He vuelto a ver ‘Willow’ (la película) y me ha sorprendido lo feminista que es
El género fantástico vivió una auténtica era de esplendor en el cine durante los 80, con películas tan emblemáticas como La princesa prometida, La historia interminable, Dentro del Laberinto o Cristal Oscuro. Desde hace unos años, Hollywood (y el resto del mundo) se está empeñando en recuperar la magia de aquella década a través de secuelas y reboots nostálgicos, con Stranger Things como una de las principales catalizadoras, pero no todos logran reproducir esa chispa tan especial que hizo de esos años algo tan inolvidable y definitorio para los que ya rondan los 40.
A esos regresos se suma ahora el de Willow, mítica aventura de espada y brujería dirigida por Ron Howard, que vuelve en forma de serie secuela para Disney+, con una nueva generación de héroes y heroínas con los que Lucasfilm, la productora detrás de Star Wars, expande y actualiza una propiedad menos conocida de su catálogo con aires renovadores. La llegada de la serie de Willow nos invita a recuperar el clásico original para descubrir que, el aire moderno, transgresor y sí, feminista, ya estaba en la película, aunque actualmente no se recuerde tanto por ello.
Willow se estrenó en 1988, con producción del visionario George Lucas, que se basó en una historia original concebida por él mismo. La película está protagonizada por Warwick Davis como Willow Ufgood, valiente granjero enano convertido en héroe y hechicero que se embarca en una peligrosa odisea para proteger a un bebé de una malvada bruja que lo necesita para aumentar su poder y dominar el mundo. Con Val Kilmer, Joanne Whalley, Jean Marsh y Billy Barty encarnando a icónicos personajes, y pioneros efectos visuales de Industrial Light & Magic, Willow pasó a las historia como una de las películas más queridas de los 80, a pesar de ser un más bien discreto éxito en taquilla.
Cuando pensamos en esta película de culto, nos viene a la mente su entrañable protagonista, la presencia de Val Kilmer como el carismático canalla Madmartigan, sus criaturas fantásticas, su acción épica, sus deslumbrantes hechizos o sus -por aquel entonces- sorprendentes efectos especiales (por los que se llevó una nominación al Oscar, además de otra a mejor edición de sonido). Pero quizá “feminismo” no sea lo que se pase primero por la cabeza en nuestro recuerdo del film. Sin embargo, si lo revisitamos, nos daremos cuenta de que Willow se desmarcaba del cine imperante de la época con una historia en la que las mujeres tenían un peso imprescindible, hasta el punto de que, más allá de Willow y Madmartigan, ellas dominaban el relato.
Con El señor de los anillos como principal referente, el género fantástico no tiene el mejor historial en lo que se refiere a representación femenina, especialmente hace 30 o 40 años, claro. Hoy en día se está equilibrando la balanza con una mayor (y mejor) labor de inclusión y ruptura de estereotipos, pero por aquel entonces, no era tan común en la fantasía épica o los cuentos de hadas. Sí, había películas con perspectiva femenina como la mencionada Dentro del Laberinto o Lady Halcón, pero la mayoría de veces, las mujeres se limitaban a desempeñar el rol de princesa casamentera, objeto de deseo o damisela en peligro. Con Willow, sin embargo, esto no ocurría.
La película cuenta con varios personajes femeninos principales y cada uno, a su manera, rompía con los estereotipos predeterminados. Para empezar, la figura clásica de la elegida era una niña, Elora Danan, que si bien solo era un bebé, no dejaba de plantar la semilla de una futura heroína poderosa. Por otro lado estaba Sorsha (Joanne Whalley), una decidida guerrera, precursora de las mujeres de armadura y espada que vemos actualmente en las sagas fantásticas y de acción, que era tan fuerte y valiente como su equivalente masculino, Madmartigan. Lo mejor de Sorsha es que la historia no ve su fortaleza o su carácter distintivo como algo que se deba arreglar, así como tampoco tiene la intención de convertirla en una princesa vestida de rosa (como sí ocurría por ejemplo en El club de los cinco), a pesar de que sí se explora su feminidad y el factor romántico con ella y el personaje de Kilmer.
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Pero hay más. El enfrentamiento final que decide el destino de su mundo tiene lugar entre dos personajes femeninos. Aunque Willow es el protagonista, durante el clímax, el héroe pasa casi a segundo plano mientras se libra una batalla entre las dos mujeres más poderosas del reino, la bruja Bavmorda (Jean Marsh), villana pérfida y oscura por antonomasia, y Fin Raziel (Patricia Hayes), hechicera anciana que recupera su forma humana después de muchos años convertida en zarigüeya por una maldición de la bruja. Dos mujeres maduras enfrentándose en una épica pelea de magia con la que la película refuerza el poder femenino que sostiene su historia de principio a fin, aunque en su día quizá no nos diéramos cuenta.
De hecho, como curiosidad, Willow pasa el test de Bechdel. Para quien no lo sepa, se trata de un sencillo método ideado por la historietista Alison Bechdel, mediante el cual se evalúa el tipo de representación femenina que hay en una obra. Una película pasa el test de Bechdel si cumple estos simples (pero no tan frecuentes) tres requisitos: 1. aparecen al menos dos personajes femeninos; 2. que mantienen una conversación; 3. que no gira en torno a un hombre. Willow, por tanto, lo cumple con creces. En la película la reina Bavmorda y Sorsha, madre e hija, hablan frecuentemente y suele ser sobre el comportamiento de la segunda y la búsqueda de Elora Danan. Mientras que Fin Raziel y Bavmorda se enfrentan no solo con hechizos, sino también con su dialéctica, en un clímax que nos confirma que la magia en la tierra de Willow es controlada principalmente por las mujeres.
Casi 35 años después, volvemos a esa tierra de encanto y peligro gracias a Disney+, que ha decidido continuar la historia de Willow con una serie que se ambienta 20 años más tarde. Warwick Davis vuelve a interpretar a Willow Ufwood, con Joanne Whalley retomando a Sorsha, ahora reina. Sin embargo, quienes se hacen con las riendas de la historia en esta continuación son los descendientes de aquella generación, un grupo de adolescentes que emprenden una búsqueda con Willow como guía y mentor para librar al reino de la oscuridad que amenaza con volver y arrasar con todo. Y como no podía ser de otra manera tratándose de Disney, la nueva generación de Willow está caracterizada, entre otras cosas, por la diversidad racial y sexual.
La pandilla protagonista de la (ahora) saga es paritaria. Tres mujeres y tres hombres. En ella, además, hay personajes racializados y al menos dos son queer, esta vez de forma abierta y sin ambigüedades. En general, las mujeres en la serie no están confinadas a los estereotipos, todas ellas representan un abanico amplio y diferenciado de caracteres, y aunque hay romance, los personajes femeninos no están definidos únicamente por ello. La corriente actual de anti-wokismo podría llevar a muchos a clamar “¡Inclusión forzada!” ante todo esto, pero lo cierto es que ya en la película original encontramos los cimientos de un universo en el que la presencia femenina siempre tuvo mucho peso.
Así, la nueva Willow solo ha tenido que recoger el hilo que soltó la película y seguir el camino que marcó con él. De forma natural, la saga continúa el legado de un clásico que puso a las mujeres en el poder, literal y narrativo, que no las redujo a trozos de carne o a víctimas necesitadas de un hombre que las salvase, que celebró (conscientemente o no) la belleza de la madurez y la naturalidad de la vejez femenina, y que, en definitiva, decidió cambiar un poco las reglas de la fantasía, abriendo la puerta a un futuro que hoy toma forma en la serie.
Los dos primeros episodios de Willow ya están disponibles en Disney+, con estreno de un nuevo capítulo todos los miércoles (8 en total). La película original también se encuentra en el catálogo fijo de la plataforma.