Es una de las mejores películas del año y está pasando desapercibida

En el panorama actual del cine, el streaming puede ser un arma de doble filo. Por un lado, películas que se lanzan directamente en plataformas pueden llegar a más gente que si se hubieran estrenado en salas, pero por otro, hay muchas propuestas que acaban pasando injustamente desapercibidas y se pierden en el inmenso océano de estrenos mensuales. Que muchas acaben olvidadas en cuestión de una semana no es problema (cuando se prima la cantidad por encima de la calidad es lo que pasa), pero otras merecen salir a flote y ser descubiertas por todo el mundo.

En esta ocasión, la que podría acabar siendo mi película favorita del año es un estreno de streaming pequeño y discreto del que apenas se ha hablado: Bailando por la vida (en inglés, el mucho más sonoro Cha Cha Real Smooth), una auténtica joya, de esas que te dejan desbordado por las emociones y te hacen apreciar un poco mejor la vida. Por eso, me he propuesto como misión personal hacer que la vea cuanta más gente posible. A ver si lo consigo.

Cooper Raiff y Dakota Johnson en un fotograma oficial de 'Bailando por la vida' (Apple TV+)
Cooper Raiff y Dakota Johnson en un fotograma oficial de 'Bailando por la vida' (Apple TV+)

Bailando por la vida es el segundo largometraje de Cooper Raiff, el nuevo niño prodigio de Hollywood. Cineasta precoz, con apenas 22 años realizó su opera prima, Shithouse, que él mismo escribió, dirigió, produjo, coeditó y protagonizó, una dramedia universitaria que le valió el aplauso generalizado en el festival de referencia indie SXSW, donde recibió el premio a Mejor Película Narrativa en 2020. Convertido oficialmente en promesa del cine, su siguiente largo, Bailando por la vida, fue adquirido por Apple por 15 millones de dólares, y estrenado en su plataforma el pasado 17 de junio de 2022, obteniendo también muy buenas críticas, pero pasando sin pena ni gloria entre los estrenos de streaming de la semana.

El principal obstáculo al que se enfrentaba Bailando por la vida era la propia ventana en la que ha visto la luz. Apple TV+ no para de estrenar contenido de calidad, series y películas que demuestran un nivel por encima de la media en el mundo del streaming. Pero claro, es un servicio que sigue siendo secundario para la audiencia, a pesar del prestigio y las nominaciones que está acumulando. El año pasado, Coda (que en Estados Unidos se estrenó como original de Apple) consiguió romper esa barrera, alzándose como la (cuestionada) gran ganadora de la edición más reciente de los Oscar. Dudo mucho que Bailando con la vida corra la misma suerte, pero desde luego, la merecería.

Pero, ¿de qué va la película y por qué no puedo parar de pensar en ella? Bailando con la vida gira en torno a Andrew (Raiff), un muchacho de 22 años que acaba de terminar la universidad y no sabe qué hacer con su vida. Ante un futuro incierto y con una falta absoluta de planes, no le queda más remedio que volver a casa de su madre (Leslie Mann) en Nueva Jersey e instalarse en un colchón en la habitación de su hermano pequeño (Evan Assante), que aun va a la escuela, mientras laboralmente se ve estancado en un restaurante de comida rápida.

A pesar de todo, Andrew mantiene una actitud optimista y una alegría que lo convierte en el alma de las fiestas. Precisamente es esa habilidad para animar el cotarro y hacer bailar a la gente lo que lo lleva a conseguir un trabajo perfecto para él: animador en fiestas de bat mitzvá de los compañeros de clase de su hermano pequeño. En una de esas fiestas, Andrew conoce a una atractiva mujer llamada Domino (Dakota Johnson) y a su hija Lola (Vanessa Burghardt), una adolescente con autismo, de la que se convierte en su canguro. Pronto, Andrew establece un vínculo muy estrecho con ellas y se acaba enamorando perdidamente de Domino, pero la vida le depara otros planes.

Cooper Raiff y Evan Assante en 'Bailando por la vida' (Apple TV+)
Cooper Raiff y Evan Assante en 'Bailando por la vida' (Apple TV+)

Tras su triunfal bautismo cinematográfico en SXSW, Raiff volvió a dar la nota en el Festival de Sundance, cita principal del cine independiente en Estados Unidos, donde Bailando por la vida recibió el premio del público. La capacidad de Raiff para conectar con la audiencia a un nivel profundamente emocional quedaba otra vez de manifiesto, confirmándolo como nuevo referente generacional y uno de los cineastas jóvenes a seguir más de cerca. Después de conquistar al público festivalero, la película, que cuenta con la propia Dakota Johnson como productora bajo el paraguas de su compañía TeaTime Pictures, llegó al streaming en junio y pudimos comprobar por qué había gustado tanto.

A simple vista, Bailando por la vida parece la típica comedia romántica de espíritu indie agradable y buenrollista como tantas otras que hemos visto. Y hasta cierto punto es eso, pero también es mucho más. Raiff consigue demostrar una madurez y lucidez en el retrato de su generación, y de la vida en general, impropia de alguien tan joven. Porque al fin y al cabo, Bailando con la vida es eso, un fragmento de vida real que condensa en dos horas un espectro personal e íntimo, pero a la vez muy amplio del sentimiento humano, con ligereza, sin esfuerzo aparente, inteligencia y una puntería muy certera a la hora de hacernos reflexionar sobre lo que estamos viendo y cómo se aplica a nuestras propias vidas. Esa capacidad para llegar a lo más hondo con una facilidad casi pasmosa es lo que la diferencia de otros productos similares que se quedan más en la superficie.

Bailando por la vida abarca muchos temas, pero Raiff consigue que nunca se le vayan de las manos, conteniéndolos en una historia bien construida que fluye con naturalidad y resulta extremadamente cálida y reconfortante en todo momento. La película nos habla entre otras cosas de ese momento en la vida que todos atravesamos, cuando acaba la etapa de formación y nos tenemos que enfrentar al mundo real. A través de Andrew, vivimos ese conflicto vital ineludible en el que las decisiones que tomemos pueden afectar el resto de nuestra vida, donde la familia puede jugar un papel muy importante y lo permanente no existe, porque nuestra vida está en pleno cambio y transformación, en preciosa y confusa ebullición.

Raiff construye una dinámica familiar real, apoyándose en dos relaciones principales, la de Andrew con su madre (una Leslie Mann tan simpática como siempre y conmovedora como nunca) y con su hermano (la joven promesa Evan Assante, que nos da algunos de los momentos más emotivos de la cinta), que ve al protagonista como su referente adulto y modelo a seguir, a pesar de que él no haya decidido todavía qué quiere ser en la vida. También es interesante ver como Raiff trata al personaje del padrastro (el nuevo marido de su madre), un arquetipo habitualmente vilipendiado que aquí el director dibuja con suma empatía, a pesar de convertirlo por momentos en el saco de boxeo del protagonista. Lo mismo que hace con el personaje de Raúl Castillo, que interpreta al prometido de Domino, un “villano” que, según avanza la historia, se ve de otra forma.

Pero si hay una relación que define la película es la que se desarrolla entre Andrew y Domino, y por extensión, entre Andrew y Lola. Bailando por la vida no es solo una comedia romántica, es mucho más, pero esa faceta de la película es quizá la que nos recompensa con los mejores momentos, dándole una pequeña vuelta al concepto de las almas gemelas para llevar el género por la senda realista sin perder la magia de los momentos más románticos.

Vanessa Burghardt y Dakota Johnson en 'Bailando por la vida' (Apple TV+)
Vanessa Burghardt y Dakota Johnson en 'Bailando por la vida' (Apple TV+)

La clave está en la química desbordante que hay entre Raiff y Johnson, y en la construcción del personaje de Domino, enigmática al principio, vulnerable, encantadora, un alma dañada del que es imposible no enamorarse (Johnson, irresistible como siempre, sigue demostrando que es una de las mejores actrices de su generación y está labrándose una carrera post-Cincuenta sombras muy digna). A través de ella, Bailando por la vida aborda el tema de la maternidad con franqueza, y concretamente lo que supone criar a una niña con autismo. Burghardt, la otra gran revelación de la película, es una actriz con autismo en la vida real y, además de aportar representación y autenticidad, conquista el corazón con una interpretación muy entrañable que apunta maneras. Con Domino y Lola, la película nos deja con valoraciones llenas de compasión y entendimiento, y concretamente, una conversación sobre la depresión que se encuentra entre los mejores diálogos que vamos a ver este año en el cine.

Porque mientras otras películas caen en la manipulación y en lo artificial, Bailando por la vida consigue mantenerse honesta y real de principio a fin, y es gracias en gran medida al enfoque que Raiff le da a su personaje. Andrew representa a un nuevo tipo de protagonista masculino muy alejado de los cánones tradicionales, que cada vez se impone más: sensible, atento, emocional, pero nunca egocéntrico o presuntuoso por esa razón. El suyo es un personaje que podría caer mal por ser tan imperfectamente perfecto (lo que a muchos les está pasando con Ted Lasso, por ejemplo), por ser el típico protagonista “quirky”, pero Raiff logra evitarlo con una interpretación llena de naturalidad y simpatía real, compartiendo además con cada uno de los actores del reparto una conexión verdadera que el espectador puede sentir en cada escena.

Bailando por la vida es una película feel-good, consistentemente bonita y emotiva, libre de cinismo y llena de ternura, pero nunca edulcorada o sentimentaloide. Es de esas experiencias cinematográficas que se quedan contigo para siempre, una sorpresa que acaba siendo mucho más trascendental de lo que esperabas, que provoca la sonrisa y la lágrima con la misma facilidad (muy a menudo a la vez). Raiff logra plasmar en ella mil y una sensaciones, encapsulando en 107 minutos un momento de transición en el que nos damos cuenta de algo muy importante: que nada es del todo permanente, que por nuestra vida pasarán personas que la cambiarán para siempre, que nos cambiarán para siempre, y se marcharán, y que aun así, seguiremos adelante buscándonos a nosotros y nuestro lugar. Es una revelación agridulce, melancólica, pero muy real, que el cine nos ha recordado muchas veces, pero pocas con tanta humanidad.

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Cooper Raiff ya está trabajando en dos nuevos proyectos, la serie Exciting Times, adaptación de la primera novela de Naoise Dolan, que ha recibido compariciones con Normal People (casualmente, el libro favorito de Raiff), con Phoebe Dynevor (Los Bridgerton) como protagonista, y la película The Trashers, drama familiar basado en hechos reales protagonizado por David Harbour (Stranger Things) y Cooper Hoffman (Licorice Pizza). Ni que decir tiene que seguiremos todos sus pasos después de demostrar con su segunda película que lo suyo es talento innato para hacer sentir con su cine. Bailando con la vida lleva un mes en Apple TV+ y si no la has visto, te está esperando, dispuesta a convertirse también en una de tus películas favoritas del año.

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