El gran Año Santo del papa agrava la crisis de vivienda por el exceso de turismo en Roma
Cuando el papa salió del Vaticano a principios de mes para su tradicional salida navideña por el centro, vio de lo que muchos romanos llevaban meses quejándose: sus grandes planes para el Año Santo han convertido su ciudad en un enorme solar en construcción, con obras que obstruyen el tráfico y destrozan las principales arterias, andamios cubriendo preciados monumentos y alquileres vacacionales copando los bloques de apartamentos.
El pontífice argentino instó a los romanos a rezar por su alcalde — “Tiene mucho que hacer” — pero también a recibir el próximo Jubileo como un tiempo de reparación y renovación espiritual. “Estas obras están bien, pero cuidado: ¡No olviden las obras del alma!”, dijo.
La próxima semana, cuando inaugure formalmente el Año Santo, el papa dará comienzo a un vertiginoso calendario de 12 meses de actos que incluyen Misas del Jubileo especiales para los fieles de todos los ámbitos de la vida: artistas, adolescentes, migrantes, profesores y presos.
Y aunque el inicio oficial del Año Santo supone que lo peor de las obras está llegando a su fin, la llegada de los 32 millones de peregrinos previstos para 2025 no hará sino aumentar la congestión en la Ciudad Eterna y agravar una crisis de vivienda que ha estado expulsando a los residentes.
Como ocurre en muchas capitales europeas, Roma ha sufrido un exceso de turismo mientras el sector se recupera del COVID-19. El año pasado, el país batió su récord de visitas con 133,6 millones de personas, y los turistas extranjeros hicieron que Italia superara el promedio de la Unión Europea en crecimiento del sector de viajes, según la oficina nacional de estadística, ISTAT.
Roma, con sus innumerables tesoros artísticos, el Vaticano y el aeropuerto más concurrido de Italia, fue la primera ciudad en número de noches reservadas en alojamientos registrados, apuntó la ISTAT.
A
pesar de su gran belleza, Roma difícilmente es una metrópolis moderna europea. Tiene un transporte público y un sistema de recolección de basura bastante ineficientes. Durante los últimos dos veranos postpandemia, ha sido tan difícil encontrar un taxi que la ciudad ha autorizaso 1.000 nuevas licencias para 2025.
La creciente crisis de la vivienda se ha agravado tanto que activistas han comenzado a salir por la noche con cizallas para cortar las cajas de llaves de los apartamentos de alquiler a corto plazo, a los que se acusa de hacer subir las rentas y de expulsar a los residentes.
“El mercado está fuera de control y ha empeorado definitivamente con la turistificación, con la carga adicional del Jubileo”, dijo Roberto Viviani, un investigador universitario cuyo arrendador se negó recientemente a renovar su contrato para entregar el apartamento a una agencia que lo administrará como alquiler vacacional. “La sorpresa fue que dio el Jubileo como justificación”.
Todo esto ha sentado las bases para que el inicio del Año Santo el 24 de diciembre se perciba como un arma de doble filo. Para el Vaticano, es una tradición centenaria que los fieles peregrinen a Roma cada 25 años para visitar las tumbas de san Pedro y san Pablo y recibir indulgencias para el perdón de sus pecados en el proceso.
Para la ciudad, es una ocasión para aprovechar unos 4.000 millones de euros (4.300 millones de dólares) en fondos públicos para llevar a cabo proyectos demorados durante años y sacar a la ciudad de años de decadencia y abandono y elevarla a estándares de modernidad europeos.
Pero para los romanos que han visto cómo el mercado de alquileres a corto plazo se ha apoderado de barrios como Pigneto, en el flanco este de la capital, es solo otro punto de presión en una larga batalla para mantener el carácter de sus vecindarios con alquileres asequibles para los ciudadanos de a pie.
“El Jubileo ha empeorado significativamente este fenómeno que hemos visto, sobre todo en los últimos meses”, dijo Alberto Campailla, director de la asociación Nonna Roma, que ha estado pegando pegatinas con la frase “Tu BnB, nuestro desalojo” en las cajas de seguridad de llaves de Pigneto para protestar por el auge de los alquileres turísticos.
La relación de Roma con los años santos se remonta a 1300, cuando el papa Bonifacio VIII inauguró el primero, algo que según los historiadores que marcó la designación definitiva de Roma como el centro del cristianismo. Incluso entonces, el número de peregrinos fue tan significativo que Dante se refirió a ellos en su “Infierno”.
Durante muchos años, estas celebraciones han ido acompañadas de proyectos masivos de obras públicas, incluyendo la creación de la Capilla Sixtina — encargada por el papa Sixto IV para el Jubileo de 1475 — y el gran garaje del Vaticano, para el de 2000 con San Juan Pablo II.
Algunas obras han sido polémicas, como la construcción de la Via della Concilliazione, el amplio bulevar que conduce a la Plaza de San Pedro. Un barrio entero fue demolido para ello con motivo del Jubileo de 1950.
El principal proyecto de obras públicas para el de 2025 es en realidad una ampliación de ese bulevar: una plaza peatonal a lo largo del Tíber que une la Via della Conciliazione con el cercano Castillo de Sant'Angelo. La carretera principal que los había separado quedará desviada a un túnel subterráneo.
El proyecto, que con un costo de 79,5 millones de euros (82,5 millones de dólares) es el más ambicioso de las obras del próximo Jubileo, se encontró con un problema previsible durante el verano, cuando se descubrieron unas ruinas arqueológicas durante el dragado del túnel. Las piezas fueron trasladadas al museo del castillo y la excavación se reanudó, y su gran inauguración está prevista para el lunes, en la víspera del inicio del año santo.
El alcalde, Roberto Gualtieri, ha señalado otra característica de los proyectos de 2025 que en conmemoraciones anteriores había sido en gran medida ignorada: el énfasis en los parques y en las iniciativas “verdes”, en consonancia con el interés del papa en la sostenibilidad ambiental.
Pero el propio Francisco ha reconocido la paradoja del Jubileo en la vida cotidiana de los residentes en la ciudad. Escribió a los sacerdotes del área de Roma y a las órdenes religiosas a principios de este año para pedirles que “hagan un gesto valiente de amor” ofreciendo cualquier vivienda o apartamento sin usar en sus conventos y monasterios cada vez más vacíos a los romanos amenazados con el desalojo.
“Quiero que todas las entidades diocesanas con bienes inmobiliarios ofrezcan su contribución para detener la emergencia habitacional con signos de caridad y solidaridad para generar esperanza en las miles de personas en la ciudad de Roma que están en condiciones de precariedad habitacional", escribió Francisco.
Gualtieri ha ido más lejos y, junto a otros alcaldes, ha exigido que el gobierno apruebe las normas necesarias para permitirles regular la proliferación de alquileres a corto plazo, a quienes se culpa de la reducción del parque de viviendas de alquiler de larga duración disponible y aumentar los precios un 10% de media durante el último año.
“Esto para nosotros es una emergencia porque necesitamos evitar que bloques enteros del centro se vacíen y se conviertan en B&Bs, porque la presencia de residentes en el centro es fundamental”, dijo Gualtieri.
Pero el hombre clave del Vaticano para el Jubileo, monseñor Rino Fisichella, defendió el Año Santo como parte del tejido de Roma y negó que la afluencia de peregrinos fuera algo más que una ganancia neta para la ciudad.
“Desde que existe, siempre se ha hablado de Roma como de ‘hogar común’, una ciudad que siempre ha estado abierta a todos”, dijo Fisichella al margen de un evento promocional del Jubileo. “Pensar que Roma podría reducir la presencia de peregrinos o turistas infligiría, en mi opinión, una herida que no le pertenece”.
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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.