Síndrome de Lázaro: Cuando los muertos vuelven a la vida

Woman is walking towards glaring light. it May symbolise escape, looking for exit or freedom and even death or clinical death. Psychedelic vision. Photo manipulation.
Existen condiciones médicas en las que es difícil determinar si una persona está viva o muerta (Foto Getty)

Todos moriremos algún día. Lo extraordinario es despertar después de ser declarada muerta como ocurrió en agosto de 2020 a Timesha Beauchamp, una chica de 20 años con parálisis cerebral.

Los paramédicos del departamento de bomberos del condado de Southfield, en el estado de Michigan, acudieron al llamado de la angustiada madre porque Timesha tenía dificultad para respirar, pero al llegar a su casa determinaron que había sufrido un paro cardíaco y no tenía signos vitales.

Luego ocurrió lo inesperado. Un trabajador funerario notó que lo que metía en la mortaja no era un cuerpo inerte sino el de una chica que había abierto los ojos y respiraba. Así que en vez de dirigirse al tanatorio la llevaron a un hospital.

La alegría por la resurrección de Timesha duró poco. A los dos meses murió por complicaciones generadas por el tiempo que pasó sin oxígeno ni atención médica, alegaron los abogados de la familia que exigen una indemnización de al menos un millón de dólares.

Los bomberos expresaron consternación por su error y sugirieron que la chica podría ser un caso del Síndrome de Lázaro, un fenómeno que ha sido descrito en las revistas médicas como el regreso retardado de la circulación espontánea después del cese de la reanimación cardiopulmonar (RCP).

El nombre fue tomado de Lázaro de Betania, un persona biblíco célebre porque fue resucitado por Jesús cuatro días después de su sepultura.

Los diarios de todo el mundo han registrado verdaderas historias de horror de personas que son declaradas muertas y se despiertan en la funeraria o el cementerio.

La publicación Medical News Today dijo que el fenómeno de Lázaro fue descrito por primera vez en la literatura médica estadounidense en 1982 y desde entonces se han registrado al menos 38 casos. En el 82 por ciento de los casos, la circulación espontánea ocurrió 10 minutos después de detener la RCP. Y el 45 por ciento de los pacientes que estuvieron con los pulmones y el corazón detenidos logran una buena recuperación neurológica.

Y aunque los pacientes conocidos de Síndrome de Lázaro siguen siendo una verdadera rareza, los científicos especulan que el número de casos debe ser mucho mayor.

Confundir a un vivo con un muerto

Todos nos preguntamos cómo es posible confundir un cadáver con una persona viva. El experto en servicios médicos de emergencia, Mike McEvoy, dice que si los paramédicos recibieran un mejor entrenamiento formal sobre cómo se pronuncia una muerte podrían evitar demandas y la humillación pública de ser responsables de enterrar vivo a un humano.

La legislación estadounidense incorporó las súplicas de los ciudadanos que temían despertar en una urna a tres metros bajo tierra en el estado de Nueva York en 1899 y exigió que la muerte debía ser pronunciada por un médico. Pero no fue sino hasta 1981 en que se redactó un documento que reuniera los criterios médicos, éticos y legales sobre las defunciones.

Era evidente que con el desarrollo de la tecnología médica en la década de 1970, la muerte pasó a ser un tema incierto: los respiradores podían ayudar a respirar de manera indefinida a individuos que hubieran muerto asfixiados, así como máquinas que ayudaban al funcionamiento del sistema circulatorio.

Desde ese momento, el criterio tradicional de la apnea, o cese de la respiración espontánea, y la falta de pulso dejaron de ser reconocidos como un causa de muerte en los pacientes de cuidados intensivos que nunca más podrían respirar por sí mismos.

En ese momento, el órgano de la vida pasó a ser el cerebro. Y aún ha costado crear un consenso absoluto sobre cuándo sucede la pérdida irreversible de todas las funciones cerebrales para declarar que una persona ha fallecido.

Pero la mayoría de esos pacientes mueren confinados en hospitales o en residencias de ancianos y sus médicos tratantes cuentan con sofisticados recursos para determinar si la persona tiene algún tipo de actividad cerebral.

Pero los paramédicos no tienen equipos tan especializados ni conocen a sus pacientes con anterioridad. Son llamados a tratar una emergencia y si se encuentran que la persona ha fallecido deben cerciorarse de que existe una paralización irreversible de las funciones circulatorias y pulmonares.

Un examen clínico puede comprobar la ausencia de respuestas a los estímulos, de latidos del corazón y actividad respiratoria, que debe ser confirmado con un electrocardiograma.

La irreversibilidad en una emergencia callejera pudiera ser muy simple: Si un paciente es encontrado decapitado, en avanzado estado de descomposición, o con rigor mortis no es necesario insistir en la confirmación.

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Pero hay que ser más cautelosos con los pacientes que son sometidos a una resucitación cardiovascular. "Casi todos los paramédicos con unos pocos años de experiencia en la calle puede recordar un paciente que recuperó los signos vitales después de que terminaron los esfuerzos de resucitación, casi siempre debido a los efectos retardados de los medicamentos suministrados, explicó McEvoy.

El PhD en enfermería y servicios de emergencia agrega que algunos sobreviven hasta llegar al hospital, otros viven de manera transitoria pero casi ninguno sobrevive durante mucho tiempo.

El protocolo enseñado a los médicos para pronunciar una muerte exige que hay que observar la apariencia general del cadáver, la ausencia de estímulo verbal y táctil, la ausencia de reflejos en las pupilas, que deben estar fijas y dilatadas, ausencia de ruidos respiratorios y ausencia de sonidos del corazón.

En Estados Unidos, las ambulancias tienen oxímetros (para medir los niveles de oxígeno), encefalogramas y electrocardiogramas y deben ser usados para evitar sorpresas.

Lo que parece pero no es

Pero en medicina 2 +2 no siempre es igual a 4.

Las sobredosis de drogas son el día a día de un paramédico de un servicio de emergencia. Y justamente una intoxicación por una sustancia ilícita es una de las condiciones que pueden simular una muerte porque tiene la peculiaridad de producir un cese en las funciones cerebrales que puede ser reversible.

Una persona con hipotermia, en la que sufre un brusco descenso de su temperatura corporal por la exposición excesiva al frío, también parece estar muerta. El motivo es que el ritmo cardíaco y respiratorio es tan lento que es muy difícil de detectar.

La catalepsia es otra condición que puede ser confundida con un fallecimiento porque la persona pierde completamente la posibilidad de moverse.

El subdirector de la Escuela Profesional de Medicina Legal y Forense de la Universidad Complutense de Madrid, Andrés Santiago, dijo a la agencia EFE que es muy importante que los estudiantes de medicina aprendan a identificar los llamado fenómenos cadavéricos que se manifiestan poco después de la muerte.

Santiago dijo que la palidez, el enfriamiento del cuerpo, rigidez, hematomas en algunas zonas o deshidratación de la córnea son síntomas inequívocos de que la persona está muerta.

“La persona que está sufriendo una catalepsia nunca tendrá fenómenos cadavéricos como la palidez, la rigidez o el enfriamiento que solo aparecen con la muerte”, dijo Santiago para zanjar cualquier confusión.

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