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Somos 8000 millones de habitantes, ¿en qué pifió Malthus?

Según Naciones Unidas, el mundo ya superó los 8000 millones de habitantes
Según Naciones Unidas, el mundo ya superó los 8000 millones de habitantes - Créditos: @getty images

Esto de que se sabe con certeza en qué minuto de qué día de la semana anterior la humanidad cruzó la “barrera” de los 8000 millones de seres vivos, es pura fantasía. Pero como a nivel mundial al menos la evolución demográfica no registra fuertes variaciones, la ocasión sugiere una reflexión, particularmente a la luz de la preocupación planteada hace algo más de un par de siglos, por Thomas Robert Malthus..

Al respecto consulté al norteamericano Joseph John Spengler (1902-1991), experto en cuestiones demográficas y erudito en historia del pensamiento económico. Encontró el origen de la expresión “mano invisible”, asociada con Adam Smith, en los escritos de los teólogos del siglo XVII. En 1965 presidió la Asociación Americana de Economía (AEA).

–La motivación de Malthus para escribir su Ensayo sobre la población es algo curioso y poco conocido.

–En efecto, la primera edición, publicada en 1798 de manera anónima, respondió al planteo realizado por William Godwin, quien recomendaba enfrentar la pasión sexual usando exclusivamente la cabeza. Malthus, sacerdote, pero aterrizado, planteó su desacuerdo y alertó con la evolución demográfica de su tiempo. Se vio reivindicado cuando en 1801, en el primer censo, los ingleses se dieron cuenta de que eran más de lo que se creía. El reverendo tenía información valiosa: los nacimientos, casamientos y fallecimientos. Las nuevas versiones de la obra recogieron la información existente en otros países transformando un brillante panfleto en una obra “científica”.

–¿Cuáles son, según usted, los puntos claves del planteo de Malthus?

–Cuatro principales: 1) el factor limitante es, en última instancia, la tierra; 2) existen externalidades negativas del crecimiento de la población, como la urbanización creciente; 3) mostró interés en el aumento de la calidad de la población; y 4) planteó que, consiguientemente, existe un tamaño óptimo para la población (nivel y tasa de crecimiento).

–En su conferencia presidencial, ante la AEA, usted se ocupó de la teoría del tamaño óptimo de la población.

–Efectivamente. Dicha teoría, elaborada y clarificada a partir de la década de 1920, no se refiere tanto el tamaño de la población, cuanto al de la economía, lo que facilita las economías de escala, la competitividad, la flexibilidad, etc. En la mayor parte del mundo la densidad de población promedio excede el nivel óptimo. Además, muchas naciones son demasiado pequeñas para contener dentro de sí una economía moderna. El principal resultado del análisis de la economía de la tercera edad es el de optimizar. Ejemplo: ¿qué tal tomarse mayores vacaciones en la mediana edad, contra el aumento de la edad del retiro? Los híperurbanistas se olvidan de la vulnerabilidad que tienen las ciudades frente a los misiles. Matemáticamente, cuanto más grande es una ciudad, menor es el tamaño relativo de la minoría que la gobierna. Por eso en las grandes ciudades el votante se visualiza como un inútil.

–Ha corrido mucha agua desde que usted habló a mediados de la década de 1960.

–Me doy cuenta, pero analicemos la cuestión desde la publicación del libro de Malthus, para acá. Primero, un sencillo cálculo. En 1800 la población mundial era de aproximadamente 1000 millones de personas, ahora de 8000 millones. Lo cual implica que la tasa de crecimiento poblacional en los dos últimos siglos fue de 1% equivalente anual.

–¿Por qué se armó tanto batifondo, entonces?

–Porque se trata del crecimiento promedio, el cual no fue constante en los últimos 200 años. La preocupación de Malthus, planteada en la conocida afirmación de que “la población crece en términos de una progresión geométrica, mientras que los alimentos lo hacen sobre la base de una progresión aritmética”, tenía que ver con tasas de crecimiento poblacional mucho mayores, que eran corregidas de manera salvaje por guerras, hambrunas, etc. Sin ir tan lejos, de Pablo, cuando usted estudiaba en la universidad, tasas de crecimiento poblacionales de 3% anual no eran infrecuentes. En países como la India se planteó la cuestión de la esterilización forzada como parte de una política de desarrollo económico.

–¿Qué pasó, para que no terminara ocurriendo lo que tanto se temía?

–Por una parte, se produjo un fuerte cambio tecnológico en la producción de alimentos. Seguramente que hoy hay personas que pasan hambre, pero el número de seres humanos que se alimenta es mucho mayor que a comienzos del siglo XIX.

–¿Y por la otra?

–El desarrollo de los anticonceptivos y la irrupción de la mujer en la fuerza laboral desplomaron la tasa de natalidad. Criar hijos es una actividad que insume mucho tiempo, y para la mujer que trabaja, particularmente la profesional, el valor del tiempo aumenta.

–Este dato es importante, porque si el valor del tiempo depende del ingreso por habitante, uno debería esperar mayor crecimiento poblacional en los países más pobres que en los más ricos.

–Es exactamente lo que está pasando. Las proyecciones demográficas que realiza Naciones Unidas muestra que en el denominado Primer Mundo el crecimiento poblacional local es prácticamente nulo, mientras que en el resto de los países –aunque también a menor ritmo– la población sigue creciendo. Lo cual tiene una importante implicancia…

–¿Cuál es?

–Que la migración internacional tiene un componente permanente. De algún país una porción de la población puede migrar por razones circunstanciales, como puede ser la llegada de un dictador al poder; pero esto en buena medida es reversible. En cambio, la inmigración a países como Estado Unidos, Gran Bretaña, España, Canadá, etc., no tiene nada de circunstancial.

–Lo cual plantea la cuestión de los canales a través de los cuales dicha migración se realiza respetando elementales consideraciones humanas.

–Ahora hablamos. En los países que absorben mano de obra extranjera, la cuestión de la inmigración plantea conflictos internos. Porque los empleadores la ven con cariño, al conseguir mano de obra a la que le pagan menos, y le exigen más; mientras que aquellos habitantes del país receptor, que compiten con los inmigrantes, la ven con preocupación, generando todo tipo de reacciones.

–En esta conversación lo estamos dejando a Malthus como un idiota o, mejor dicho, como un miope.

–Buen punto. La historia muestra que, afortunadamente, todos los pronósticos pesimistas, referidos al largo plazo, fallaron. Porque, una vez que aparecieron las señales que mostraban el problema, la humanidad terminó encontrándole la vuelta. Pero esto no le quita mérito a quien alertó, planteando lo que ocurriría si no se entendía el problema y se actuaba en consecuencia. Esta cuestión tiene una fuerte actualidad, referida al tema de cambio climático.

–Don Joseph, muchas gracias.