Únicos e inolvidables: Julio Bocca y Alessandra Ferri se reencontraron detrás del telón en la Scala Milán
Difícilmente alguien no vaya a estar de acuerdo: Julio Bocca y Alessandra Ferri fueron una de las parejas más extraordinarias de la danza. Magnéticos y soberbios, protagonizaron inolvidables obras juntos desde que el American Ballet Theatre los reunió en los años ochenta y representaron la simbiosis perfecta en el escenario en el cambio de un milenio, que los mantuvo juntos hasta el retiro de Bocca en 2007. Sobradas muestras de esta alquimia tuvo el público argentino, que los vio, por ejemplo, en el Teatro Colón (junto al piano en escena de Other dances, de Jerome Robbins), también en 1999 con el Ballet Argentino en el Luna Park, y más acá en el tiempo en el Ópera (con el Ballet de Santiago, en 2006).
Esas imágenes que todo amante del arte atesora -con Romeo y Julieta y Manon a la cabeza- volvieron a la memoria este fin de semana en Italia. A los 59 años, espléndida, la italiana estrenó AfterRite, de Wayne McGregor, que hasta el 7 de julio continúa presentándose en el escenario de la Scala de Milán. En el mismo teatro, el argentino trabaja desde hace varios días con el cuerpo de baile que dirige otra gran estrella, el francés Manuel Legris, para montar Giselle que se verá la semana que viene.
Julio y Alessandra, entrañables amigos, se reencontraron la noche de la premier en el backstage y compartieron nuevamente tiempo juntos, entre salas de ensayo, charlas y salidas. De esa escena detrás del telón llega por privado la foto de un beso cargado de emoción que trae consigo hermosos recuerdos para cualquiera que los haya visto bailar. ¿Cuántas veces se dijo que eran una simbiosis perfecta?
“Encontrarme de nuevo con Ale es increíble: que venga a tomar clases y yo sea el maestro -sonríe Julio, con voz emocionada del otro lado del teléfono- y después verla bailar con otro”. Bocca revela a LA NACION que allí, con ella, podría haber estado él. “En su momento, cuando la obra fue creada en el American Ballet habíamos hablado quizá de hacerla juntos [la pieza se estrenó en Nueva York con otro argentino, Herman Cornejo]. Yo les pedí un mes‚ que me dejaran pensar; hice unas clases y empecé a moverme un poco para ver cómo me sentía, porque si yo vuelvo al escenario quiero estar bien, sentirme cómodo, y no: esa responsabilidad y esa presión de nuevo, no me animé. Así que esto es significa también para mí ver una obra que podía haber sido creada para Alessandra y para mí. Es una un trabajo magnífico, que tiene que ver con la realidad que se vive hoy, con que seguimos destruyendo todo lo que tenemos. Es muy actual. Y Alessandra está divina, ¡en ‘formísima forma’!”.
El espectáculo del premiado coreógrafo británico propone un díptico sobre dos partituras icónicas de Stravinsky: La consagración de la primavera y Las bodas, reimaginadas por el universo creativo de McGregor. En términos de la Scala, “si en AfteRite vemos la desgarradora historia de una madre obligada a elegir a cuál de sus dos hijas sacrificar, LORE trabaja de forma más abstracta una fisicalidad agresiva para moverse entre polos opuestos, naturaleza y tecnología.” Inspirado a su vez en el libro Primavera silenciosa, de Rachel Carson, sobre el impacto de los pesticidas en la naturaleza, el relato moderno que construye McGregor en AfteRite está ambientado en un árido paisaje alienígena que evoca el clima extremo del desierto de Atacama en Chile, donde una colonia de humanos lucha por su supervivencia.
“¡Encontrarse con amigos y grandes artistas, y disfrutarlos, me hace feliz, feliz, feliz!”, sigue Bocca, que también aprovechó su tiempo libre para visitar a su familia italiana. Convocado nuevamente por Legris -quien fuera un étoile fabuloso en la Ópera de París, actualmente director del dream team milanés-, Bocca ya había trabajado el año pasado con la compañía de la Scala.
En esta oportunidad, su principal labor es el título emblema del ballet romántico, Giselle, pero además, prepara a una solista argentina, María Celeste Losa, que irá a buscar su puesto de primera bailarina en una audición internacional nada menos que con la variación del Cisne Negro. “Acá estoy también ayudando a jóvenes para que puedan cumplir sus sueños. Me pone feliz que haya una argentina con todo este futuro por delante”, dice, no sin lamentar “todo el talento que dejamos escapar de nuestro país”.
A dos días de terminar su estadía italiana, ya planea volver en 2023. “Estar todo el día en el teatro para mí ha sido hermoso” -cuenta agradecido- y Manuel ya me pidió que volviera el año que viene”. El fin de semana Bocca estará de regreso “en casa”, en Uruguay, aunque su agenda inmediata lo seguirá llevando por todo el mundo en calidad de maestro y repositor de títulos de repertorio. “Barcelona, México, después Tokio para el montaje de La Bayadera de Makarova; Roma, con Giselle de Carla Fracci, luego clases en Ámsterdam, Australia con el montaje de Don Quijote de Nureyev”, enumera lo que viene en su calendario para los próximos meses.
Piezas de un álbum memorable