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Un empresario está luchando contra la prohibición del burkini con sus ideas y su dinero

A raíz de los recientes ataques terroristas en Francia, algunas ciudades francesas han prohibido el uso del burkini, el traje de baño de cuerpo entero que algunas mujeres musulmanas usan en la playa para cubrirse. A principios de este mes el alcalde de Cannes, David Lisnard, prohibió el traje de baño señalando que “el acceso a las playas y las zonas de baño queda prohibido para quienes no usen ropa de baño que respete las buenas costumbres y el laicismo”.

Una mujer en la playa usando un burkini. (Foto: Tim Wimborne/Reuters)

Lisnard argumentó que el burkini “muestra de manera ostentosa la pertenencia religiosa” y que “puede incrementar el riesgo de sufrir alteraciones del orden público, como aglomeraciones y peleas, que es necesario prevenir”. Explicó que esta prohibición no tiene la intención de violar la libertad de los musulmanes. “No estamos hablando de prohibir el uso de símbolos religiosos en la playa… sino de la ropa ostentosa que hace referencia a la lealtad a los movimientos terroristas que están en guerra contra nosotros”.

Estas ideas no le han sentado nada bien a Rachid Nekkaz, quien está luchando contra esta prohibición a golpe de talonario. Hasta el momento, el empresario de origen argelino ha pagado las multas de tres mujeres que han violado la prohibición y también se ha ofrecido para ayudar a las personas que sean víctimas de esta ley.

Nekkaz tiene una larga historia defendiendo a las mujeres que han sido afectadas por este tipo de leyes, como la prohibición del uso del velo para cubrir el rostro. De hecho, puso en marcha un fondo de ayuda y ha gastado 245.000 euros (aproximadamente 277.315 dólares) durante los últimos años para costear los problemas que han tenido que afrontar estas mujeres; a pesar de que no es un fan del burkini ni del nicab, una prenda con una abertura en los ojos que cubre el rostro de la mujer. “Soy como el filósofo Voltaire. Aunque no esté de acuerdo, lucharé hasta la muerte para ofrecerles a estas personas la posibilidad de expresar su opinión o vestir a su antojo. Eso es libertad. Es una cuestión de principios”, le comentó al Telegraph.

También considera que este tipo de leyes extremas podrían incitar a las personas a adoptar las ideas y actitudes radicales que se pretenden erradicar. “Este tipo de decisiones y manera de hacer política, que no respeta las libertades fundamentales, creará nuevos fieles al Estado Islámico [ISIS]”, dijo.

El aspecto más confuso de esta prohibición, o al menos de la explicación que ha brindado Lisnard, es la idea de que usar el burkini es una referencia directa a la “lealtad al movimiento terrorista”. Es lo mismo que decir que quien use una gorra con el rótulo “Make America Great Again” apoya al Ku Klux Klan, y sabemos que no es necesariamente así. ¿Quizá las mujeres musulmanas solo quieren disfrutar de la playa usando un traje con el que se sienten más cómodas? ¿No deberían poder hacerlo en un país cuyos valores nacionales son: liberté, égalité, fraternité?

Jihan Forbes

Editor asociado