Del tango al rock, diez canciones inspiradas en Buenos Aires

Buenos Aires ha inspirado una impresionante cantidad de canciones. Desde la década del 20, cuando Carlos Gardel grabó el tango escrito por Manuel Romero titulado directamente con su nombre hasta hoy, son muchos los artistas argentinos y extranjeros que le rindieron tributo a una ciudad bella, cambiante, cosmopolita y siempre llena de historias que merecen ser contadas. De hecho, existe una entrada en Wikipedia que las ordena por década. Cualquier selección es arbitraria, pero en este caso es aún más difícil llevarla a cabo sin ser injusto con alguien. Acá van apenas diez, elegidas con el criterio de la calidad en un espectro reducido pero muy rico (básicamente, el tango y el rock). Vale la pena escucharlas.

"Mi Buenos Aires querido" (Carlos Gardel, 1934)

Infaltable en cualquier lista de canciones dedicadas a la capital argentina, este tango de Gardel y Lepera respira nostalgia y melancolía. Gardel lo interpreta en la película Cuesta abajo (1934). Ya instalado como figura internacional, el Zorzal Criollo empieza a inclinarse por un repertorio que, sin perder color local, sea familiar para todo el mercado hispano-parlante, por eso casi no hay huellas del lunfardo. Los primeros compases -que se repiten al final: "Mi Buenos Aires querido/ cuando yo te vuelva a ver/ no habrá más pena ni olvido"- fueron sugeridos por Terig Tucci, director de orquesta argentino que trabajó con Gardel en la grabación de este tema en Nueva York.

Pedro y Pablo

"Yo vivo en esta ciudad" (Pedro y Pablo, 1970)

Después de curtirse en unas cuantas zapadas en playas de Uruguay y decenas de shows en fiestas privadas donde hacían covers de The Beatles, Miguel Cantilo y Jorge Durietz deciden forjar su propio camino. Eligen un nombre que remite tanto a La Biblia como a la famosa serie de dibujos animados Los Picapiedras y arman un repertorio folk y politizado, en sintonía con lo que empezaba a ser norma en la época del hippismo. Esta canción funciona como fotografía de la Buenos Aires de los primeros 70, marcada por el ambiente autoritario de un rígido régimen militar, oficinistas engominados y chicas en minifalda.

"Primavera porteña" (Astor Piazzolla, 1970)

Son muchos y muy diversos los sonidos que representan a Buenos Aires, pero el de Piazzolla sin dudas es uno de ellos. Este tema instrumental forma parte de las Cuatro estaciones porteñas y fue presentado en sociedad y grabado en un concierto llevado a cabo en el Teatro Regina, el 19 de mayo de 1970. En la segunda mitad, la intensidad del quinteto es asombrosa, de tal magnitud como para llamar la atención de varios músicos de rock argentinos. Por si queda alguna duda del poderío de la formación, el propio Astor, fiel a su simpática megalomanía, escribe en la contratapa del disco: "'Me puedo morir tranquilo'. Esta frase la dije al oír mi Quinteto en esta grabación en vivo".

"No bombardeen Buenos Aires" (Charly García, 1982)

Charly García transforma sus paranoias personales de la época de la guerra de Malvinas en una canción urgente y cargada de ironía en la que pide especial cuidado por Barrio Norte, su lugar de residencia. Más que una descripción certera de la ciudad, lo que patentó es una alucinante instantánea del estado de ánimo de muchos de los que la habitaban en aquel momento de incertidumbre y esquizofrenia social. La famosa capacidad de "antena" de García para reconocer un estado de cosas, procesarlo con su propia lógica y devolverlo hecho música, en suma.

"Resumen porteño" (Spinetta Jade, 1983)

Todo Bajo Belgrano, el disco que Luis Alberto Spinetta publicó con Jade a semanas del regreso de la democracia, está atravesado por imágenes e historias -algunas muy dramáticas y tristemente repetidas durante un pasado reciente tenebroso- de Buenos Aires. Frente a los reclamos por su poética intrincada, el Flaco se propuso probar que también podía elaborar con talento una narrativa de la vida cotidiana. Pero no para llenarla de lugares comunes. Incluso el horror asoma sorpresivamente: el protagonista del tema va a pescar al río para olvidarse de las penas de un mundo cruel y se encuentra con las huellas de un sistema macabro.

"Los locos de Buenos Aires" (Alejandro del Prado, 1985)

Artista inclasificable y obstinado en su autoexilio, Alejandro del Prado, cuya singular personalidad está muy bien reflejada en el documental que le dedicó hace poco el periodista Mariano del Mazo, captura en esta delicada canción el espíritu bohemio de una ciudad que ha sobrevivido a montones de crisis a fuerza de resistencia y creatividad, un cálido homenaje que se repetiría en su repertorio -"Yo conozco un Buenos Aires", "Fotos de una ciudad"- y en sus recitales, en los que solía cantar la milonga "A Buenos Aires", de Edmundo Rivero.

"En la ciudad de la furia" (Soda Stereo, 1988)

Los sueños de la primavera alfonsinista fueron breves: apenas cinco años después del regreso de la democracia, la hiperinflación agobiaba a los argentinos y le ponía los pelos de punta a una ciudad que empezaba a levantar presión. Cerati recurrió a una imaginería fantástica originada en su niñez y a un clima sonoro decididamente dark que encajaba perfecto en la época (The Cure estaba por lanzar Disintegration) para delinear un paisaje desolador que generaba un malestar compartido: "Me verás volar / Por la ciudad de la furia / Donde nadie sabe de mí / Y yo soy parte de todos".

"Arde Buenos Aires" (Los Fabulosos Cadillacs, 1992)

Los Fabulosos Cadillacs

A un año de la muerte de Walter Bulacio -detenido y golpeado brutalmente por varios agentes policiales durante una razzia llevada a cabo en un show de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, en el estadio Obras-, Los Fabulosos Cadillacs reavivan su perfil político con esta canción intensa que pinta una ciudad en llamas en los albores de la fiesta menemista y es parte de un arsenal discursivo que incluye reflexiones sobre la represión ilegal durante la última dictadura (la versión de "Desapariciones", tema de Rubén Blades) y un homenaje al Che Guevara ("Gallo rojo"). Munición gruesa al estilo Mano Negra para un disco (El león) que consolidó a la banda como referente clave de la ola "alterlatina".

"Nubes toman formas tontas" (Pez, 1996)

Con Palo Pandolfo como invitado, Ariel Minimal crea una de las postales porteñas más bellas de la canción popular argentina: una imagen poética retratada en sepia, cantada con energía punk ("El sol se pone por Asamblea atrás del parque", aúlla Minimal con una potencia que también remite a Janis Joplin) y malograda de inmediato por la desgracia del hiperdesarrollo urbano. Para reforzar todavía más la identidad del tema, Pez convoca espiritualmente a Piazzolla e Invisible, dos fantasmas que sobrevuelan un ambiente cargado de maquinaciones existenciales ("Con ésta música debería bastar / para quedar, quedarme acá / mientras espero un buen final").

"No tan Buenos Aires" (Andrés Calamaro, 1999)

Reproches, lamentos, nostalgia, celebraciones... En esta canción-río hay de todo. Poseído por el espíritu de Bob Dylan, un Calamaro muy picante asegura que Buenos Aires es su "cloaca preferida". Durante un ataque de incontinencia creativa (muy pronto publicaría también el disco quíntuple El salmón), Andrés se despacha con siete minutos y medio de homenaje crudo a la ciudad que lo vio nacer y en la que pasa buena parte del año (cuando no está en Madrid, su otra base de operaciones). Uno de los momentos más intensos de Honestidad brutal, un disco policromático (blues, reggae, funk, ska, tango, dub, rancheras, bossa nova, soul, pop) y grabado en carne viva.