Albert Serra, un artista obsesionado por lo diferente

Cannes (Francia), 28 may (EFE).- Con traje y alpargatas, gafas de sol y semblante serio, Albert Serra, el único español que aspira a la Palma de Oro este año, se pasea por el Festival de Cannes con la tranquilidad del trabajo bien hecho después de la proyección de "Pacifiction", recibida entre el entusiasmo y el desconcierto.

"Soy la persona que ofrece mejores cosas al público en España y uno de los mejores en el mundo", afirma el director de "Liberté" y "La muerte de Luis XIV" en una entrevista con Efe a unas horas de que se conozca el palmarés oficial.

Unas fotos difundidas en redes sociales en las que se le ve dando un paseo nocturno por la ciudad de la mano de Fernando Arrabal, que presentaba en Cannes una versión restaurada de "Viva la muerte", ofrecen una idea de la liga en la que juega este artista incorrecto e inquieto.

"La verdadera experiencia es enfrentarte con la alteridad, lo diferente, lo inexplorado, eso es lo que vale dinero; pagar para que te cuenten lo que has oído treinta mil veces, a mi no me seduce demasiado", dice el cineasta, que asegura ofrecer "una experiencia única, diferente y más densa".

Rodada en Tahití y en francés, "Pacifiction" se presenta como un filme de suspense y un viaje alucinado al mundo interior del protagonista, el alto comisionado de Francia en Polinesia (Benoit Magimel) y entrelaza reflexiones sobre la política y el arte.

PREGUNTA.- "Pacifiction" es una coproducción francesa y se estrena en Cannes, al igual que sus anteriores trabajos. ¿Se siente más querido aquí que en España?

RESPUESTA.- Quiero a la gente que me quiere, es algo madurado, noble y pragmático y voy donde hay más comprensión, respeto y pasión sincera por este tipo de propuestas.

Me interesa pensar las imágenes del futuro, qué puesto tiene el cine en este panorama más complejo de plataformas, series e internet, qué especificidad y qué tipo de placer puede dar el cine que no pueda dar nadie más, buscar una experiencia diferente, con impacto físico y emocional, esa es mi obsesión.

P.- ¿Porqué un político como protagonista?

R.- Quería tocar temas de observación sobre lo humano. Después de hacer películas de ambientación histórica pensé hablar del mundo contemporáneo de manera libre y desprejuiciada, una observación a cierta distancia y sin ideas preconcebidas.

Un tema es la soledad de este personaje que tiene conectar el alto poder del Estado, el lugar donde se toman las grandes decisiones, y el pueblo. Es un espacio cada vez más despoblado, a consecuencia de la creciente brecha entre ricos pobres, esto parece una nueva Edad Media cada vez más.

P.- En la rueda de prensa relacionaba esa brecha con el auge del populismo.

R.- No soy analista político, pero es algo que me preocupa como ciudadano, yo estoy concentrado en cosas artísticas pero me inquieta el hecho de que la diferencia entre ricos y pobres no haya parado de crecer desde la Segunda Guerra Mundial y que al parecer no haya manera de moderar esto de manera racional.

P.- Se diría que ese político que interpreta Benoit Magimel reflexiona sobre cuestiones que le interesan a usted. Por ejemplo, cuando dice que el arte debe crear confusión.

R.- Las imágenes son ambiguas por definición, tengo la sensación de que las series y la mayoría de las películas reducen la ambigüedad natural inherente de cualquier percepción del mundo a través de las imágenes, no es un código preestablecido de ideas sino pura sensación en movimiento y parece que esto se va reduciendo, volviéndose más didáctico.

La mayoría de las películas son didácticas, en plan 'este es bueno, este es malo'. Yo intento no reducir la complejidad natural de las imágenes y la puesta en escena.

P.- En esta película hay más trama que en otras suyas. ¿Hasta que punto trabaja con un guion?

R.- Siempre hay guion, luego lo utilizo más o menos según las circunstancias, me gusta esa arbitrariedad, la sensación de que es el director quien decide, seguir mi intuición, si un día veo a un actor inspirado o algo que puede funcionar... Cada día responde a un impulso real interno, no es algo analítico, está fuera de control.

P.- La película tiene un tono apocalíptico, ¿tiene que ver con su percepción del mundo actual?

R.- Yo no veo nada y lo que veo es gratuito, podría ver lo contrario. Intento encontrar cosas que funcionen a nivel cinematográfico y de atmósfera y para eso te tienes que separar del mundo, porque está gobernado por el periodismo en el mal sentido, la reducción de todo a una explicación comunicativa.

El cine tiene que resistir a esto, la dimensión comunicativa debe desaparecer, por eso es arte y no divulgación.

P.- ¿Porqué cree que sus películas no tienen una gran acogida del público en España?

R.- Soy la persona que ofrece mejores cosas al público en España y uno de los mejores en el mundo. También hay gente a la que le gusta pagar para que le den un masaje, cuando te lo puede dar tu novio o cualquiera.

La verdadera experiencia es enfrentarte con la alteridad, lo diferente, lo inexplorado, eso es lo que vale dinero. Pagar para que te cuenten lo que has oído treinta mil veces a mi no me seduce demasiado, ofrezco una experiencia única, diferente y más densa.

Yo no tengo ningún prejuicio, cuando voy a ver películas me da igual el autor, siento lo que siento, no hay jerarquía en mi mente, no pretendo nada, hago.

Magdalena Tsanis

(c) Agencia EFE