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Ucranianos rusohablantes desplazados intentan en Leópolis integrarse recuperando el idioma ucraniano

Leópolis (Ucrania), 19 ago (EFE).- Ucranianos rusohablantes, desplazados de sus hogares por la invasión rusa, participan junto a habitantes de Leópolis en iniciativas para mejorar su ucraniano, subrayar su identidad y olvidar al menos durante un rato los horrores de la guerra.

Un grupo de personas, la mayoría mujeres, están sentadas en bancos de madera cerca de una casa tradicional. La conversación es animada y las sonrisas desaparecen y parecen más concentradas y pensativas cuando empiezan a cantar.

Algunos transeúntes se paran para disfrutar de la melodía. Pero ni sospechan que para algunas de esas mujeres lo nuevo no es solo la actividad en sí, cantar. El mismo idioma en el que cantan no es su lengua materna.

"SpivRozmova", lo que se puede traducir como "Cantar y hablar" o "Hablarse uno a otro" surgió de manera espontánea cuando los habitantes locales intentaban ver cómo apoyar a miles de personas que habían abandonado sus hogares entre los bombardeos rusos.

Anna Chernous, que trabaja en el museo al aire libre de Leópolis, cuenta a Efe que se le ocurrió la idea porque creyó que ayudaría a los desplazados internos a encontrar algo de alegría entre la tragedia de la que fueron testigos y a mejorar su ucraniano.

En su ciudad natal, Járkiv (este de Ucrania), el ruso era la lengua cotidiana que hablaban Tania y Nelly. Ambas conocían el ucraniano pero les faltaba la práctica o la fluidez completa por el entorno predominantemente ruso, habitual en grandes ciudades del este y sur del país.

En la época soviética, el ruso se convirtió tanto en lengua franca como requisito para el ascenso social. Como consecuencia de la presión social y por políticas específicas, millones de hablantes ucranianos cambiaron al ruso en público en la mayor parte de Ucrania.

Sus hijos crecieron en un entorno casi completamente de rusohablantes y estudiaron en las escuelas en las que el ruso era dominante.

Habiendo encontrado refugio en Leópolis, donde se habla sobre todo ucraniano, las mujeres ahora ansían enriquecer su conocimiento de ese idioma. "El ucraniano es un idioma muy melódico", dice a Efe Belly, quien añade que mejorarlo mediante el canto se siente algo muy natural.

Su amiga Tania explica a Efe que la huída forzada a Leópolis le ha ayudado a redescubrir sus raíces y el ucraniano, la lengua de sus ancestros, se ha convertido en su idioma principal. "Solía pensar que daba igual qué lengua hablara. Ahora se ha convertido en un asunto de principios hablar ucraniano. No tengo nada en común con los ocupantes".

Otra de las participantes, Tetiana, abandonó la ocupada Crimea (sur) tras la anexión ilegal por parte de Rusia en 2014. Dice a Efe que ahora todo parece diferente comparado con hace ocho años.

"Cuando intentábamos hablar ucraniano a los de Leópolis la gente a menudo nos decía que dejáramos de esforzarnos y habláramos ruso o hasta cambiaban ellos al ruso. Ahora eso no pasa".

Tetiana habla ucraniano pero todavía cambia al ruso cuando se emociona. Dice que quiere conseguir que sus nietos crezcan hablando perfecto ucraniano. "Siento que tengo que ser un ejemplo para ellos".

A parte de los encuentros para cantar, asiste a un curso más formal de ucraniano. Con sus libros, los estudiantes mejoran su gramática y vocabulario con la dirección de profesores, algunos de los cuales se mudaron a Leópolis desde zonas predominantemente rusohablantes.

El sitio en internet del defensor de la lengua ucraniana publica 74 cursos gratuitos en línea y presenciales y clubes de conversación en toda la región de Leópolis, a los que asisten miles de desplazados internos.

De manera destacada "SpivRozmova" se ha convertido también en un espacio de terapia para quienes han resultado traumatizazdos por la pérdida de sus hogares y por el miedo por sus seres queridos que están cerca del frente. El marido de Nelly se quedó en Járkiv para proteger la gran fábrica en la que trabaja mientras los misiles rusos vuelan casi a diario desde la frontera desde Belgorod.

Tania explica a Efe que abandonar Járkiv fue una experiencia terrible y que no sabría si sobreviviría. "Mi corazón está todavía lleno de miedo por el primer mes que estuve en Leópolis. No pude disfrutar ni de la arquitectura ni de nada".

Cantar fue la terapia de Tania. "Se está tan bien aquí, todo el mundo ríe y se apoyan unos a otros. Estos encuentros son importantes porque hay mucha pena alrededor de nosotros todo el tiempo".

Muchos habitantes de la ciudad se han convertido en visitantes regulares, deseosos tanto de aprender como de recargar baterías. El conjunto multirregional se adapta muy bien al entorno, con más de cien antiguas construcciones en madera de diferentes regiones del país reunidas en un impresionante testimonio del tamaño y diversidad de Ucrania.

Rostyslav Averchuk

(c) Agencia EFE