Tamara Falcó da la sorpresa: ¡es la más trabajadora de la familia!

La vida te da sorpresas y algunas veces son muy positivas. Cuando conocimos siendo una niña coqueta y pizpireta a Tamara Falcó, pocos apostaban por ella como una working girl. Hija de la reina de corazones, Isabel Preysler, y del marqués de Griñón, Carlos Falcó, Tamara siempre fue ‘carne de photocall’ y no eran muchos los que veían en ella a una joven con ganas de trabajar, ya que tampoco lo necesita para vivir. Pero, oh sorpresa, resulta que Tamara es la más trabajadora de toda su familia, y tenemos las pruebas que lo demuestran.

LANZAROTE, SPAIN - FEBRUARY 21: Tamara Falco poses at 'Secrets Lanzarote's' inauguration on February 21, 2020 in Lanzarote, Spain. (Photo by Europa Press Entertainment/Europa Press via Getty Images)
Tamara Falcó en la inauguración de un hotel en Lanzarote en febrero de 2020. (Photo by Europa Press Entertainment/Europa Press via Getty Images)

Desde que era prácticamente un bebé, la cuarta hija de Isabel Preysler ha sido portada de las revistas del corazón. El divorcio de sus padres, cuando apenas tenía cuatro añitos, hizo que Tamara se quedara a vivir con su madre, pero siempre sintió adoración por su padre y disfrutaba de los fines de semana junto a él en la casona familiar en Malpica del Tajo, donde los lujos y caprichos nunca fueron habituales, como sí lo eran en casa de Isabel. Su presencia en los medios se hacía habitual tras cumplir la mayoría de edad y, aunque sus padres decidieron mandarla a Estados Unidos para estudiar Communications en el Forest Lake College de Chicago y todo indicaba que podría establecerse allí para trabajar en alguna gran empresa como ella misma contó entonces en alguna entrevista, lo cierto es que Tamara, de espíritu inquieto, decidió volver a España para seguir viviendo en casa de mamá Isabel en la exclusiva urbanización Puerta de Hierro. Una vez en Madrid siguió sus estudios en el Istituto Marangoni y en la Universidad de Navarra.

Comenzó a moverse en el mundo de la empresa ayudando a su padre con labores de relaciones públicas y organización de eventos par rentabilizar sus bodegas. Se encargó de promocionar el negocio familiar y de darle un nuevo aire más moderno para bodas y congresos. Su propio padre hablaba maravillas de ella y reconocía que su carácter algo alocado y divertido la hacía única e inigualable. Porque la comunicación, sin duda, siempre ha sido el fuerte de Tamara. Con su simpatía y su gracia innata, su amabilidad y su eterna sonrisa ingenua, la joven conquistó desde el primer día a la prensa. Ella misma se definió como una pija de manual ante los periodistas dejando a todos con la boca abierta por su naturalidad.

Tamara se quiso independizar y salir del nido familiar y se marchó a vivir a un pisazo en el barrio de Salamanca que ella misma decoró con todo lujo de detalles. Por supuesto, allí tenía a una persona de la confianza de su madre para ayudarla con las tareas domésticas, algo que ella nunca había hecho en casa de su madre. Y siempre, siempre, ha trabajado. Ya sea como imagen de marcas y posando de photocall en photocall atendiendo a cada periodista con la misma sonrisa y siempre dando buenos titulares, sin prohibir ni vetar a nadie, contestando a todas las preguntas hasta las más comprometidas, y negociando sus cachés con inteligencia y buen ojo para los negocios, pese a que algunos la tildaran sin conocerla de lo que ha demostrado no ser.

Además, ha colaborado con firmas de moda como Pronovias, Barbour o Pandora y hasta llegó a protagonizar su propio reality en Cosmopolitan TV, We love Tamara, en 2013, en el que contaba su día a día al más puro estilo Alaska y Mario... aunque con mucho menos éxito que el programa emitido en MTV. Su sentido del humor siempre está presente, incluso en momentos que han generado cierta polémica como cuando estrelló su coche contra un Starbucks en la Glorieta de Quevedo, en Madrid, o como cuando reveló que era muy religiosa, que rezaba a través de apps cristianas, que llevaba agua bendita en el bolso y que hasta se había planteado en alguna ocasión meterse a monja. “El Papa es la pera”, dijo en una entrevista con absoluta natualidad. Y es que Tamara Falcó enamora al que tiene enfrente.

Tamara Falco, the winner of TV's MasterChef Celebrity 2019, poses for a photo session at Hotel Eurobuilding on November 28, 2019 in Madrid, Spain.  (Photo by Oscar Gonzalez/NurPhoto via Getty Images)
Tamara Falcó, ganadora de MasterChef Celebrity 2019. (Photo by Oscar Gonzalez/NurPhoto via Getty Images)

Pero en el currículum de Tamara hay más éxitos televisivos en lo que la hija de la Preysler ha conquistado al público más exigente. Su fichaje por MasterChef Celebrity el año pasado fue todo un bombazo. Nadie daba un duro por ella, ya que por todos es conocido que en su casa siempre han tenido cocinera y que ella no sabía ni freír un huevo. La mayoría esperábamos que la divertida Tamara llegara a las cocinas del concurso de TVE, hiciera el ridículo y la mandaran de vuelta a casa en el primer programa. Pero, de nuevo Tamara volvía a sorprendernos a todos para bien. Se lo curró, y mucho. Se preparó durante varios meses antes de comenzar la grabación y aprendió en las cocinas de los chefs Paco Roncero (con dos estrellas Michelin en su haber) y José Gallent. Con ellos se formó en técnicas modernas, en repostería y en aprender a cocinar desde lo más básico a lo más complicado para estar a la altura de lo que el programa requería. Porque Tamara no tiene un pelo de tonta y es rápida, estudiosa y disciplinada, como la definieron entonces sus ‘maestros’.

Y dio la campanada ante los exigentes jueces de MasterChef Celebrity que la hicieron capitana en varias ocasiones para las pruebas grupales y que alabaron, además de su forma de cocinar y de aprender, su buen humor y su carácter siempre optimista a la hora de afrontar cada reto que le proponían semanalmente. Y Tamara se hizo con el primer puesto y de una forma más que merecida, porque la joven preparó platos espectaculares, ayudó a sus compañeros y nunca tuvo ni un mal gesto ni una mala palabra cuando las cosas no le salieron como esperaba. ¡Si hasta consiguió que la fueran a ver cocinar al plató su madre y el premio Nobel Mario Vargas Llosa!

Desde su salida del concurso de cocina, Tamarita, como la llama su madre, no se ha quedado en casa sin hacer nada. Además de estar preparando su nueva colección de ropa para su marca TFP y de asistir como imagen a varios eventos en Madrid y en Canarias, la nueva marquesa de Griñón (título que ha heredado tras el fallecimiento de su padre por coronavirus el pasado mes de marzo) colaboraba en el programa A partir de hoy, presentado Máxim Huerta, en las mañanas de La 1. Ahí Tamara daba consejos de moda, estilo y belleza, además de truquitos para ser la más glamurosa de la mañana a la noche. Y lo hacía con gracia, como es ella, dando una lección a todos los que aún siguen viendo en ella a una niña de papá.

Ahora la joven arranca una nueva aventura televisiva y se encuentra grabando Cocina al punto, un nuevo espacio junto al chef Javier Peña para la cadena pública en el que recorrerán España mostrando a los espectadores la calidad y variedad del producto gastronómico nacional, sus lugares de producción, los agricultores y profesionales encargados de su producción y, por supuesto, las recetas más adecuadas para esos productos y la temporada de verano. Será una cocina fresca, de gran variedad nutricional y accesible para todos los bolsillos, y seguro que Tamara vuelve a conquistarnos con su buena energía y su espíritu positivo.

Sus hermanos prefieren la buena vida

Con todos estos datos, está clarísimo que Tamara Falcó es la más trabajadora de la familia. Y sino sólo hay que ver el currículum de sus hermanos. Sin hablar de Enrique Iglesias, que está a otro nivel y es una super estrella del mundo de música, el resto de vástagos de Isabel Preysler nunca han deslumbrado por sus trabajos. La que más maneras apuntaba de adolescente era Ana Boyer. Todos aseguraban que era un cerebrito para los números igual que su padre, el que fuera ministro de Economía Miguel Boyer, y que su vida iba a estar encaminada al sector de la alta empresa.

Su sueño era trabajar en ACS, la constructora de Florentino Pérez. Estudió Derecho y Administración de Empresas, pero Ana descubrió rápido que se podía vivir mejor haciendo algún evento ocasional que sentada en un despacho durante 12 horas al día en el despacho Uría & Menéndez en el que trabajó como becaria en el verano de 2012. Ana vive ahora entre España y Dubai y sigue a su marido el tenista Fernando Verdasco en todos sus viajes laborales. Disfruta de la vida, toma el sol en la playa, va al gimnasio, ve crecer a su bebé y de su sueño de trabajar en una consultora a nivel internacional ya no queda nada de nada.

Algo similar sucede con Chábeli, la hija de Isabel Preysler y Julio Iglesias. La que fuera uno de los personajes más buscados por las revistas del corazón en los años 90, ha desaparecido del panorama de la prensa rosa. Chábeli trabajó una época como presentadora en un canal de televisión en Miami, pero luego decidió ser ama de casa y dedicar su tiempo a sus dos hijos y a su marido, con el que vive en una maravillosa finca en Estados Unidos alejada del mundanal ruido y de las exclusivas a las que nos tenía acostumbrados (aunque con una pensión mensual que le pasa su padre aún hoy y que le ayuda a vivir como una reina).

Tampoco Julio José ha tenido mucho éxito en el mundo laboral. Ha participado en un par de concursos de talento con famosos, como ¡Mira quién baila! o Tu cara me suena, aunque su sueño siempre fue ser cantante. Pero la sombra de su padre Julio y de su hermano Enrique ha sido muy alargada y apenas le hemos visto sobre un escenario. Él ha intentado abrirse paso en el mundo de la música pero no ha conseguido triunfar pese a que dicen que canta mejor que su hermano. Ahora vive la buena vida en Miami con su mujer, la modelo Charisse, y de vez en cuando pasa temporadas en España, en casa de su madre, acude a algún programa para hablar de su vida y poco más.

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