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La xhubleta albanesa, un vestido milenario cuyo secreto puede desaparecer

Malësia e Madhe (Albania), 26 mar (EFE).- La milenaria xhubleta de Albania, una de las vestimentas más antiguas de Europa y cuya complicada elaboración sólo dominan ahora tres ancianas, sufre un grave riesgo de desaparición que podría evitarse tras su inclusión en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.

"La xhubleta es mediterránea, pero tenemos la suerte de que se conservó sólo entre nosotros, haciéndola única. En estilo y decoración, es solo albanesa. No hay similitud con otras prendas, sólo con (las representadas) en terracotas de hace 4.000 años", afirma a EFE la etnógrafa Afërdita Onuzi, autora del libro "Xhubleta".

Esta obra de artesanía se conserva como traje típico tradicional de las mujeres que habitan los Alpes albaneses, en el norte del país.

Tras incluirla en su lista de tradiciones en necesidad de protección urgente, la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, las Ciencias y la Educación (Unesco) ha donado unos 84.000 euros, que el Gobierno empleará en un proyecto de documentación y transmisión de su técnica de producción, y para crear la infraestructura necesaria para que se siga elaborando.

"La inscripción en las listas de la Unesco va acompañada de la obligación del Estado de mantener viva" esta vestimenta, asegura a EFE, Meri Kumbe, viceministra de Cultura.

UNA FALDA DE 15 KILOS

La pieza más complicada de la xhubleta es la falda de lana de color negro, acampanada y ondulada en la parte final posterior, que llega a pesar hasta quince kilos, y que se cuelga de los hombros con dos tiras.

Está compuesta por numerosas estrechas cintas de fieltro cosidas horizontalmente y unidas mediante una elaborada estructuras de hilos de lana, trenzados con ayuda de una cesta de mimbre.

Las prendas, elaboradas a mano, se decoran con hilo dorado o plateado, o cuentas y abalorios, que trazaban figuras geométricas y florales salidos de la imaginación de cada artesana, lo que hace que cada pieza sea única.

Rita Shkurtaj, presidenta de la asociación "Xhubleta de los Alpes Albaneses", ha iniciado ya la labor de digitalización del proceso de producción, para que sea accesible para todos esta "maravillosa obra de las abuelas y madres".

Una de las artesanas que mantiene viva esta ancestral tradición es File Kola, de 71 años.

Con ocho años empezó a aprender a hacer la xhubleta con su madre y su tía, y fue la única de entre 7 hermanos que se dedicó a esta labor.

DE ABUELAS A NIETAS

Aún guarda como un tesoro la xhubleta con la que se casó su madre en 1938, y que ella misma vistió en su boda en 1972 y su hija en 2005.

"Sé hacer todos los procesos desde el desenredado de la lana de oveja, el hilado y luego la costura y la decoración", explica a EFE Kola, quien se ve obligada a vender imitaciones menos elaboradas de esta prensa para complementar su pensión de menos de 100 euros.

Parte de xhubleta son complementos como la postava, el cinturón bordado con un broche grande; el pañuelo llamado kraholi y los kallcat, unos calcetites en forma de botas.

También acompañan al traje numerosas joyas, entre las que destaca la masha, una especie de tenazas que las mujeres usaban para tomar brasas con las que encender el cigarrillo a los hombres.

Antiguamente, las chicas llevaban en su dote entre cinco y nueve xhubletas, para vestirlas en las diferentes etapas de su vida, desde la más adornada de la boda hasta la que se lleva tras morir.

La tradición comenzó a perderse entre las mujeres católicas y musulmanas de la zona montañosa a finales de la década de 1960, cuando la dictadura comunista prohibió la religión y la propiedad privada y obligó a las mujeres a trabajar en cooperativas.

A partir de entonces, la xhubleta se usaba sólo en fiestas y celebraciones familiares o como pieza de museo.

Su casi desaparición se debe también a la alta migración de las zonas pobres montañosas del norte, y a la falta de herramientas de trabajo para su elaboración.

De hecho, la demanda de xhubleta, principalmente por parte de albaneses originarios de esa región emigrados a Estados Unidos, ha crecido tras la inclusión en la lista de la Unesco, y ahora se están pagando hasta 3.000 euros por prenda.

Mimoza Dhima

(c) Agencia EFE