Ocho años sin Jorge Luz: de Pinti a Marilú Marini, sus amigos y colegas lo recuerdan

Va camino de una década desde que Jorge Luz se fue "de gira", como él mismo decía cuando despedía a alguien. Qué ocurrencias compartiría en tiempos de pandemia el todoterreno escénico que lograba hacer despatarrar de risa a los propios Jorge Guinzburg, Alberto Olmedo o Jorge Porcel y cuyo talento resumiría China Zorrilla, el día en que lo nombraron ilustre, con un: "Jorge era más que un cómico, era un gran actor".

Ocho años se cumplen este martes del fallecimiento de una de las grandes figuras de la época dorada de la radio, el cine y la televisión argentinas. Por este "grande del buen humor" han profesado a lo largo de los años su devoción colegas y amigos como Marilú Marini, Claudio Segovia, Pepe Cibrián, Enrique Pinti, Irma Roy, Mirtha Legrand, Mex Urtizberea o los fallecidos Alejandro Urdapilleta, Ana María Campoy, Fernando Peña y su gran amiga Niní Marshall.

Siempre ocurrente, carismático y con un dominio vocal que incluía divertidas alteraciones fonéticas en su léxico, Jorge Luz lo hizo todo: radioteatro, teatro clásico, comedia musical, varieté, revistas, café concert, sainete, zarzuela, ópera, opereta, cine, televisión. "Solo me faltó cocinar como Maru Botana", bromeaba el maestro de la improvisación en una entrevista con Nicolás Repetto.

En el nuevo aniversario de su partida, siguen repiqueteando en el ambiente las enfáticas voces de los inolvidables personajes que llevó a escenarios y gloriosas películas en blanco y negro, los ademanes de churumbeles, la atmósfera de los conventillos y las conversaciones de barrio entre vecinas como las de aquella chismosa Porota con la que tanto animó la pantalla chica junto a Jorge Porcel. En suma, la carrera inabarcable de un artista que llegó a los 90 con más de medio siglo de inagotable actividad y con la jovialidad intacta.

El salto: "Corría el año 1810. ¡Aída, nos van a c. a paraguazos!"

Nacido el 8 de mayo de 1922 en Empalme San Vicente -hoy Alejandro Korn- como Oscar Jorge Da Luz Borbón, hijo de padre portugués y madre asturiana, el actor fue el menor de cuatro hermanos.

La gran actriz Aída Luz, su hermana y amiga, le pidió en su adolescencia que lo acompañara a una grabación de radioteatro en Radio Argentina, donde empezaría todo. Jorge se refirió a ello en repetidas ocasiones y en una quiso -en el programa Mañana vemos (Canal 7), en 2007-, como de costumbre, hacer reír a su público. "Corría el año 1810 y Aída me dice: Jorge, tengo que cruzar la Plaza de Mayo. Y le respondo: ¡nos van a cagar a paraguazos!", empezó. Y pasó a explicar: "Aída tenía que grabar y, como faltaban dos actores, me dicen: ¿te animás? Y yo digo: qué se yo. Entonces me dieron a probar: tenía que hacer de un mazorquero y yo, que tengo esa cosa de rata vieja. Cuando le mando el grito '¡Entrégate Juan Cuello, somos de la partida!', el director -Pedro Tochi- dijo: 'la voz que tiene este guacho'. Y me contrató".

El actor, que estudió en el Colegio Otto Krause, mostró desde chico un don para las imitaciones: observaba y copiaba los modos de vecinas del barrio y profesores y era notablemente desinhibido a la hora de leer frente a sus compañeros. "Me encantaba pasar a leer al frente. Eso ya era una actuación", dijo en una entrevista que Jorge Guinzburg le hizo para este diario, en 1998.

Tras su debut en la radio, el joven Jorge continuaría trabajando en distintas emisoras, en tiempos en que la radio tenía la importancia que luego tendría la televisión. "La radio era como un templo. Yo soy un producto de la radio, ahí empecé y escucho mucho la radio", diría décadas más tarde en una entrevista televisiva con Felipe Pigna.

Los Cinco Grandes del Buen Humor y el Teatro Caminito

El actor desarrolló una carrera de más de seis décadas que alcanzó todos los géneros escénicos: de los radioteatros de El Mundo y Splendid a las comedias musicales, infinidad de programas de TV, más de treinta películas y su paso por escenarios internacionales.

Tras algunas incipientes apariciones en cine, su gran salto llegó a mitad del siglo pasado al sumarse al grupo de Los Cinco Grandes del Buen Humor (primero La cruzada del buen humor), junto a Zelmar Gueñol, Rafael "El Pato" Carret, Guillermo Rico y Juan Carlos Cambón. Con una comicidad comparable a la de los Hermanos Marx e imitaciones de figuras del momento como Tita Merello o Luis Sandrini, el quinteto hizo historia en la radio y en el cine nacional y llevó su espectáculo a distintos países. Entre la docena de películas que protagonizó figuran la exitosa Cuidado con las imitaciones, Fantasmas asustados, El satélite chiflado, Africa ríe y Los peores del barrio.

Marilú Marini y Jorge Luz en Incrustaciones

Sobre el grupo, a finales de los 90, Luz contó: "Éramos compañeros y con el tiempo nos hicimos amigos. En todo elenco, como en toda familia, hay muertes, dolor, angustias, y todas esas cosas hermanan. Especialmente con Gueñol, que era exagerado de honradez. Luego nos separamos cuando murió Cambón y contrataron a Guillermo Rico para cantar en Colombia".

Jorge pasó entonces a la compañía del nuevo Teatro Caminito de La Boca, otro hito en su carrera. Dirigido por Cecilio Madanes a partir de 1957, allí hizo ocho temporadas, en obras como Los chismes de mujeres, La pérgola de las flores, Las aventuras de Scapin, La zapatera prodigiosa, La verbena de la Paloma, La dama de las camelias, Polvo de estrellas, Mamá es una estrella o Luz verde. "Madanes me ha hecho hacer de todo, zarzuela, comedia musical, clásicos, Molière, García Lorca, Goldoni, todo lo hice yo", diría más tarde.

En el cine, Luz participó en películas como Los celos de Cándida (1940), Camino del infierno (1946), Canuto Cañete y los 40 ladrones (1964), Nacidos para cantar (1965), Abierto de 18 a 24 (1988), Sol de otoño (1996), El juguete rabioso (1998) o India Praville (2003).

En 1992 tuvo un especial papel, aunque breve, en La peste, bajo la dirección de Luis Puenzo. El realizador argentino explica hoy cómo llegó a él para ese rol: "Lo recordaba de las películas de Los Cinco Grandes, las había visto todas. Mucho después, cuando escribía el guion de la película y lidiaba con el 'viejo de los gatos', esa humorada de Camus, supe quién lo haría, si es que me aceptaba un papel tan chiquito... Se lo conté y aceptó. Aquél enorme, entrañable Jorge Luz, abrió la película. Un regalo", apunta el director sobre la escena inaugural del film a la que el cómico aporta su magia escénica.

En cuanto a su trayectoria televisiva, ésta incluyó la participación de Luz en programas como Operación Ja Ja, El humor de Niní Marshall, Domingos 69, La Baranda o Las gatitas y ratones de Porcel. Algunos de sus personajes más recordados fueron los de Don Hilarión (en La Verbena de la Paloma), la duquesa de Crakentorp (La hija del regimiento), La Chusma, Puyeta Adorna de Videla o La Porota.

Su humor llegó hasta el rock: Charly García y Pedro Aznar lo convocaron para poner su voz al tema "Cucamonga Dance", del disco Tango 4. "Soy sevillana señores, y también reparto flores. Cuando me falta dinero, me arrimo a los extranjeros", entona con voz aguda en la mítica canción, cuya letra le rinde homenaje: "George Light es lo más grande que hay".

La Tota, La Porota y las imitaciones

El actor fue de los primeros en interpretar papeles 'femeninos' en la pantalla. "Lo de actuar vestido de mujer surgió en La cruzada del buen humor. Yo nunca había pensado en hacer eso y me encajaron los churumbeles", contó en 1989 en la televisión pública (ATC).

El intérprete no se consideraba a sí mismo un imitador. "Nunca lo fui, eso vino solo. Soy un actor que a veces trabaja de imitador. La Porota no es una imitación, es un personaje. La que se crea que es La Porota, allá ella, pero hay muchas porotas y muchas totas. A los personajes los sacás de la calle", apuntaba entonces.

La idea de la dupla de mujeronas que interpretaba exitosamente junto a Porcel en La Tota y la Porota surgió primero en Canal 11, en Domingos de mi ciudad. En los sketchs no había libretos. "Salía la gorda a barrer lo que hacían los perros y nos reíamos porque yo no sabía lo que iba a hacer, era todo espontáneo. Ni idea con qué iba a salir, por eso nos tentábamos. La Porota era antisexo y la gorda buscaba la mundicia (por inmundicia), porque el marido no la atendía", contaba. Sobre su relación con Porcel, dijo: "Me llevaba bien, pero era difícil el Gordo. Yo siempre fui muy tranquilo, nunca me gustó discutir ni pelear".

Marilú Marini: "Jorge actuaba con la seriedad con la que juegan los niños"

El fallecido actor fue una figura admirada en lo profesional y muy querida en el ambiente artístico. El dulce gesto con el que Ana María Campoy le sujeta el rostro entre sus manos en el año 96 al entrevistarlo para la televisión daba la pauta del respeto y el cariño que el artista supo cultivar con los años.

La consagrada actriz Marilú Marini fue una de sus grandes amigas. Se conocieron en los 70 en el espectáculo Polvo de Estrellas -antes de que ella se fuera a Francia- y volvieron a trabajar juntos en 2004, con la obra Incrustations, de Chantal Thomas, dirigidos por Alfredo Arias.

Jorge Luz

Desde París y en conversación con LA NACION, la célebre intérprete recuerda a su entrañable amigo. "Desde aquella primera obra empezamos a tener una gran amistad. Jorge era un magnífico celebrante del teatro. Tenía muchos secretos adquiridos a lo largo de todo su trabajo, desde la empatía con la gente hasta el dominio del arte que adquiere quien ha transitado tantos géneros como él. Era, fundamentalmente, un artista, muy atrapante y que se transformaba en eso que estabas viendo. Jean Genet decía que los actores deberíamos actuar como juegan los niños, con esa misma seriedad, y Jorge tenía esa capacidad", opina.

Marini compartió cantidad de momentos junto al actor y su hermana Aída. "Mantuvimos siempre el contacto y, cuando yo venía a Buenos Aires, por las tardes me instalaba en la casa de Jorge, iba a verlo, tomábamos mate con tortitas negras, veíamos películas argentinas por televisión y él me comentaba todos los pormenores y anécdotas de filmaciones, amistades y amores de quienes estábamos viendo actuar. También salíamos mucho, íbamos a comer y a él le encantaba cocinar. Era una persona divina, con una reivindicación de la amistad y una ideología frente a la vida".

La actriz señala que las ocurrencias de su amigo eran "impresionantes" y explica que él armaba imágenes en su vocabulario, como la de la "zorra mochilera", algo "divertidísimo" para designar a quienes se las saben rebuscar bien ante la vida.

Un papel, entre tantos, de Jorge Luz que fascinó a Marini fue el que asumió en La verbena de la paloma y "el instante poético maravilloso" de su entrada en escena. "Era una delicia verlo. Entraba de perfil, en sombra, con un paquetito de masas colgando en la mano. Era como una figurita. La delicadeza con que lo hacía, en contraluz, con toda esa poesía cimentada en un conocimiento de lo que es estar en un escenario. Era un artista capaz de captar a la gente y embarcarla en su imaginario. Lo que hizo con Los Cinco Grandes o los monólogos de La dama de las camelias fueron una impresionante lección de teatro", subraya la emblemática intérprete.

Enrique Pinti: "Nunca nadie me hizo reír tanto fuera del escenario"

Entre las principales amistades del actor destacó su profundo vínculo con Niní Marshall. "Lo he dicho como nueve millones de veces: fue un genio, le decían la Chaplin con polleras. La invitabas a tu casa y había una señora o un señor y si a ella le hacía gracia y lo oía, lo miraba, lo pensaba, lo escribía y lo actuaba, con libretos estupendos. Trabajé con ella, tuve la suerte. Niní, me considero amigo tuyo pero nunca me olvido de que vos sos Niní Marshall", decía el actor.

En un nuevo aniversario de su muerte, también Enrique Pinti recuerda junto a LA NACION los encantos del gran comediante, a quien consideró un hombre "generoso y uno de los mejores compañeros" que tuvo. "Siempre fui un admirador suyo. Lo conocí cuando yo tenía diez años por Los Cinco Grandes, él tenía un encanto especial y yo quedé fascinado por su capacidad histriónica. Más adelante lo vi en obras de otra naturaleza, como cuando empezó a trabajar con Cecilio Madanes e hizo un arlequín de Goldoni inolvidable, un Molière también inolvidable o el alcalde de La zapatera prodigiosa, de García Lorca, pero todavía no lo conocía personalmente", cuenta.

Ambos artistas se conocerían más tarde en un ciclo de la TV Pública, el El Búho Café Concert. "Estábamos los que recién empezábamos y las figuras importantísimas: Cipe Lincovsky o Jorge Luz, con su monólogo. Coincidimos en la sala de maquillaje y él me dijo que me estaba siguiendo y que me tenía una gran admiración porque yo era una persona nueva que hacía un humorismo totalmente distinto. Casi me meo, porque yo tenía para ese entonces, hacia el año 71, a dos ídolos importantes: Niní Marshall y él", recuerda.

En el 73, cuando Pinti debutó en Historias recogidas, con Lino Patalano, Jorge fue uno de los primeros en verlo. "Se sentaba y se moría de risa, aplaudía, y Niní también. Yo me hice compañero y colega gracias a la generosidad de esta gente", señala.

El cómico rememora aquellos años 70, en que iban a comer y salían, o cuando hacían juntos Polvo de Estrellas, de David Stivel, junto a Marilú Marini, Bárbara Mujica y Cecilia Rossetto. "Poca gente me ha hecho reír tanto fuera del escenario como Jorge. Los dichos, las barbaridades que decía... No tenía ningún tipo de cortapisa ni de censura en un momento en que la gente era más pacata. No vi en ningún ser humano que me hicieran reír tanto", afirma el actor.

Claudio Segovia: "Mantuvo su alegría y humor hasta el último instante"

El renombrado director Claudio Segovia, autor de Tango Argentino, fue otro gran amigo de Jorge Luz, a quien conoció a finales de los años 40. "Yo era un chico estudiante de Bellas Artes. Un día estaba pintando en Bariloche y Jorge, que ya era famoso, estaba actuando allá. De repente vino y se quedó mirando la mancha que yo hacía y mi mano no podía moverse pensando en que él estaba ahí, observándome. Ya entonces yo lo admiraba pero nunca pensé que pasado el tiempo iba a ser un gran amigo", cuenta el artista.

Segovia destaca "la ilimitada capacidad inventiva que ejercía en el preciso momento de su actuación. Sin necesidad de un texto escrito era capaz de desarrollar un acto creativo improvisando de comienzo a fin toda una gama de infinitos recursos expresivos de la más desopilante comicidad. Siempre lo vi como un descendiente de la gran tradición teatral de la comedia del arte italiana, asociándolo a esos célebres cómicos callejeros que fueron protagonistas a través de la historia de la más auténtica raíz popular", señala.

El director mantuvo con Jorge Luz una gran amistad y trabajó con él en París, Roma y diferentes ciudades de Italia y Francia durante dos giras europeas de Tango Argentino. "En realidad mi amistad con Jorge fue una larga conversación sobre el teatro y los artistas argentinos y extranjeros. Durante años asistí con él a innumerables estrenos teatrales, luego de los cuales íbamos a cenar generalmente con otros camaradas. También eran frecuentes nuestros paseos por diferentes lugares de Buenos Aires en caminatas interminables, donde era siempre muy emocionante ver el inmenso cariño con que al reconocerlo lo saludaba el público". Al cómico también le encantaba visitar a un sacerdote que hacía reuniones con artistas argentinos con unas comidas "pantagruélicas" y pasear por La Boca

Hasta el final, el director estuvo a su lado. "Jorge mantuvo su alegría y humor hasta el último instante. Tuvo la suerte de tener una gran salud y siempre mantuvo un gran optimismo y vivió muy plenamente. No quería sentir hablar de nada malo, ahuyentaba ese tipo de conversaciones, y alegraba a la gente con esa expresión de humor que producía tanta felicidad".

Los mayores premios para un artista 'ilustre'

Por su talento y trayectoria, Jorge Luz fue nombrado ciudadano ilustre de Buenos Aires por la Legislatura porteña, en 2010, donde estuvo rodeado de sus afectos y legendarios compañeros de profesión, entre ellos Irma Roy, Enrique Pinti y Olga Zubarry.

"Este reconocimiento te da la idea de lo que es Jorge. Estábamos emocionados y de repente decía algo y nos moríamos todos de risa. Siempre lo seguí, es tal el timing que tiene para decir las cosas que es imposible no reírte cuando quiere que te rías. El mundo de hoy necesita que alguien nos haga reír, porque está medio peliaguda la cosa", decía ese mismo día China Zorrilla sobre el homenajeado.

El actor recibió los máximos galardones en su rubro. En 1988 fue premiado por su labor en Abierto de 18 a 24, en 1993 obtuvo el ACE de Oro por su papel en La zapatera prodigiosa y más tarde el Premio Hugo al Teatro Musical por su trayectoria.

"Gané el ACE y el ACE de Oro, que era lo que menos me imaginaba. Los periodistas venían a preguntarme quién se sacaba el de Oro, pero ellos sabían, y yo, inocente, decía: 'Norma Aleandro, ¿quién se lo va a sacar?' Cuando dijeron Jorge Luz, casi me muero. Dije: "No voy a llorar, se lo dedico a un tío borracho ladrón que está en el cielo", le contó más tarde a Guinzburg.

También obtuvo en 1991 un Premio Konex como personalidad destacada del espectáculo. El fundador y presidente de la Fundación del mismo nombre, Luis Ovsejevich, opina hoy sobre el artista: "Fue un actor y humorista excepcional que ocupa un importantísimo lugar en la cultura audiovisual y humorística de nuestro país. Su paso por Los Cinco Grandes del Buen Humor lo consagró y sus imitaciones eran excepcionales, caracterizaron el humor de los 40 y los 50. Tuvo una carrera llena de éxitos. Su figura en cualquier tipo de espectáculo siempre atraía por su extraordinario carisma. Lo considero un personaje inolvidable".

Jorge Luz se creía afortunado por haber trabajado con "los grandes". En una conversación con el historiador Felipe Pigna, llegó a decir: "Fue lindo haber nacido en esa época. Lo mejor lo pasé en Caminito -no me lo podré olvidar nunca- y con Los Cinco Grandes. La vida me trató demasiado bien, me la gané con lo que a mí me gustaba hacer".