro cine de la región de Daguestán en el Cáucaso norte, y los niños y adultos pueden acceder a Red de Disney+ en Chita, en el límite con Mongolia.

La estrategia se antoja como una respuesta con doble intención evidente. Por un lado, saciar el apetito de los espectadores por ver las películas que dan que hablar en el resto del mundo, y por otro, la supervivencia de las salas de cine que sin blockbusteres no tienen muchas opciones de salir a flote. Y es que antes de la invasión a Ucrania, las películas estadounidenses solían acaparar el 70% del mercado cinematográfico ruso (NY Times).

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A su vez, la Asociación de Propietarios de Cines Rusos aseguró que de los 2.161 cines que existían en el país al inicio de 2022, un 36% ha cerrado, mientras las salas han perdido aparentemente el 50% de sus ventas habituales. En un principio, los cines estaban oficialmente proyectando clásicos de cine ruso mientras negociaban con la distribución de películas de India y Corea del Sur. Pero parece que no habría sido suficiente, abriendo las puertas al mercado pirata.

La ocurrencia nos remonta varias décadas atrás, cuando los soviéticos recurrieron a la misma táctica para ver películas hollywoodenses. Alquilaban espacios, oficinas vacías, livings y centros culturales para ver copias piratas de clásicos a los que no tenían acceso de manera legal, como Rocky, Terminator o Nueve semanas y media. Accedían a ellas con versiones ilegales que entraban al país a través de copias en VHS, pasando por debajo de la "Cortina de Hierro", aquella separación ideológica y física establecida en Europa tras la Segunda Guerra Mundial entre la zona de influencia soviética en el Este, y los países occidentales.

Se trataba de copias piratas de mala calidad, grabadas en salas de cine con cámara en mano y dobladas de forma casera con retraso y apenas una o dos voces representando a todos los personajes. Sin embargo, una vez que se abrió el primer cine de tipo occidental en Moscú en 1996, el mercado pirata fue disminuyendo, llegando a elevar a Rusia en la taquilla global como el noveno mercado más taquillero en los años de Avatar y Piratas del Caribe: En el fin del mundo. Algo que, evidentemente, ha cambiado de manera radical.

De todos modos, la gran diferencia ahora es que no existe ningún control o departamento regulando la ilegalidad de las proyecciones piratas. No hay censura que temer ni grandes estudios operando activamente en la región, dejando la distribución pirata a tan solo un clic de distancia.

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