Alaska y Mario celebran con ¡HOLA! su 25 aniversario de boda y nos hablan de su 'milagro' antes de Navidad
¿Por dónde empezar? ¿Cómo abordar esta fantasía? Ya les digo yo que con un miedo geométricamente proporcional a la admiración. Porque, ante estos dos colosos de la conversación, el formato entrevista se queda corto. Ni Oriana Fallaci, vaya. Máxime, porque no te necesitan. Ellos se explican, se cuentan, y desarrollan sin que haya que darles pie. A soutien quitado, te lo dan todo. Desde unas patatas fritas y una Mahou (ó 2 ó 3…) a un balsámico abrazo que reconforta el espíritu. Sin hablar de mil y un titulares, claro. Porque su discurso incluye, grosso modo, siete millones de referencias por minuto y, entiéndannos, charlamos durante tres horas… De Fara Diva, Lola Flores, Carmen Polo, de lucha mexicana, el animismo, los Costus, el Santo Niño del Remedio, Waters, Charo Baeza, Miguel Bosé… Y el saber, señores, sí ocupa lugar. A bote pronto, varias casas. Ésta, la que estamos viendo, es Casa Bibiana, que se la compraron a ese mito rubio apellidado Fernández donde, el estilo midcentury de Charles Eames, ha dado paso al multicromatismo de Coyoacán para convertirse en un trocito de México y Baja California en Madrid. Aquí esperan vivir otros 25 años juntos. Sí, 25. Celebran con ¡HOLA! sus Bodas de Plata y... Están en lo cierto, en lo sentimental, también son un punto filipino. Porque se aman.
Que será por parejas de genios y amores (fou) endiabladamente adictivos a lo largo de la Historia… Pues, como el suyo, perdónennos, na-da. Ni el obvio que se confundiría con el fondo de estas instantáneas, o sea, el de Frida Kalho y Diego Rivera al de otros partners in crime como Bowie & Jagger, Eduardo de Inglaterra y Wallis Simpson o Elizabeth Taylor y Richard Burton. La de los ojos violeta ha ocupado sus días y sus noches durante el último mes. O en el caso de Mario, una noche perpetua, que a punto estuvo de perder la visión. Y casi la vida. Si no hubiera sido por la laca... Disculpen, pero ¿han leído algo más fabuloso? Ya les adelantamos que no. Son la postmodernidad en absoluto. Desprejuiciada, rupturista, insólitamente atemporal... Son Alaska y Mario. O Mario y Alaska. Y en esta entrevista a retales, tal y como se decía en otros tiempos, "nos abren las puertas de su casa y de su corazón".
Laca y vida
—MARIO: (...) Cuando Olvido y yo nos encontramos, ocurrió cuando tenía que ocurrir: en el momento justo de nuestras vidas. Por eso hablamos de suerte. Olvido y yo no nos aburrimos nunca. Por ejemplo, yo he sido muy inculto siempre…
—¡Eso no es verdad, Mario!
—M: Vale, lo que quieras. Pero yo no he visto cine clásico nunca. Con Alaska he descubierto todo eso que no había visto. Y es una fantasía. Cogemos la tarde y bueno, bueno, bueno.
—ALASKA: De repente, el último verano, La gata sobre el tejado de zinc… Una detrás de la otra. A ver si recupera la vista al 100% y podemos seguir…
—M: ¿Sabes lo guay que es ver? Lo he pasado mal…
—A: Es que nos enteramos en la primera revisión que Marito tenía solo un 5% de visión…
—¿Cómo?
M.—Chica, a la ONCE directamente (risas). Pero, cariño, de todo se aprende. Incluso 25 años después de casados. Olvi, ¿a que tú te has sorprendido de cómo he afrontado una situación tan grave y tan crítica?
A.—Yo, tal y como te has comportado ahora, es como siempre he pensado que tú serías… Aunque, con la Covid, cariño, te rebelaste. Pero ahora, en cambio, has sido esa persona que sabe cómo adaptarse a las adversidades y que saca lo mejor de sí mismo para resolverlas.
M.—La Covid la viví como una imposición. Pero esto no. Y estaba tranquilo. Preparado para afrontar este momento. Cuando ya has pasado por la adversidad más fuerte de la vida, que es ver irse a un ser querido, ya tienes la fortaleza suficiente para gestionar todo lo que te venga. Y que a todo te acostumbras en la vida... ¿No nos hemos acostumbrado a Madrid Central? Pues igual.
A.—Yo me asusté. Cuando lo mandaron del hospital a casa, él llegó contento. Dopado y feliz. Pasó la primera noche como un bendito, pero cuando se despertó al día siguiente gritaba de dolor. Y sin ver...
M.—Gritar no significa que estés enfadado con el mundo. A mí me sirve para desahogarme. Olvi, por ejemplo, se desahoga callada. Después, a mí se me pasa a los dos segundo y ella, tela. El grito es igual que el silencio.
A.—No es igual. Gritar altera las ondas, Mario.
M.—A mí el silencio me inquieta. Porque no avisa. Y Alaska está 'runrún, runrún', como una lavadora... El caso, que había que reponerse. Y lo hice como un ejercicio de terapia. Para mí estar bien también es más fácil que estar mal... Tengo la habilidad de tomarme todo con mucho sentido del humor y lo que nos hemos reído en el hospital... No me quería ir. Ay, Olvi, ¡cómo lo hemos pasado!
A.—Se nos hacía el día cortísimo. Y todo el rato hablando con las enfermeras, de paseo con la silla... Y yo, que siempre quiero pasar desapercibida, con este, no hay manera...
M.—La consulta del Ramón y Cajal es un sueño. Ciega, pero contenta. No vas a convertir tu vida en un drama, ¿no te parece? A mí, tener una…
A.—Retinopatía de Purtscher.
M.—¡Eso! Me parece sofisticado.
"Aparte de cumplir años juntos, nosotros también cumplimos “casas”", nos cuenta Mario sobre su nueva residencia. El jardín, en palabras de Alaska es donde ha redescubierto la naturaleza
—¿Una retinopatía de Purtscher?
A.—Te lo explico. Por el golpe, se produce una profusión de microinfartos en los ojos. Deja de llegar sangre y esas venitas se secan y...
—¡Pero cómo va a ser!
M.—Ahí es verdad que hemos tenido un primer gran bajón, conjunto, de pareja, los dos…
A.—Nos dijeron que no hay medicamento para esto, todo depende de la evolución del paciente. Yo me tuve que ir de la habitación porque...
M.—Porque no quería llorar delante de mí, pero yo lo sabía... De esto vamos a salir, Olvi. Estamos los dos juntitos. Y rodeados de amigos. Rezamos todas las mañanas, «Dios te salve María...»; Fabio McNamara nos trae agua bendita; mi madre me pone en los ojitos un pañuelo pasado por el manto de la Virgen de Lourdes... Todo eso ayuda. ¿Que me podía haber matado? Sí, pero la laca me ha salvado la vida (risas).
A.—El doctor Monereo le dijo a nuestra oftalmóloga: 'Si es una cuestión de evolución del paciente, este va a evolucionar muy bien, porque tiene mucha clase como enfermo'.
M.—Es lo mejor que han dicho de mí, 'enfermito first class'.
—Y Jesús de Medinaceli.
—Ambos: Total.
—M: A mí me gusto cuando nuestro amigo, el doctor Monereo, le dijo a nuestra oftalmóloga: «Si es una cuestión de evolución del paciente, este paciente va a evolucionar muy bien porque tiene mucha clase como enfermo». Es lo mejor que han dicho de mí. Es «first class», añadió.
—¿Y no estabas aterrado?
—Mucho. La vista… Y el cuello, que tenía que ver con las vértebras. Los neurocirujanos —que he estado super bien atendido, conste— consideraban operar pero yo insistí con una medicina más conservadora, fisio y gimnasia. Una gimnasia que hago a diario, y que me ayudó a no partirme el cuello. Eso, y estar delgado.
—A: Una cáida con más peso y... como al pobre Christopher Reeve, que fíjate que era todo musculo.
—M: Gracias a mi tipín (risas) Mira, hay que echarle un poquito de humor a la vida. Como Chenoa, somos humanas. Aunque, ahora, también soy un poquito biónica. Que me pongan unos los rayos gamma y me convierto en un marido biónico.
"Casa Bibiana' es una demostración de amor. Del amor de mi mujer hacia mí a través de Bibiana", nos confiesa Mario sobre esta casa, donde se 'respira amor', coincide la pareja
Bodas de plata en colores
—Un cuarto de siglo juntos y os miráis como el primer día.
M.—Eso nos lo dijo una vez una amiga nuestra, Nikita, rusa, maravillosa y una macarra. Yo nunca lo había pensado, pero es lo que nos dicen los amigos, precisamente, cuando han cuestionado nuestra relación: 'A mí que no me venga nadie a preguntarme lo que hay entre vosotros, basta con ver vuestras miradas', nos dijo un día muy flamenca. En cualquier caso, aparte de cumplir años, también cumplimos casas (risas).
A.—Tú y yo tenemos un punto de vista diferente. Para mí, solo tenemos una casa. Una casa con espacios diferentes y el jardín está aquí, en casa Bibiana… Para Mario, en cambio, todas tienen distintas identidades. En mi caso, sería como tener una casa de mil metros pero dividida.
M.—Son nuestro universo. El que hemos construido a lo largo de estos 25 años. Nuestro amor se ha expandido también en forma de casas, ¿no? Y no las compramos para sacarles algún beneficio. Son para vivirlas, para disfrutarlas, y en el momento en el que no podamos tenerlas, nos desharemos de ellas... ¿Mientras? Queremos divertirnos y ser felices viendo planos y decidiendo la decoración. Que también nos enfrentamos mucho por las casas, ¿eh? Que no somos 'separadas al nacer'. Coincidimos mucho en cosas y en otras, nada. ¿Y en qué no coincidís?, me dirás. Pues Olvi es muy cuadriculada. Ella es ecléctica con la música, pero ¿con lo demás? Nada.
A.—Lo quiero todo compartimentado. Los años 50 por aquí, lo de México por allá... Pero ¿50 y México?, ¿junto y a la vez? No puedo.
M.—A día de hoy, no hay nada por lo que no lleguemos a un acuerdo, ¿no? No hay nada que a ti, Olvi, no te interese de lo mío...
A.—Eso no significa que no nos demos nuestros espacios.
M.—Sí, pero ¿hay algo que...?
A.—Mis cosas de la filosofía a ti te dan igual.
M.—Ya. Ni la filosofía, ni la arqueología, ni los monos, ni la Prehistoria… Pero tenemos muchos otros puntos en común. En el amor no hay matemáticas ni fórmulas… El amor surge.
A.—Y está o no está.
M.—Y que sería un rollo para mí ser como Olvido y para Olvido ser como yo. A mí, estos 25 años se me han pasado en un «plis». Vamos a por los próximos. Viejitos los dos. Y será como ahora, porque, en realidad, yo siempre he sido un niño mayor.
A.—De hecho, lo de comprar casas es una cosa de Mario, te diré.
"Cuando Bibiana se iba de la casa, avisó a los vecinos de que íbamos a entrar nosotros. Les dijo: “No me echéis de menos, los que vienen son mejores que yo”", narra Alaska
—¿Eres tú el señor inmobiliario?
M.—Olvido no tenía planteado comprarse una casa. Con 36, vivía de alquiler. Yo fui el que la obligó. Le dije: 'Yo quiero vivir contigo, pero quiero tener mi propia casa'. Que el primer año de casados vivíamos separados...
"La casa es felicidad. Es la casa del ocio", dice Mario. "Y eso es... ¡terrible! Porque para mí el ocio es comer mucho y no me lo puedo permitir", bromea Alaska
—Nosotros, Mario, que somos de la quinta, éramos más reaccionarios que la generación anterior..
M.—No es cuestión de reaccionaria o no reaccionaria. Es una cuestión de sentido común. Tener tu propia casa es una cuestión de visión de futuro...
A.—También lo veo de otra forma, Mario. Lo veo como trayectoria vital. Yo siempre he sido muy mutable. Y la mutabilidad es más fácil cuando no tienes nada en propiedad. Pero te encontré y lo hice en un momento de mi vida que, por edad, podía entrar en ese mood más estable. Pero, aun con eso, anda que no te he dicho yo veces lo de: 'Yo me quiero ir a vivir a México'. Y no por nada, solo por cambiar.
M.—Olvi, tú te mueves más en la teoría, porque en la práctica eres otra cosa. En el momento en el que yo te encuentro, tú también venías de un mundo que estaba a punto de desaparecer y no lo pasaste bien. El que te habías montado con tu pareja anterior, con tu panda de entonces…
"Nuestro recorrido vital como pareja no es el habitual. La gente se ennovia, sale, pasa un tiempo, se casa, se va a vivir junta... Nosotros nos casamos y vivíamos con nuestros padres", explica Alaska
—Y de repente hicisteis 'match'.
M.—Y seguimos haciéndolo...
A.—Pero seguro que si llegas un poco antes o un poco después a mi vida, no hubiera pasado. O no habría pasado de la misma forma.
M.—Es el destino. La fuerza del destino. Lo cantaba Ana Torroja.
A.—Y que nuestro recorrido vital como pareja no es el habitual. Es decir, la gente se ennovia, sale, pasa un tiempo, se casa, se va a vivir junta. Nosotros, no. Nos casamos y seguíamos teniendo vida de novios: cada uno vivía en su casa. Hasta tres años después no nos fuimos a vivir juntos.
"Estos 25 años de casados se me han pasado en un “plis”", dice Mario, para quien en "el amor no hay matemáticas ni fórmulas… El amor surge"
Rebelde y revelada
—¿Y esa Alaska 'preseñora de Vaquerizo' es la que vamos a ver en tu próximo documental?
A.— Me encanta ser Señora de Vaquerizo. No entiendo que la gente se rebote con esas cosas. A mí, me chifla que en los puestos de mesa me pongan 'Sra. de'. En eso, yo no tengo complejo.
M.—Porque en eso somos un matrimonio muy tradicional. Adquirir un compromiso con otra persona como el matrimonio ya lo es. Otra cosa es que casarnos se convirtiera en una cuestión pop, porque fue el comienzo del reality... Pero un matrimonio supone muchas cosas. Serias. Lo bueno, lo malo, la salud o la enfermedad.
"Me encanta ser señora de Vaquerizo. No entiendo que la gente se rebote con esas cosas. A mí me chifla que en los puestos de mesa me pongan “señora de”", apunta Alaska
—Hablando de documentales, Alaska revélame, por favor.
A.—(Risas). Pues mira, si todo lo que hemos pasado hubiera ocurrido antes de haber terminado de grabar el documental para Movistar (Alaska, revelada) se habría convertido en otra cosa. No porque me hubiera autodescubierto de otra manera, sino porque en el discurso habría estado más presente y hubiera sido mucho más complicado ponerme en modo 'Alaska repasa su vida'.
M.—Ha sido una valiente haciéndolo. Y era el momento. Y no estoy hablando como marido de la artista ni como fan, hablo como espectador. Olvi tenía sus reservas. Es muy rara para eso, tiene su ego, pero no tiene ego, ¿sabes?
A.—(Risas).
M.—Cariño, interesa mucho tu vida. Eres una persona clave y fundamental de este país. Y no soy una folclórica y tú no eres mi hija. Que no pongo en duda que hayas tenido que afrontar episodios cerrados de tu vida que, a lo mejor, estaban muy bien enterrados, pero, cari, has hecho muy bien.
A.—Me he dado cuenta de una cosa que es guay. O no (risas). Pero yo abro la caja de Pandora y luego la escondo debajo de la alfombra con total tranquilidad. Me ha sorprendido la sensación. Y que el docu no es lo de siempre, tampoco...
M.—Pero porque Pite Piñas, la directora, ha convivido contigo. Pite te conoce y a Pite no la has podido torear (risas).
A.—Y porque Pite no es fan y Pite no lo ha planteado como una cronología del tipo 'Alaska: 14 años, Kaka de Luxe'; Alaska: Veintitantos, “La bola de cristal”…
"Somos un matrimonio muy tradicional. Otra cosa es que nuestra boda se convirtiera en una cuestión pop. Pero un matrimonio supone muchas cosas serias. Estar en lo bueno, en lo malo, en la salud o la enfermedad", reflexiona Mario
—¿Y cómo es?
A.—A partir de tres pilares —salud, dinero y amor—, nos hemos permitido estar hablando de todas esas cosas con 14 con 36 o con 61. Ir hacia adelante y hacia atrás. Y con las autodefiniciones que yo he ido dando a lo largo del tiempo en las entrevistas que me han hecho.
M.—Mira, para que te hagas una idea, el primer día de grabación del programa se hizo con Olvido operándose de su último «minilifting».
—Mira que eres indiscreto…
A.—Déjale (risas). Sigo. Teníamos más de cien horas grabadas, pero yo ya lo he visto montado. Quería que fuera así porque no puedes estar ahí controlando. Hay que olvidarse. Mi idea siempre es: «Chica, tú ya lo has soltado y ahora es trabajo de otro el darle forma». Tu forma. Como tú con esta entrevista, vaya. Hay que relajarse. Y confiar.
—En la bondad de los desconocidos.
A.—Tú no lo eres, pero sí. Como Blanche Dubois.
M.—Olvi se ha abierto el canal. Del rollo: «Este es mi cuerpo y mi espíritu, haz de mí lo que quieras».
A.—Claro, porque la hemeroteca ya está ahí. El planteamiento es más un «cómo me siento yo en cada momento con cada cosa que me pasa». Con 14, cuando nadie me entendía. Cuando vendías un millón de discos con Dinarama y me daba todo igual. Con Fangoria, cuando, de repente, no llegaba ni a fin de mes... Y las personas con las que compartía eso, mis novios, mis amigos…
—¿Hubo cosas que no te apetecía recordar?
A.—Más que recordar, hacer. Porque... vuelve a hablar con el novio de hace 30 años para decirle: 'Oye, te van a llamar para un docu sobre mí'. Es un ejercicio que… 'pfff'. Mi duda, fíjate, era, una vez que haya destapado todo esto, ¿cómo voy a recolocarlo otra vez? Y luego está el pudor a hablar de tu vida, pero teniendo que hablar de la vida de los otros. Nunca sabes dónde está el límite correcto. La biografía es tuya y la perspectiva es tuya y el micro es tuyo… pero tú no eres la única protagonista. Una vida es como una casa, la gente sale, entra y hay muchas puertas… Qué bien que ¡HOLA! haya entrado en la nuestra.
La Casa Bibiana y el amor
—Como esta casa...
—M: Que es un reflejo de que lo te gusta y de lo que eres. Casa Biviana es felicidad. La veo como la casa del ocio
—A: Y para mí el ocio es comer mucho, y no me lo puedo permitir (risas)
—M: Es la casa donde venimos a desconectar. La casa de campo...
—A: Aunque está en Boadilla, que no es que esté tampoco muy lejos (risas)
—M: Lo que sea pero, mira, Olvido se ha hecho hasta jardinera aquí. Lo que no consiga Bibiana Fernández no lo consigue nadie.
—A: Aquí he descubierto que hay pajaritos (risas) y me encantan también.
—M: Porque es un demostración de amor. Del amor de mi mujer a través de Bibiana. Te explico. La casa que compramos a Bibiana (Fernándesz) va a ser siempre la Casa Bibiana. Porque nunca se me olvidara una cosa que nos dijo ella cuando se la compramos. "En esa casa vais a ser muy felices, porque en esta casa hay mucho amor". Y en esa casa se respira amor. Y todo el mundo que viene a la casa (que somos siempre los mismos, las cuatro especies protegidas del Arca de Noé) lo nota. Porque está en el aire. Supongo que se respiran las ganas de disfrutar. Y yo soy muy disfrutón. Olvi lo es también, pero de otra manera...
—A: ¿Yo? Comprando. Comprando y guardando.
—M: ¿Ves? Y eso me pone de una leche… Estás muy loca, cari. Compra, guarda- compra, guarda. Y luego, no sabe dónde lo ha puesto. Total, que lo vuelve a comprar. ¡No hombre, no! Y que te rían las gracias y que sea todo muy Warhol, o significa que estés curada, Olvi.
—Volvamos a Casa Bibiana...
—M: Esto te va a chiflar. Cuando Bibiana se iba de la casa, pasó a avisar a los vecinos de que íbamos a entrar nosotros. Y esto no me lo ha contado ella, sino que me lo hamn chivado una vecina, que le dijo: "Bibiana, qué pena que te vayas". Y ella contesto: "Tú no te preocupes, bonita, que los que vienen son mejores que yo". No me digas que no es el mejor piropo que te pueden echar. La gente sabe que cuando compramos esta casa, echamos una mano a nuestra amiguita pero la gente no sabe que, con ella, vendiéndonosla, nos dio una tabla de salvación. Creo que en esta casa es donde nosotros nos encontramos mejor aunque estemos solos. ¿Vedad Olvi? ¿Qué tal lo pasamos aquí?
—A: Lo pasamos bomba
"No es que yo sea como una folclórica con su hija, pero tengo que decirlo: interesa mucho tu vida, Olvi, eres una persona clave y fundamental de este país", sentencia Mario cuando hablamos del documental biográfico 'Alaska, revelada'"