Ámsterdam: un elenco de estrellas para un complot fascista y un director con tantos Oscar como polémicas
“Mucho de esto realmente sucedió”, indica el rótulo inicial de Ámsterdam. Es la década de 1930 en Estados Unidos: el ambiente es el del charleston, la arquitectura art déco, y de los artistas (Hooper, Benton y Marsh, entre otros) que empezaron a crear movimientos pictóricos con el foco en escenas de la vida cotidiana. Pero también es el escenario de una sociedad golpeada por la Gran Depresión, donde la semilla del fascismo y el nazismo empezaba a germinar en la “tierra de la libertad”. Con un elenco multiestelar, la nueva película de David O. Russell, que llega hoy a las salas locales, intenta retratar la complejidad de esa época en dos continentes, sirviéndose de uno de los capítulos más extraños en la historia de la democracia estadounidense.
Christian Bale, Margot Robbie y John David Washington, son un doctor, una enfermera y un abogado (respectivamente) incriminados en Nueva York por el asesinato de un importante general retirado. Los tres forjaron una amistad, a prueba del tiempo y la distancia, cuando se conocieron en Europa el cruento epílogo de la Primera Guerra Mundial. Pero, a partir de una pista que les da la hija del militar fallecido, sospechan de una conspiración más grande detrás de escena, que podría involucrar los intereses de algunas de las personas más poderosas de los Estados Unidos.
En otro episodio que prueba que la realidad supera a la ficción, el argumento de la película está basado en un episodio ocurrido en 1933, en la que un grupo de veteranos de guerra organizaron un plan para dar un golpe de Estado contra el presidente Roosevelt e instalar en su país un régimen fascista. Toda la urdimbre serpentina fue financiada detrás de escena por millonarios y corporaciones como J. P. Morgan, DuPont, y General Motors, entre otros titanes de Wall Street. En la película, las conspiraciones se extienden a la industria militar y farmacéutica, entre otras.
Entre el arte y las conspiraciones
En el tejido social de la realidad contemporánea, las teorías conspirativas sobre los planes secretos de los hombres más poderosos y ricos se extendieron como nunca con el advenimiento de Internet y las redes sociales. Pizza Gate, Bohemian Grove, y hasta la reaparición con vida de John Kennedy como aliado de Donald Trump, fueron algunas de las narrativas falsas propagadas en foros y YouTube, por figuras como el mediático Alex Jones, para promover la idea de un mundo controlado desde las sombras por millonarios. Muchas de esas conspiraciones apuntaron a candidatos demócratas, como Hillary Clinton, durante la elección presidencial de 2016.
“Hay conspiraciones hoy que son una locura total, pura demencia”, dice Robert De Niro cuando LA NACION le pregunta por qué parecen tener tanta tracción estas teorías conspirativas en nuestra época. “Es una buena pregunta. Trump permitió que estas cosas, que estaban en los márgenes, vinieran a la superficie. Estimuló un cáncer, le permitió hacer metástasis, y se convirtió en algo problemático. Las conspiraciones son cosas locas que inventa la gente. Creen que suceden porque en Internet todos pueden opinar, todos tienen «voz» y hay gente dispuesta a escucharlos. Eso nos lleva a donde estamos hoy”.
De Niro, que en Ámsterdam interpreta a un militar retirado que se opone al plan macabro, ya había hecho público su enojo con el expresidente de los Estados Unidos cuando dijo “Fuck Trump”, en vivo por televisión, durante la ceremonia de los premios Tony en 2018.
Los paralelos entre la realidad y la ficción no son algo nuevo para el protagonista de Ámsterdam Christian Bale, que ya había trabajado una idea similar en Escándalo americano, una película en hacía difusa la línea divisoria entre la realidad y la ficción. Ahí interpretaba a un estafador amante del arte. El médico que interpreta en Ámsterdam tiene la cara desfigurada y un ojo de vidrio, secuelas de la guerra que peleó en un país que no era el suyo. Pero Bale afirma que no busca conexiones entre sus personajes anteriores.
“Dejo que la gente encuentre conexiones o patrones entre ellos. No tengo ninguna estrategia para los personajes que elijo, para mí la conexión es el amor que David O. Russell (el director) tiene por estos personajes marginados, considerados dudosos para lo que es convencional. Él encuentra algo para amar en ellos. En ese aspecto son mis personajes son similares. Burr es un luchador, no se convierte en alguien cínico, se mantiene optimista sin importar cuántos bastardos miserables tenga cerca, sin importar lo que la vida le tire encima”.
Desde el título la película también juega con las similitudes y diferencias entre la cultura de Ámsterdam y Nueva York en esa época. El rol del arte constructivista y suprematista, importado de Europa, frente a las nuevas corrientes pictóricas que no se enfocaron en los objetos, sino en hacer un arte más “democrático” y accesible para la población general. En Ámsterdam, a la interpretación y decodificación del arte, se le suma la aparición del cine como elemento esencial a la trama. “Las películas son una herramienta poderosa que se puede usar para el bien o el mal. Acá lo usamos para hacer el bien”, dice Bale sobre el rol de las cámaras para develar (u ocular) lo que pasa en el mundo.
El director, en el centro de la polémica
Un nombre ausente en la campaña publicitaria de Ámsterdam es el de su director, David O. Russell. Acumula fama y denuncias por ser uno de los directores más difíciles de Hollywood. En el rodaje de Tres reyes, en 1999, terminó a las trompadas con George Clooney, cuando el actor se cansó de los maltratos verbales y físicos que el director inflingía a los extras de la película.
En un detrás de escena de I Heart Huckabees, su película de 2004, se lo puede ver a Russell insultando a los gritos a Lily Tomlin y arrojando cosas contra una asistente de producción. Amy Adams, después de filmar Escándalo americano en 2013, confesó que fue una de las experiencias más miserables de su vida, y que el director la hacía llorar a menudo.
En 2014, cuando hubo un hackeo masivo de emails del estudio Sony, se filtró una conversación entre Michael De Luca, presidente entonces de Columbia Pictures, y Amy Pascal, que recordaban otro episodio censurable que se hizo público a través de la difusión del corre: allí se decía que “está loco, es talentoso, pero una vez lo vi llevar a Sally Field a una fiesta y hacerla llorar?” De Luca también recordaba una denuncia en la que se sostenía que O. Russell había tocado los pechos de su sobrina de 19 años, que estaba haciendo su transición de género. El caso fue cerrado sin cargos.
Con la ola del #MeToo, del que se cumplen por estos días cinco años, Russell fue uno de los que quedó en el centro de la tormenta. Usuarios enojados en las redes sociales se preguntan por qué algunos de los actores más talentosos en la industria trabajan con él. El elenco de Ámsterdam, además del trío protagónico y De Niro, incluye a Rami Malek, Anya Taylor-Joy, Mike Myers, Zoe Saldaña, Andrea Riseborough, Chris Rock, Michael Shannon y Taylor Swift, entre otros.
Entre 2010 y 2013, las tres películas que hizo David O. Russell consiguieron 26 nominaciones al Oscar. Jennifer Lawrence se coronó como mejor actriz por El lado luminoso de la vida (también estuvo nominado De Niro por esa película), y Christian Bale ganó su único Oscar (como actor de reparto) por El ganador.
Cuando LA NACION le preguntó cómo fue volver a trabajar con Russell, De Niro respondió serio: “Grandioso. Todo lo que hace es especial y por esa razón siempre trato de ser parte, si estoy invitado. Es así de simple”.
Pero Bale habló con más entusiasmo sobre la nueva colaboración con el director: “Fue una experiencia fantástica, David es único, consigue hacer un cine muy distinto al de cualquier otra persona. Eso lo hace un gran director. David y yo empezamos con este proyecto hace 10 años, así que nunca estuve involucrado en algo así durante tanto tiempo. como dijo Bob (De Niro) trabajar con David es una experiencia única, sabés que vas a encontrarte con algo especial, único, muy David O. Russell. Es una experiencia satisfactoria saber que te vas a sentir orgulloso por hacer algo que genera alegría pero también es significativo”.
Como dos leyendas del cine que trabajaron con directores como Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Christopher Nolan, Sergio Leone, Brian De Palma, y Quentin Tarantino, entre otros, no es difícil preguntarse con qué directores les gustaría volver a trabajar Bale y De Niro. De Niro dijo: “No puedo pensar en uno, pero siempre están cerca algunos, por supuesto. Trabajé con dos directores maravillosos, un equipo de directores y guionistas en la Argentina [se refiere a Nada, la serie dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat], y con Luis Brandoni”. Sobre el rodaje y su estadía en nuestro país, el actor de Taxi Driver, El padrino 2 y El francotirador, dijo: “Estuvo grandioso. Son un equipo muy especial, la pasé muy bien con ellos, con Luis. Son especiales”.
Ante la misma pregunta, Christian Bale respondió: “Volvería a trabajar con David O. Russell, sin dudas”.