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Nueva York, 4 ene (EFE).- Nueva York estrena mañana domingo el polémico peaje de 9 dólares que los conductores deberán pagar para entrar en el centro de Manhattan y que obligará a muchos viajeros a utilizar el metro de la ciudad, que en las últimas semanas ha sido escenario de varios incidentes violentos. El precio varía en función de diversos factores: por ejemplo, si el conductor tiene una tarjeta llamada E-Z Pass, en hora punta pagará 9 dólares y por la noche 2,25, mientras que quien no disponga de esta ficha pagará 13,50 dólares en hora punta y 3,30 dólares por la noche. Serán cámaras de video situadas en los puentes y túneles de entrada a Manhattan los que grabarán a cada vehículo y harán llegar sus facturas al propietario por vía electrónica. La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, ha indicado que el peaje -que se aplica desde la calle 60 hasta el extremo sur de la isla- mejorará la calidad del aire en Manhattan, aliviará sus avenidas atascadas durante varias horas al día y se utilizará para financiar a la empresa metropolitana de transportes (MTA), que gestiona el metro y los autobuses. Pero sus argumentos no han servido para convencer a muchos vecinos de la Gran Manzana y de otros estados colindantes, que dudan de que el impuesto vaya a ser efectivo y se quejan de que tendrán que tomar con mayor frecuencia el metro. Reticencias al uso del metro Los peajes son algo común en otras grandes ciudades del mundo, como Londres, que en 2003 implementó un impuesto de 5 libras para los vehículos que pasan por el centro de la ciudad, y que ahora ha aumentado hasta 15 libras. Muchos conductores cuestionan que el dinero vaya a ayudar al sistema de metro de la ciudad, que en las últimas semanas ha sido el epicentro de varios episodios violentos, entre ellos un hombre que empujó a las vías a otro pasajero y un viajero que quemó viva a una mujer que finalmente falleció. En este sentido, Parson Shwan comenta en una publicación de la MTA que, con el peaje, "ahora tendremos más gente en el metro preocupada por si alguien les prende fuego en el tren": "Si quieres aumentar las tasas de la MTA, invierte más dinero en medidas preventivas de seguridad", incide. Jamie, una neoyorquina que trabaja en la industria del espectáculo en Broadway, cree que la tasa no ayudará a reducir el tráfico, pues este "se desviará a otras zonas de la ciudad", y además subraya que, a la hora de plantear la medida, "no se ha tenido en cuenta a los residentes y trabajadores" de la Gran Manzana. "Los espectáculos de Broadway ya son bastante caros y el público de fuera no ha vuelto a ver teatro en la misma cantidad que antes de 2020. Esta nueva tasa no ayudará al negocio", comenta a EFE. Un impuesto "para hacer ricos" a los políticos, dicen los neoyorquinos La cifra también es distinta en el caso de los taxistas, que solo tendrán que abonar 75 centavos, y en el de los trabajadores de empresas como Uber y Lyft, que pagarán 1,50 dólares. Aún así, muchos conductores se quejan de la medida: “(El gobierno) solo quiere ganar dinero, no disminuir el tráfico”, opina a EFE Jasbir, un taxista que trabaja frente a la estación de Grand Central, una de las más concurridas de la ciudad. Con él está de acuerdo Moe, otro taxista que también se queja de que el peaje le va a salir “muy caro” porque, al día, entra y sale de la zona en la que se ha implantado “decenas de veces”. En redes sociales, la reacción de los neoyorquinos no difiere demasiado de la de Jasbir y Moe: "Me veré obligado a incurrir en costes adicionales, lo que significa que tendré que destinar a esta tasa dinero que tenía previsto para otros gastos)", escribe en Facebook Dariusz Su. Oposición política Al grupo de opositores se une el gobernador del vecino estado de Nueva Jersey, Phil Murphy, que ha solicitado a un juez federal bloquear temporalmente la medida. Sin embargo, el juez falló a última hora del viernes que el peaje es completamente legal. Por su parte, el presidente electo, Donald Trump, también ha terciado en el debate y ha calificado el peaje como "el impuesto más regresivo jamás conocido por la humanidad". Asegura que lo piensa revocar cuando vuelva a la Casa Blanca el próximo 20 de enero. Alicia Sánchez Gómez (c) Agencia EFE