Vacuna del COVID-19: qué es una reacción anafilactoide y cómo funciona un autoinyector de adrenalina

Una enfermera administra la vacuna Pfizer-BioNTech COVID-19 en el Guy's Hospital de Londres, el 8 de diciembre de 2020. (Foto: Frank Augstein / POOL / AFP via Getty Images)
Una enfermera administra la vacuna Pfizer-BioNTech COVID-19 en el Guy's Hospital de Londres, el 8 de diciembre de 2020. (Foto: Frank Augstein / POOL / AFP via Getty Images)

Según las últimas noticias de la pandemia, la vacuna de Pfizer para el coronavirus no se aconseja ser suministrada de momento a personas con historial grave de alergias, según ha advertido la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios del Reino Unido (MHRA, por sus siglas en inglés).

“Las personas con un historial de una reacción alérgica grave a una vacuna, medicamento o alimento (como un historial previo de reacción anafilactoide o aquellos a quienes se les haya recomendado que lleven un autoinyector de adrenalina) no deben recibir la vacuna de Pfizer/BioNTech”.

Esta advertencia llega como medida de precaución después de hacerse público que dos miembros del personal sanitario sufrieran reacciones leves tras ser inyectados el martes, según ha explicado Stephen Powis, el director nacional médico del NHS (el Servicio Nacional de Salud, en sus siglas en inglés), aunque “ya se están recuperando de modo satisfactorio”.

Ambos trabajadores tenían síntomas de una “reacción anafilactoide”, que típicamente incluye una erupción cutánea, dificultad para respirar y ocasionalmente una caída de la presión arterial, y es más leve que (y no hay que confundir con) la reacción anafilaxia grave, que puede ser fatal por broncoespasmo o por “shock” cardiocirculatorio. No hay por tanto de qué preocuparse.

A quién afecta realmente una reacción anafilactoide

La MHRA considera como historial alérgico grave aquellos casos en los que los pacientes que hayan sufrido reacciones anafilactoides graves previas, o aquellos que deban llevar un auto-inyector de adrenalina, como era el caso de los dos sanitarios afectados. También añade que la vacunación debería realizarse solo en instalaciones donde haya disponibles medios de reanimación contra este tipo de reacciones.

“Los signos de una reacción alérgica pueden incluir erupción cutánea con picazón, dificultad para respirar e hinchazón de la cara o la lengua”, tal y como recoge la guía informativa de la MHRA.

A veces también implica una caída de la presión arterial. Pero tal y como publica BBC News, hay que diferenciar entre una reacción anafilactoide y la anafilaxia, que puede ocurrir como respuesta a cualquier alérgeno y ser fatal.

Las reacciones anafilactoides se asemejan a las anafilácticas pero no son exactamente iguales. Se podría decir que son ‘pseudoanafilaxias’ o falsas anafilaxias, “una situación en la que aparecen los mismos síntomas que en una anafilaxia, pero que no es debida a una verdadera reacción alérgica”, nos explican desde la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP).

Es decir, las reacciones anafilactoides, a diferencia de las anafilácticas, no son reacciones alérgicas y pueden aparecer después de la primera exposición a una sustancia. En este caso, la inmunoglobulina E (IgE), el tipo de anticuerpo implicado en las reacciones alérgicas, no las provoca. La reacción es causada directamente por la sustancia. Aunque los términos de ‘pseudoanafilaxia’ o reacción anafilactoide se usan mucho todavía, actualmente se recomienda usar en su lugar ‘anafilaxia no alérgica o no IgE mediada’ para distinguirla de la anafilaxia alérgica.

Los alérgenos pueden ser múltiples

En cambio, según la Sociedad Española de Medicina Comunitaria (SEMI), la anafilaxia es “una reacción alérgica grave en todo el cuerpo a un químico que se ha convertido en un alérgeno, es decir a una sustancia que puede ocasionar una reacción alérgica”.

Puede ocurrir en cuestión de segundos o minutos de exposición a algo a lo que eres alérgico, como por ejemplo, el cacahuete o la picadura de una abeja. Si después de estar expuesto a una sustancia como el veneno de la picadura de abeja, el sistema inmunitario de la persona se vuelve sensible a ésta, cuando la persona se expone al alérgeno de nuevo, se puede presentar una reacción alérgica.

Ciertos alimentos como los frutos secos, el melocotón o el marisco)¡ suelen provocar reacciones anafilácticas. También las picaduras de insectos, algunos fármacos como la morfina, los medios de contraste para radiografías, y el ácido acetilsalicílico o aspirina. (Foto: Getty)
Ciertos alimentos como los frutos secos, el melocotón o el marisco)¡ suelen provocar reacciones anafilácticas. También las picaduras de insectos, algunos fármacos como la morfina, los medios de contraste para radiografías, y el ácido acetilsalicílico o aspirina. (Foto: Getty)

En algunos casos, la anafilaxia puede deberse a otros agentes, como el ejercicio, el frío y la exposición al látex. Sin embargo, es excepcional que sea por exposición a pólenes, y a veces no hay causa conocida. Al no relacionarlos con ellos, si los tomamos, pueden producir una reacción similar a la anafiláctica.

La anafilaxia podría definirse también, apunta la Clínica Universidad de Navarra (CUN) como una reacción "explosiva" del sistema inmune hacia un agente externo. Empieza con un intenso picor en palmas y plantas, cuero cabelludo y área genital. Suele continuar con palpitaciones intensas (taquicardia), enrojecimiento generalizado, dificultad respiratoria, diarrea, mareo y pérdida de conciencia. Si no se interviene se puede sufrir un colapso cardiocirculatorio.

En estos casos, cuando la anafilaxia sucede con afectación cardiovascular y bajada de la presión arterial, se denomina shock o choque anafiláctico. Los pacientes que tienen mayor riesgo de presentar anafilaxias más graves son aquellos con una historia previa de asma o de enfermedades cardiovasculares.

No obstante, a pesar de la alta incidencia de enfermedades alérgicas, la SEMI señala que este cuadro es muy poco frecuente, y su incidencia se estima en un 1 por ciento de la población.

“No se trata de una enfermedad muy frecuente, y que sólo unos pocos casos llegan a ser fatales. Esto significa que por ejemplo en España, cada año se producen probablemente entre 1.500 y 15.000 anafilaxias, y que los casos mortales se sitúan entre 1 y 300”, explica la doctora Victoria Cardona Dahl, médico especialista en Alergología del Hospital Universitario Vall d’Hebron, en Barcelona.

La relevancia de estas cifras radica en que muchos casos podrían evitarse con un buen diagnóstico y tratamiento, y más teniendo en cuenta que en no pocas ocasiones las personas implicadas son individuos jóvenes, incluso niños, sin una enfermedad grave previa.

Para qué sirve la adrenalina

La adrenalina es una hormona y un neurotransmisor producido por las glándulas suprarrenales que están encima de los riñones. El cuerpo la produce y la almacena para liberarla en situaciones de alarma, estrés, miedo o peligro. Sirve para que el cuerpo se prepare y se defienda mejor en situaciones de riesgo.

Se usa en personas con reacciones asmáticas o alérgicas graves que pueden llegar a provocar la muerte, como la anafilaxia. Las personas con riesgo de sufrir estas reacciones la deben llevar encima en todo momento. Por eso, los sanitarios afectados (ambos trabajadores del NHS con antecedentes de alergias graves) llevaban consigo estos autoinyectores de epinefrina, también conocida como adrenalina.

La adrenalina autoinyectable viene en un dispositivo parecido a un bolígrafo dentro de un tubo de plástico. Para utilizarla se saca del tubo, se quita el tapón gris de la parte más ancha, se apoya la parte estrecha sobre el muslo y se presiona con fuerza hacia abajo. Se puede hacer incluso a través de la ropa. La aguja que lleva se dispara automáticamente e inyecta la adrenalina.

Cuáles son sus efectos

La adrenalina aumenta la tensión arterial, la glucosa o azúcar en sangre, los latidos del corazón, y dilata los bronquios. Todos estos efectos preparan al cuerpo para reaccionar mejor ante los peligros.

Sus efectos sobre la tensión son beneficiosos en caso de shock (caída de la tensión arterial), en el asma (por el efecto broncodilatador) y en casos de parada cardiaca.

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