Los efectos del teletrabajo en la piel del rostro
Esta nueva metodología de trabajo ha llegado para quedarse y es la opción elegida por muchos españoles para no sobreexponerse al virus. Sin embargo, el teletrabajo conlleva varios efectos sobre el estado de la piel del rostro y, en casos de estrés, puede acabar generando parálisis facial
El confinamiento y el teletrabajo han modificado nuestras rutinas, introduciendo muchos cambios en nuestros hábitos diarios. A nadie le pasa ya inadvertido el hecho de que en los últimos meses, las nuevas tecnologías (televisión, ordenador, tablet, móvil…) han hecho que sumemos horas de exposición a fuentes de luz azul y el estar hiperconectado ha perjudicado la salud de la piel.
De hecho, los expertos, como José Aguilera, doctor en biología y académico de la AEDV, apuntan que “la clave está en el grado de exposición que necesita esta radiación para generar un daño”. Más allá de las repercusiones que esto ha tenido en nuestro físico y en nuestro estado emocional, hay otro efecto que muchos hemos pasado por alto: el estrés facial.
Notar el rostro más seco, apagado y con rojeces es una de las consecuencias más visibles del estrés laboral que nos causa el teletrabajo. Y es que la falta de costumbre ha contribuido a desdibujar los horarios alargando las jornadas frente al ordenador y bajo el fluorescente. Incluso en los momentos de desconexión, seguimos conectados: videollamadas, películas, series, televisión, clases online, videojuegos… “Estamos expuestos a intensidades de luz azul significativas", dice Aguilera, y una exposición progresiva y continuada genera lo que se denomina "fotoenvejecimiento de la piel".
Es decir, que pasarse el día frente a las pantallas puede acelerar el envejecimiento prematuro y propiciar hiperpigmentación de la piel.
Aguilera señala que "existen evidencias científicas sobre los efectos nocivos de la luz visible en la piel y los ojos" y apunta que se ha comprobado que esta luz genera "daño" en el ADN celular.
Así lo han sugerido diversas investigaciones que ahondan en los efectos biológicos de la luz azul. El estrés oxidativo es uno de ellos. Este produce el aumento de radicales libres, que aceleran el envejecimiento prematuro de la piel provocando pérdida de elasticidad y firmeza, y propiciando la aparición de manchas y arrugas.
“Potencialmente, puede producir daños cutáneos por estrés oxidativo. Esto va a activar a los melanocitos para que incrementen la melanina cutánea, explica el Dr. Aguilera. También se ha visto que afecta al estado hídrico de la piel y a la barrera cutánea porque la exposición a esta radiación altera la síntesis de algunas proteínas. Todo ello puede revertir en un mayor envejecimiento y en una mayor pigmentación”.
Pero la ansiedad, los agobios y preocupaciones y la falta de sueño no sólo pasa factura a la piel del rostro. Al sufrir estrés nuestra piel suelta una hormona responsable de la irritación, llegando incluso a provocar efectos graves como el eczema y la rosácea. También genera una mayor producción de adrenalina y cortisol, que producen desajustes hormonales y debilitan nuestro sistema inmunológico. E incluso pueden causar episodios de parálisis facial debido a la inflamación de los nervios faciales.
Desde Facialderm explican cuáles son los tres hábitos cotidianos relacionados con el teletrabajo más perjudiciales para la piel:
Horas de exposición a la luz artificial: con el teletrabajo se han extendido algunas jornadas laborales lo que también implica estar más horas delante de la pantalla. Además, al estar en casa es muy posible que aprovechemos los momentos de parón para comer para ver la televisión o estar con el móvil. Mientras que con el trabajo presencial seguramente serían momento de compartir con tus compañeros del trabajo o, por ejemplo, reuniones presenciales que ahora también son mediante videollamada. En definitiva, las horas de exposición delante de la pantalla han aumentado considerablemente, lo que repercute directamente sobre el estado de nuestra piel.
Falta de luz natural: el no salir tanto de casa, aunque sea para desplazarnos a la oficina también reduce las horas de exposición a la luz natural o, simplemente, airear nuestra piel. Esta falta de cambio de aires también afecta sobre nuestro rostro.
Efectos emocionales: es evidente que el confinamiento ha traído consecuencias en nuestras emociones al estar alejados de nuestros seres queridos o ante la imposibilidad de hacer vida social con normalidad. Todas estas emociones también afectan al estado de la piel de nuestro rostro e, incluso, pueden aparecer los primeros signos por el estrés facial.
Cómo combatir estos efectos
Por todo esto, además de proteger la piel durante el día de las agresiones externas, tenemos que ‘blindar’ la piel del daño al que le sometemos cuando estamos en casa. Lo más importante, aumentar la hidratación para bloquear la sequedad del ambiente y el efecto dañino de la luz azul. Lo ideal sería utilizar un cosmético con poder antipolución, que ofrezca protección contra los metales pesados presentes en el aire, contaminantes y la luz azul de las pantallas de dispositivos electrónicos. Por ejemplo, el sérum Anti-polución & Luz Azul formulado con activos hidratantes, antioxidantes y detoxificantes.
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