Mangas enormes: la moda inclusiva y empoderada que dominó el 2023

Imagen cedida por Searchlight Pictures que muestra a Emma Stone en una escena de
Imagen cedida por Searchlight Pictures que muestra a Emma Stone en una escena de "Poor Things." (Searchlight Pictures via AP)

Cuando Holly Waddington, la diseñadora de vestuario de “Pobres criaturas”, la muy anunciada y fantasmagórica película de Yorgos Lanthimos sobre el despertar psicológico y sexual de una joven, filme estrenado el viernes, empezó a pensar en lo que se pondría su heroína, dijo que estaba pensando en “brazos delgados y el tipo de faldas rectas con un gran polisón”.

La película, basada en un libro de Alasdair Gray de 1992 y protagonizada por Emma Stone, está ambientada en un periodo de tiempo no identificado que es algo así como la década de 1880, si la década de 1880 tuviera lugar en una dimensión alterna en la que el tiempo se plegara sobre sí mismo, de modo que el pasado fuera también el futuro. En parte, por eso Waddington se sintió atraída por una silueta esbelta por arriba y exagerada por abajo.

Además, es “bastante fálica”, dijo, “y eso me pareció bien”. Lanthimos tenía otras ideas.

“Dijo: ‘Se trata de la manga’”, recordó Waddington. Y así es, en efecto.

Las mangas del personaje de Stone, Bella Baxter, abombadas, con volantes y fruncidas hasta el extremo, son imposibles de ignorar. Con casi 40 centímetros de ancho, rebotan por la pantalla en cada escena como gigantescos globos aerostáticos o senos enormes, más grandes que su cabeza, absurdas y extrañamente seductoras, delicadas y dominantes. Son “inmensas”, comentó Waddington. “Enormes”.

Pero por monumentales que sean, también están totalmente a la moda. “Hay algo en el aire”, aseguró Waddington. “Yorgos estaba muy sintonizado con eso”. No se trata del tsunami comercial que supuso el rosa Barbie, sino de uno de esos momentos cósmicos en los que la moda y la cultura chocan.

Mangas maximalistas de Thom Browne Couture, colección otoño 2023. (Simbarashe Cha/The New York Times)
Mangas maximalistas de Thom Browne Couture, colección otoño 2023. (Simbarashe Cha/The New York Times)

Olvidémonos del hombro poderoso: 2023 fue el año de la manga poderosa. No importa el estilo exacto: obispo, abullonada, circular, farol, Julieta, campana, declaración, tamaño mega, dramática, lo único que realmente importaba era que fuera grande. Tanto afuera como adentro de la pantalla.

En palabras de Daniel Roseberry, director creativo de Schiaparelli, “hemos llegado a la cima de las mangas”.

Mangas, mangas, en todas partes

Los analistas del estilo empezaron a hablar de un dominio de las mangas a finales de 2022. “Olvídate de lo que sabías sobre la manga que funciona como declaración de moda”, proclamaba la influyente boutique italiana Luisa Via Roma en su página web. “Esta temporada, el estilo es más espectacular y atrevido que nunca”. Los desfiles de prêt-à-porter de otoño estuvieron repletos de mangas: las que rozaron el suelo en Balenciaga y Rodarte; del tamaño de una bola de boliche en Thom Browne; redondeadas y esculturales con Schiaparelli.

Para la gala de los premios Oscar, la manía de las mangas se había trasladado a la alfombra roja gracias a Florence Pugh, quien lució un vestido palaciego de tafetán de Valentino con mangas abullonadas y pantalones cortos; Jessie Buckley, con un vestido de encaje negro y mangas shakespearianas diseñado por Rodarte; y Mindy Kaling, cuyo vestido blanco de Vera Wang tenía mangas-guanteletes desmontables.

Florence Pugh en los Oscars 2023. (Photo by Mike Coppola/Getty Images)
Florence Pugh en los Oscars 2023. (Photo by Mike Coppola/Getty Images)

Luego Vogue puso a Carey Mulligan en su portada de noviembre con un vestido color durazno de la colección de Louis Vuitton 2024 que tenía unas mangas tan complicadas que parecía que había metido los brazos hasta el codo en dos bollos de crema gigantes. Y luego vino “Pobres criaturas” con lo que Waddington llamó su “compromiso con las mangas”.

No es de extrañar que en enero, el museo del Instituto Tecnológico de la Moda (FIT, por su sigla en inglés) inicie su programación para 2024 con “Mangas declaración”, una exposición de casi 80 piezas de la colección permanente que se concentrará en la manera en que las mangas sirven como “señales de estatus, gusto y personalidad”, según un comunicado de prensa. Y aunque entran y salen de la moda, siempre ha sido así.

Los brazos y la mujer

Las mangas grandes forman parte de la ropa desde que esta existe. Colleen Hill, curadora de vestuario y accesorios del FIT y responsable de la exposición de mangas del museo, afirma que la prenda más antigua del mundo hecha en telar —una camisa de lino con cuello en V del cuarto milenio a.C., actualmente en la colección del Museo Petrie de Arqueología Egipcia de Londres— incluye mangas con pliegues pequeños y uniformes. Durante el Renacimiento, las mangas solían ser la parte más elaborada del vestido, además de ser desmontables; los novios solían regalar mangas a sus futuras esposas.

Las mangas adquirieron aún más protagonismo en las épocas isabelina, victoriana y eduardiana. En la década de 1830 había tantas formas y nombres diferentes de mangas, explicó Hill, que una guía de costura femenina de la época decía, en efecto, “no vamos a especificar todos los estilos de mangas porque es imposible”.

Waddington afirmó que, cuando investigaba estos periodos para “Pobres criaturas”, revisó archivos de moda y descubrió mangas tan extremas que resultaban casi increíbles. “Esto es lo que me fascina del vestido histórico”, dijo. “Las formas son salvajes”. Lo que parece ciencia ficción, añadió, en realidad procede de “un patrón del siglo XIX”.

¿Qué hay en una manga?

Al principio quizá parecía que los confinamientos por la pandemia y el auge de la ropa cómoda acabarían con la manga grande. Pero la forma en que la realidad alterada redujo nuestras interacciones al tamaño de un monitor de computadora pudo haber impulsado la tendencia.

“En la actualidad se nos ve tan a menudo de cintura para arriba en la pantalla, así que las mangas son una forma de destacar”, afirmó Hill.

Waddington comentó más o menos lo mismo, señalando que el torso “es lo que la cámara ve la mayor parte del tiempo, así que la información tiene que producirse entre la cintura y la cabeza”. Y cuánto mejor cuando se transmite en volumen. O, mejor dicho, en volúmenes.

De hecho, según Roseberry, las mangas “atraen la atención hacia arriba, hacia la cara y la persona que lleva la prenda”.

Pase lo que pase, dijo Lanthimos, “realmente causan impresión”. Las mangas son inclusivas: pueden llevarlas infinidad de cuerpos de infinidad de maneras y existen a infinidad de precios. Son teatrales. (Olvidémonos de hablar con las manos; hablar con los brazos es mucho más eficaz). Y pueden transmitir sexualidad, seguridad y fuerza.

Stefanie Helen con una gabardina larga con mangas abullonadas de Simone Rocha x H&M. (Photo by Jeremy Moeller/Getty Images)
Stefanie Helen con una gabardina larga con mangas abullonadas de Simone Rocha x H&M. (Photo by Jeremy Moeller/Getty Images)

Por todo ello, las mangas son un elemento de diseño poco frecuente que resulta tan vistoso como envolvente. Simone Rocha, cuyas mangas farol se mueven en una fina línea entre lo infantil y lo sensual, y se han convertido en una especie de firma de diseño, dice que le atrajo la forma en que “la proporción se esculpe alrededor del cuerpo casi como un capullo, creando una sensación de seguridad”. Además: las mangas grandes y abullonadas son antiguas y contemporáneas al mismo tiempo, hablan de la historia y, según ella, de “la sensación pragmática de una chamarra tipo ‘bomber’ de ropa de trabajo”.

Sea cual sea la asociación, sin embargo, el resultado es universal: “En un mundo al revés, destacar tu físico en el espacio, ocupar espacio, es una forma de reafirmarse”, aseguró Roseberry. “Es una manera de darte importancia”.

Waddington estuvo de acuerdo. “Creo que tienen que ver con el empoderamiento”, dijo. Eso es, al fin y al cabo, el viaje de la heroína en “Pobres criaturas”, y el núcleo de su atractivo emocional.

“Creo que ahora me gustaría usar mangas grandes”, concluyó Waddington.

c.2023 The New York Times Company

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