A 50 años de la muerte de Juan Domingo Perón: de la propaganda en cine y el rol que le quedó “pintado” a Víctor Laplace, a la interpretación más olvidable

Víctor Laplace, como Juan Domingo Perón
Víctor Laplace, como Juan Domingo Perón - Créditos: @3c Films

Mucho antes de que un inimaginable Jonathan Pryce y un ya arquetípico Víctor Laplace buscaran una mímesis con el personaje del cual hoy se recuerda el cincuentenario de su muerte; esa persona –en la vida real- ya había trazado un camino distintivo en un cine que no lo convocó como actor sino que reflejó su existencia como un poderoso líder político. Así, Juan Domingo Perón cruzó la pantalla cinematográfica repetidas veces desde el Noticiario Panamericano o en el más popular Sucesos Argentinos, que construyeron una representación del “mundo peronista” sin ambigüedades y de plena adhesión hasta septiembre de 1955 cuando, sin solución de continuidad y como rotundo ejemplo de las asimetrías políticas, en el transcurso de una semana Sucesos... pasó de reivindicar la “Revolución Justicialista” a señalar el oprobio del “tirano prófugo” cuando llegó la autodenominada Revolución Libertadora. Empero, como figura exaltada hasta la veneración o como fantasma de un infausto pasado, Perón seguía existiendo en la pantalla grande.

Si bien desde tiempos del gobierno de Agustín P. Justo, el Estado intentó influir -y fundamentalmente censurar- al cine argentino, fue el gobierno de Pedro Ramírez el que decretó la obligatoriedad de exhibir noticiarios cinematográficos en todas las salas del país. Ya con el peronismo en el poder se generaron experiencias –en líneas generales bastante efímeras- como el “único noticiario cinematográfico semanal peronista”, como se llegó a presentar el Noticiario Lumiton; o el provincial Noticiario Bonaerense, que de la mano del gobernador Domingo Mercante multiplicaba a Perón en la pantalla. Año y medio antes de su derrocamiento, el escudo peronista brillaba sobre la leyenda de la Subsecretaría de Informaciones de Presidencia de la Nación que presentaba: “la primera película argentina tridimensional. Totalmente realizada por técnicos y sistema netamente argentinos”, y así Perón fue espectador y personaje cuando se vio a sí mismo manejando “El Justicialista”, con los anteojos que permitían la visión en tres dimensiones que Buenos Aires en Relieve, dirigida por Don Napy, brindó en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata de 1954.

Como toda figura, la de Perón también reviste distintos matices y una sucesión de perfiles que del imaginario de la propaganda pasó al de la militancia en su exilio en Puerta de Hierro. Allí grabó rodeado de María Estela Martínez de Perón, Juana Larrauri, Raúl Matera y Augusto Timoteo Vandor, Perón habla, corto presentado por el Consejo Coordinador del Movimiento Justicialista en 1965. Un año antes, luego de un largo ostracismo en la vida urbana desde su llegada a España, había elegido al cine para una de sus primeras apariciones públicas y la imagen impresa en celuloide devuelve su visita a la calle Princesa 63, donde el cine Princesa exhibía Un tiro por la espalda que, dirigida por Antonio Román, estelarizaban Yvonne Bastien, Alberto de Mendoza y Perla Cristal. A comienzos de 1961, el cineasta húngaro Félix Podmaniczky había incluido a Perón junto a los perfiles que iban de Hitler a Nasser y de Mussolini al mariscal Tito bajo el título Die Diktatoren.

Las experiencias cinematográficas realizadas en la clandestinidad del Grupo Cine Liberación, que fundaron Fernando “Pino” Solanas, Octavio Getino y Gerardo Vallejo, van a devolver a Perón a la pantalla grande con La hora de los hornos (1968), pero principalmente con Perón: la Revolución Justicialista y Perón: Actualización política y doctrinaria para la toma del poder. Surgidas en las largas entrevistas mantenidas en Puerta de Hierro en 1971 y con un montaje distintivo en cada caso, a cargo de Getino y Solanas respectivamente. Aquí Perón se encuentra prácticamente de manera permanente en la pantalla y acompaña un nutrido material de archivo. Presentadas en el programa Filmoteca, donde se recordaba un artículo de LA NACIÓN firmado por Pablo Sirvén, que destacaba: “La noche en que Perón compitió con GH (Gran hermano)”. También puede verse (en YouTube) la propia presentación que Solanas y Getino hacían de estos materiales y donde daban cuenta de cómo se gestaron estas largas entrevistas con Perón: “Estuve a solas con Perón hablando del tema, en enero de 1971. Perón mandó dos cartas, en marzo, una dirigida a mí y otra al grupo Cine Liberación donde, por primera vez, él apunta sobre su propósito en relación a estos documentales. La primera, o la única vez, que yo conozco que Perón habla en términos casi cinematográficos sobre la estructura, la duración, cómo le gustaría que fuese”, contaba Getino.

Perón, un personaje de cine

De la mano de un olvidable James Farentino llegaría el primer Perón de ficción, protagonista junto a la Evita encarnada por Faye Dunaway del telefilm Evita Perón que dirigió Marvin J. Chomsky, en 1981 y rodado en Guadalajara con los actores mexicanos Katy Jurado como Doña Juana y Pedro Armendáriz Jr. como Cipriano Reyes. Buscaba nutrirse del éxito que el musical de Andrew Lloyd Weber y Tim Rice, Evita, ya tenía por todo el mundo. Su polémica mirada, pero sobre todo su pésima realización, contribuyeron a que tardíamente fuera exhibida en la Argentina, donde solo se la conoció en la pantalla chica.

Tres años más tarde, Flavia Palmiero encarnaría a la primera Eva Perón del cine nacional con Evita, quien quiera oír que oiga, de Eduardo Mignogna, pero Perón seguiría siendo un perfil surgido desde el material de archivo y de las reflexiones de los testimonios de historiadores como José Pablo Feinmann o Félix Luna.

Será a mediados de los noventa cuando se produzca la rotunda aparición de Perón como personaje del cine, primero con el breve aporte que construye Leonardo Favio en Gatica (1993), de su encuentro con el boxeador que da título al film y el legado de una de las frases de antología del cine argentino: “Dos potencias se saludan”, dice Gatica abrazando al líder del movimiento justicialista después de derrotar a Alfredo Prada en la lente de un Favio que volverá a la figura del líder justicialista en el documental Perón, sinfonía del sentimiento (1999).

En ese rodaje desarrollado en un Estadio Obras que simula el Luna Park, Armando Capó construyó a un muy secundario Perón pero de notable y parecida impostura con el original. Tres años después, llega a la Argentina Madonna para filmar a las órdenes de Alan Parker Evita, donde la secundará Jonathan Pryce como Perón. A esa adaptación oficial del musical de Lloyd Webber, le contesta el Perón de Víctor Laplace, ya con todos los bríos de un protagónico, en la Eva Perón que dirigió Juan Carlos Desanzo. “El libro me atrajo apenas lo leí porque tiene un gran rigor histórico. Es muy importante sobre todo cuando siempre conocemos de la historia la versión deformante de los norteamericanos”, decía Laplace en una pausa del recién iniciado rodaje a mediados de julio de 1996, para este diario. “Nuestra película no avanza por el terreno de la política, es más bien un relato de amor donde aparece la protagonista como un ser controvertido. Surge la Eva ya con su cáncer declarado y la acción oscila entre 1951 y 1952 con algunos raccontos”, añadía un experimentado Desanzo que además había hecho la fotografía de La hora de los hornos, sobre el film que encumbró a Esther Goris y le permitió a la Argentina tener su propia película sobre un momento muy particular en la tradición del peronismo.

“Cada vez que interpreté a Perón fue en principio, un desafío actoral y luego, también un desafío en cuanto al punto de vista que reflejaron cada una de esas interpretaciones –razona Laplace–. De Perón se ha hablado, se habla y se seguirá hablando, básicamente desde lugares opuestos: hay quienes reconocen su aporte a la historia de este país y quienes piensan que es el culpable de todos nuestros males. Mi labor, como artista, fue contar mi punto de vista de la historia que viví de la forma más honesta y estéticamente bella posible, porque ese es mi oficio, y porque además de ponerme el traje y darle vida estuve detrás de cámara. He dejado, según me han dicho, algunas de mis mejores líneas y escenas en esas interpretaciones”.

La Evita de Madonna fue duramente resistida por el peronismo y “¡Viva Evita! Fuera Madonna”, fueron las pintadas que –a instancias del dirigente Alberto Brito Lima- aparecieron por toda la capital. Días más tarde, conscientes de la situación, la diva, acompañada de Pryce y de Antonio Banderas, que encarnaría en la película al Che Guevara, ofrecieron una conferencia de prensa. El sábado 9 de febrero de 1996, el histórico balcón de la Casa Rosada se convirtió en un gigantesco set de filmación: un poco convincente Perón de ficción acompañó a la Eva de Madonna que canta en ese balcón “Don’t Cry for Me Argentina”. Frente a las críticas posteriores, Pryce se manifestó “muy honrado de haber interpretado a Perón”. Curiosamente, el británico también se puso en los zapatos del papa Francisco para Los dos papas, aunque destacaba, en diálogo con LA NACIÓN, que fueron experiencias muy distintas. Los 900 extras del film de Desanzo debían aparentar en pantalla los 5000 que sí tenía el film de Alan Parker para dar el efecto multiplicador de la “masa obrera”. El enfrentamiento histórico y conceptual fue también presupuestario: los tres millones de pesos convertibles a dólar que costó el film de Desanzo palidecían ante los 56 millones que permitieron a Madonna cantar en el balcón de la Casa Rosada.

Además del teatro y la televisión, Laplace volvió a encarnar en el cine al ya maduro dirigente en Puerta de Hierro, el exilio de Perón (2012), que el actor además dirigió junto a Dieguillo Fernández. Su flamante esposa, María Estela Martínez, estuvo a cargo de Victoria Carreras, y el enigmático José López Rega, de Fito Yanelli. En la cronología que demanda el cine hay que sumar a Jorge Marrale, quien había sido también Perón en el cine, menos ligado al physique du role del político y sí a su gestualidad, en el film de Héctor Olivera, ¡Ay, Juancito! (2004). En Juan y Eva (2011), de Paula de Luque, Osmar Núñez se vistió con el uniforme de Perón y logró ser junto a Victor Laplace el que en más oportunidades lo interpretó, en Historia clínica y en la serie Arde Madrid: “Nunca, jamás de los jamases, me había pasado por la cabeza que algún día podría interpretar a Perón”, decía el actor a este medio.

En el terreno de la ficción, Santa Evita, la miniserie basada en el libro de Tomás Eloy Martínez, también tuvo a su Perón, en ese caso en la piel de Darío Grandinetti y otro tanto hizo Gerardo Romano para el programa Historia clínica (el actor, a los 28 años, había sido designado por el entonces presidente en un cargo en el Ministerio de Justicia). Perón también fue dibujo en la película Che, Ovni, de Aníbal Uset y también fue animado en Eva de la Argentina, donde se recrea la noche del 22 de enero de 1944, cuando Eva Duarte se conoce con el ascendente coronel Perón en un acto realizado en el estadio Luna Park en solidaridad por las víctimas del terremoto de San Juan. Los 6,4 puntos de la escala Richter del sismo conmocionaron al país, pero ese encuentro marcaría a fuego la historia argentina y legaría múltiples rostros para el mundo del cine.