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Si a los carbohidratos... no a todos

Alimenta tu día con energía.

Suele suceder, en cualquier dieta, que lo primero que se suprime son los hidratos de carbono, siendo éstos los que equivalen al combustible del organismo; no por nada deben constituir por lo menos el 50% de la alimentación diaria – y hasta 60% cuando la actividad es intensa.

Sin embargo, como todo, hay distintos tipos de carbohidratos, lo que marca una gran diferencia en su calidad. Por lo tanto, hay que buscar llegar a la saciedad más pronto comiendo menos volumen pero mayor contenido nutricional.

Si te gustan las golosinas en general, lo que estás comiendo son carbohidratos simples; se les llama así por tener una o dos moléculas de hidrato de carbono. Son simplemente azúcar pura, casi siempre refinada, que lo único que hace es disparar la insulina en el organismo para procesarla rápidamente, y una vez finalizado, se sufre un “efecto de rebote”, traducido en cansancio y debilidad. Siendo solamente azúcar, carece de otros valores nutricionales, por lo que vas a querer ingerir más y más para satisfacer una demanda de alimento que un carbohidrato simple no te puede dar.

Foto> Getty Images

En cambio, los carbohidratos complejos tienen como mínimo tres moléculas de hidrato de carbono, además de fibra, vitaminas y minerales, por lo que no son refinados. Cuando se ingiere un carbohidrato complejo, toma tiempo al organismo el digerirlo, absorber sus propiedades y así evitar un disparo de insulina. De esta forma, le energía proveída de este alimento durará más tiempo y será mucho mejor aprovechada. Así te mantendrás con energía siempre y no llegarás al exceso.

Estos carbohidratos los encuentras en verduras, lentejas, cereales integrales, papa y camote; éstos últimos son almidones, los carbohidratos con más moléculas. Ahora bien, aunque las frutas son carbohidratos simples, su alto contenido de vitaminas y fibra las hacen una buena fuente de energía, cómelas completas, evita los jugos, puesto que ya estarás quitándoles sus propiedades dejando solamente la fructuosa, y mejor haz zumos, es decir, toda la fruta licuada.

Cuando buscas calidad en lo que comes, te olvidas de la cantidad, tu mismo organismo te indica hasta donde y hasta cuando, solo siéntelo y escúchalo.