36 horas en Santiago, Chile

Bebidas en Destilados Quintal en la Factoría Franklin, un nuevo y laberíntico espacio artístico y cultural con un patio, puestos y talleres construidos en antiguos laboratorios farmacéuticos, en Santiago de Chile, 2 de septiembre de 2023. (Cristóbal Olivares/The New York Times)
Bebidas en Destilados Quintal en la Factoría Franklin, un nuevo y laberíntico espacio artístico y cultural con un patio, puestos y talleres construidos en antiguos laboratorios farmacéuticos, en Santiago de Chile, 2 de septiembre de 2023. (Cristóbal Olivares/The New York Times)

Debido a que Santiago, la vasta capital de Chile, es la puerta de entrada a algunas de las mayores maravillas naturales del mundo (la Patagonia, el desierto de Atacama, la Isla de Pascua), muchos viajeros pasan de largo, lo que es comprensible. Puede que no te deje boquiabierto como Río de Janeiro o Buenos Aires, pero basta con adentrarse un poco para darse cuenta de que la ciudad está repleta de música, arte y vida nocturna, con la impresionante cordillera de los Andes como telón de fondo. Las divisiones siguen siendo profundas, 50 años después de que el golpe de Estado del general Augusto Pinochet, apoyado por Estados Unidos, diera paso a una dictadura de 17 años. Hace apenas cuatro años, Chile estalló en disturbios catárticos y, por momentos, violentos, cuando cientos de miles de santiaguinos protestaron contra las desigualdades sociales. Las cicatrices están a la vista. Pero si ya llegaste hasta aquí, deberías darle a Santiago la oportunidad de impresionarte.

ITINERARIO

Viernes

7:30 p. m. | Marca el ritmo

Para los no iniciados, la cueca, que fue declarada danza nacional de Chile por el régimen de Pinochet en 1979, puede parecer un desconcertante torbellino de pañuelos y tacones. Para aprender lo básico, la Casa de la Cueca es un alegre salón de baile situado al final de una estrecha escalera en el prometedor barrio de Matta Sur. Los viernes, el local ofrece clases de baile (3000 pesos chilenos, unos 3,40 dólares) con una banda de músicos locales en vivo de fondo. María Esther Zamora y su marido, Pepe Fuentes, abrieron el local en 1996, y lo adornaron con banderas y fotografías de la ciudad. Por desgracia, Fuentes murió en 2020 y la pandemia estuvo a punto de obligar a cerrar el local, pero las clases de baile —y los ruidosos almuerzos de tres tiempos del primer domingo de cada mes (22.000 pesos, reserva con anticipación)— muestran que la Casa de la Cueca volvió más fuerte que nunca.

9 p. m. | Prueba los clásicos reimaginados

Un ‘cassoulet’, o estofado, en El Franchute del Barrio, un restaurante con inspiración francesa que incluye en su menú la sopa de cebolla, pato a la naranja, tayines y crème brulée, en Santiago de Chile, 2 de septiembre de 2023. (Cristóbal Olivares/The New York Times)
Un ‘cassoulet’, o estofado, en El Franchute del Barrio, un restaurante con inspiración francesa que incluye en su menú la sopa de cebolla, pato a la naranja, tayines y crème brulée, en Santiago de Chile, 2 de septiembre de 2023. (Cristóbal Olivares/The New York Times)

La Pulpería Santa Elvira, a unas cuantas calles al sur, solo ha visto crecer su reputación desde que abrió sus puertas en 2018. El lugar tiene una acogedora atmósfera de salón, con retratos de familia en los muros y frascos bajitos de encurtidos, pimientos y especias por todas partes. En las tardes de verano, puedes sentarte en el patio al aire libre. La reducida carta del chef Javier Avilés, que cambia a menudo, incluye una mezcla de platillos chilenos clásicos de temporada, como una creativa panera que hace un guiño a “la once”, una merienda tradicional. Otros juegan con las texturas, como un puré de calabaza servido en su cáscara dura. Una comida de tres tiempos acompañada de una copa de vino local cuesta alrededor de 35.000 pesos por persona. Reserva con antelación por WhatsApp o en su página web.

Sábado

10 a. m. | Sigue las huellas del golpe de Estado

Un llamativo edificio similar a un contenedor que alberga el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos es aleccionador pero esencial. El museo hace un recorrido por la dictadura chilena, desde el golpe de estado de Pinochet que dividió al país el 11 de septiembre de 1973, hasta el retorno de la nación a la democracia, en 1990. El muro con los rostros de los más de 3000 hombres, mujeres y niños desaparecidos o ejecutados, que se ve mejor desde el segundo piso, es escalofriante. La visita al museo dura aproximadamente una hora y es gratuita, aunque se invita a hacer donaciones voluntarias si se opta por una audioguía (disponible en inglés, español, francés y portugués). También hay una intuitiva aplicación gratuita en español o inglés para teléfonos inteligentes. Si quieres reservar una visita guiada para un máximo de 15 personas, envía un correo electrónico al museo con antelación y consulta la programación de charlas y eventos.

11:30 a. m. | Come y córtate el pelo

Desde el museo, dirígete a Compañía de Jesús, una colorida calle que divide en dos el Barrio Yungay, un barrio muy típico sin edificios altos (en 2022, el presidente milénial de izquierda Gabriel Boric y su pareja, Irina Karamanos, rompieron con la tradición e hicieron del barrio su nuevo hogar, en lugar de una lujosa residencia en la parte alta de la ciudad). Disfruta los murales de temática política que salpican los edificios históricos y busca el restaurante Peluquería Francesa, de 155 años de antigüedad (donde podrás comer bien y, curiosamente, cortarte el pelo). Pasea por el Pasaje Adriana Cousiño, una hermosa calle con aceras de ajedrez y palmeras, donde también encontrarás la Tetería Cleopatra, un salón de té felino. Si prefieres café y no gatos, entonces un café americano y un alfajor en el Café Cité, que tiene elegantes muebles de metal en un edificio histórico renovado, te costará 4500 pesos.

1 p. m. | Aplaude a un mesero cantante

Toma el metro hasta Franklin, un floreciente barrio comercial lleno de sorpresas. Ahí, en el tianguis Persa Víctor Manuel, encontrarás El Franchute del Barrio, un restaurante de inspiración francesa que sirve sopa de cebolla, pato a la naranja, tayines y crème brûlée. Cada centímetro de la pared está adornado con obras de arte y fotografías, y los haces de luz se entrecruzan en las vigas que sostienen el techo. De vez en cuando, el restaurante se queda en un silencio sobrecogedor cuando Carlos Díaz, un barítono de 31 años convertido en camarero de la Venezuela rural, comienza a cantar. Pide las ostras frescas, que no suelen aparecer en el menú de la pizarra que los camareros pasan entre las mesas. No hay reservaciones, así que anota tu nombre y escucha al elenco habitual de músicos que pasan por allí: la espera vale la pena. El menú de tres tiempos, sin bebidas, cuesta 17.000 pesos.

2 p. m. | Piérdete en el mercado

Después de comer, explora el mercado de antigüedades Persa Víctor Manuel, una antigua curtiduría de pieles que es uno de los pocos espacios donde se mezclan santiaguinos de distintos estratos socioeconómicos. Empieza por la Galería La Curtiembre, una galería de arte donde podrás adquirir estilizados mapas del mercado, antes de aventurarte por los callejones impregnados de incienso con más de 1200 puestos. Entre los personajes del mercado están Carlos Escobar, un personaje ataviado con lentes de soldador que vende cámaras de cine antiguas, y el coleccionista Roberto Ávila, que tiene mapas y monografías de Chile y otros lugares, algunos del siglo XIX. Maravíllate con las fotografías de Bastián Cifuentes sobre los disturbios sociales de 2019 y hazte de coloridas láminas en la galería del muralista Alejandro “El Mono” González (puede que te encuentres con él). Si deseas un tentempié, Kilig, junto al puesto de El Mono, tiene el mejor café del mercado.

3:30 p. m. | Relájate en un patio

Un par de manzanas al este, se encuentra Factoría Franklin, un nuevo y laberíntico espacio artístico y cultural construido donde alguna vez estuvieron unos laboratorios farmacéuticos y al que se entra por una anodina puerta de almacén. Se accede a un patio con puestos y talleres que ofrecen kombucha, cerveza casera y ginebra de Destilados Quintal con infusión de plantas endémicas (el gin tonic cuesta 5500 pesos). En la planta alta están los espacios con azulejos del tostador de café colombiano Andariego y la cocina de encurtidos y salsa de Bymaria. En el callejón del fondo está AFA Galería, una galería de arte moderno, y un gran almacén, donde se celebran ferias de arte y ventas. El local abre todos los días, pero los fines de semana está más animado.

7:30 p. m. | Prueba un completo

En cuanto a platillos nacionales, puede que un completo (como se conoce al hot dog o perro caliente en Chile) ahogado en mayonesa, tomate y puré de aguacate no sorprenda mucho. Aun así, tienes que probar uno. Según cuenta la historia, allá por 1920, un joven chileno llamado Eduardo Bahamondes regresó a Santiago proveniente de Estados Unidos con un simple hot dog, que encendió pasiones al añadirle aderezos y se convirtió de inmediato en una nueva obsesión nacional. En El Portal Ex Bahamondes, el restaurante luminoso y con espejos que abrió en 1928 en la Plaza de Armas de Santiago, el completo más tradicional lleva vienesa italiana (llamada así por las capas de aguacate, mayonesa y tomate que recuerdan a la bandera tricolor italiana), pero también puedes optar por un chacarero con tomate, chícharos, chile verde y mayonesa. Un completo y una pinta de cerveza Escudo cuestan 3000 pesos cada uno.

8:30 p. m. | Toma algo en un bar artístico

Recorre la Plaza de Armas hasta Lastarria, una de las zonas más animadas de Santiago. La primera escala es en El Bajo, un bar en el mezanine del GAM, un distintivo centro artístico que lleva el nombre de la primera premio Nobel de Chile, la poetisa y educadora Gabriela Mistral. Tras el bombardeo del palacio presidencial durante el golpe de Estado, la junta militar gobernó Chile desde la torre de El Bajo hasta 1981. Pide dos pisco sours (uno peruano, con clara de huevo y lima, y otro chileno, sin huevo y con limón) por 6500 pesos cada uno. Después, dirígete al Café Escondido, una plaza con mesas bajo un frondoso ficus. En su juventud, el presidente Salvador Allende vivió al lado. Pide una jarra de borgoña, un equivalente de la sangría con sabor a fresa, por 12.500 pesos y disfruta de los clásicos chilenos que tocan los músicos ambulantes

11:30 p. m. | Sácale brillo a la pista de baile

Toma un Uber hasta el centro, donde está Blondie, una discoteca para la comunidad LGBTQ en lo que antes fue un cine donde se congrega una amplia gama de personas de distintas edades y gustos. Entra por una galería Iluminada con neón, paga tu entrada de 10.000 pesos y desciende por una serie de escaleras laberínticas con juegos de máquinas recreativas en los descansos hasta la pista de baile. La sala tiene un escenario en el centro, bolas de discoteca y un ventilador de techo gigante que gira lentamente bajo cubos luminosos. Las copas cuestan entre 4000 y 8000 pesos. También hay una pequeña pero intensa sala tecno en el piso de arriba, detrás de una puerta baja. Si no es lo tuyo, dirígete a Bellavista, sobre el fangoso riachuelo que una vez fue el poderoso río Mapocho, donde los bajos retumban y compiten con la cumbia a todo volumen. Allí, la Salsoteca Maestra Vida (8000 pesos la entrada) es una buena apuesta por la salsa, para bailar toda la noche.

Domingo

10 a. m. | Sube una colina en el centro de la ciudad

Aclara la cabeza dolorida con una subida pronunciada al Cerro San Cristóbal, un islote verde de árboles y plantas nativas en el centro de la ciudad. A las 10 de la mañana abre el teleférico, que te lleva a la cima en menos de 10 minutos (un pase de un día con subida y bajada cuesta 7900 pesos e incluye el funicular y traslados dentro del Parque Metropolitana, de 736 hectáreas). Si prefieres hacer una caminata de una hora, comienza en la entrada Pedro de Valdivia Norte. Mientras asciendes, disfruta de las vistas panorámicas de la ciudad y las montañas, interrumpidas de manera incongruente por la Gran Torre Santiago, el edificio más alto de Sudamérica. La recompensa en la cima es un mote con huesillo (unos 2500 pesos), un jugo refrescante y dulce que contiene un durazno rehidratado y un puñado de choclo (maíz), disponible en los numerosos puestos de la Estación Cumbre. Para descender, toma el funicular que baja por el lado opuesto y te deja en Bellavista, a una cuadra de La Chascona, la peculiar casa del poeta Pablo Neruda.

PARADAS ESENCIALES

Una caminata hasta la cima del Cerro San Cristóbal ofrece las mejores vistas de la ciudad y de la Cordillera de los Andes, sobre todo después de un cielo despejado tras la lluvia.

El mercado de antigüedades Persa Víctor Manuel ofrece música, arte y buena comida los sábados y domingos.

El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos narra la historia de la dictadura del general Augusto Pinochet y ayuda a explicar el Chile actual.

DÓNDE COMER

La Pulpería Santa Elvira sirve una mezcla de platillos clásicos chilenos de temporada y es uno de los restaurantes más interesantes de Santiago.

Salsoteca Maestra Vida, un club de salsa de dos salones, abre tarde y permanece abierto hasta altas horas de la madrugada.

Blondie, una discoteca LGBTQ, acoge a un público diverso.

El Bajo es un bar en el mezanine del GAM, un centro de arte en el histórico barrio de Lastarria que alberga exposiciones, ferias de libros y eventos en directo.

La Casa de la Cueca presenta el baile nacional chileno, la cueca, y sirve platillos suculentos el primer domingo de cada mes.

El Portal Ex Bahamondes es la cuna del completo, la obsesión culinaria de Chile.

El Franchute del Barrio es el animado escenario de los almuerzos con inspiración francesa del fin de semana.

Café Escondido es un entretenido bar escondido en un callejón del centro de la ciudad.

DÓNDE ALOJARSE

El Singular Santiago en Lastarria es una opción de lujo con un elegante bar en la azotea y vistas al Cerro San Cristóbal. Las habitaciones dobles cuestan desde 180.000 pesos chilenos (unos 200 dólares) la noche.

El Hotel Boutique Castillo Rojo, en una mansión colonial renovada en el barrio de Bellavista, es una opción boutique con habitaciones desde unos 140.000 pesos.

Hostal Forestal, un relajado hostal en el centro de la ciudad, tiene habitaciones privadas con baño desde 32.000 pesos. Una litera en un dormitorio de seis a ocho personas cuesta unos 12.000 pesos.

Abundan las rentas de corta estancia. Busca un lugar a lo largo de la línea 1 del metro en Providencia o Lastarria para estar cerca de la acción.

c.2023 The New York Times Company