Los años en los que Carole Bouquet esquivó las drogas, el alcohol y las malas compañías

Los años en los que Carole Bouquet esquivó las drogas, el alcohol y las malas compañías
Fuente: Archivo - Crédito: Shuttertock

Carole Bouquet, la actriz que inició su carrera de la mano de Luis Buñuel en Ese oscuro objeto del deseo (1977) y que se convirtió en uno de los rostros emblemáticos del séptimo arte francés, puede presumir de haber alcanzado la fama sin caer en el huracán de drogas y alcohol en el que se sumieron muchos durante los años ochenta. A sus 63 años, cuenta que bordeó todo ese ambiente, pero que nunca consumió más allá de sus glamorosos cigarrillos que siempre la acompañaban. Así lo revela en una reciente entrevista con Jean-Alphonse Richard en RTL. "Yo era una chicha de buena familia entre los músicos más drogadictos del mundo", cuenta quien se considera una superviviente de esos años, donde aprendió a deslizarse con ligereza en el mundo de la noche obedeciendo a su instinto de supervivencia.

Bouquet, que se crió en Neuilly-sur-Seine junto a su hermana mayor con un padre omnipresente y una madre ausente, habla de la educación masculina que recibió en casa antes de ingresar a los 10 años en el internado femenino de las Hermanas del Institut Saint-Dominique de Mortefontaine. "No aprendí a ser mujer, pero aprendí la independencia. Nunca consideré no trabajar. También aprendí a no mirarme demasiado en el espejo porque a mi papá no le importaba cómo se veía uno".

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Su carácter tímido y reservado nunca acompañaron a su extraordinaria belleza, de la que ella misma fue consciente según iba cumpliendo años y los hombres reparaban en ella. "No entendía por qué los hombres me miraban tanto. No era ser linda lo que me molestaba, eran los ojos de los hombres sobre mí", explica. El éxito le llegó a los 20 años, pero ella se mantuvo con los pies en la tierra de tal manera que ni siquiera se atrevió a ir a Hollywood cuando la película de Buñuel que la catapultó a la fama fue seleccionada para los Oscar. "No me arrepiento de nada, fue una manera de protegerme", asegura quien años más tarde se consagró como una chica Bond.

"Aprendí a no mirarme demasiado en el espejo porque a mi papá no le importaba cómo se veía uno"
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Su gran belleza y su protección autoimpuesta convirtieron a Bouquet en una mujer distante e intimidante con los hombres. Tanto que, años después, cuenta que sus dos hijos la apodaron cariñosamente "la general", por su estricto carácter, y a la que ella misma suma otro apodo, el de "pequeño puercoespín", por el miedo que daba a los hombres. "Siempre he dado miedo. Los hombres que conozco desde hace mucho tiempo, se atreven ahora a decirme cuánto los aterroricé", cuenta quien se casó en 3 ocasiones.

Su primer amor fue el productor Jean-Pierre Rassam, a quien conoció cuando ella tenía 21 años y él 16 más. "Cuando lo conocí ya estaba arruinado. Yo no sabía nada de eso. Vi su vitalidad, su humor, su inventiva, su formidable inteligencia. Estaba deslumbrada. Lo amaba más que a nada", cuenta. Vivieron juntos 7 años, hasta que el cineasta, que a lo largo de su vida había acusado problemas con las drogas, se suicidó a los 43 años con un cóctel de barbitúricos. Ella crió sola a su hijo Dimitri, que tenía entonces 3 años y hoy, a sus 39, siguió los pasos de su padre, se convirtió en un productor de cine y comparte su vida con la hija de Carolina de Mónaco, Charlotte Casiraghi, con quien se casó el año pasado y tienen un hijo en común, además de los hijos que cada uno tiene de sus anteriores parejas.

Tras Jean-Pierre Rassam, Carole Bouquet volvió a intentarlo con Francis Giacobetti, 18 años mayor que ella, padre de su segundo hijo, Louis, que nació en 1988, pero no funcionó. Cuatro años más tarde contrajo matrimonio con el inmunólogo Jacques Leibowitch y en 1996 ya estaban divorciados. Comenzó entonces una relación con Gerard Depardieu que duró una década y, de unos años a esta parte, la amiga y consuegra de Carolina de Mónaco lleva una vida apartada del mundanal ruido junto a su actual pareja, el millonario Phillyppe Sereys de Rothschild, con quien pasa ciertas temporadas en la isla de Pantelaria, entre Sicilia y Túnez, donde la también exmodelo es propietaria de unos viñedos.