Ni Star Trek ni sus 90 años prepararon a William Shatner para lo que sintió al viajar al espacio
William Shatner lleva dos tercios de su vida ligado a la misión sideral de ir "ir con valentía a donde ningún hombre ha ido antes" como el capitán Kirk de Star Trek. Sin embargo, lo que durante décadas fue ciencia ficción a través del legado que dejaron tres temporadas televisivas, siete películas y más de una veintena de libros, se hizo realidad cuando viajó al espacio a bordo de una de las naves privadas de Jeff Bezos. En ese momento tenía nada menos que 90 años, abriendo un nuevo capítulo en la historia de la conquista espacial como la persona de mayor edad en haber llegado a las estrellas.
Sin embargo, ni su experiencia de vida ni las décadas que pasó ligado a los viajes espaciales en el Enterprise lo prepararon para lo que vivió cuando llegó al espacio.
William Shatner es una figura que muchas generaciones asociamos con la idea de los viajes al espacio en el terreno de la ficción. Nacido el 22 de marzo de 1931, este canadiense pasó varios años probando suerte en la industria convertido en el eterno secundario hasta que Star Trek llegó a su vida. Para cuando interpretó al líder aventurero del Enterprise en la ficción televisiva tenía 34 años. Apareció en la serie original emitida entre 1966 y 1969 que, ante la falta de repercusión, fue cancelada. Su papel lo había encasillado tanto que pasó una época muy difícil a través de los años 70s. Perdió su casa y la ruina económica lo llevó a vivir en una caravana durante un tiempo, aceptando cualquier trabajo que le ofrecían para poder sacar adelante a su familia. Y así, entre películas de terror de serie B y apariciones televisivas, surgió una oportunidad inesperada. Y es que las reposiciones de Star Trek tenían tanto éxito que los fans empezaron a convocar a los actores a sus propias convenciones, despertando el interés de Paramount por transformar una idea que circulaba para resucitar la serie en una película. Además, el éxito que George Lucas había cosechado con Star Wars sirvió como empujón definitivo, dando como resultado una saga completa de películas entre 1979 y 1994.
Con todo este legado viajando por las estrellas de la ficción, el actor, escritor y músico formó parte de un viaje a bordo del Blue Origin el 13 de octubre de 2021, siendo invitado por su fundador, dueño de Amazon y fan acérrimo de Star Trek, Jeff Bezos. El viaje, que disparó a la tripulación de cuatro personas a 106 kilómetros por encima de la superficie del planeta Tierra, apenas duró diez minutos, pero fueron suficientes para que William Shatner viviera la experiencia más desoladora de su existencia. Y así lo cuenta en su nuevo libro (el número once de no-ficción de su bibliografía), Boldly go: Reflections on a Life of Awe and Wonder, a través de un extracto publicado en exclusiva por Variety.
Shatner cuenta que se preparó a conciencia. A pesar de su avanzada edad se sometió al mismo entrenamiento que sus compañeros, participando en simulaciones y entrenamientos físicos para poder soportar el impacto del despegue, la falta de gravedad y el regreso. El día del viaje le entró el pánico, sin poder quitarse las imágenes que todos conocemos del incendio y caída del dirigible alemán, el Hindenburg, que terminó destruido cuando aterrizaba en 1937. Pero lo superó. Su asiento estaba reservado. No había marcha atrás. "El show debía continuar" explica.
A pesar de los nervios y una anomalía en el cohete que solucionaron enseguida, el viaje salió como estaba previsto. Y una vez flotando en el espacio, mientras sus compañeros daban volteretas en el aire, él se dirigió a la ventana. Primero vio "el agujero" que la nave "había perforado en la delgada capa de oxígeno teñida de azul que rodea a la Tierra" que, de repente, desapareció. Se giró y observó en la otra dirección al infinito del universo, algo que siempre le había fascinado. Que interpretara Star Trek durante tantos años también estuvo ligado a su interés por las teorías, preguntas y exploraciones, las estrellas, los agujeros negros y satélites. "Todo eso me emocionó durante años" cuenta en el extracto, pero cuando miró en la dirección opuesta, hacia el espacio, se dio cuenta de que "no había ningún misterio, ningún asombro majestuoso que contemplar... Todo lo que vi fue la muerte".
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El actor, que cumplió las 91 primaveras el pasado mes de marzo, pensaba que ir al espacio sería "la catarsis definitiva de esa conexión que estuve buscando entre todas las cosas vivas, que estar ahí arriba sería el próximo hermoso capítulo para comprender la armonía del universo". Pero vivió todo lo contrario. Citando la película Contact (1997) de Jodie Foster como el ejemplo que esperaba repetir -cuando el personaje se quedaba estupefacto al ver el universo desde su nave- añade que, en su caso, "descubrió que la belleza no está ahí, sino aquí abajo, con todos nosotros. Dejarlo atrás hizo que mi conexión con nuestro pequeño planeta sea más profunda".
"Vi un vacío frío, oscuro, negro. Era diferente a cualquier negrura que puedas ver o sentir en la Tierra. Era profundo, envolvente, que lo abarcaba todo. Me volví hacia la luz del hogar. Pude ver la curvatura de la Tierra, el beige del desierto, el blanco de las nubes y el azul del cielo. Era vida. Nutriendo, sustentando, vida. Madre Tierra. Gaia. Y yo la estaba dejando".
Lo que sintió fue "el más fuerte sentimiento de luto [...] una tristeza abrumadora".
"Todos los días, nos enfrentamos al conocimiento de una mayor destrucción de la Tierra en nuestras manos: la extinción de especies animales, de flora y fauna. . . cosas que tardaron cinco mil millones de años en evolucionar, y de repente nunca las volveremos a ver debido a la interferencia de la humanidad. Me llenó de pavor. Se suponía que mi viaje al espacio sería una celebración; en cambio, se sintió como un funeral".
Más tarde descubriría que el sentimiento que vivió es habitual entre astronautas (se llama el 'Overview effect'), pero a él le despertó aún más la conciencia en torno a la igualdad del ser humano y nuestra responsabilidad. De esta manera, después de viajar en el Enterprise de la ficción durante décadas, codirigiendo algunas de las películas, participando en los decorados y escribiendo historias siderales, nada lo había preparado para la verdad que se vive una vez cruzada la superficie del planeta.
Ni sus viajes en la ficción ni las historias contadas a través de su legado en la pantalla tuvieron similitud alguna con la realidad. En su caso fue una experiencia desoladora que le despertó un sentido de asombro y amor por nuestra Tierra, pero, también, de reconocimiento por la igualdad colectiva del ser humano. Al final, una vez pasada la tristeza sintió esperanza de que si somos conscientes de nuestra insignificancia ante la grandeza que nos rodea, tendremos la oportunidad de centrarnos de nuevo en el planeta.