The Irishman: perfección en el cine sobre la mafia, donde hubo un antes pero ya no habrá un después

Foto Cortesía: Netflix; TriBeCa Productions; STX Entertaiment; Sikelia Productions
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Para hablar de la cinta con la que Martin Scorsese corona sus cincuenta años como cineasta profesional, habría que empezar por decir que todo lo que se ha dicho de The Irishman, el largometraje que le ha tomado quince años poder plasmar en pantallas, es cierto.

Esta es la mejor película del cineasta neoyorquino desde que estrenó GoodFellas y The Age of Innocence, hace casi 30 años, y es, de hecho, una de sus mejores películas, equiparable a sus obras maestras como Taxi Driver o Raging Bull y es infinitamente superior a cualquier cosa que haya hecho en épocas recientes con Leonardo DiCaprio.

The Irishman, basada en hechos y personajes reales, es un retrato épico de los actos y ritos la mafia estadounidense que captura con una elegancia impecable (la cinematografía del mexicano Rodrigo Prieto, el mismo de Brokeback Mountain) y un ritmo trepidante (cortesía de la prodigiosa Thelma Schoonmaker, la editora de cabecera del director desde los 70), toda la violencia, traición, deshonestidad y bancarrota emocional de un gremio oscuro y fascinante, mismo que Scorsese ha explorado y –junto con su colega Francis Ford Coppola- redefinido desde la segunda mitad del siglo XX.

Foto Cortesía: Netflix; TriBeCa Productions; STX Entertaiment; Sikelia Productions
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Protagonizada por Robert De Niro, Joe Pesci y Al Pacino, y ambientada en un tiempo anterior a la corrección política y la “masculinidad tóxica”, la cinta cuenta la historia del sicario radicado en Filadelfia Frank ‘The Irishman’ Sheeran y su participación en la misteriosa desaparición del jefe sindical de Teamsters Jimmy Hoffa, ocurrida en 1975, uno de los capítulos más discutidos en la historia criminal de los Estados Unidos, que nunca se ha resuelto de manera satisfactoria.

El guionista Steven Zaillian (Gangs of New York, Moneyball, Schindler’s List) adapta el best-seller de 2004 ‘I Heard You Paint Houses’ de Charles Brandt, mismo que estableció la importancia de Sheeran en el misterio Hoffa (Sheeran no aparece en la película de 1992 protagonizada por Jack Nicholson y dirigida por de Danny DeVito, Hoffa). En su investigación, Brandt establece que el término “Pintar casas” es el código para llevar a cabo golpes de la mafia, es decir: pintarlos con sangre, una frase que finalmente tendrá una horrible significado para el propio Hoffa.

Para su elenco principal, Scorsese reúne a un repertorio de actores de primera que le ofrecen a él (y a nosotros) actuaciones monumentales. El lacónico estoicismo de Robert De Niro deslumbra en su interpretación –a varias edades- de Sheeran, el veterano de la Segunda Guerra Mundial cuya experiencia militar lo enseñó a matar a sangre fría y, (lo más importante) lo educó en la ética de Nuremberg de seguir órdenes; sabe cómo ejecutar sin remordimientos.

Foto Cortesía: Netflix; TriBeCa Productions; STX Entertaiment; Sikelia Productions
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Después de la guerra, Sheeran vuelve a Estados Unidos completamente desencantado y consigue un trabajo conduciendo camiones y haciendo trabajos de albañilería y plomería, hasta que, a finales de los 50, cae bajo la influencia de dos figuras que ejercerán un cambio radical en su tediosa vida. El primero es Russell Bufalino, un capo de la mafia al que le gusta el estilo y la eficiencia taciturna de Frank. Para este papel, convenció al extraordinario Joe Pesci para abandonar su retiro y Pesci hace una auténtica proeza: nos convence de que el monstruo es un ser humano tan entrañable como si fuera nuestro propio abuelito.

Es precisamente Bufalino quien presenta a Frank con quien será su gran amigo, mentor, y a la larga, tormento, el líder sindical Jimmy Hoffa, que es interpretado por Al Pacino con un derroche de carisma, que recuerda su una gloriosa actuación como el mismísimo Satanás en The Devil’s Advocate. Pacino se da el lujo de sobreactuar cuando es necesario, como una forma que tiene Hoffa para proteger su intimidad del brutal mundo que lo rodea, donde él es el monarca absoluto. Es Hoffa quien ha cultivado los vínculos entre los gángsters y los Teamsters: prestando el dinero en efectivo de del fondo de pensiones del sindicato y, a cambio, tomando una porción de la tasa de interés y obteniendo “fuerza” de la mafia para cuando la gente que trata de afectar al sindicato necesita ser “sacudida”.

Foto Cortesía: Netflix; TriBeCa Productions; STX Entertaiment; Sikelia Productions
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Así es como surge una gran amistad entre Sheeran y Hoffa. Pronto, Frank se convierte en el hombre indispensable, el guardaespaldas, y confidente de Jimmy, a menudo compartiendo una suite de hotel con él; como una pareja de casados, como un eco de Katharine Hepburn y Spencer Tracy en sus películas clásicas. Jimmy está muy interesado en el apodo de “irlandés” de Frank, que lo distingue de los italianos como Bufalino.

Pero hay problemas por delante: los capos tradicionales como Bufalino están furiosos porque el presidente Kennedy (cuya elección dicen haber arreglado en complicidad con su padre, el viejo Joe) no ha podido desalojar a Castro de Cuba y restaurarlos a su lucrativa isla-burdel-casino y que ha agravado al colocar a su hermano Bobby como Fiscal General que ahora está persiguiendo a los mafiosos y al corrupto Hoffa.

Pero cuando Hoffa es enviado a prisión por fraude y se pone furioso porque su imperio Teamster le es arrebatado, comienza a a ver a sus deudores mafiosos como ingratos y amenaza con que podría denunciarlos. Frank deja en claro dónde es que yace su lealtad, al ser puesto entre la espada y la pared.

Foto Cortesía: Netflix; TriBeCa Productions; STX Entertaiment; Sikelia Productions
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Para presentar a sus actores en diferentes momentos históricos y edades de manera convincente, Scorsese se ha valido de la tecnología de punta para dar ‘juventud’ a los actores: así vemos a De Niro como un hombre más joven y el efecto no es más artificial que las pelucas tradicionales o el látex, las prótesis y demás, y es sorprendente lo rápido que el ojo se acostumbra al truco (que, irónicamente también se ha usado en las cintas de superhéroes de la Marvel, mismas que Scorsese ha denostado tanto).

En su actuación – la mejor que ha tenido en años- los ojos de De Niro logran un brillo escalofriante en esta manifestación como un fantasma digital de su pasado, idéntico al De Niro que fue en The Deer Hunter o Mean Streets, hace más de 40 años.

The Irishman es como una ópera, y se toma su tiempo para contarse (210 minutos, que no se sienten) y mantiene el estilo clásico, que Scorsese inventó en su propio cine hace décadas, manteniéndolo con las interpretaciones de De Niro y Pesci, ambos menos locuaces que Pacino, que aunque lo intenta no consigue robarles la escena.

Foto Cortesía: Netflix; TriBeCa Productions; STX Entertaiment; Sikelia Productions
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El elenco lo redondean grandes figuras como Anna Paquin (como Peggy, la hija bienamada de Sheeran), el enorme Bobby Cannavale, Ray Romano, Jesse Plemons – en un rol que le fue ofrecido originalmente a DiCaprio, que lo declinó para hacer la película de Tarantino –, Stephen Graham y el formidable Harvey Keitel (que protagonizó con Jill Clayburgh la primera cinta de Scorsese en 1967, Who’s That Knocking on my Door?).

Mucho se ha hablado de la carencia de personajes femeninos sustanciales en la cinta, con la excepción de Peggy, que crecerá asustada y resentida con su padre y Bufalino, pero que será cariñosa con Hoffa. Anna Paquin ofrece una presencia sólida, si bien solo tiene 10 líneas de diálogo, como se ha criticado tanto, es un personaje clave de soporte que resalta la humanidad de ‘El irlandés’, en clara alusión a la explicación tradicional siciliana para el término ‘mafia’, que deriva de la frase “non toccare ma figlia”; o bien, “no toques a mi hija”. Sheeran ama a Peggy, pero no puede evitar repugnarle, y eso nos parte el corazón.

Foto Cortesía: Netflix; TriBeCa Productions; STX Entertaiment; Sikelia Productions
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Nadie más que Scorsese y este elenco glorioso podrían haber hecho que esta película viva tan rica y convincentemente como lo hace, y convencernos de que sus tropos e imágenes siguen siendo vitales. Las películas de la mafia, los políticos, Florida, Cuba, parecían ya ser un tópico sobreexpuesto; pero Scorsese devuelve su tema favorito a un enfoque agudo con un nuevo énfasis en la devastación espiritual y la eventual culpa de Frank: un hombre que hace mucho tiempo amputó su capacidad de sentir remordimiento y ahora es incapaz de aceptar sus sentimientos.

¿Es The Irishman la mejor película del año? Sí. Sin duda. Y es también la última gran película de Martin Scorsese. No importan si filma algo más: esta es una auténtica obra maestra.