El tiempo puso en su sitio a este fracaso de taquilla del año 2000

Fracasos de taquilla convertidos en éxitos con el paso del tiempo ha habido unos cuantos. Películas que en su día se la pegaron en la box office y en los años siguientes encontraron una segunda vida, siendo redescubiertas por cada vez más personas hasta alcanzar incluso el estatus de clásico de culto. Le ha ocurrido a unas cuantas películas de animación, siendo El gigante de hierro quizá el ejemplo más paradigmático. Pero hay otra película animada que no rindió en taquilla sin que eso impidiera que se convirtiera más adelante en todo un símbolo para la generación millennial, que hoy en día la sigue reivindicando como una de sus favoritas: La ruta hacia El Dorado, una aventura (supuestamente) infantil que encontró en el público adulto a su mejor aliado…. años después de su estreno.

Carátula DVD de 'La ruta hacia El Dorado' (DreamWorks)
Carátula DVD de 'La ruta hacia El Dorado' (DreamWorks)

La ruta hacia El Dorado se estrenó en Estados Unidos en marzo de 2000, llegando a España meses más tarde, en octubre del mismo año. La película, dirigida por Bibo Bergeron y Don Paul, forma parte de una cosecha animada muy especial, caracterizada por las nuevas ideas y la experimentación, en busca de la fórmula mágica para competir con la todopoderosa Disney, que acababa de atravesar su mayor época dorada en los 90. También llegaba en una etapa de transición para la animación, en la que la técnica tradicional empezaba a ser desplazada por completo por la animación por ordenador.

El Dorado se movía en ese extraño puente entre eras en el que la incertidumbre se apoderó de la animación y los estudios parecieron perder el norte durante un tiempo con propuestas ambiciosas en concepto, pero que, en muchos casos, no fueron bien recibidas o no supieron encontrar a su público. Aquellos años entre finales de los 90 y la llegada del nuevo siglo nos dieron joyas tan diferentes como Atlantis: El imperio perdido, El Planeta del Tesoro o la mencionada El gigante de hierro, pero todas esas películas se quedaron muy lejos de replicar el éxito de los grandes clásicos que Disney había producido en años recientes (La Sirenita, La Bella y la Bestia, Aladdin, El Rey León).

La misma suerte corrió La ruta hacia El Dorado, que se estrenaba con solo 12,9 millones de dólares en Estados Unidos, acumulando en total unos escasos 76 millones en todo el mundo al final de su andadura (BoxOfficeMojo), una cifra terrible que le valió oficialmente la etiqueta de fracaso comercial. La crítica tampoco fue benévola con ella, acusándola de copiar a Disney o de no tener muy claro hacia qué audiencia quería dirigirse. El Dorado era la tercera gran apuesta de DreamWorks, el estudio de animación fundado por Steven Spielberg, precedida de Antz y El príncipe de Egipto. En aquellos primeros años, la compañía estaba en pañales y todavía no había encontrado su voz propia, como demuestran esas primeras películas, aunque pronto llegaría el fenómeno que lo cambiaría todo, marcando el camino para ellos: Shrek.

Pero antes de que el popular ogro verde conquistara el mundo, DreamWorks se ganó un hueco en el corazón de los amantes de la animación con La ruta hacia El Dorado. No fue inmediato, sino un proceso progresivo y con efecto retroactivo, pero con los años, los encantadores Miguel y Tulio acabarían convirtiéndose en iconos millennial. Ambientada en el siglo XVI, en los tiempos de Hernán Cortés, la película sigue a dos pícaros y carismáticos -aunque algo incompetentes- timadores españoles que encuentran un mapa de la mítica ciudad de El Dorado y se embarcan en una aventura para dar con ella y apoderarse de sus riquezas. Sin embargo, a su llegada al legendario lugar, ocurre lo inesperado: sus habitantes los confunden por dioses.

La ruta hacia El Dorado contaba con protagonistas atractivos, un ritmo que no dejaba minuto al aburrimiento, un estilo de animación muy pulido y lleno de estilo y color, y canciones originales de Elton John (aunque técnicamente no es un musical). ¿Por qué fracasó entonces?

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Puede deberse a varios factores. En primer lugar, las críticas que la acusaban de no tener clara a su audiencia quizá tenían algo de razón. Y es que El Dorado se vendía como una película para niños, pero por su humor, sus diálogos llenos de sarcasmo y el perfil de sus protagonistas, estaba ¿secretamente? orientada a un público más adulto. De hecho, se podría decir que es una película de animación “sexy”, con una coprotagonista femenina femme fatale, Chel, que tenía alguna que otra escena subida de tono y dos héroes canallas que muchos quisieron ver como una pareja queer en el armario (la leyenda urbana dice que fueron originalmente escritos como gays, y aunque no hay confirmación, el subtexto entre los personajes facilita la teoría). Tanto se desmarcó de películas recientes mucho más infantiles, que los sectores más conservadores de la sociedad estadounidense la acusaron de ser demasiado sugerente y sexual para los niños (EW).

Por otro lado, eran unos años en los que la animación tradicional empezaba a verse como algo del pasado, con la mirada desplazándose a las películas realizadas íntegramente por ordenador después de que la revolucionaria Toy Story lo cambiara todo, lo cual dejaba a El Dorado, que fusionaba 2D con lo más puntero (por aquel entonces) en animación CGI, en una zona intermedia en la que no era lo suficientemente moderna, pero también perdía al ser comparada con los clásicos del Renacimiento Disney. Y por último, no existían las redes sociales. Lo cual puede parecer una tontería, pero la habría beneficiado enormemente, ya que por su estilo de humor irreverente y lleno de dobles sentidos, por el carisma sin fin de Miguel y Tulio y por las teorías sobre su relación que habría generado, la película seguramente habría sido un éxito en la conversación online.

Claro que nunca es tarde y precisamente fue Internet la que rescató a Miguel y Tulio del pasado para colocarlos en el panteón de la animación moderna. La misma generación online que venera a Shrek por encima de todas las cosas y aprovecha cualquier oportunidad para reivindicar El Planeta del Tesoro, le dio a esta infravalorada comedia animada todo el amor que se le debía.

Los que crecieron con la película no han dudado en explotar su potencial para expresarse en la nueva era de la comunicación. En otras palabras, la película está repleta de momentos memorables que se han convertido en gifs, memes y reacciones populares que usamos casi a diario, como el “Both? Both is good” o el “Not today”. Miguel y Tulio (y Chel) se convirtieron así en habituales de Twitter, Tumblr y otras redes sociales, donde el film se recontextualizaba en la época para la que parecía destinado desde el principio y su relación daba mucho más que hablar que cuando se estrenó, inspirando multitud de ilustraciones, cosplay y fan fictions, no siempre para todos los públicos.

Es decir, La ruta hacia El Dorado fue una clara adelantada a su tiempo. Con su estilo híbrido, su humor semi-adulto y su parcial ruptura con la fórmula establecida, el público del año 2000 no supo cómo tomársela, pero diez -y veinte- años después, por fin encontró su lugar. Y lo mejor es que, en su caso, la reinvención que le llegó con Internet no la convirtió en un chiste viral, como sí le ocurrió a la extrañísima Bee Movie (también de DreamWorks), sino que sirvió para cambiar su narrativa y celebrarla por esa conminación de ingenio, encanto y descaro que no fue del todo apreciada en su momento.

Es cierto que la película ha envejecido en algunos aspectos que hoy en día serían evidentemente criticados, como el “complejo del salvador blanco” que recorre la trama (dos tipos blancos salvando a una civilización indígena y protagonizando una película basada en culturas prehispánicas) o el hecho de que la película solo tenga un personaje femenino principal y esté tan sexualizado (muy comentada y analizada ha sido esa escena en la que parece sugerirse una felación). Sin embargo, la película ha sobrevivido el paso del tiempo, mientras otras caían del todo en el olvido, gracias sobre todo a sus protagonistas, dos héroes diferentes en una aventura llena de momentos, diálogos y gags memorables que, 22 años después, se aprecian mejor.

La ruta hacia El Dorado no es perfecta, pero sí es mucho mejor de lo que la crítica dijo en su día, y por supuesto, de lo que su recaudación en taquilla refleja. La película es muy divertida y la química entre Miguel y Tulio sigue funcionando como el primer día. Es más, gracias a Internet, lo hace mejor que nunca (los mismos que llevan años adorando a este dúo de caóticos granujas, veneran ahora a los piratas de la muy afín Nuestra bandera significa muerte). El apego que le tiene la generación millennial a esos personajes ha compensado con creces el fracaso inicial de la película, convirtiéndola en uno de esos clásicos a los que siempre apetece volver, ya sea para disfrutar de ella o para usarla como herramienta de comunicación en nuestro día a día. Y ese es su verdadero tesoro.

La ruta hacia El Dorado está disponible para comprar y alquilar en digital a través de Apple TV, Amazon y Rakuten TV.

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