A siete años de la inesperada muerte de Salo Pasik: del negocio familiar a cumplir su anhelado sueño

Salo Pasik murió a los 71 años, a causa de una infección, luego de una operación de cadera
Salo Pasik murió a los 71 años, a causa de una infección, luego de una operación de cadera - Créditos: @GRACIELA CALABRESE

Fue uno de los actores más prestigiosos de nuestro país y dejó su huella en cada uno de los trabajos que hizo tanto en teatro, cine y televisión. Salo Pasik se llamaba Salomón, nació el 11 de septiembre de 1945 en Buenos Aires y falleció imprevistamente, el 3 de enero de 2017, a causa de una infección , luego de una operación de cadera. Hermano mayor del también actor Mario Pasik, creció en una familia de clase media, en Villa Crespo. Sus abuelos eran inmigrantes rusos que llegaron a nuestro país buscando un futuro más promisorio, y su padre tenía un comercio de telas en el barrio de Once. De joven trabajó con su papá en el negocio familiar y pensaba estudiar veterinaria, pero sus aspiraciones eran otras. Posiblemente empezó a soñar con ser actor desde muy chico cuando se rateaba del colegio para ir al cine Lorraine y mirar películas en continuado; las de Ingmar Bergman y las comedias italianas eran sus preferidas. Así se fue enamorando del oficio del actor.

Muchos años después, en 2012, Salo Pasik presentó el unipersonal El contrabajo en el Auditorio Losada, donde antiguamente estaba el Lorraine, y decía en las notas de entonces: “Es emocionante poder desplegar mis herramientas en el mismo espacio físico en el que, de adolescente, descubrí mi vocación. Disfruto mucho de este juego en el cual estamos creyéndonos esta hermosa mentira que, a la vez, se transforma en una gran verdad. Y, de alguna manera, hago lo mismo que hacía de pibe cuando jugaba con la escoba y la convertía en lanza, caballo o princesa. Por suerte en esa época no había televisión y entonces había que buscar la fantasía de cualquier forma”.

Sus primeros pasos en el escenario fueron en el Teatro Hebraica y en 1971 tuvo su debut profesional con El gran acuerdo internacional del Tío Patilludo, del director Augusto Boal. Trabajó con prestigiosos directores como Hugo Urquijo, Augusto Fernándes, Sergio Renán, Oscar Barney Finn, Norma Aleandro, Laura Yusem, Villanueva Cosse.

Desde entonces no paró de trabajar y, versátil, se lució en diferentes géneros. En cine hizo No habrá más penas ni olvido, Pasajeros de una pesadilla, El hijo de la novia, Asesinato en el Senado de la Nación, El abrazo partido y La suerte en tus manos, entre otras.

Salo Pasik junto a su esposa Silvia Vladimisky
Salo Pasik junto a su esposa Silvia Vladimisky - Créditos: @ANDREA KNIGHT

En teatro participó de obras como He visto a Dios, El inspector, El contrabajo, Todos los judíos fuera de Europa, La noche de los sonetos, Aquella vez, Money Money, Como blanca rosa, Mucho ruido y pocas nueces, La pulga en la oreja, Justo en lo mejor de mi vida, El conventillo de la Paloma, Así es la vida, Mi obelisco y yo, Los disfrazados, Lejana tierra mía, Eclipse de luna, Genoveva y los enanos, Walter, Jettatore, Mateo, Chicago y Hairspray.

En televisión estuvo en Las 24 horas, Alta comedia, Entre caníbales, Esa mujer, Mi amor mi amor, La viuda de Rafael, Fronteras, Epitafios, Cara a cara, Los simuladores, Amor en custodia, Rincón de luz, Floricienta, Campeones de la vida, El signo, El Rafa, Poliladron, Duro como la roca frágil como el cristal, Compromiso, La sociedad conyugal, Rosa de lejos, El Oriental, El Rafa. Su último trabajo fue en 2015, en la miniserie La casa del mar.

Durante muchos años fue docente, y a mediados de los 80 creó la compañía Teatro Fantástico junto a su esposa, Silvia Vladimisky, coreógrafa y bailarina . En 1989 emigró a Roma (Italia) con su mujer, su hijo y la compañía. Allí desarrolló una intensa actividad teatral y ganó el Premio Fontana di Roma y el Premio Provincia de Savona, como mejor Actor. Volvieron a nuestro país en 1994 y siguió trabajando. “Esta profesión es muy gratificante. Tiene idas y venidas. En este oficio, en este ‘artesanato’ de la expresión, todo me gusta y el día que no me divierta no sé qué haré. Hice casi todo. Me falta recrear un (Harold) Pinter. Lo más interesante es jugar con los personajes, con sus emociones”, decía.

Ganó varios premios, entre ellos el Florencio Sánchez por He visto a Dios; un Premio ACE por Todos los judíos fuera de Europa, y otro por el musical Chicago, en el que interpretó a un exquisito Mister Celofán. En 2004 le dieron el Premio Podestá por su trayectoria.

El recuerdo de su hermano Mario

Mario Pasik y su hermano Salo, quien murió en enero de 2017
Mario Pasik y su hermano Salo, quien murió en enero de 2017 - Créditos: @Twitter

Mario Pasik es seis años menor que Salo y como su hermano, desde chico mostró interés por la actuación. LA NACION habló con él, que lo rememora con mucha emoción: “Tengo tantos recuerdos. En cuanto a lo profesional podría decir que compartimos muchos trabajos. Hicimos La muerte de un viajante, con Alfredo Alcón, y La vuelta manzana, la recordada obra de Hugo Midón. También fuimos compañeros en cine y en televisión. En Poliladron tuvimos la oportunidad de compartir mucho porque hicimos de hermanos. Y hay un recuerdo muy antiguo que tengo. Yo debía tener 5 años, hubo una función de títeres realizada por un grupito de chicos un poco más grandes entre los que estaba mi hermano y recuerdo la emoción que tuve porque uno de los títeres, que manejaba Salo, me regaló un autito. Fue una fantasía maravillosa. Lo mejor me quedo en el recuerdo porque es así como uno sobrevive, en el recuerdo de tanta y tanta gente. Y a cada rato me lo encuentro a Salo en el cariño de la gente”.

Hace unos años, había dicho sobre su hermano: “Lo tengo a Salo conmigo. No es que me ponga a hablar con él, pero de alguna manera es un diálogo que se modifica. A lo largo de la vida tuvimos diferentes grupos de pertenencia, aunque en algunos coincidíamos. Y hemos trabajado mucho juntos. Nos unimos mucho cuando mi mamá empezó a despedirse. Coincidíamos. Una vez me pasó en la calle, yo estaba haciendo Los martes orquídeas. En la esquina del teatro había un café y yendo hacia ahí me paró una persona que vendía películas. Me dijo que veía mis novelas. Me felicitó por mi trabajo. Y al minuto me estaba hablando de Salo, pero me hablaba mucho de él. Yo la miraba. Me dijo que le había hecho bien escuchar un par de reportajes míos donde hablé de mi hermano. Él había estado en la India y era seguidor de Sai Baba. Y a la mujer le había afectado mucho y le había hecho bien verlo. Después de quince minutos que esta mujer me hablaba, empecé a mirar para arribar y dije: ‘Estás’. Son esas maneras y esas formas. Además, la coincidencia de estar trabajando de lo mismo. Salo despertó mucho afecto y admiración. Me encuentro permanentemente con él. Es inevitable y maravilloso también”.