Aldana Aprea, jefa de prensa de Callejeros: el rol de la banda en Cromañón, las bengalas y el jefe de seguridad que nunca estuvo imputado

ESP -  Aldana Aprea, ex jefa de prensa de Callejeros. Buenos Aires, 23-12-2024
ESP - Aldana Aprea, ex jefa de prensa de Callejeros. Buenos Aires, 23-12-2024 - Créditos: @Santiago Cichero/AFV

En veinte años, Aldana Aprea jamás dio una entrevista. Es más, en buena parte de estos veinte años que hoy se cumplen de la tragedia de Cromañón, ella tampoco habló de lo vivido con sus seres queridos. Entre 2002 y el fatídico 30 de diciembre de 2004 ella se desempeñó como jefa de prensa de Callejeros y experimentó junto a los músicos el vertiginoso crecimiento de la banda formada en Villa Celina.

–¿Cómo empezaste a trabajar con Callejeros?

–Teníamos bandas amigas en común. Yo en esa época trabajaba con Nativo, la banda de Gustavo Rowek y Sergio Berdichevsky. El sonidista era el sobrino de quien les hacía el sonido a ellos. Empezaron a crecer y a necesitar alguien que les maneje la prensa y me los presentaron en un show. Empecé en diciembre de 2002. Ellos acababan de sacar un video y la prueba que me tomaron fue darme el video y pedirme que lo metiera en MTV y en todos los canales que pudiera. Se interesaron los canales, metí el video y a partir de ahí empecé a laburar con ellos.

Bartolomé Mitre 3038/78 e inmediaciones del espacio de memoria que recuerda el siniestro ocurrido en Cromañón el 30 de diciembre de 2004
Bartolomé Mitre 3038/78 e inmediaciones del espacio de memoria que recuerda el siniestro ocurrido en Cromañón el 30 de diciembre de 2004 - Créditos: @Hernan Zenteno

–¿Cuál fue el primer show para el que trabajaste con ellos?

–El del microestadio de Atlanta (junio de 2003), el primer gran paso que dieron. Tuvieron un crecimiento exponencial. En febrero de 2004 tocaron en Cosquín Rock, en abril hicieron un Cromañón, en el que habrán metido 3000 personas y en ocho meses metieron 17.000 en Excursionistas, pasando por dos Obras que se agotaron enseguida. Creo que ellos internamente no acompañaron ese crecimiento. En muchas cosas los tomó desprevenidos el rápido crecimiento. En octubre, noviembre de 2004, empezaron a trabajar con la gente de MTS Producciones (los dueños de los teatros de Flores y de Colegiales, hoy Teatro Vorterix) para ordenar un poco más el management, las fechas. De hecho, el show en Excursionistas lo organiza MTS. La idea era trabajar con ellos para profesionalizarse un poco más.

La entrada del show que Callejeros dio en el microestadio de Atlanta, el 14 de junio de 2003
La entrada del show que Callejeros dio en el microestadio de Atlanta, el 14 de junio de 2003

–Cuando empezaste a trabajar con ellos, ¿qué notaste, qué te parecieron?

–Los conocía muy poco de antes, no era una banda que sonara en la radio. Fui a ver un show, me gustó, me gustó esa cosa que tenían que eran amigos, que todo lo consultaban entre todos. Yo le decía al manager: “Diego (Argañaraz), me llamaron para hacer una nota”, y él me respondía: “Lo tengo que consultar con los chicos”. No se tomaba ninguna decisión unilateralmente. Después, internamente, Pato (Patricio Santos Fontanet), Eduardo (Vázquez) y Juancho (Carbone) eran los que más peso tenían. Pero no se tomaba ninguna decisión si no lo consultaban entre todos.

–Con quiénes tenías más trato?

–Con el que más trato tenía era con Eduardo Vázquez (baterista, actualmente preso por el femicidio de su esposa, Wanda Taddei y condenado a prisión perpetua), que era el que se encargaba más de la prensa y de la relación con los medios hasta que yo entré. Y con Diego Argañaraz, el manager, con quien tenía trato diario.

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–¿En 2004 fuiste a todos los shows?

–Sí, salvo los del interior trabajé en todos. Fue increíble ver el crecimiento que tuvieron en solo un año y siendo independientes hasta que empezaron a trabajar con MTS. Estaba un poco metido Pelo (Music), porque era el sello con el que habían firmado y que editaba sus discos.

"Fue increíble el éxito que tuvieron en solo un año", cuenta Aldana Aprea, exjefa de prensa de Callejeros - Créditos: @Santiago Cichero/AFV
"Fue increíble el éxito que tuvieron en solo un año", cuenta Aldana Aprea, exjefa de prensa de Callejeros - Créditos: @Santiago Cichero/AFV

–¿Qué hace un agente de prensa el día del show?

–Principalmente estar en la puerta con la lista de acreditaciones, de invitados de la banda. Yo preparaba una gacetilla a modo de reseña con la lista de temas para que el periodista tuviera todas las herramientas. Y si no tenía la lista ya preparada la armaba el día del show y te la daba en mano de puño y letra. Me parecía que estaba bueno que el periodista contara con esa información, si había invitados quiénes eran y esas cosas. Después veía el show, disfrutaba, me quedaba hasta el final. Nunca me gustó terminar mi trabajo e irme del show porque no sabías lo que podía pasar. También ellos tenían esta cosa que generaban que te sentías parte, te ponías la camiseta y era el logro de todos. En el primer Obras terminé bailando en medio del pogo, estaba feliz. Me acuerdo que estaba con los chicos de Locuras (rockería que en aquella época además de vender merchandising vendía entradas para los recitales de rock), con quienes se había dado una amistad.

–Ellos fueron acompañando el crecimiento de la banda...

–Sí, estuvieron muy metidos. De hecho, en 2005, Lucas, que era el hijo del dueño de Locuras, iba a empezar a trabajar con Callejeros en producción, a darle una mano a Diego.

–En ese pogo en Obras, ¿te llamaron la atención las bengalas, notabas que cada vez había más?

–Sí, sí, veía que cada vez había más. Era algo que yo criticaba. Ellos le daban mucha importancia no solo al show sino a los telones que preparaban, trabajaban mucho lo artístico y me parecía una boludez que hubiera tantas bengalas; se mataban haciendo un telón y no se veía por las bengalas. Yo soy asmática, me ahogo, nunca me gustaron mucho las bengalas. También era parte del folklore del rock de ese momento. En todos los shows había bengalas, hasta en Babasónicos. En diciembre de 2002 me habían invitado a un show y no pude ir, me había ido afuera. Días después me junté con Diego, le pregunté cómo había estado y me dijo que bien, pero que había habido muchas bengalas. Era un lugar cerrado en la calle Río de Janeiro. Me acuerdo que el primer día en Cromañón fue mi cuñado, que no los había visto nunca, lo llevé a la parte de arriba y no vio nada, no vio a la banda.

Entrada del show de Callejeros en Cromañón del 10 de abril de 2004
Entrada del show de Callejeros en Cromañón del 10 de abril de 2004

–Para un sector del público eso era parte de la fiesta que se vivía en los shows...

–Lo vivían como la fiesta en sí. Cuando hago la crónica, la gacetilla después de Excursionsitas, en un momento pongo: “Un párrafo aparte para el público que con sus bengalas y banderas hizo una fiesta”. Y después eso me costó que se dijera que Callejeros invitaba a un show de bengalas. Se tergiversó. Y en esa misma gacetilla se anunciaban los shows de Cromañón. Una revista de turismo, Llegás a Buenos Aires, puso: “Callejeros invita a un show de bengalas en Cromañón”. Cuando salió eso a la luz me llamó el abogado, me preguntó si había mandado eso y le dije que no. Fue un día en el que estuve súper nerviosa hasta que me llamó una periodista de Página 12 y me contó que la revista había sacado un comunicado aclarando que ellos habían tergiversado la información, que la gacetilla no decía eso.

–¿Por qué decidieron hacer esos shows en Cromañón después de Excursionistas?

–En su momento todos preguntamos lo mismo. Lo que me dijo Diego fue que ellos sabían que a partir de ahí no iban a tocar más ni en Cromañón ni en Cemento. Omar (Chabán) era una persona que les había dado muchísimo espacio, los había ayudado muchísimo para el crecimiento de la banda y era una manera de agradecerle. Cuando hacés shows grandes no te queda guita o te queda muy poco. En shows así te queda más y era una manera de agradecerle y que se quedara con un billete por la ayuda de todos esos años. Como estaban trabajando con MTS, Fernando Benevenia les ofrece hacer esos shows en El Teatro (hoy Vorterix), porque era más seguro. Ellos no quisieron porque en el Teatro no dejaban entrar bengalas.

La entrada del 28 de diciembre de 2004 de Callejeros en Cromañón
La entrada del 28 de diciembre de 2004 de Callejeros en Cromañón

–¿La banda entraba bengalas?

–Eso no me consta. Nunca vi que sacaran de un anvil (estuche) bengalas. Si lo hacían o no, no lo vi. Eso me lo preguntaron en el juicio cuando fui a declarar. Lo que sí vi es que ellos tenían dos bandas que los seguían, que eran La familia piojosa y El fondo no fisura. En Obras, a los del Fondo los dejaron entrar con pirotecnia y la otra banda protestó. Entonces, para Excursionistas, les dijeron: “Traigan la pirotecnia el día anterior, nosotros la guardamos y el día del show te la damos. Estábamos con Diego, pleno verano, calor, y vino un pibe con tres bolsos llemos de pirotecnia. Recuerdo que estábamos charlando y en un momento dijimos: “Estamos al sol con esto, va a empezar a explotar todo. Guardémoslo debajo del escenario”. En los cacheos sacaban bengalas. De hecho, el show del 30 de diciembre en Cromañón, cuando empiezan a decir que se incendia el lugar, yo tenía la boletería llena de bengalas que habían sacado de los cacheos. El público a veces las entraba en los palos de las banderas y después te contaban cómo las habían escondido.

Todos los afiches que diseñó la banda para sus tres shows de fin de año en Cromañón
Todos los afiches que diseñó la banda para sus tres shows de fin de año en Cromañón

–¿Declaraste una vez en el juicio?

–Sí, una vez. Primero fui en la etapa de Instrucción y después en el juicio que estuve como cinco horas. A mí me llamó la Fiscalía. Primero me citó una abogada y una psicóloga para charlar un poco y esa fue la primera vez que hablé de Cromañón. En los primeros tres años no había hablado nada, ni con mi entorno. Ese día empecé a hablar y habré estado tres horas. Después fui otra vez a conocer la sala, antes del juicio. Nos dijeron dónde íbamos a estar ubicados y estuvo bueno. Después, el día que declaré, que fui una de las últimas en hacerlo, en febrero de 2008.

–¿Qué recordás de los shows del 28 y 29 de diciembre en Cromañón?

–Que había muchas bengalas, el 28 sobre todo, el día que había ido mi cuñado.

–¿Sabías que había habido un principio de incendio en un show anterior?

–Me lo contó Diego Argarañaz, el manager. El clima en los shows de ellos era de fiesta, más que era fin de año, el crecimiento de la banda, estábamos todos contentos. Ese era el clima del 28. El miércoles, el show del 29, también y lo loco que el 30 fue el día que menos gente hubo. Con el otro chico con el que estábamos en la boletería lo cargábamos a Diego y le decíamos: “Cada vez traen menos gente”. Calculo por la fecha, mucha gente ya se iba de vacaciones o a pasar fin de año afuera. La ciudad era un caos. Unos amigos míos no llegaron a entrar porque estaban esperando a alguien que venía retrasado y no llegaron.

–¿Vos entraste?

–Ese día no entré. Yo tenía como cábala entrar a ver el primer tema de todos los shows. Estaba en la boletería, iba a ver a la banda salir y volvía a la boletería. Ese día, porque el destino quiso, no pude salir de la boletería, había mucha gente entrando a último momento y yo estaba puteando porque no podía entrar a ver el primer tema. Por ahí si entraba no salía.

Callejeros: Elio Delgado, Pato Fontanet, Juan Carbone, Eduardo Vázquez,  Cristian Torrejón y Maxi Djerfy
Callejeros: Elio Delgado, Pato Fontanet, Juan Carbone, Eduardo Vázquez, Cristian Torrejón y Maxi Djerfy

–De tu lado, ¿quiénes faltaban entrar?

–Acreditados e invitados, gente que estaba llegando sobre la marcha.

–De ahí, de la boletería, ¿tenías una salida a la calle?

–No. Estaba el hall principal, la boletería y había una puertita que daba a la parte de atrás que nunca se usaba de entrada. Tenía esas cortinas como de carnicería, cortinas metálicas y ese día por la cantidad de gente que había la abrieron. Dividieron los hombres por un lado y las mujeres por el otro. Cuando quise salir de la boletería ese lugar estaba lleno de gente, no tenía manera de salir, así que me quedé adentro. “En algún momento voy a salir”, pensé, sin saber muy bien lo que pasaba. Había un chico de la Cruz Roja y el pibe que vendía las entradas. Ellos rompieron una ventanilla y yo estaba completamente desconectada de lo que estaba sucediendo: “Cómo rompen una ventanilla, nos vamos a lastimar con el vidrio”, dije. “Hay que salir de acá. ¿Cómo vamos a salir?”, me respondieron. Yo estaba en mi mundo. Salieron ellos, yo me quedé y pensé: “Si me tiro caigo de cabeza”. Escuchaba que decían que el lugar se estaba prendiendo fuego y veía a la gente salir. Veía a los de seguridad corriendo y pasa un pibe y me pregunta: “¿Qué hacés ahí? Le dije. “Estoy pensando cómo salir”. Me agarró de los hombros y me sacó y me dijo: “Corré”. Yo empecé a correr tipo Forrest Gump, hice un par de cuadras y recién ahí paré. No entendía nada.

–¿Y qué hiciste una vez que dejaste de correr sin rumbo?

–Lo llamé a mi novio de ese momento y le dije que creía que se estaba prendiendo fuego Cromañón. El estaba en una fiesta. Los 30 de diciembre hacíamos siempre un asado con los chicos de (la revista) El Acople y después fiesta en el Salón Pueyrredón. Corto con él, pasa un autobomba y vuelvo para Cromañón. Mientras salía la gente y en medio de las corridas, veo a dos pibitos robando el estéreo de un auto que estaba en la puerta. Me frené y les dije: “¿Qué hacen?” Seguí en la mía, me fui hasta la plaza, la llamé a mi mamá y le dije: “Está todo tranquilo, despreocupate”. Yo todavía no entendía bien lo que estaba pasando. Me llamaban amigos, me preguntaban si estaba bien y yo veía los chicos tirados en la vereda y pensaba que era gente que tenía que ir al hospital; con el tiempo caí que muchos de esos chicos estaban muertos.

"Tenía que abrirme por mi salud mental. El teléfono de mi casa sonaba las 24 horas", repasa Aldana Aprea sobre los días posteriores a la tragedia de Cromañón - Créditos: @Santiago Cichero/AFV
"Tenía que abrirme por mi salud mental. El teléfono de mi casa sonaba las 24 horas", repasa Aldana Aprea sobre los días posteriores a la tragedia de Cromañón - Créditos: @Santiago Cichero/AFV

–¿Qué pasa cuando llega tu novio?

–Mi novio viene, me lo encuentro en una esquina y le digo. “!Vámonos”. Me dice: “No, hay que meterse a salvar gente”. Y el chabón se metió y empezó a sacar gente. Era un caos. Los que estábamos afuera empezamos a ordenar, a hacer un control para que pudieran entrar los bomberos. Empezamos a bajar de las ambulancias los oxígenos. Mi ex con un bombero fueron los últimos que recorrieron todo el lugar. Los bomberos tampoco tenían los elementos que debían tener para una situación así, de hecho encontraron a un bombero tirado en el interior. Mi ex agarró una remera mojada y se la puso en la nariz y boca y empezó a recorrer el lugar para sacar gente. Mucho tiempo después, hablando con gente de la Cruz Roja, me decían que él se había salvado porque entró con los pulmones limpios, por eso la sacó barata. Ese día nadie sabía qué hacer.

–¿Cuándo volviste a tomar contacto con la banda?

–Ese día a ellos los perdí. Con el manager sí estuve en contacto. No encontraban a su mujer, Romi y me pidió que averiguara en qué hospital estaba. Fernando Benevenia se lo llevó, Diego estaba en estado de shock. Al otro día hablo con la mujer de Eduardo (la pareja que el baterista tuvo antes de Taddei), que es la que me cuenta que estaban yendo de hospital en hospital y que habían encontrado a la mamá de Eduardo muerta. El 31 voy al Ramos Mejía, que habíamos quedado en juntarnos ahí, donde estaba la novia de Pato internada. Los vi ahí y sinceramente no entendía nada, era todo una nebulosa para mí. Fui porque pensé que tenía que estar con ellos. En un momento dije: “Me voy”, y me acuerdo que le dije a mi novio: “Ya está, vamos a tomar una cerveza, es fin de año”. Y él me miraba y me seguía por las dudas. Después, cuando voy a mi casa para prepararme para cenar con mi familia, entro a la ducha, me empieza a caer el agua y veo que es negra. Ahí caigo en la cuenta de todo lo que había pasado. “Estoy acá pero podría estar internada, podría estar muerta, podría...”, y ahí me empieza a caer la ficha. Después hablé telefónicamente con ellos pero en febrero me abrí porque me estaba afectando la cabeza. Tenía que abrirme por mi salud mental. El teléfono de mi casa sonaba las 24 horas. ¿Te acordás que después fueron a Radio 10 a hacer una nota? Yo les proponía una cosa y ellos hacían otra y me llamaban los medios y me cagaban a pedos. No podía dormir, tenía pesadillas todas las noches. Dije: “Hasta acá llegué”.

Uno de los murales en el lugar donde funcionó Cromañón
Uno de los murales en el lugar donde funcionó Cromañón - Créditos: @Daniel Dabove / Télam

–¿Te atendiste?

–Fui al Durand, no recibí la mejor atención. Sé que donde mejor funcionó fue en el Santojanni, pero yo tenía al Durand cerca de casa. Me medicaron, me dieron algo para dormir y después tapé todo, no hablé más. Ni con mi familia, ni con amigos. Contaba muy poco. Después me empecé a atender de manera particular. Cuando fui a la primera entrevista con la psicóloga y la abogada empecé a hablar y saqué todo. Ahí me di cuenta que tenía que ir a una psiquiatra; por suerte di con una excelente que hasta el día de hoy sigo viendo, que me derivó a una psicóloga que es la mujer de Leone, el sonidista de Attaque 77. Entonces me vino bien que fuera alguien que conocía el medio y que había un montón de cosas que no tenía que explicarle. Ellas dos me levantaron. Y el día que fui a declarar me sirvió un montón, largué todo.

–Es un estrés postraumático similar al de alguien que estuvo en una guerra, por ejemplo.

–En una charla que tuve con gente de Malvinas, me acerqué, les conté que me sentía identificada con muchas de las cosas que contaban y que había estado en Cromañón. Ellos me contaron que trabajaban con un grupo de sobrevivientes porque el estrés postraumático era el mismo que el de una guerra. Hay cosas que todavía me siguen. Me costó muchísimo volver a ir a un recital, por eso dejé de laburar. Trabajaba para un show pero después no podía ir, empezaba con temblores. Todo mi entorno, mis amigos, todos estaban en la música.

–¿Tardaste mucho en volver a un recital?

–Tardé mucho y disfrutarlo más. Recién el año pasado empecé a ir más seguido a recitales. Iba a uno cada tanto, si era en estadio mejor. Me fijo dónde están las salidas, me quedo por atrás; no tengo problemas con la oscuridad pero sí, en un bar, por ejemplo, trato de estar relativamente cerca de la puerta. Soy de Vélez y voy a la cancha. Ahí hay bengalas a lo pavote. Voy con mis primos y me mantengo lejos. Me siento, me quedo tranquilita.

194 personas perdieron la vida por la tragedia de Cromañón y casi 1.500 fueron hispitalizadas con heridas de distinto calibre
194 personas perdieron la vida por la tragedia de Cromañón y casi 1.500 fueron hispitalizadas con heridas de distinto calibre - Créditos: @Daniel Dabove / Télam

–¿Cuál fue tu reacción posterior con Omar Chabán?

–Lo fui a ver a Tigre en dos oportunidades. Para mí lo que pasó en Cromañón fue un accidente que pasó con esa banda y en ese lugar; podía pasar con cualquier otra banda y en cualquier otro lugar. Hay una cadena de responsabilidades. Chabán tiene sus responsabilidades y Callejeros las suyas. Lo que me parece es que Callejeros se puso en un papel de víctima y no se hizo cargo de sus responsabilidades . Ellos enseguida salieron a acusar a Chabán. En parte era: “Che, hacete cargo que la seguridad era tuya, el show lo organizabas vos; vos mandaste a imprimir las entradas y las vendías. Hacete cargo de todo eso”. Ellos decían que la seguridad era de Chabán y es mentira. En 2003 yo organizo con un amigo un show de Callejeros en Hangar (Liniers). Ese lugar lo manejaba Blender (histórico seguridad del rock) y les hizo firmar un contrato porque ellos querían su seguridad y que se pudieran meter bengalas. Para Blender era su seguridad y sin bengalas adentro. Tira y afloje hasta que Blender les dijo: “Me firman un contrato en el que se hacen responsables de cualquier cosa que pueda pasar”. Después Blender puso ese contrato a disposición de la Justicia. O sea: vos incentivabas el uso de bengalas, tenías tu seguridad, eras el organizador, entonces no te pongas en el papel de víctima y digas que no tenés responsabilidad. Ellos sabían perfectamente que la puerta esa que tenía el cartel de salida estaba cerrada con candado. Por ahí se entraban los equipos y eso daba al hotel. Estaba mal que tuviera un cartel de salida de emergencia. Ellos sabían lo que había pasado con La 25 (un principio de incendio). En esas cosas yo no estoy de acuerdo. Debe ser re difícil hacerse cargo de todo eso, ¿eh? Esto lo dije cuando fui a declarar. Ellos, en su alegato dijeron: “Aldana Aprea miente”. Yo duermo todas las noches re tranquila. A mí no me pagaba Chabán, me pagaba Callejeros; a la seguridad también. Había un par de seguridades del lugar pero la mayoría era de la banda. Ellos enseguida apuntaron contra (Raúl) Villarreal y él no era el jefe de seguridad, era otro que ni siquiera estuvo en el juicio, zafó.

–¿Alguien contratado por la banda que no fue mencionado nunca?

–Nunca fue mencionado. No fue a juicio, no estuvo imputado, zafó desde un primer momento. Yo me lo encontré en el Gesell Rock 2006 en el que fui a trabajar en producción. Yo era muy amiga de esta persona, Lolo y vino a saludarme con un abrazo y yo estuve muy fría. Me encaró después y me preguntó por qué lo había saludado así y le di mis motivos: “Vos sabés que el responsable de la seguridad eras vos”. Me dijo: “Entendeme”. Vuelvo a decir, debe ser muy difícil tener en tu espalda la responsabilidad de 194 muertes, pero tampoco ensucies a otro tipo si era tu responsabilidad. Me acuerdo de (José Luis) Luzzi, dueño del Marquee, que me dijo: “Tené mucho cuidado, que no te metan en ninguna con tal de salvarse”. Yo me voy a dormir todas las noches con la conciencia tranquila, Fontanet no sé si puede hacer lo mismo.

Omar Chabán
Omar Chabán - Créditos: @Fernanda Corbani / LA NACION

–¿Qué recordás del día que fuiste a declarar?

–Yo había ido con la abogada y con mi mamá. Me acuerdo que después de declarar salgo del recinto y la abogada me dice: “Voy a buscar a tu vieja”. Me quedo ahí, esperando; tardaba y en eso veo que viene una horda de gente. Venía la abogada, mi vieja y un montón de gente atrás. Se empiezan a acercar y a abrazarme todos, llorando. Eran los padres de los chicos fallecidos. Me dan las gracias y me dicen que todos los que habían ido a declarar que trabajaban con la banda o eran allegados a ella decían que no se acordaban de nada. Una cosa que me enteré después es que el día antes de tener que ir a declarar llamó a mi casa Argañaraz. Yo no estaba y atendió mi pareja. “Hola, ¿está Aldana?”. No, ¿de parte?”. “De Diego, un amigo”. El otro empezó a insistir: “¿qué Diego?”, hasta que le dijo que era Diego Argañaraz. Mi pareja le contestó que iba a tener noticias mías al día siguiente, en Tribunales. Y él no fue. Después me enteré que era su modus operandi, que llamaba a la gente un día antes y les decía: “Acordate de los viejos tiempos” y trataba de persuadirlos.

Una imagen de la marcha de hace cinco años, cuando se cumplieron 15 de la tragedia; este lunes, a las 17, sobrevivientes y familiares se volverán a dar cita en las cercanías del Obelisco, en Diagonal Norte y Suipacha
Una imagen de la marcha de hace cinco años, cuando se cumplieron 15 de la tragedia; este lunes, a las 17, sobrevivientes y familiares se volverán a dar cita en las cercanías del Obelisco, en Diagonal Norte y Suipacha - Créditos: @Rodrigo Néspolo

Aldana tardó años en poder hablar de lo vivido y muchos más en poder sanar. Como a muchos de los sobrevivientes, ella se hizo mil veces la pregunta de por qué ella estaba con vida. También había un estado de culpa que la perseguía. “La mayoría de los que estaban en el VIP fallecieron y mi primera lectura fue: yo les di la pulsera para que vayan arriba –repasa–. La primera psicóloga que vi me dijo: ‘Vos no sos responsable’. Pero yo pensaba: ‘Yo los maté'. Eran invitados, acreditados, gente a la que le di la pulserita, la entrada. Lo mismo que la culpa de por qué yo viví y 194 pibes no. ¿Por qué yo que siempre entraba a ver el primer tema no estaba? Eso te carcome; con el tiempo lo entendés pero al principio me liquidaba. En una primera instancia yo lloraba por todo lo demás que pudo haber pasado. Mis sobrinas iban a todos los shows de Callejeros y a ese no fueron; amigos míos que iban siempre, tampoco fueron. Un fotógrafo amigo de El Acople, que era de los pocos fotógrafos que ellos le dejaban sacar fotos, ese día no fue porque estaba en la fiesta de la revista. Después me agarró una obsesión de comparar las listas de invitados con las de los fallecidos. Me acuerdo de una chica, Jacqueline Santillán. Ella hacía festivales a beneficio y Callejeros siempre participaba. Ese día no la tenía como que iba a venir pero llega y me saluda. “¿No sabía que venías?”, le dije. “Me peleé con mi pareja y me vine”, me respondió. Después me dijo: “Paso”. Atiné a decirle: “Tomá la pulserita”. Pasó y me olvidé de ella. El 2 de enero abro el diario y veo su foto y su historia: había fallecido. Cuando se cumplió un año, su pareja, José Luis “El Paya” Sosa y su mamá, me abrazan y me dicen: “Vos fuiste la última persona que la viste, contame cómo estaba”. Yo les pedía perdón por haberle dado la pulsera. Ese caso en particular me liquidó y me costó años sanarlo.