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La serie de Harry y Meghan abre la puerta al debate con un juego dudoso

El príncipe Harry y Meghan, el duque y la duquesa de Sussex. Cortesía del príncipe Harry y Meghan, el duque y la duquesa de Sussex (Netflix)
El príncipe Harry y Meghan, el duque y la duquesa de Sussex. Cortesía del príncipe Harry y Meghan, el duque y la duquesa de Sussex (Netflix)

Con el gran número de detractores que acumulan el príncipe Harry y Meghan Markle, Netflix no puede darse el lujo de cometer un mínimo error con la serie documental de la pareja, Harry y Meghan (o Enrique y Meghan en español) que ya comienzan a promocionar. Entre el rechazo de los monárquicos que no ven con buenos ojos el abandono a sus roles oficiales dentro de la familia real, aquellos que no aceptaron a la esposa del hijo de Lady Di desde el primer día y el mero hecho de tratarse de una pareja que sirve de alimento constante para los tabloides británicos, equivocarse solo puede servir para expandir el debate y la controversia. Pero, sobre todo, colocar piedras en el propósito que la pareja tendría en mente con esta serie: contar su historia a su manera. Sin embargo, ni corto ni perezoso, la plataforma va y se equivoca.

El tráiler de la serie protagonizada por los duques de Sussex comenzó a circular hace unos días, desvelándonos un proyecto que pretende acercarnos a la vida íntima de Harry y Meghan, su historia de amor pero también el deseo de alejarse del escrutinio mediático bajo la supuesta desprotección de la familia real. Sin embargo, el avance incluye una imagen que coloca a la serie en el debate de la credibilidad sin siquiera haberse estrenado todavía.

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En el vídeo (segundo 0:30) se utiliza una fotografía de paparazis acechando a la pareja como muestra del acecho voraz de los fotógrafos sobre ellos. Sin embargo, la foto en cuestión pertenece a la alfombra roja de Harry Potter y las reliquias de la muerte -Parte 2 celebrada en Londres cinco años antes de que la pareja se conociese. La fotografía muestra a un gran número de fotógrafos luchando por conseguir una instantánea de ambos pero, cuando tiramos de hemeroteca, resulta que ningun personaje de la realeza británica asistió a dicha alfombra roja.

Es decir, no solo Harry y Meghan no se habían conocido todavía, sino que ningun miembro de la familia real tuvo que lidiar con ese grupo de fotógrafos. En realidad, esos técnicos estaban disparando sus objetivos para conseguir imágenes de Daniel Radcliffe, Emma Watson y Rupert Grint en el gran final de la popular saga en julio de 2011. Unos cinco años antes de que una amiga en común los presentara por primera vez.

Sin embargo, esa imagen se utiliza para ilustrar las palabras que dice el príncipe Harry en la serie: “Tuve que hacer todo lo que pude para proteger a mi familia”, dándonos a entender el lugar primordial que el acoso mediático tuvo en la decisión conjunta de abandonar sus roles oficiales para mudarse a California y comenzar una vida independiente.

Por un lado, podríamos comprender que se trata de un ejercicio de libertad creativa para dar sentido gráfico a las palabras del príncipe. Más aun cuando tenemos en cuenta que dicha fotografía es la primera que aparece en la agencia de imágenes Alamy cuando se buscan resultados con la palabra ‘paparazzi’. Es decir, como si los responsables de editar el tráiler hubieran recurrido a la opción más rápida y fácil, sin tener en cuenta los azotes mediáticos que suelen caerle a este pareja.

Porque recurrir a una imagen de fotógrafos haciendo su trabajo en una alfombra roja no ilustra precisamente el acoso mediático que Harry ha criticado en varias ocasiones. Si bien posar en una premier puede ser una experiencia intensa por los gritos de profesionales aclamando el nombre de la celebridad de turno mientras le piden desesperadamente que mire a su cámara, es muy diferente al acoso de los paparazis en plena calle o en momentos de privacidad personal o familiar, como tuvo que vivir Diana y sus hijos cuando eran pequeños.

Y lo digo con conocimiento de causa. Yo misma he asistido a decenas de alfombras rojas de estrenos en Londres donde hubo asistencia de la familia real (Carlos y Camila, Harry y Meghan o William y Kate: los he visto a todos pasar por Leicester Square o el Royal Albert Hall en diferentes películas a lo largo de los años), y nunca vi a los fotógrafos actuar con la pasión desmedida que despliegan cuando se trata de famosos. Por norma general, son los últimos en llegar una vez que el protocolo de seguridad está en marcha. Desfilan con solemnidad delante de todos, de repente se vive un silencio casi sepulcral, saludan al público y rara vez los he visto posar ante los fotógrafos. Pero cuando lo hacen se hace con mucho respeto. Jamás vi a los fotógrafos gritarles como hacen con los actores.

El príncipe Harry y Meghan, el duque y la duquesa de Sussex. Cortesía del príncipe Harry y Meghan, el duque y la duquesa de Sussex (Netflix)
El príncipe Harry y Meghan, el duque y la duquesa de Sussex. Cortesía del príncipe Harry y Meghan, el duque y la duquesa de Sussex (Netflix)

Si Harry y Meghan buscan credibilidad cuando tienen tantos detractores pisándoles los talones cuestionando cada uno de sus pasos, gestos y palabras, entonces resulta importante que la serie apoye ese mensaje desde la fidelización más absoluta. Un mínimo error como este sirve la duda y la crítica fácil en bandeja de plata, debilitando el propósito de la pareja cuando están abriendo la puerta al escrutinio público con su primer trabajo íntimo como personajes. Porque ya no se trata de una entrevista con Oprah o una serie sobre salud mental como Harry hizo para Apple TV+, sino de la primera apuesta que parte del contrato que ambos tienen con Netflix como personajes públicos y de interés mediático. Con Harry y Meghan son ellos mismos quienes se prestan a ser el centro de atención, poniendo toda su historia y verdad a merced de una narrativa audiovisual. Y si quieren que el mundo les crea, que esté de su parte y los comprenda, entonces todo debe ser real, fiel y creíble. Hasta la más mínima fotografía.

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