'After. Amor infinito' tropieza con una piedra de la que ya estaba avisada

La saga After está de vuelta a los cines con After. Amor Infinito, cinta que se erigía como el final de la franquicia. Nacida de un fanfiction sobre el cantante Harry Styles que su escritora, Anna Todd, publicó inicialmente en WattPad, nos narra la historia de Hardin y Tessa, dos adolescentes con una atracción mutua intensa cuya relación está lejos de ser idílica. Es decir, un relato que perfectamente podríamos calificar como un Cincuenta sombras de Grey adolescente y que, al igual que esta, arrastra a un fenómeno fan inmenso.

Por esta razón, y como suele ocurrir con todo producto de éxito, sus responsables, que durante la campaña de marketing de esta última entrega nos han hecho creer que Amor Infinito (que adapta el cuarto y último libro de la saga) era la conclusión, han roto expectativas y en última instancia anunciado que habrá una quinta película. Pero no una continuación de la historia de los libros, puesto lo que realmente han hecho ha sido dividir el último volumen del relato en dos partes. Y esto, pese a que pueda ser una decisión comercial acertada, supone un inconveniente narrativo enorme que no hace más que intensificar el mayor problema que arrastran todas las grandes sagas románticas.

Josephine Langford y Hero Fiennes Tiffin como Tessa y Hardin en 'After. Amor infinito' (Foto: Diamond Films)
Josephine Langford y Hero Fiennes Tiffin como Tessa y Hardin en 'After. Amor infinito' (Foto: Diamond Films)

Para poner en contexto, las franquicias que adaptan grandes relatos de amor, sobre todo los salidos de fanfictions como Cincuenta sombras de Grey, A través de mi ventana o After, suelen pecar de explotar la relación de sus protagonistas sin tener una buena trama entre manos. Es decir, limitarse a la sucesión de amor, sexo y provocación sin un conflicto potente de guion. Por ejemplo, más allá del morbo del sexo BDSM, Cincuenta sombras se centraba en idas y venidas en la relación de sus protagonistas sin un hilo argumental claro, simplemente secuencias que a los pocos minutos tienen nula importancia para las escenas siguientes. Y en After pasa exactamente lo mismo, puesto que solo vemos a la pareja protagonista dando vueltas sobre discusiones y sexo.

La primera película sí fue capaz de tejer una historia bastante completa sobre el inicio de una relación romántica y una apuesta turbia que la ponía en vilo, pero sus secuelas se quedaron girando sobre el mismo punto sin avanzar un ápice respecto al amorío tóxico de sus dos personajes principales. No obstante, en esta última, al tomar la decisión de dividirla en dos partes y cortar el último libro por la mitad, este error se potencia a un nivel bastante extremo, porque, si ya de por sí no hay ningún conflicto interesante al que aferrarse, el meter el corte en un momento aleatorio sin ninguna lógica narrativa te hace salir perplejo del cine.

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Y es que se aprecia que esta división del final en dos películas ha sido una decisión de última hora. Después de que la recaudación de la segunda película se resintiera por culpa de la pandemia, se tomó la decisión de rodar la tercera y cuarta juntas y reducir costes. Sin embargo, la anterior entrega volvió a sufrir una reducción drástica de sus ingresos en taquilla, por lo que, viendo que tendrían material suficiente para alargar el metraje, tomarían esta decisión de meter la tijera por la mitad y volver a hacer pasar el público por caja. Pero, si ya de por sí no hay mucho que alargar en esta historia romántica, hacer un corte forzado, sin responder a ninguna lógica narrativa, hace salir al espectador del cine sintiendo que ha visto la nada absoluta.

Al terminar la película, el argumento está en el mismo punto que en el inicio. En su poco más de hora y media, apenas nos han ofrecido una sucesión de discusiones de pareja y escenas de sexo que no han conducido a nada, y al final, After. Amor Infinito parece más un mal capítulo de relleno de una serie de televisión sin nada que contar que una gran producción cinematográfica.

Desde luego, es una decisión comercial inteligente, sobre todo valorando que el público de estas sagas siempre es muy fiel a los estrenos y a la oportunidad de disfrutar de sus momentos favoritos de los libros en la gran pantalla, pero esto no quita que sea una estrategia cuestionable que a los espectadores más ajenos a la saga les haga sentirse engañados. Al menos con otras películas como Crepúsculo, que también dividió su final en dos partes, ya estábamos avisados de antemano y se supo encontrar un buen punto donde hacer el corte siguiendo un orden narrativo. Pero aquí el caso es muy diferente, y diría que nunca este problema había sido tan acusado una saga romántica del estilo.

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