¿Qué usó la Reina para su coronación hace 70 años?
El vestido de coronación y la túnica de la difunta reina Isabel son algunas de las prendas más memorables e importantes de la historia de la moda.
La coronación de la reina de 27 años fue la primera en ser televisada: solo en el Reino Unido unos 27 millones de personas se sintonizaron para ver la ceremonia.
El icónico vestido blanco de satén y la capa de terciopelo de seda de color rojo intenso que usó la joven monarca durante el servicio de coronación en la Abadía de Westminster el 2 de junio de 1953, están repletos de historia.
Mientras hacemos la cuenta regresiva para la coronación del rey Carlos en mayo, podemos echar la vista atrás para recordar lo que usó Isabel II el día de su coronación, hace 70 años.
El traje de coronación de la reina Isabel
Al ser la primera coronación televisada, la reina Isabel era consciente de que todo el mundo vería lo que iba a usar en su coronación en 1953.
La difunta Reina pidió ayuda al modisto británico Norman Hartnell, quien había diseñado su vestido de novia en 1947, para que le creara el traje de coronación en octubre de 1952, ocho meses antes de celebrar el evento.
Hartnell le presentó nueve diseños diferentes y Su Majestad eligió la octava propuesta. No obstante, la versión final fue el resultado de un proceso investigativo, ajustes y numerosos encuentros con la difunta monarca.
El vestido de coronación de la reina Isabel era de seda blanca, bordado con los emblemas florales de los países de la Mancomunidad de Naciones en aquel momento. Además de los cuatro emblemas nacionales que ya se encontraban en el boceto de Hartnell, su Majestad también pidió los emblemas de los Dominios en los que reinaba.
El diseño final ostentaba la rosa Tudor de Inglaterra, el cardo escocés, el puerro galés, el trébol de Irlanda del Norte, el zarzo de Australia, la hoja de arce de Canadá, el helecho plateado de Nueva Zelanda, la protea de Sudáfrica, dos flores de loto para India y Ceilán (ahora Sri Lanka), y el trigo, algodón y yute de Pakistán, bordados en varios colores.
Los bordados se distribuyeron en tres niveles escalonados y festoneados con líneas alternas de cuentas de oro, diamantes y perlas.
Los materiales del vestido de coronación de la reina fueron fabricados en Gran Bretaña: la seda fue producida en la granja de seda de Lady Hart Dyke en el castillo de Lullingstone, en Kent, y la tejió Warner & Sons en Essex.
En la confección del vestido intervinieron tres modistas, seis bordadoras y la Real Escuela de Costura, encargada del bordado hecho en hilo de oro.
Además del vestido, Hartnell también diseñó la colobium sindonis de la Reina, una túnica de lino blanca y lisa que se utiliza durante el servicio de coronación para simbolizar que se despoja de “toda vanidad mundana y se desnuda ante Dios”.
La colobium sindonis se coloca sobre la ropa del monarca entrante y luego se cubre con la supertunica, una túnica de cuerpo entero bordada en oro.
Finalmente se coloca el Manto Imperial, también conocido como palio o túnica dalmática. El Manto Imperial está hecho de “tela de oro, tejida en hilos de colores con un patrón vegetal curvilíneo, coronas, flores de lis y águilas, con rosas de colores, cardos y trébol tejidos, y franjas de oro forradas en seda atigrada roja”, según The Royal Collection Trust.
Cuando el soberano se pone la supertunica y la estola, con el Manto Imperial en la parte superior, es investido con las insignias, coronado y finalmente, entronizado.
La túnica de coronación de la Reina
En los hombros de la Reina descansaba un manto de terciopelo carmesí con bordes de armiño y dos filas de encaje de oro delicadamente bordado, así como filigrana de oro. El día de la coronación, seis damas de honor tuvieron que sostener la capa detrás de la reina.
La Túnica de Estado de terciopelo carmesí, como se la conoce, fue tejida a mano por Warner de Braintree, en Essex, utilizando la seda del castillo de Lullingstone y hecha por Ede & Ravenscroft de Chancery Lane, en Londres.
Las coronas de la reina Isabel
La difunta Reina no usó una, sino tres coronas diferentes el día de su coronación en 1953, todas con un propósito diferente a lo largo de la ceremonia de dos horas de duración.
La Diadema de diamantes
La reina Isabel llegó a la Abadía de Westminster usando la corona Diadema de diamantes, originalmente diseñada para la coronación de Jorge IV en 1821 y muy famosa por ser la que luce la Reina en su perfil del sello postal.
Custodiada en la Torre de Londres, tiene 1 333 diamantes brillantes engastados y consiste en una banda con dos filas de perlas a cada lado de una fila de diamantes, sobre la cual hay diamantes engastados en forma de rosa, cardo y dos tréboles, los emblemas nacionales de Inglaterra, Escocia e Irlanda.
La corona de San Eduardo
Entonces Su Majestad fue coronada oficialmente en la silla de la coronación con la corona de San Eduardo, la más importante y sagrada de todas.
De hecho, solo se usa en el momento de coronarse. Y no es para menos puesto que está hecha de oro macizo, pesa 2,23 kg (casi 5 libras) y está adornada con piedras semipreciosas.
La actual corona de San Eduardo se remonta al 1661 y fue expresamente creada para la coronación de Carlos II en lugar de la corona medieval que había sido fundida por los parlamentarios en 1649, tras la ejecución del rey Carlos I.
La corona imperial del Estado
Después de la ceremonia, y oficialmente declarada Reina, su Majestad entró en la capilla de San Eduardo para cambiarse la corona y ponerse la túnica de terciopelo púrpura para la procesión final.
La corona final, la corona imperial del Estado, se hizo para la coronación del rey Jorge VI en 1937. Está hecha de oro puro y tiene 2 868 diamantes engastados, 17 zafiros, 11 esmeraldas, 269 perlas y cuatro rubíes.
La corona contiene algunas de las gemas más famosas de la colección “Joyas de la Corona”, incluyendo el Rubí del Príncipe Negro, un cabujón de espinela de 170 quilates, el zafiro de los Estuardo, una piedra de 104 quilates engastada en la parte posterior de la corona, y el diamante Cullinan II, un diamante de 317,4 quilates del diamante Cullinan original, el diamante en bruto más grande que se ha encontrado.