Alfred desprestigia la poesía y los internautas se mofan de él en Twitter

Alfred García durante la firma de libros en Madrid. (Getty Images)
Alfred García durante la firma de libros en Madrid. (Getty Images)

Que buena parte de la excrecencia de la humanidad cohabita con un sector de gente normal en las redes sociales no debería agarrar por sorpresa a nadie, ni siquiera a Alfred García, el enésimo producto de la televisión que abandona la vida real para formar parte de su mundo piruleta. Pero vayamos por partes.

Al chico las cosas le están yendo bien y hay mucha gente que valora su talento para la música. Cuarto clasificado en Operación Triunfo 2017, representante de España en Eurovisión junto a Amaia - quedaron en el puesto 23 de 26 participantes - más de 500 mil seguidores en Instagram y autor de un libro de poemas y fotografías que ha supuesto la guinda al pastel de su obra, Otra Luz. Más de lo mismo.

Hay quien asume su fama con los pies en el suelo, y quien se acaba creyendo que todo lo que toca es oro. Ese es el caso de Alfred, a quien nadie le dijo que su libro era una barbaridad antes de ser publicado y al que ahora le están acribillando en Twitter con comentarios que comienzan a pasar los niveles de lo aceptable. Seguro que el chico sabía en qué tipo de cloaca se estaba metiendo.

Su libro es una broma de mal gusto repleto de palabras aleatorias, sin un sentido más profundo que su profunda soez. Un atentado a la poesía. A los responsables en España de las editoras, Penguin Random House y Alfaguara, se le hicieron los ojos chiribitas cuando imaginaron los ingresos que un joven con muchos fans les generarían. Y punto, porque la calidad de la obra quedó relegada a la enésima potencia de la ordinariez literaria, y todo por el módico precio de 16 euros, que muchas personas ya se han gastado.

Tiene cierto sentido cómico abrir con ganas el libro de tu artista preferido y toparse con textos de enjundia, y claro, las críticas son inevitables, especialmente cuando alguien ha perdido el norte de tal manera. No es solamente el libro, sino su vídeo promocional, cuya incuestionable bella factura retrata a un Alfred moviéndose como pez en el agua en su océano creativo. Sus pasos con la cámara de fotos colgada del hombro, su momento revelado de negativos, su rostro de concentración boli en mano y libreta llena de ideas…

Ya no basta con publicar poemas, el autor también debe dar una apariencia de persona sensible, como si se tratara de una justificación de lo que está por venir. Incidir en su imagen posada, forzada, nada natural, para dejar constancia de que lo suyo es pura creatividad. Una actitud muy de nuestra época ésta de mostrar una versión amplificada y perfecta de lo que somos.

Alfred se ha metido en arenas movedizas. Quizás de tanto escuchar lo bueno que es, al final se ha creído que su sensibilidad debía ser compartida con el resto de la humanidad. Puede que lo único que desee es aprovechar el tirón de este par de años de éxitos relativos para hacer caja con un libro tan salido de sus entrañas que repugna. Pero todo tiene un precio, y exponerse de tal manera te puede llegar a convertir en trending topic del despropósito.

La gente tiene derecho a criticar a Alfred porque él mismo ha decidido exponerse al escrutinio de sus seguidores y detractores. Pero todo tiene un límite, y por muy malo que sea su libro y muy cuestionables sus intenciones, los insultos hacia su persona sobran. Las mofas, como el texto del tweet anterior, están desprestigiando su derrape literario más de la cuenta. Es la doble moral de los internautas, de esa gente que lejos de la pantallita defiende unas cosas de las que se olvidan en el momento en que la tendencia es la de desprestigiar a alguien. De ahí la excrecencia de las redes sociales, de ahí la hipocresía.

Este episodio de la carrera de Alfred retrata muchos de los elementos que perjudican a la sociedad de nuestro tiempo. El arte contaminado por parámetros que nada tienen que ver con la calidad de la obra, el artista cegado por su éxito hasta el punto de no saber distinguir lo bueno de los deleznable, la especulación, la hipocresía de ciertos internautas y de los medios, ya que aquí estamos, dando bombo a lo nimio porque la palabra Alfred genera interés.

Que siga el circo.

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