Cómo Taylor Swift dominó el modelo de cantautora
“Los que odian van a odiar...”, pero la influencia de Taylor Swift en el pop es innegable. Desde su asombroso catálogo hasta la reivindicación pública de sus grabaciones maestras, la artista estadounidense ganadora de un Grammy ha alcanzado, a sus 32 años, un nivel de éxito extraordinario. Sus canciones han sido comparadas con las de artistas tan dispares como Beyoncé, Joni Mitchell o Bob Dylan. Y ahora que se prepara para lanzar su décimo álbum de estudio, Midnights, parece que aún no ha alcanzado la cima de su destreza como compositora.
¿Cómo lo consigue? Desde el principio de su carrera, ha demostrado su capacidad para equilibrar lo universal con lo hiperespecífico. Ya sea en la balada semibiográfica ‘The last great american dynasty’ (en la que aborda su inusual vínculo con la difunta heredera, compositora y poeta Rebekah Harkness) o en las referencias apenas veladas a una legendaria llamada de ruptura de su exnovio Joe Jonas en ‘Forever & Always’, Swift tiene un talento asombroso para reflejar la angustia emocional del mundo a través de su propia lente.
A medida que ha ido evolucionando como artista, Swift ha revisado sus temas favoritos de amor y desamor con un nuevo sentido de los matices. Los primeros álbumes, Fearless y Speak Now, cristalizaban una inocencia adolescente que no podíamos dejar de apoyar. Luego, a medida que Swift fue madurando con sus discos (Red, 1989, Reputation), se mostró más segura a la hora de afirmar tanto su sonido como su narrativa. No tuvo miedo de molestar al statu quo y a los críticos, y jugó con el papel de villana, sobre todo en su sexto álbum de estudio, Reputation, en el que se mostró tranquila y segura de sí misma.
Su último trío de discos, Lover, Folklore y Evermore, volvió a reimaginar las expectativas. Al evocar paisajes sonoros lejanos e insulares, sus experimentaciones de alt-pop arrancaron líneas de los grandes de la literatura (Charlotte Brontë en ‘Invisible String’ y Emily Dickinson en ‘Ivy’) que se entretejieron con sutiles guiños a su vida personal.
A lo largo de todo el proceso, Swift es consciente del nivel de debate casi conspirativo que sus relaciones han inspirado en Internet. El 21 de noviembre de 2021, provocó un frenesí especial entre sus devotos seguidores (conocidos como Swifties). Unas semanas antes, había anunciado el lanzamiento de su single regrabado ‘All Too Well’ de Red (Taylor’s Version). La versión original del tema, que aparecía en el álbum Red de 2012 de Swift, ya había alcanzado un estatus casi mítico entre los fans y estaba considerada por muchos como una de sus mejores obras. Pero cuando salió a la luz la nueva versión, de 10 minutos de duración, los fans descubrieron que Swift había añadido una nueva letra y un nuevo significado a algo que la mayoría creía conocer bien: su publicitada relación con el actor de Hollywood Jake Gyllenhaal.
Pero la construcción del mundo no terminó ahí: Swift también lanzó un cortometraje para acompañar la canción, protagonizado por el actor de Stranger Things Sadie Sink y Dylan O’Brien, de la fama de Teen Wolf. “Cuando escribía una canción, empezaba a pensar de inmediato en cómo quería presentarla en el escenario”, explicó en el Festival Internacional de Cine de Toronto. “Si hiciera un vídeo musical para esto, ¿cómo sería?”. El evidente placer de Swift por contar estas historias con el mayor detalle posible subraya su dedicación como compositora.
Ya se dedicaba a perfeccionar su estilo de escritura característico mucho antes de que explotara su perfil de celebridad. Su gran éxito fue el single de debut ‘Tim McGraw’, una historia de amor veraniego con tintes country, salpicada por el toque country de los primeros años de Swift. Este tema, extraído de su álbum de debut de 2006, supuso la primera entrada de Swift en el listado Billboard Hot 100 y puso de manifiesto su incipiente talento como compositora. Desde entonces, muchos de sus grandes éxitos han ilustrado su destreza para captar extensos romances e interacciones fugaces y cargadas, entre ellos ‘Love Story’ y ‘Fearless’, ambos de su álbum Fearless de 2008, y ‘Cardigan’, que vio resurgir el apego literario de Swift a las metáforas de la ropa en el single principal de su sorprendente álbum Folklore de 2020.
“Swift tiene una capacidad para escribir canciones y letras que son muy inmediatas, que aprovechan las emociones y experiencias universales, y que también juegan con su propia imagen pública, de una manera que crea este ciclo autoperpetuado de interés y análisis de su música”, me dice el musicólogo y presentador de Switched On Pop, Nate Sloan, a través de Zoom.
Por ejemplo, la canción de regreso maximalista de Swift, ‘Look What You Made Me Do’, en la que respondió a los críticos, los medios de comunicación y las celebridades rivales que habían celebrado su “caída” pública en 2016. Pasó del romance de Romeo y Julieta a una épica venganza al estilo de Game of Thrones, cantando: “But I got smarter, I got harder in the nick of time/ Honey, I rose up from the dead, I do it all the time/ I got a list of names, and yours is in red, underlined” (Pero me volví más inteligente, me volví más dura en el momento justo/ Cariño, me levanté de entre los muertos, lo hago todo el tiempo/ Tengo una lista de nombres, y el tuyo está en rojo, subrayado). Para muchos, ‘Look What You Made Me Do’ era un caso en el que Swift reconfiguraba la narrativa de sí misma como estrella del pop atribulada. Sin embargo, por muy específicas que sean esas letras, ¿quién puede decir que no ha deseado vengarse alguna vez?
Para los fans, el éxito de las canciones de Swift tiene mucho que ver con la forma en que hace que sus oyentes se sientan comprendidos, en especial su público femenino joven. “[Taylor Swift] ha marcado mis años de adolescencia y de universidad... Siempre le estaré agradecida por su música y el poder de sus letras”, afirma la periodista y fan Shahed Ezaydi. “Sus letras están escritas como si ella se dirigiera directamente a sus fans, y no creo que muchos artistas tengan la capacidad de hacer eso tan bien como Taylor”.
Una de las formas en que Swift lo consigue es dejando “huevos de pascua”, en los que imágenes o frases familiares aparecen en diferentes canciones y en los vídeos musicales que las acompañan. Para Kitty Robson, oyente desde hace tiempo, esto contribuye a la forma en que Swift “transporta” al público a su universo: “Ofrece intimidad, pero también una forma de sentirse muy cerca de ella y de los sentimientos que describe”.
Como dice Sloan, Swift tiende a abrirse a esas emociones universales antes de centrarse en sus propios sentimientos. “La perspectiva comienza abierta y se reduce a esta experiencia más específica y particular”, explica. “Es muy satisfactorio porque consigues que toda esta perspectiva global se traslade a una local”. La sensibilidad literaria de Swift es un talento que Renforshort, artista canadiense de 20 años, ha observado y en el que se ha inspirado. “La escritura de Taylor Swift es sin duda excepcional. Siempre la diferenciará de otros artistas”, me dice. “Su capacidad para ser tan abierta y a la vez tan amplia [significa que el oyente puede] interpretar, pero seguir entendiendo lo que Taylor pretendía. Me inspiro mucho en eso”.
La manera en que Swift encapsula la experiencia compartida de la mayoría de edad de las mujeres atrae a los fans y a los artistas por igual. Como dice la cantautora noruega Girl in Red (cuyo nombre real es Marie Ulven): “¡He tenido canciones de Taylor Swift [como banda sonora] toda mi vida! Empecé a tocar mis versiones de sus canciones. Me inspira todo el tiempo porque sigue produciendo gran arte a pesar de haber pasado por tanta mier** por ser una artista femenina. Se nota que Taylor Swift se preocupa tanto por la música que hace y le encanta hacerlo, que nada puede detenerla”.
Es inevitable que, como una de las artistas femeninas más exitosas del mundo, Swift sea objeto de críticas misóginas, incluyendo quejas de que solo escribe sobre sus propias relaciones, y afirmaciones tan inexactas de que no escribe sus propias canciones. “Hay un conjunto diferente de normas que artistas femeninas como Taylor Swift tienen que navegar en la industria de la música”, menciona Sloan, citando el libro de 2013 de Kristin Lieb Gender, Branding, and the Modern Music Industry. “[Lieb] sostiene que las mujeres se enfrentan a una mayor presión de la industria musical para reinventar sus identidades, sus marcas y su perfil musical que sus homólogos masculinos”.
Señala que una canción como ‘No Body, No Crime’, del álbum Evermore de Swift de 2020, sigue a una mujer involucrada en un misterio de asesinato, “pero nadie va y piensa en eso como una confesión real. Es claramente una narración. Sin embargo, cuando Taylor Swift escribe una canción de amor, no la reciben con el mismo tipo de circunspección; de inmediato, la desmenuzan y analizan en busca de pruebas”. Mientras que otros gigantes del pop, como Justin Bieber y Ed Sheeran, pasan casi desapercibidos cuando se trata de sus canciones románticas, a Swift la ponen en la hoguera una y otra vez.
“Nadie dice eso de Ed Sheeran. Nadie lo dice de Bruno Mars. Todos escriben sobre sus ex, sus novias actuales, su vida amorosa, y nadie levanta una señal de alarma ahí”, señaló en Good Morning America en 2014. Sin embargo, años después, la cantante tuvo que defenderse del líder de Blur, Damon Albarn, quien aseguró que Swift “no escribe sus propias canciones”. Swift se apresuró a corregirle. “Escribo todas mis canciones. Tu opinión es completamente falsa y TAN dañina”, escribió en Twitter. “No te tienen que gustar mis canciones, pero es bastante jod*** intentar desacreditar mis escritos”.
La capacidad de Swift para sortear de manera pública las críticas sin dejar de lado su faceta artística ha servido como una prueba de fuego cultural única: ¿podemos empezar a respetar el arte creado por mujeres famosas, en particular cuando explora historias de amor y feminidad? Cuando publicó su colosal disco de synthpop 1989, producido por su amigo Jack Antonoff, su característica forma de componer y su estilo diarístico se habían arraigado en la esfera del pop, hasta el punto de que infinidad de artistas -desde Olivia Rodrigo hasta Phoebe Bridgers- se han alineado con orgullo con la escuela swiftiana de composición.
El año pasado, la cantautora estadounidense Gracie Abrams declaró a la revista Teen Vogue que el estilo sentimental de la artista le había servido de inspiración para su propio lirismo. “Para mí, ella es uno de los modelos de vulnerabilidad de una mujer joven”, señaló. “La respeto muchísimo en todo lo que hace. Siempre me he sentido inspirada en cada etapa de mi vida como fan suya”.
Dada su particular forma de componer canciones, no es de extrañar que Swift haya sido capaz de trascender la típica carrera de un artista pop. Su destreza como escritora, como reveló durante su discurso de aceptación tras ganar el Premio al Compositor-Artista de la Década de la NSAI, se reduce a tres géneros antes “secretos”. Al etiquetarlas como “letras de pluma”, “letras de pluma estilográfica” y “letras de pluma de gel con brillantina”, demostró una lúdica conciencia de sí misma que corre paralela a su aguda sensibilidad literaria.
En un guiño a esta complejidad y habilidad, la obra de Swift ha sido adoptada por el mundo académico. A principios de este año, el Instituto Clive Davis de la Universidad de Nueva York presentó su primer curso sobre Taylor Swift. La Universidad de Texas ofrece su propio curso de escritura de canciones, en el que los alumnos pueden estudiar a Swift junto con William Shakespeare y los clásicos de la literatura estadounidense.
“Utilizamos las canciones de Swift para ver algunos tropos y paradigmas literarios básicos en acción (el trabajo de la metáfora, el símil, el discurso indirecto libre)”, me dice la profesora Elizabeth Scala, que considera a Swift como un puente relevante entre la ficción contemporánea y la histórica. “Cuenta grandes historias, utiliza imágenes vívidas y tiene unos giros de frase y dicción encantadores. Su creatividad me parece contagiosa”. A los académicos nos suelen gustar los libros, el cine y la música que nos hacen pensar. Taylor Swift me hace pensar, y una vez que se encendió esa bombilla, nació el curso”.
Swift tiene ahora más de 15 años de experiencia para volcar en sus últimos proyectos. A falta de unos días para Midnights, solo nos ha ofrecido pinceladas de los temas que recorrerán su histórico décimo álbum. Sin embargo, parece inevitable que veremos mucha de la misma magia que ha conjurado en sus trabajos anteriores. Como dijo en su discurso en el NSAI: “Una buena canción te transporta a tus sentimientos más verdaderos y traduce esos sentimientos para ti. Una buena canción se queda contigo incluso cuando las personas o los sentimientos no lo hacen”.
‘Midnights’ sale a la venta el 21 de octubre