¿Qué veo? Con La tragedia de Macbeth, Joel Coen realizó una magistral adaptación de la obra de William Shakespeare

El film protagonizado por Denzel Washington está disponible en Apple TV+
El film protagonizado por Denzel Washington está disponible en Apple TV+

La tragedia de Macbeth (The Tragedy of Macbeth/2021). Dirección y guion: Joel Coen, basado en la obra de William Shakespeare. Fotografía: Bruno Delbonnel. Edición: Lucian Johnston, Reginald Jaynes. Música: Carter Burwell. Elenco: Denzel Washington, Frances McDormand, Bertie Carvel, Kathryn Hunter, Corey Hawkins. Disponible en: Apple TV+. Nuestra opinión: muy buena.

Luego de una ardua caminata bajo la nieve en una Chicago desértica, Llewyn Davis se sienta ante un impertérrito Bud Grossman con la guitarra como su única compañía. El músico interpreta una bella rendición de “The Death of Queen Jane” y, sin embargo, ese hombre que lo escucha, en cuyas manos deposita toda su esperanza de triunfar, no cree que haya nada especial en lo que está interpretando. Ese clima encrudecido lo espera a ese trovador a la salida mientras intenta protegerse del frío. Llewyn Davis está solo en la nieve. Llewyn Davis está solo en un mundo del que espera más de lo que éste está dispuesta a darle. Él considera, en realidad, que todos le deben algo. Que es hora de despertar del letargo.

Llewyn Davis es más que el protagonista de Balada de un hombre común, la película de 2013 escrita y dirigida por los hermanos Coen: es un exponente de la larga fila de personajes que, al borde del patetismo (mucho se ha hablado de los cineastas como nihilistas que miran a sus personajes desde un pedestal), chocan contra lo inevitable. Ya lo vimos en una de sus grandes producciones, Fargo, con la fallida ejecución del plan que siempre estuvo destinado al fracaso de Jerry Lundegaard. Y también lo vimos en Un hombre serio con “Larry” Gopnik. Los ejemplos abundan, y La tragedia de Macbeth, a pesar de ser algo disonante con la filmografía de los hermanos (a fin de cuentas, el largometraje fue escrito y dirigido solo por Joel), toma la obra de William Shakespeare para revisitar esos mundos donde los individuos se convierten en presas de su propia ambición.

Denzel Washington y Frances McDormand en La tragedia de Macbeth
Denzel Washington y Frances McDormand en La tragedia de Macbeth


Denzel Washington y Frances McDormand en La tragedia de Macbeth

Una de las grandes sorpresas del flamante film de Coen, disponible en la plataforma de streaming Apple TV+, es cómo el director pudo concebir una obra orgánica dentro de su corpus autoral, pero nunca apelando a esa tragicomedia presente en, por ejemplo, Quémese después de leerse. Es decir, la obra de Shakespeare está traspolada con una precisión admirable que recuerda, en cierto modo, a lo que había hecho en 1948 el gran Orson Welles. Por lo tanto, nos encontramos de inmediato con las brujas (un trabajo extraordinario de Kathryn Hunter), las encargadas de preguntarse qué puertas quedarán seguras cuando el viento sople desde todos los puntos, presagio sobre la inevitable caída del general escocés Macbeth (Denzel Washington), quien se queda con la corona tras el presagio inicial. La introducción de dichas brujas y de cada personaje familiar (desde Banquo al encargado de la estocada final, Macduff) es sencillamente deslumbrante.

Las piezas de este ajedrez aparecen en medio de una bruma espesa, o con el uso del claroscuro del director de fotografía Bruno Delbonnel (habitual colaborador de los Coen, y figura clave en Balada de un hombre común) marcando progresivamente el camino a la tragedia del título, una en la que convive, en palabras de Shakespeare, “el hombre tranquilo y frenético”, con “el leal e indiferente”.

Kathryn Hunter, excepcional en el film de Joel Coen
Kathryn Hunter, excepcional en el film de Joel Coen


Kathryn Hunter, excepcional en el film de Joel Coen

En este sentido, Washington es el Macbeth perfecto para personificar todos esos rostros del hombre obnubilado en ese laberinto donde traiciona y reincide, y donde también es perseguido por sus aberrantes acciones. En cuanto a Frances McDormand, otro gran acierto de Coen es el de no caer en el lugar común a la hora de graficar la naturaleza persuasiva de Lady Macbeth, dispuesta a arrebatar cualquier atisbo benévolo de su esposo, sino el de darle mayor protagonismo en secuencias más poéticas donde la actriz -en una muy buena elección interpretativa- rompe con la estructura armónica de una producción ascética al atribuirles (para la lógica interna de este film) cierta modernidad a sus movimientos. Por lo tanto, la secuencia de la caminata nocturna de la mujer producto del sonambulismo (en un castillo ya convertido en asfixiante caja en la que no hay nada de lo que sujetarse en el descenso a la locura) es la más aterradora y notable de la película, una verdadera proeza técnica.

La tragedia de Macbeth busca alcanzar la perfección pero con la pretenciosidad como cualidad bien entendida, y esto se vuelve evidente desde el aspecto sonoro, tanto con ese abrir y cerrar de puertas de un Macbeth enceguecido como con la firme pisada del caballo de Fleance que marca, como esas otras pisadas, las que abren el film, el sinsentido de tanta sangre derramada.