Íñigo Moreno de Arteaga nos recibe en su casa tras cumplir 90 años y nos habla de su legado: familia, libros e historia
"Ni me defino ni soy orgulloso. No quiero destacar tampoco", nos responde Íñigo Moreno de Arteaga, con contundencia, cuando le pedimos que se describa o nos cuente de qué se siente orgulloso de sus 90 años, cumplidos en abril. Es Teresa de Borbón-Dos Sicilias, con quien lleva casado desde hace más de seis décadas, quien termina haciéndolo: "Es un caballero, un perfecto caballero". Ambos residen a las afueras de Madrid, en la finca 'El Canto de la Cruz', rodeada de encinas y animales: además de sus perros, 'Moca' y 'Lis' —como la flor de los Borbón—, los 16 caballos que conforman actualmente la yeguada de la princesa de las Dos Sicilias. Algunos de sus purasangres árabes han ido a parar Estados Unidos, Canadá, Australia… Incluso la princesa Alia de Jordania posee uno.
Ya dentro de su casa, Íñigo Moreno de Arteaga pasa el día entre libros. Muchos de ellos de historia —es académico de honor de la Real Academia de Historia— y de caza. De hecho, posee una de las mejores librerías de España sobre cinegética: "Tengo tres mil libros de caza española y unos mil y pico más de caza extranjera", nos explica el aristócrata, que cuenta con obras únicas y algún que otro incunable, como uno de 1498 escrito por Lucio Marineo Sículo, humanista siciliano que formó parte de la corte de Fernando el Católico.
Estos ejemplares centenarios conviven con los que el propio marqués de Laserna ha publicado. El más reciente es Valençay. Prisión de príncipes 1808-1814, sobre los años en los que el Rey Fernando VII estuvo en este castillo francés. "Me encontré con la figura del duque de San Carlos y un amigo mío me señaló que había visto unos tomos de la Reina María Luisa en su casa", nos cuenta. "Los fui a ver. Al final, no eran cartas de María Luisa, Reina de España, sino de María Luisa, Reina de Eturia, una hija suya. Lo más interesante era la correspondencia de Fernando VII y sus hermanos desde Valençay, que es inédita", añade el aristócrata, que ha inculcado su pasión por los libros a todos sus hijos. Una de ellos, Beatriz Moreno, tiene una empresa de encuadernación. Es la madre de Teresa Urquijo, mujer del alcalde de Madrid, y de Juan, compañero de Irene Urdangarin.
Así habla del alcalde de Madrid, marido de Teresa Urquijo: "Le conocí de novio de mi nieta. Es un hombre muy llano. En casa, ha entrado como un nieto más"
—Íñigo, 'Valençay' es su último libro publicado, pero lleva casi 30.
—He escrito ocho de historia y unos 20 del entorno de la caza.
—¿De cuál se siente más orgulloso?
—Sentirse orgulloso es mucho decir, pero del que más contento estoy se llama Dignidad de la caza. Es un ensayo muy general. También de España, hito a hito. Este lo escribí porque, hablando mis nietos con sus amigos, me pareció que esas generaciones tienen ignorancia y hasta desinformación sobre la historia de España.
—¿De dónde le viene esta dedicación por la historia?
—Mi madre era muy intelectual y quiso escribir una biografía del último virrey del Perú, su antepasado, pero enfermó y murió. Como homenaje, la escribí yo. Mi tesis doctoral de historia fue sobre eso, aunque mi vida laboral ha sido el mundo del naviero.
Repaso a su vida
—Ahora, que acaba de cumplir 90, ¿piensa escribir sobre su vida?
—¿Sobre la mía? No, no (ríe).
—Si se animase, ¿qué título pondría?
—Normalmente, se titula cuando se termina de escribir el libro, y mi vida continúa (ríe). Pero podríamos poner 'Patria y familia', por ejemplo.
—¿Cuál es el capítulo de su vida del que se siente más orgulloso?
—Es que no me siento orgulloso, pero sí me siento satisfecho del Premio de Historia de las Órdenes Españolas. Es un premio dedicado a la obra de un investigador del mundo entero y lo dan las Órdenes Españolas del siglo XII.
—Al elegir antes el posible título de 'Patria y familia', pensaba que me iba a responder algo sobre su familia.
—La familia llena mucho. Tengo ocho nietos y solo se ha casado una. Ocho nietos de siete hijos no son muchos, pero, claro, dos de mis hijos han muerto. Los bisnietos tendrán que venir… Hemos casado a una nieta… Veremos con los siguientes (ríe).
"La familia llena mucho. Tengo ocho nietos y solo se ha casado una. Ocho nietos de siete hijos no son muchos, Pero, claro, dos de mis hijos han muerto. Los bisnietos tendrán que venir…"
—¿Cómo se llega a recuperar tras la pérdida de dos hijos?
—Muy sencillo: hay que vivir. Hemos venido a este mundo a prepararnos para la muerte. La muerte es una parte de la vida, un estadio de la vida, y hay que aceptarla como es.
—Pero perder a dos hijos…
—Es duro, sí. El primero, Fernando, se murió en un accidente de moto y fue muy inesperado. El otro de un tumor cerebral. No duró mucho tiempo, unos meses, pero uno se va, quizá, habituando. No sé si habituar, pero sí ir aceptando.
—¿Cómo se ve a sus 90 años?
—Para tener 90, bien. Si tuviera 20, diría que fatal (ríe).
—Ahora, ¿qué le interesa hacer?
—Leer y escribir. Y tengo ilusión en la caza, aunque una pierna no me funciona muy bien, por un herpes.
—Bueno, eso tiene fácil solución.
—Con 20 años, sí, pero con 90… Me dicen que posiblemente se cure, aunque llevo año y medio así y se ha hecho con el nervio ciático. Desde luego, estoy mucho mejor. Hace un año estaba en silla de ruedas y ahora puedo hacer cacerías sencillas.
"¿Cómo se recupera de la pérdida de dos hijos? Muy sencillo: hay que vivir. Hemos venido a este mundo a prepararnos para la muerte. Es una parte de la vida, y hay que aceptarla como es"
—De sus 90 años, seis décadas las ha compartido con su mujer.
—Llevamos casados desde 1961.
—Cuando la conoció, ¿qué le llamó la atención de ella?
—Uy, hará 70 años… No lo sé. Ni me acuerdo del momento exacto… Creo que fue en una cacería. No nos casamos demasiado jóvenes y eso nos hizo valorarnos como personas.
—¿Qué es lo que más admira de su mujer?
—Ella ha hecho cierta la norma del cristianismo: el amar a todos.
—¿Cómo es su vida en el campo?
—Esto tiene las ventajas del campo, pero no es campo campo, porque está a media hora de Madrid. El día a día es muy tranquilo. Por la mañana, suelo escribir y voy a investigar los archivos. Ya por la tarde, redacto las notas que he tomado por la mañana, en papel y a lápiz.
—Antes, residía en el centro de Madrid, en la calle Alberto Alcocer.
—Sí, cuando nos casamos. Luego, nos mudamos a Joaquín Bau, en el mismo barrio. Después nos vinimos aquí, en 1991. Primero fue por los hijos, que ya eran bastante independientes. Cuando son pequeños, tienen que estar abrazados a la Cibeles. También nos vinimos aquí para que mi mujer estuviera con sus caballos.
—Ella heredó una gran yeguada.
—En el aspecto del caballo árabe, ha sido una personalidad importante. Ha sido juez en el mundo entero, recorriendo desde Nueva Zelanda hasta Canadá. Todos los años iba a esas exhibiciones.
—Entiendo que ya no monta.
—Mi mujer tiene 87 años.
—Isabel II de Inglaterra montaba a caballo meses antes de fallecer…
—También bebía gin tonic.
—En la finca se han celebrado eventos ecuestres muy importantes.
—Sí. Mi mujer con las hijas ha celebrado el campeonato completo, que tiene tres actividades: la doma, el concurso hípico y, el tercero, una monta de campo. Era un recorrido por toda la finca, saltando con obstáculos fijos y con una velocidad determinada. Luego, se han celebrado exhibiciones de caballos propios.
"Para tener 90, me encuentro bien. Si tuviera 20, diría que fatal. La pierna no me funciona bien. Hace un año estaba en silla de ruedas, pero ya puedo hacer cacerías"
La boda de Teresa Urquijo
—También celebraron la boda de su nieta. ¿Cómo recuerda ese día?
—Estupendo. Todo fue muy bien. No llovió, que en mi boda diluvió. Fue muy muy familiar, a pesar de las circunstancias. Las bodas deben ser algo familiar.
—Y ese día vinieron el Rey Juan Carlos, la Reina Sofía y sus hijas.
—Pero ellos son familia. Las familias se reúnen y esta era una vez más. Han venido más veces a esta casa.
—Háblenos de su nieta Teresita.
—Es una chica estupenda. Brillante en sus estudios y en la vida. Llevará dos o tres años trabajando y es mucho más brillante todavía.
—¿Qué destaca de ella?
—Es la sonrisa hecha persona. Es alguien que gana porque siempre está sonriendo, y eso indica un buen carácter, claro.
—A José Luis Martínez-Almeida lo conocemos como alcalde de Madrid, ¿qué diría a nivel personal?
—Como alcalde ya es conocer mucho, eh (ríe). Es un abogado del Estado, con una formación profunda y un hombre muy llano. En casa ha entrado como un nieto más.
—¿Lo conocía usted de antes?
—Lo conocí de novio de mi nieta.
—¿Le sorprendió la entrada de José Luis en su familia?
—¿Que una nieta se case? No, no me sorprende nada.
—Antes decía que no tiene bisnietos, ¿ve pronto que vaya a tener uno?
—Habrá que preguntárselo a ellos. Yo no les digo nada.
—Últimamente, también hemos empezado a conocer a su nieto Juan. ¿Qué resaltaría usted de él?
—Es simpatiquísimo y arrollador.
—Estos últimos meses, su nieto Juan está conociendo a Irene Urdangarin. ¿Qué le parece?
—Los veo jóvenes. Será o no será… El tiempo dirá. Irene tiene 19 años y una carrera por empezar.
—¿Le sorprendió esta relación?
—No. Tanto como novia y empezando una carrera… Es un proyecto de futuro. A lo mejor se cuaja o a lo mejor no… Sabe Dios.
—A lo mejor, casa a otro nieto.
—Sí, pero ¿dentro de cuánto? ¿Cinco años? Espero que otros nietos se casen antes.
—¿Cómo es su relación con el Rey Juan Carlos, que le concedió el título de marqués de Laserna en 2010?
—Lo conozco desde que éramos niños. Es una relación antiquísima.
—¿Cómo era él de niño?
—Como todos los niños. Bueno, no. Cuando uno tiene una responsabilidad tan grande, pesa sobre la persona y la personalidad. Pero, dentro de eso, es un hombre de una simpatía enorme. Es que irradia simpatía.
—Hace unos días, don Juan Carlos regresó a España para asistir al funeral de un sobrino. ¿Ve cercano que vuelva a vivir en España?
—¿Usted ve cercano que Sánchez salga del Gobierno? Contésteme eso y le contesto yo a lo otro.
—Tras estudiar la historia de España y muchos reyes, ¿qué valoración hace del reinado de Felipe VI?
—Magnífico. Casi tan bueno como el de su padre.