Anuncios

"Cuando todo esto termine": el duelo por nuestra vida pasada… para llegar a la nueva normalidad

En abril hablé con una amiga que vive en Perú y que llevaba encerrada en su casa alrededor de un mes. Cuando le pregunté cómo iba la cuarentena en su ciudad, me respondió, entre la risa y la desesperación: “pues ya sólo faltan dos semanas para que nos digan que en dos semanas faltarán dos semanas para que termine esto”.

(Getty Creative)
(Getty Creative)

No exageraba. La pandemia se siente como subirse a un bote en el mar y navegar sin pausa y de manera forzada hacia el horizonte. Las nubes cambian, la temperatura cambia, los pensamientos cambian, pero no hay forma de saber si estás avanzando, de si algún día volverás a ver la tierra.

No importa si usas o no cubrebocas, si sales o no de tu casa, estás atrapado dentro de esta nueva normalidad que nadie parece entender, aceptar o descifrar.

El horizonte de la pandemia se siente como si Galeano hubiera escrito una distopía: caminas dos pasos, se aleja diez pasos y cada vez tiene menos sentido caminar.

El efecto psicológico que esto tiene sobre nosotros es el de un duelo.

Extrañamos el mundo que fue y que, nos dicen, no regresará (o al menos no pronto) y nos aferramos a cualquier posibilidad que nos permita estar en negación: la perpetua promesa de una fecha próxima del fin de la pandemia, la celebración del cumpleaños o día de la madre o del padre donde nos damos permiso para romper protocolos de seguridad (como si el espíritus festivo nos ofreciera inmunidad ante el virus), la afirmación de que “tenemos que aprender a vivir con esto” que se traduce en descuidos y resignación, en vez de en prácticas que nos permitan reducir el riesgo de transmisión.

La parte más difícil del duelo es que sólo existen dos posibles salidas: el sufrimiento crónico o la aceptación.

Claro, es un proceso y tiene sus matices: podemos reprimir el dolor y llevar un vida relativamente funcional con un estrés fantasma escondido bajo la piel, podemos hacer arte, podemos usar la ira para hacer justicia o para destruir vidas, pero al final del día, lo que se pierde no regresa y en la dificultad de aceptar esa realidad reside parte de la tragedia.

Una particularidad del duelo que supone la pandemia es que se trata de (o, al menos, se parece mucho a) un hiperobjeto, según el filósofo ambientalista Timothy Morton: un objeto tan extenso en el tiempo y el espacio que es imposible de señalar o percibir de manera directa y en su totalidad, pero que de alguna manera podemos sentir por partes, abarcando la totalidad de nuestras vidas.

Por poner un ejemplo, el calentamiento global es un hiperobjeto. Según Morton, no importa lo que hagas o donde estés, siempre estará “pegado” a ti, sus efectos se distribuyen por todo el mundo a través de un largo proceso temporal, te fuerza a percibir el tiempo de manera distintas, sólo experimentas una parte del objeto en un momento determinado y su existencia consiste de varios tipos de entidades, pero no puede ser reducido a ellas.

Existen muchas implicaciones que derivan de pensar en el calentamiento global de esta manera.

En su video “Climate Grief”, el filósofo Olly Thorn utiliza el concepto para argumentar a favor de dos puntos: el primero es que podemos reconocer nuestra posición dentro del hiperobjeto, observar la relación que tiene con otros fenómenos, y promover cambios estructurales.

Por ejemplo: la relación entre la brutalidad policial, el racismo, el despojo de tierras a poblaciones indígenas y el calentamiento global.

Thorn explica que hay personas que podrían sorprenderse de esta relación e incluso negarla… pero es sólo porque posiblemente no son personas indígenas que han sido agredidas por la policía por resistir el despojo de sus tierras de modo que sean usadas para megaproyectos que destruirán el medio ambiente, y el pedazo del hiperobjeto que alcanzan a ver (digamos, el smog de una gran ciudad) no les permite ver otras fracciones y genera la sensación de que son cosas separadas (algo similar a quien dice “el coronavirus no existe porque yo no conozco a nadie que se haya muerto de covid” o “el calentamiento global no existe porque sigue nevando en Toluca”).

Reconocer la pandemia como un hiperobjeto nos podría ayudar a entender mejor la normalidad de la que venimos y la normalidad hacia la que vamos. Porque la pandemia y su tragedia no sucedió “sólo porque sí”, igual que el cambio climático.

Fue a través de un largo proceso en el que personas muy específicas tomaron decisiones muy específicas para proteger intereses muy específicos, creando estructuras sociales y económicas muy específicas que terminaron abarcando la totalidad de nuestras vidas.

Se ha elaborado sobre cómo el origen de la pandemia está fuertemente ligado a la explotación de la biodiversidad.

Desde que se percibió por primera vez la amenaza, se han tomado decisiones que privilegiaron la economía sobre las vidas humanas. En México, la epidemia de diabetes, una de las comorbilidades de la covid-19, ha sido promovida por corporativos muy específicos de la industria alimenticia.

La población en situación de pobreza es la más afectada. ¿Recuerdan la conexión entre brutalidad policial y el racismo con calentamiento global? Tracemos otra: a Giovanni lo mataron por no traer cubrebocas, por ser pobre, por ser moreno. Luchar contra el racismo y la brutalidad policial en el país también es una forma de enfrentar la pandemia presente y las crisis por venir.

Pero ese es tema para otra(s) persona(s) y para otra ocasión. Me estoy desviando.

Lo que quiero decir es que, encima de todo, o más bien, a través de toda esta crisis que se siente tan ominosa, tenemos el duelo.

Ese duelo que nace de la experiencia del hiperobjeto, ese duelo que parece un hiperobjeto en sí mismo, en medida de que cruza cada pedazo de nuestra existencia individual y colectiva, a veces de forma explícita, a veces como un fantasma, pero siempre presente.

La aceptación como fase final del duelo aterra, porque implica aceptar que otra realidad es posible.

Y creo que en estos tiempos en que el fin del mundo se siente tan cercano, tan palpable, imaginar otras realidades es un lugar hacia al que debemos transitar. A nivel macro implica una serie de cuestionamientos y desmantelamientos de estructuras de opresión, pero a nivel individual también hay un proceso por experimentar: el duelo mismo.

Quiero aceptar que hay experiencias que amé que no tengo idea cuándo volverán, o si volverán. Extraño toser sin terror. Extraño ir al cine pacheco, comprar palomitas más grandes de las que voy a poder comer y no entender la mitad de la película. Extraño abrazar a mi hermana y hablar con ella de Mad Men por horas, extrayendo significados que a veces dudo que la serie tenga.

Extraño acostarme en el pasto de Chapultepec con mi novia, tomar su mano durante una obra de teatro y caminar por esta ciudad a la que me mudé porque tenía tantas ansias de conocer. Extraño a la gente que se fue. Y, francamente, no tengo idea de cómo transitar por esto.

Cuando todo esto termine, supongo que encontraré nuevas cosas que algún día, en la próxima nueva normalidad, llegaré a extrañar.

No tengo ninguna respuesta a nada porque nadie en el mundo la tiene, y esa sensación es incómoda y desagradable. La incertidumbre es la madre de la angustia, pero también lo es de la posibilidad.

Enfrentar el duelo es una tarea de todos los días, una que supone mirar de frente lo que perdimos, pero también lo que puede ser.

Es reconocer la naturaleza totalizadora de las emociones, colocarse en medio de ellas y decirsiento el duelo porque soy el duelo”. Y ahí, en medio de esa tormenta, intentar maniobrar hacia el horizonte que no sabes si llegará, pero que tienes que confiar que lo hará, porque la desesperanza es la muerte en vida.

El día de hoy intento enfrentar al duelo escribiendo este texto y tomándome una pausa del mundo para indagar en mis emociones e intentar buscar algo que tenga sentido en medio de todo el caos que miro y que siento. Encuentro algunas cosas, unas que escribí y otras que me guardaré para mí mismo. No tengo de otra, de todas maneras.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR:

Piden renombrar el aeropuerto John Wayne debido a las declaraciones racistas del actor

Así se ve Onyx Equinox, el primer anime inspirado en el México prehispánico

Qué hacer cuando tienes que usar un baño público durante una pandemia