Una actriz de 'La casa de la pradera' no se merecía el martirio que el público le hizo vivir

El éxito no siempre va acompañado de gloria. Sino que se lo digan a Alison Arngrim, la actriz que con 12 años quedó retratada para siempre como el prototipo de la niña malcriada por excelencia. Interpretó a Nellie Oleson, la rival de Laura Ingalls (Melissa Gilbert) e hija única consentida, malvada y egoísta, durante siete de las nueve temporadas de La casa de pradera (entre 1974 y 1982).

El drama serial pasó a la historia como uno de los grandes clásicos de la televisión, con una legión de fans que vivieron a flor de piel la malicia, el bullying y el odio que perpetraba el personaje. Los guionistas diseñaron a una niña a la que odiar como antítesis de la humilde, educada e inocente protagonista; probablemente sin tener en cuenta las consecuencias de generar este tipo de emociones en el público. Porque fue Alison, siendo una niña, quien tuvo que vivirlas en sus propias carnes.

La casa de la pradera -- Temporada 6 -- En la foto: Alison Arngrim como Nellie Oleson (Foto de NBCU Photo Bank/NBCUniversal a través de Getty Images a través de Getty Images)
La casa de la pradera -- Temporada 6 -- En la foto: Alison Arngrim como Nellie Oleson (Foto de NBCU Photo Bank/NBCUniversal a través de Getty Images a través de Getty Images)

Cómo olvidarla, ¿verdad? A ella, su arrogancia y esos ojos azules abiertos como platos cada vez que lanzaba una frase hiriente. Personalmente recuerdo como si fuera ayer cómo caí en la manipulación de la trama. Tendría menos de 10 años cuando comencé a seguir esta historia a finales de los 80 y, con toda la inocencia de la niñez, me repulsaba la actitud de Nellie. Que fuera tan malcriada cuando lo tenía todo y Laura no (ni yo tampoco) me provocaba el rechazo más absoluto. Es más, celebraba por mis adentros cada vez que la castigaban o la maestra Beadle (interpretada por Charlotte Stewart) la ponía en su sitio. Aún más cuando su generoso padre (el dueño de la tienda local) se atrevía a plantarle cara. Cosa que no sucedía a menudo.

Décadas antes de que Chicas Malas dejara huella con el estereotipos arrogante de la popularidad adolescente, el nombre de Nellie pasó a la historia como el arquetipo de la niña malcriada. Pero no el nombre de la actriz. ¿O acaso alguien recuerda a Alison Arngrim por nombre y apellido como esa niña que consiguió crear un icono televisivo interpretándola desde las 12 a las 20 primaveras? Recordamos al personaje y lo que provocaba. Porque era un personaje diseñado para generar rechazo, que sometía a los niños más pobres al bullying constante, a la humillación y denigración pública. Tanto de palabra como físicamente, empujando a quien hiciera falta durante sus rabietas. Pero no recordamos a Alison, el ser humano que se hizo cargo de darle vida. Una realidad que refleja el gran trabajo de la actriz y el impacto que provocó en los espectadores, generando tantas emociones negativas que la gente se olvidaba de diferenciar entre el personaje y la persona.

Prueba de ello es que tuvo que vivir situaciones violentas y horribles por culpa del impacto que tuvo el personaje, hasta el punto de sufrir insultos por la calle, que le arrojaran cosas a la cara y hasta la escupieran. Cuando tan solo era una niña en preadolescencia.

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Así lo contó en una entrevista que dio en 2010 a The Today Show (vía Daily Mail). “Tener 11 o 12 años y que todos te llamen ‘perra’ a la cara todos los días de tu vida es muy extraño. Me han escupido, golpeado y arrojado basura en un desfile de Navidad. Me golpearon en una comparecencia personal”.

En otra entrevista al sitio Everything Zoomer de 2017 añadió que le desconcertaba que la gente no pudiera diferenciar entre el personaje y la persona. “Las cosas que la gente me ha dicho… ¡no lo creerían! Una vez estaba en un desfile de navidad y alguien me arrojó un vaso de refresco de naranja a la cabeza. La gente se asustaba cuando estaba cerca”.

En sus memorias publicadas en 2010, Confessions of a Prairie Bitch: How I Survived Nellie Oleson and Learned to Love Being Hated, desvela que el público que se acercaba a hablarle de la serie le contaba lo mucho que La casa de la pradera significaba para ellos, poniéndole a sus hijos los nombres de Laura, Mary o Michael. Las hijas y padre de la familia humilde protagonista. Pero que no se atrevían a llamar a sus hijas ‘Nellie’, sino que así llamaban a sus gatos y hasta a las vacas.

Alison Arngrim interpretaba a una niña que perpetraba el bullying y el acoso infantil, pero que terminó sufriendo lo mismo en sus propias carnes por parte del público. Gente que evidentemente no supo diferenciar entre la persona y el personaje, dejándose llevar por la pasión de las emociones que provocaba, sin ver que tenían a una niña por delante. Una niña que, sin que nadie lo supiera, había sufrido abusos siendo muy pequeña. Algo que ella calló durante muchos años y no contó, siquiera a sus padres, hasta después de cumplir los 20.

Y es que Alison sufrió abusos sexuales por parte de su único hermano, que era 7 años mayor que ella. Los abusos comenzaron cuando tenía 6 años y continuaron hasta poco antes de fichar por la serie, según contó ella misma en su libro y entrevistas, como a Larry King en 2004. Contó que a esa edad no comprendía lo que estaba sucediendo y mantuvo el secreto hasta que decidió contárselo a sus padres una década más tarde. “Se quedaron bastante atónitos”, dijo. “Miro hacia atrás a las señales que mostré. Me dormía todos los días en la escuela. Lloraba todo el tiempo, era tímida y retraída, suplicaba que no me dejaran sola con la gente, especialmente con esa persona. Es posible que sintieran que algo andaba mal, pero nunca pensaron que era eso".

Sin embargo, interpretar el papel de Nellie Oleson le ayudó a su manera. A pesar del acoso del público, ella encontró en el personaje el refugio para desatar toda su rabia y frustración. “Ella [Nellie] me sacó de mi casa cuando pensaba que no había escapatoria. Ella me transformó de una niña tímida, abusada, con miedo de su propia sombra a la perra bocazas, políticamente activa y franca que soy ahora”.

Alison Arngrim asiste a la exposición
Alison Arngrim asiste a la exposición "Real To Reel: Representaciones y percepciones de LGBTQ en Hollywood" en el Museo de Hollywood el 9 de junio de 2022 en Hollywood, California. (Foto de Unique Nicole/Getty Images)

Este mismo año contó al programa australiano Studio 10 que “cuando sufres abuso de pequeño te quedas con toda esa rabia contenida […] y como adolescente, que es cuando las cosas se ponen más difíciles a nivel de desarrollo, tenía un trabajo donde me pedían que gritara a todo pulmón, exhibiera rabia y odio extremo, arrojara cosas a la gente, me mostrara violenta y enojada. Es lo mejor que pudo pasarme. Fue la mejor terapia. Me sentía genial cada día”. Y es cierto. Mientras todos eran educados y perfectos en La casa de la pradera, ella destacaba por ser exactamente todo lo contrario.

En un capítulo de su libro que pude leer recientemente revela que interpretar a la “zorra” de Nelly le terminó dando libertad de decir y hacer cosas que no hubiera podido hacer si fuera ‘la niña buena’.Al convertirme en la zorra, me liberaron de la trillada y sexista prisión burguesa de la simpatía. Cualquier idiota puede gustar. Requiere talento asustar a la gente” escribe con certeza.

Alison siguió trabajando como actriz después de La casa de la pradera, habiendo crecido en un hogar donde sus padres y hasta su hermano eran actores. Pero ninguno de sus trabajos logró hacerle sombra al legado de Nellie Oleson. Pero ella siempre siguió activa, sobre todo como activista en favor de la lucha contra el VIH. Y es que tras la muerte del marido de Nellie en la ficción, su compañero y amigo Steve Tracy, por complicaciones con el virus en 1986, comenzó su pasión activista de concientización a través de diferentes organizaciones, además de formar parte en campañas contra el abuso infantil.

A sus 60 años no tiene contacto con su hermano, habiendo revelado que si bien no niega los abusos, no muestra ningún signo de remordimiento. Y por eso, ella prefiere mantenerse alejada. “Mi vida es mejor así”.

Y a pesar del injusto acoso que el público le hizo vivir en su infancia, cuando había sufrido tanto de pequeña, ella celebra la fuerza que Nellie le dio en su vida y personalidad. Como cuenta en el libro, le llevó tiempo hacer las pases con la idea de aceptar y abrazar su figura, pero desde que lo hizo no la ha soltado nunca más. Sin embargo, resulta inevitable imaginar el martirio que aquella niña habrá vivido, una pequeña que no solo había sufrido abusos tan horribles en su propia casa sino que tenía que padecer el señalamiento público simplemente por hacer su trabajo. Simplemente por dejar salir toda esa frustración contenida como terapia personal mientras cargaba su calvario por dentro. Sin dudas debería hacernos reflexionar sobre los límites del fanatismo y la empatía que debemos al prójimo, famosos o no por mucho que un personaje deje huella.

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