Alberto y Charlene de Mónaco dan detalles desconocidos de su matrimonio: de su primera impresión al deporte que los define

Está siendo un verano muy emocionante para Alberto y Charlene de Mónaco. Comenzaron el mes de julio celebrando su 13º aniversario de boda y lo finalizaron disfrutando de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París, una cita que les trae inmejorables recuerdos ya que, además de haberlo vivido anteriormente como deportistas, en este mismo marco se cruzaron sus caminos. De esos inicios y de los detalles más desconocidos de su historia de amor se han sincerado como nunca.

Alberto y Charlene de Monaco junto a sus hijos Alberto II y Gabriella
(Getty Images)

En el año 2000,  Charlene Wittstock participó en una competición de natación sin imaginar que su vida cambiaría para siempre a raíz de entonces. "No sé si nos enamoramos entonces. Después de aquello, no volví a verla durante varios años", ha contado Alberto II en una entrevista en Paris Match. Y es que en esa cita se conocieron, aunque no fue hasta tiempo después cuando el destino quiso que volvieran a coincidir y a raíz de ahí iniciaron su relación.

Alberto de Mónaco ha explicado lo que pensó la primera vez que vio a la que hoy es la madre de sus mellizos, Jacques y Gabriella:  "Me pareció una excelente nadadora y luego que era una persona amable, sonriente y accesible. Lo pasamos muy bien". Además, el príncipe soberano ha revelado con gran sentido del humor cómo fue su primer encuentro: "Aquella tarde le causé unos cuantos problemas porque no la despedí a tiempo", Charlene ha añadido divertida que se metió en un lío.

Aquello fue solo el primer paso de una relación que se hizo pública en los Juegos Olímpicos de Invierno de Turín, en 2006. "Ya habíamos salido en público, pero nadie se había dado cuenta hasta aquellas fotos", ha recordado Charlene. En 2011 Mónaco se engalanó para la boda de su príncipe, acontecimiento que se vivió con fervor y que reunió a representantes de Casas Reales de todo el mundo. Dos años después su felicidad se multiplicó con el nacimiento de sus hijos, Jacques y Gabriella, que tienen una gran presencia institucional en el Principado.

En este tiempo son muchos los rumores a los que se ha enfrentado su matrimonio, a los que han respondido mostrando su unión inquebrantable. También han superado obstáculos como los problemas de salud que obligaron a la princesa Charlene a estar lejos de casa cerca de doce meses. Al comparar su relación con un deporte, Alberto de Mónaco ha elegido las carreras de relevo y ha destacado el apoyo mutuo que reina en su matrimonio.

Ser testigos en París de la competición deportiva por excelencia ha hecho que ambos evoquen sus días compitiendo, una experiencia que llevan en el corazón y que les hizo sentir como parte de una gran familia. Charlene, que estivo en Sídney 2000, ha explicado que lo que más recuerda fue la sensación que le invadió cuando entró en el estadio que acogía la ceremonia.  "Sentí que había conseguido algo. Me llené de orgullo y emoción. Fue casi abrumador. Llevaba soñando con ese momento desde que tenía ocho años", ha revelado. Para el príncipe Alberto, su debut en  Nagano 1988 fue inolvidable, y también las cuatro ocasiones posteriores en las que participó como piloto de bobsleigh.